Trasversales
Luis M. Sáenz

Con AyusoVox, Madrid no puede más:

MÁS IGUALDAD Y MÁS SANIDAD O MÁS POBREZA Y MÁS PRIVILEGIOS

Revista Trasversales número 54 abril 2021 web

Textos del autor en Trasversales


1. Las recientes amenazas de muerte no son inocuas en un país en el que no es fácil conseguir balas fuera de ciertos medios, en el que hay una larga lista de personas asesinadas por el terrorismo de extrema derecha y donde el tercer partido en el Congreso de diputados es una organización ultraderechista que falta el respeto a esas víctimas con actos como la colocación provocativa y reiterada de mesas informativas "para jóvenes" en los Jardines Yolanda González Martín, cerca del metro de Campamento, en Madrid, joven miembro del PST asesinada en febrero de 1980 por varios fascistas.

Por otra parte, esas amenazas han perturbado la campaña electoral en Madrid. Primero Gámez, Marlaska e Iglesias (dos veces) y su familia. Luego Reyes Maroto. Después, Ayuso. Finalmente, hasta ahora, Zapatero. No caben distinciones de bando: sólo cabe rechazarlas tajantemente y esperar que las investigaciones policiales y judiciales encuentren a los culpables de todas esas cartas y que lleguemos a conocer quienes son y cuáles son sus vínculos. Es una insensatez y una calumnia que, en vez de codenar y de incitar a que se refuercen las investigaciones, se insinúe que Gámez, Marlaska, Iglesias, Maroto, Ayuso o Zapatero se han autoenviado esas amenazas. Hoy por hoy no se puede culpar a ninguna fuerza política de esas amenazas, ni creo que, con independencia de los hipotéticas afiliaciones o ideologías de los autores, esté ninguna de ellas tras dichas amenazas. Lo que sí puede decirse es que la insinuación hecha por Vox de que era un automontaje es una canallada y que el PP de Madrid, a diferencia de Casado, no se ha distanciado claramente de ello. Por otra parte, de la necesaría empatía con las personas amenazadas no se deriva la obligación de compartir sus opiniones, además de ser imposible por ser éstas diferentes entre sí, ni tampoco debe llevar a silenciar críticas constructivas.

2. Es muy posible que los autores de las amenazas sean "lobos sueltos" o grupúsculos. Eso no quita que sus consecuencias se agranden en un contexto de tensa polarización causada por una radicalización ultraderechista, al modo trumpiano, que afecta a millones de personas e incluso a un partido tradicional como el PP madrileño. El periodo escogido no es casual. Los terroristas tenían la intención de interferir en la campaña electoral y en sus resultados. Interferir en la campaña lo han logrado y me temo que también en los resultados. La han llevado al borde de la irrelevancia con la anulación de los debates pendientes y con un gran cambio en lo que se habla durante ella. Así por ejemplo, en lo que se refiere a los planteamientos del "bloque progresista" (PSOE, Más Madrid, Unidas Podemos) se difunde mediáticamente más el lema "Democracia o Fascismo" que las reivindicaciones sociales de más sanidad, más vivienda pública, más salario social, más redistribución, más igualdad, más libertad (de expresión, de protesta social, no más "libertad" para contagiar o más "libertad" para contaminar o para impuestos), más solidaridad, etc., lo que, en mi opinión, dificulta aprovechar lo que queda de campaña para reducir las diferencias respecto al bloque AyusoVox.

3. Tengo mi voto decidido y, dentro de mis posibilidades,  hago "campaña" por una de las  candidaturas, pero no lo haré aquí. En esta reflexión mi opción es genérica: o PSOE o Más Madrid o Unidas Podemos (orden de las encuestas, no de preferencia mia). Quiero que ganen sumando, aunque lo veo muy difícil, sobre lo que habrá que reflexionar tras el 4M. En todo caso, esta vez votar en defensa propia es muy importante, como lo era votar en las últimas elecciones presidenciales de EEUU y como lo entendió gran parte de la clase trabajadora anarcosindicalista española en 1931 y 1936.

