Trasversales
Martin Thomas

Afganistán, la izquierda y el "tercer campo"

Revista Trasversales número 55 septiembre 2021 web

Original en inglés en Worker's Liberty

https://www.workersliberty.org/story/2021-08-30/afghanistan-left-and-third-camp



En conflictos entre grandes potencias como Estados Unidos y fuerzas reaccionarias que no luchan por la liberación nacional o la democracia, los socialistas no debemos apoyar a ninguna de las partes, sino impulsar el "tercer campo" de la clase trabajadora y de las personas oprimidas, contra las grandes potencias y contra fuerzas como los talibanes, incluso si ese "tercer campo" es aún débil y está poco desarrollado.

Workers' Liberty ha argumentado así desde hace mucho tiempo. La mayoría de los otros grupos de la izquierda británica no están de acuerdo. En 2001, algunos defendieron explícitamente ponerse del lado de los talibanes ("frente único antiimperialista", decían). El SWP (Socialist Workers Party) durante mucho tiempo "se negó a condenar" el ataque de Al Qaeda en Nueva York y Washington del "11 de septiembre". Condenó los explícitos eslóganes a favor de los talibanes como inoportunos y poco adecuados, pero dijo que su idea básica era correcta. Pocos estuvieron de acuerdo con nosotros en que había que denunciar el islamismo terrorista de los talibanes con tanta dureza como el militarismo de Estados Unidos.

En algunos conflictos recientes, fue mayor la parte de la izquierda que se acercó hacia una visión tipo "tercer campo". Nadie aclamó la toma de Mosul en 2014 por Daesh como un "golpe contra el imperialismo". Pocos celebraron la victoria de Assad en Siria contra las fuerzas respaldadas (erráticamente) por Estados Unidos.

Pero ahora Socialist Worker, el periódico del SWP, ha aclamado la victoria de los talibanes como "una derrota colosal para el imperialismo británico y estadounidense", y The Socialist, periódico del Socialist Party, de manera similar proclama "un golpe devastador para el imperialismo estadounidense y occidental".

Socialist Worker añade que los talibanes impondrán un "régimen brutal, asfixiante y reaccionario"; The Socialist, que no traerá "nada ni remotamente progresista". Pero se regocijaron por la "derrota del imperialismo" y dejaron en segundo plano las reservas sobre los talibanes.

Socialist Worker [nº 2768] llenó casi toda la primera página con el titular "Veinte años de horror", lo que sugiere que fueron o serán menos horribles los años 1978-1979 de guerra civil entre el PDPA y los islamistas, los años 1979-1989 de guerra entra Rusia y los islamistas, la guerra islamista para derrocar al régimen estalinista seguida por una guerra entre islamistas en 1989-1996, el régimen talibán 1996-2001 y los años futuros de renovado poder talibán. También tenía un buen subtítulo debajo de dicho titular en la portada, "Abrid las fronteras a todos los refugiados". Ese lema es relevante porque las condiciones ahora se están volviendo más horribles en Afganistán.

Socialist Worker se opuso a toda idea de extender la evacuación del aeropuerto de Kabul más allá del 31 de agosto. Esta negativa a una retraso de la salida de las tropas, de haber sido posible, ni siquiera para una operación de evacuación de civiles, eclipsa el principio positivo de solidaridad con los opositores afganos a los talibanes.

Socialist Worker intenta cuadrar su círculo describiendo a los talibanes como "el terror que Estados Unidos fabricó". Es una referencia a los tejemanejes de Estados Unidos con grupos islamistas afganos durante la guerra con Rusia en 1979-1989, con el fin de debilitar a la URSS y encontrar algún grupo o coalición con el que pudiera colaborar después. Pero lo que "fabricó" a esos grupos islamistas fue la propia guerra. La ayuda financiera de Estados Unidos, directamente o a través de Pakistán, fue secundaria.

Ese tipo de tenue saludo a los "golpes contra el imperialismo" significa reducir el pensamiento socialista a simple negativismo, privarlo de su esencia como defensa positiva de algo mejor. Los "golpes contra el imperialismo" sólo son buenos si son golpes para algo mejor.

Cuando en 1988-1989 Rusia fue derrotada por las combativas milicias islamistas, eso era un "golpe contra el imperialismo" en el sentido de que cerró la puerta a una campaña de Rusia para establecer un control más o menos colonial en Afganistán, y quebró la voluntad del ejército de la URSS para intentar reprimir los movimientos democráticos en Europa del Este en 1989.

Si en 2001 los talibanes hubieran derrotado la operación montada en su contra por la Alianza del Norte con la ayuda de Estados Unidos, podría decirse que eso habría evitado la posterior invasión estadounidense de Irak. Pero entonces ese "golpe contra el imperialismo" era sólo un elemento, y además especulativo, que no permitía ni mucho menos borrar las consecuencias inmediatas de una victoria de los talibanes en cuanto a la vida y los derechos de la población de Afganistán.

En esta ocasión el elemento de "golpe contra el imperialismo" es muy pequeño. Los gobernantes de Estados Unidos abandonaron hace mucho tiempo el triunfalismo de los "neoconservadores" en 2003. Trump y Biden han calculado que sacar a Estados Unidos de una guerra cuyas consecuencias no habían medido bien mejoraría su capacidad para actuar en otros lugares. La victoria de los talibanes envalentonará a los terroristas fundamentalistas en otros lugares, pero no dará ningún impulso a los socialistas ni a demócratas antiimperialistas.

Los "trotskistas heterodoxos" establecieron el principio de un "tercer campo" en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, en el sentido de campo opuesto tanto a los Estados Unidos como a la URSS, y, con razón, explicaron que para el desarrrollo de la clase obrera la URSS estalinista era aún peor que el capitalismo de tipo estadounidense.

En aquellos días, los imperios coloniales o las esferas de influencia semicoloniales todavía cubrían gran parte del mundo. En la década de 1940, y durante algunas décadas más, habían surgido movimientos nacionalistas populares de un tipo u otro en casi todas las colonias y semicolonias. Era casi seguro que un choque entre una gran potencia y las fuerzas locales sería un choque entre una fuerza imperial, con el objetivo de mantener cierto grado de control imperial, y una fuerza con cierta componente de liberación nacional. Los socialistas tomaron partido por esos movimientos de liberación, incluso si estaban bajo dirección burguesa. "Antiimperialismo" era la abreviatura de apoyo a la emancipación nacional.

Los imperios coloniales europeos desaparecieron en 1974-1975, cuando las colonias de Portugal ganaron la independencia. Aproximadamente quince años después, el imperio de Rusia en Europa del Este fue derrocado. Todavía hay luchas por la liberación nacional. Turquía, Irán e Irak todavía niegan la independencia de los kurdos; China niega derechos a tibetanos y uigures; Marruecos domina el Sahara Occidental; Israel ocupa Cisjordania y (con Egipto) bloquea Gaza. Pero durante los últimos 30 años aproximadamente, el mundo ha sido principalmente un "imperio del capital" más que del colonialismo o semicolonialismo.

Ahora entendemos el imperialismo en el sentido de dominación económica de los grandes centros del capital. Y tenemos diversas variedades de "antiimperialismo reaccionario", en el sentido de movimientos locales en conflicto con esos grandes centros pero que buscan hegemonías locales aún más brutales que la "compulsión opaca" de las relaciones económicas globales.

La idea del "tercer campo" se ha hecho urgente de nuevo.