Trasversales
Roberto Pradas Sánchez-Arévalo

Prometeo contra Leviatán

Revista Trasversales número 55 junio 2021 web


Reseña: Prometeo contra Leviatán. Teorías sobre el Estado. Del liberalismo al anarquismo, de Costas Despiniadis. Cuadernos de Contrahistoria, Fundación Anselmo Lorenzo (Delegación de Aranjuez), Aranjuez, 2021.



El libro de Despiniadis, que es una interesante síntesis de las teorías sobre el Estado, puede ser visto también como un diálogo entre las propuestas liberales y la respuesta crítica que los autores anarquistas le dieron. Podemos encontrar varios temas que, de autor en autor, recorren los siglos hasta la actualidad y es difícil mencionarlos todos en una reseña. Sin embargo, por ejemplo, los efectos de la obra de Hobbes en la posteridad justifican señalar su importante repercusión en muchos autores del libro que no dejaron de tenerlo en cuenta. Reseña Despiniadis

Despiniadis afirma que en el pensamiento de Hobbes se reconocen los ingredientes […] que han hecho de Leviatán una obra fundacional tanto de corrientes liberales como totalitarias en la teoría política burguesa, porque precisamente la quintaesencia de su filosofía política es la preservación del statu quo político de cada sociedad desde el momento en que éste se afianza [pág. 37]. Y de ahí que Bakunin afirme que la suprema ley del Estado es la autopreservación a toda costa [pág. 129].

En esa dirección, Despiniadis critica que Locke realice un análisis que no tiene en cuenta conflictos internos, desigualdades, intereses contrapuestos, estratificación social [pág. 64-65]. De la misma forma, Despiniadis señala que, cuando Rousseau dice […] que ‘cada uno de nosotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general […] pasa por alto cuestiones fundamentales de divisiones y discriminaciones sociales: de clase, económicas, institucionales [...]. Para resolver esta contradicción fundamental -cómo se va a conciliar el interés individual de cada ciudadano con una ley general y con el interés común-, introduce el concepto de ‘voluntad general’ [pág. 46], tan importante para las teorías del contrato social que Despiniadis revisa en su libro.

Precisamente, y según Despiniadis, las instituciones sociales, para Hegel, son objetivaciones de la voluntad. Hay que crear aquella sociedad (un Estado racional) en que la satisfacción del interés individual y del interés común […] coincidirán y no habrá confrontaciones: la satisfacción del uno coincidirá con la satisfacción del otro. Ante la duda de cómo es posible esto, comprobamos que, para Hegel, ‘el individuo […] encuentra en el cumplimiento de [sus deberes] […] la protección de su persona y de su propiedad, […] la conciencia y el orgullo de ser miembro de este todo […] [pág. 80]. Pero Despiniadis, en un excelente esfuerzo de matizaciones y esclarecimientos, cita a Marcuse para quien en Hegel ‘se conserva la idea básica de que la libertad suprema del individuo no deberá contradecir la libertad suprema del todo, sino que se cumplirá solo dentro y por medio del todo. [...] Hegel ha dado aquí el primer paso que conduce a la identificación de la libertad con la necesidad o con la sumisión a la necesidad’ [pág. 78].

En la confrontación de autores que supone este libro, adquieren un sentido desmitificador las teorías de los autores críticos con el Estado como Proudhon, de quien dice Despiniadis que afirmó que el Estado es una institución externa en relación con la sociedad humana [pág. 114], y se entiende mejor el rechazo de Bakunin a la teoría del contrato social: ‘[…] ¿qué vemos a lo largo de la historia? [dice Bakunin] El Estado ha sido siempre el patrimonio de una clase privilegiada: la clase sacerdotal, la nobleza, la burguesía; y, al final, cuando todas las demás clases se han agotado, entra en escena la clase burocrática y entonces el Estado cae […] al estatuto de una máquina. Pero para la salvación del Estado es absolutamente necesario que exista alguna clase privilegiada interesada en mantener su existencia. [págs. 124-125]. Bakunin cuestiona enérgicamente la opinión que quiere al Estado como ‘encarnación del interés general’. […] Una trampa: ‘La producción capitalista moderna y la especulación bancaria exigen para su pleno desarrollo un gran aparato estatal centralizado, pues solo él es capaz de someter a su explotación a los millones de asalariados’ [pág. 124].