En la Comunidad de Madrid hay unas 240.000 familias en pobreza severa y más de medio millón en pobreza. Sólo perciben la Renta Mínima de Inserción (Comunidad de Madrid) o el Ingreso Mínimo Vital (Seguridad Social) unas 33.000 familias madrileñas(12.000 RMI, 21.000 IMV), menos de una por cada siete en pobreza severa. Durante el mandato de Ayuso, desde agosto 2019 hasta marzo 2021, el número de rentas mínimas pagadas cada mes ha disminuido en más de 11.000 (un 48%) y la nómina mensual total ha disminuido en más de seis millones de euros (una caída del 54%), concentrándose más del 90% de ese brutal recorte de su cobertura social en el periodo de mayor empobrecimiento, entre junio de 2020 y marzo de 2021.

La atención primaria sanitaria está destruída, intencionadamente; el negocio de los seguros médicos prospera, ante el mensaje claro de Ayuso de que la sanidad pública estará cada vez peor (es su proyecto); el escandaloso estado de las residencias de mayores, competencia de la Comunidad de Madrid, ya denunciado en la propia Asamblea de Madrid mucho antes de la pandemia, ha causado una masacre. La crisis habitacional es insoportable, la desproporción entre el coste de los alquileres y los salarios reales los hace inasequibles para gran parte de la población; el PP madrileño semiregaló 5000 viviendas públicas a fondos buitres y ahora  AyusoVox tratan de aterrorizar a la población -con la ayuda de las empresas de alarmas domiciliarias, sumadas publicitariamente a la campaña de amedrantamiento- con que si bajas a la compra te ocupan el piso, criminalizando a las familias que no pueden pagar el alquiler por falta de ingresos y, eso sí, avalando la compra de pisos de 400.000 euros y 90 metros cuadrados a menores de 35 años con altos ingresos. La violencia machista sigue ahí y nuestro trumpismo se sitúa claramente en el bando de quienes quieren destruir el feminismo, negar la discriminación de las mujeres y no reconocer lo específico de la violencia machista; lo que antes pocos decían -entre ellos Rivera y Cantó- aunque sólo fuese por que estaba mal visto, ahora es bandera del PP de Ayuso -no, a decir verdad, del de Ana Pastor, por ejemplo- y de todo Vox. Un ayusovoxismo que hace de libertad sinónimo de privilegio y que ha puesto en marcha un plan sistemático para ahogar la libre expresión, hacer imposible el funcionamiento de espacios sociales de encuentro vecinal, destruir los rastros urbanos de la creatividad ciudadana y reprimir las protestas sociales salvo que sean "negacionistas".

No sé si aún queda alguna posibilidad de derrotar en las urnas a AyusoVox. Hay que intentarlo, votando PSOE, Más Madrid o Unidas Podemos. Pero PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos deben poner más de su parte y retomar y poner el foco sobre esa agenda social. Bajen el tono de los discursos y suban el tono de las propuestas sociales; posiblemente haya algo de injusto en decirlo así, generalizando y sin matices, pero es la mejor manera de hacerlo fomentando la concordia y el entendimiento.

El Gobierno de España se ha implicado mucho en esta campaña, lo que no critico, es un reto importante para toda España, pero lo mejor que podrían aportar a ella es anunciar antes del 4 de mayo un compromiso claro y preciso de modificación del Ingreso Mínimo Vital suprimiendo exclusiones y facilitando que llegué a todas las personas y familias que lo necesitan, así como estableciendo un procedimiento rápido de reparación para quienes no lo han obtenido  por esas exclusiones injustificables. Eso sí que movilizaría a los barrios populares.

Estoy del lado de Gámez, Marlaska, Iglesias, Maroto o Zapatero contra los terroristas, y repudio ética y políticamente con igual fuerza las amenazas terroristas contra Ayuso aunque políticamente también la repudio a ella y su política, pero si no se hace eje en las propuestas para esa agenda social todo llamamiento a que los barrios populares voten es retórica con cierta culpabilización implícita a quienes peor lo están pasando.

Sí, creo sensatamente que hay candidaturas que en ese sentido lo hacen mejor o menos mal que otras, pero algunas de mis amistades creen, con razones igualmente sensatas, que son otras las que lo hacen menos mal o mejor, pero eso no importa, la cuestión de no es repartirse el voto de "los nuestros" (concepto absurdo referido a momentos pre-electorales) sino disputar el voto de quienes no piensan votar o dudan en hacerlo, el de quienes, sin ser extremistas derechistas ni antiliberales feroces como AyusoVox, se proponen votar PP o Cs con el mismo hastío con el que muchas veces hemos votado "izquierda" otras, e incluso el de algunas de las personas que podrían votar Vox sin ser fascistas, movidas por la desesperación que causan problemas sin resolver.

