“Un
objetivo que requiere unos medios injustos, no
es un objetivo justo”
(El hombre
rebelde, Albert Camus)
Hace unos meses
cuando empecé a pensar en este pequeño homenaje
a Victor Serge al cumplirse el 75 aniversario de
su muerte, no me imaginaba que este sería el
resultado final. Tenía pensado un recorrido
sobre su vida y obra como ya hice en otras
ocasiones para rendir homenajes a: E.P.
Thompson, George Orwell y Emma Goldman. Sin
embargo choqué con una vida inabarcable. Mi
perspectiva cambió 180 grados. Creo que aquellas
personas que tengan interés por conocer en
detalle la vida y la obra de Serge, tienen
material abundante; empezando por las “Memorias de un revolucionario” y
siguiendo con novelas como “ El caso Tulayev”. Y así,
muchas otras más.
Empezaré con tres
breves consideraciones. Creo que Victor Serge es
una especie de mirlo blanco que destaca entre la
inmensa mayoría de sus contemporáneos. Durante
sus cuarenta años de vida militante, nunca dejó
de defender la libertad en las tres revoluciones
en que participó o en los siete países en donde
vivió. Pagó un alto precio: diez años de
cautiverios y una muerte temprana. Defendió el
socialismo, como muchos revolucionarios de su
generación, pero a diferencia de la mayoría de
ellos, la idea que propuso estaba identificada
por un imperativo ético, moral y democrático.
Como su amigo Andreu Nin, nunca capituló ante el
capitalismo ni ante la burocracia estalinista.
Tampoco lo hizo ante aquellos que injustamente
le acusaron de intelectual pequeño burgués por
criticar el aplastamiento de Kronstadt o no
sumarse a la Cuarta Internacional fundada en
1938 por Trotsky.
Se interrogó a lo
largo de su vida sobre la responsabilidad
directa o intelectual de los bolcheviques en la
contrarrevolución burocrática. A diferencia de
Trotsky, no tuvo respuestas concluyentes. No
exculpó de toda la responsabilidad a los
bolcheviques pero tampoco les señaló culpables :“A menudo se dice
que todo el estalinismo estaba en germen en el
bolchevismo de inicio. Eh, me parece bien. Solo
que el bolchevismo contenía también otros
gérmenes.” (Las masas y el partido bolchevique
en 1921, respuesta a Ciliga).
La forma en la que
interpretó Victor Serge el socialismo y el marxismo
difiere -como hemos dicho- de la inmensa mayoría de
sus compañeros. La necesidad absoluta de la libertad
(inseparable de la igualdad); la moral única frente
a la doble moral y el nihilismo; la centralidad del
ser humano en cualquier proyecto socialista; etc,
etc. Todo ello formó parte de algunas de sus reflexiones, y en especial, en los
últimos años de su vida. El pensamiento de Victor
Serge es limpio, está liberado de dogmatismos. Es
una visión ética y humana que contrasta con el
marxismo positivista y evolutivo de la
socialdemocracia alemana y, por supuesto, con el
marxismo bolchevique forjado en el primitivismo
naródniki ruso, el blanquismo conspirativo y el
jacobinismo de partido. La cultura política de
Victor Serge es libertaria y socialista, arraigada
en la tradición democrática francesa ( heredera del
movimiento obrero
más y mejor politizado del mundo). Es tolerante y
sensible al sufrimiento humano.
Llegó a Moscú en
1919 y se asombró de toda la desolación que encontró
en su camino, eso no fue obstáculo para colaborar
con los bolcheviques. Se puso bajo la protección
política de Zinoviev en la Internacional comunista.
Se unió a Trotsky en 1923 cuando se formó la
Oposición de Izquierdas contra Stalin-Bujarín.
Finalmente fue deportado y liberado gracias a una
campaña internacional en la que participaron
intelectuales y políticos del mundo entero.
Antes que Victor
Serge existieron -por supuesto-, socialistas sin
apego al poder. Útopicos, confundidos o acertados
pero ante todo honestos. Muchos de ellos fueron
asesinados o murieron pobres en la soledad como él
mismo. Otros no, pero formaron un enorme torrente de
vidas dedicadas a la libertad y la igualdad. Había
de todo, luditas, cartistas, cristianos, utópicos,
sindicalistas, libertarios o terroristas... Formaron
un extenso movimiento que se agrupó en torno a
figuras como Babeuf, Saint Simón, Fourier, Owen,
Blanqui, Proudhom, Marx, Engels, William Morris,
André Leo, Louise Michel, Bakunin, Rosa Luxemburgo,
Emma Goldman, etc.
Todo ese caudal
revolucionario y reformista fue amputado y mutilado
por el hacha homicida de Stalin y sus secretarios;
los chekistas y esa inmensa pléyade de vividores y
oportunistas que convirtieron su marxismo en el opio
del pueblo. Creo que no hay derrota más amarga que
aquella que se hace en nombre por todo aquello que
has luchado. Eso hizo Stalin y su camarilla. Acabó
con el socialismo en nombre del socialismo.
La noche cubrió la
mitad del siglo. Pero el mirlo blanco nunca dejó de
cantar. Levantó su voz frente a las mentiras de los
procesos de Moscú. Enfureció a Trotsky por su
interpretación de Kronstadt y, cuando el viejo
revolucionario no tuvo más argumentos, le tendió la
mano una y otra vez. Nunca le guardó rencor pese a
los terribles ataques que sufrió. Cuenta Vladi (hijo
único de Serge), que un día, pasando delante de la
casa de Trotsky en México, no pudo -su padre-
contener las lágrimas.
Su solidaridad con
la CNT y su entrada al POUM, quedó definitivamente
sellada en la tragedia de la revolución española.
Conoció a Andreu Nin cuando ambos vivían en Moscú.
Fue una amistad que se mantuvo hasta que aquél fue
asesinado. Serge pidió ser enterrado junto a los
demás españoles en el cementerio de su exilio
mexicano. Y murió el 17 de noviembre de 1947 en un
taxi mientras se dirigía a su casa.
Siempre he dicho que
la vida de Victor Serge es mucho más que un
programa revolucionario. Compromiso, principios
y actos,... todo su mundo confluye hacia un
mismo punto: el socialismo. Escribiendo sus
Memorias comentó que si a los doce años le
hubieran preguntado ¿Qué es la vida?, hubiera
contestado: “Pensarás, lucharás,
tendrás hambre”. Así fue,
Victor Serge, vivió la larga noche del
totalitarismo, pero nunca se rindió.