Queda muy poco tiempo para recuperar el rumbo y tomar la iniciativa. Tenemos que reconocer que Ayuso ha acertado en la manera relajada de manejar la amenaza recibida, aunque ha tenido la gran ventaja de que nadie le ha provocado diciendo que se la enviado ella misma; ella va a lo suyo, que ni siquiera es su partido, sino un proyecto horrible de región, de país y de mundo, un proyecto que desmantela todas las formas de comunidad humana. Si queremos más democracia y frenar al trumpismo madrileño lo que hay que poner sobre el tapete en primer lugar es IGUALDAD O PRIVILEGIO. Egoísmo o comunidad humana, dignidad o desprecio.

4. Para ser más preciso, voy a sugerir en qué tendría que afinar el "bloque progresista" en los últimos días de campaña, partiendo de que ya no tiene sentido darle vueltas, al menos hasta el 5 de mayo, a la retirada de los debates, decisión que creo equivocada aunque valoro positivamente que la hayan tomado las tres candidaturas porque un fraccionamiento en esto habría creado una hostilidad muy dañina. En mi opinión, Vox lleva mucho tiempo diciendo y haciendo contra mucha población desprotegida cosas aún más graves que las que desencadenaron estos hechos -que son muy graves- y eso no impidió la provechosa participación de las candidaturas progresistas en el primer debate. Pero lo que cuenta es lo que aún se puede hacer.

El principal "desvío" inducido por el comportamiento miserable de Vox, con complicidad de Ayuso en ello, es precisamente la desviación del foco hacia Vox, con una Ayuso a la que ahora se critica más por no romper con Vox que por lo que ella misma es. AyusoVox no es un proyecto de Vox, sino de Ayuso. AyusoVox es la forma actual del proyecto trumpiano diseñado por Aznar, FAES, Aguirre y otros, junto a su nueva estrella Ayuso, con Vox en el  papel de "matón" y de aguijón para agitar a la "derechita cobarde", similar al papel de los asaltantes del Capitolio en su asociación con Trump en Estados Unidos. Pensar que la principal amenaza a la democracia en España es Vox es como pensar que QAnon es la principal amenaza a la democracia en Estados Unidos, y no Trump y lo que representa. Vox es una pieza de la estrategia trumpista de Aznar/Ayuso para radicalizar a una amplia derecha social hacia posiciones de odio y desprecio que el PP no esté en condiciones de expresar, de tal manera que vayan calando hasta que el PP -su PP, el PP de Ayuso y Aznar, que no son todo el PP- pueda hacerlas suyas con algún leve barniz suavizante. Lo ocurrido respecto al feminismo posiblemente sea la mejor ilustración de ello. Ahora mismo, la distancia entre Ayuso y Vox es ya muy pequeña, salvo que Vox sigue intentando fingir que se preocupa por problemas reales ofreciendo respuestas brutales mientras que Ayuso ya ha entrado en una vía populista en la que se limita a decir que hace y hará lo que le dé la gana, lo que atrae el fervor de todos aquellos que precisamente quieren hacer las cosas malvadas que les dé a ellos la gana contra otras personas.

El proyecto de Ayuso es un proyecto de destrucción de toda forma de comunidad de convivencia, incluso de formas "conservadoras" de convivencia, es un proyecto de distanciamiento social brutal y duradero, un proyecto de alcance global que, sin ser el proyecto de la totalidad de las clases dominantes, se ha expandido a lo ancho y largo del planeta y ha venido ganando posiciones hasta el tropezón, que no derrumbe, de Trump. Efectivamente lo que Ayuso propone, con bastante éxito, es "sálvese quien pueda", o "ande yo caliente y riase la gente" (pero sin la burla del poder con que lo escribió Góngora, sino más bien como "... y jódase la gente"). Es un proyecto de "ley del más fuerte" y de refuerzo de todo privilegio a costa de quienes no lo gozan sino que lo padecen, un proyecto tan clasista que podríamos decirle "caciquil", un proyecto lleno de desprecio hacia la gente corriente y hacia quienes sufren; un proyecto que no quiere trabajadores con derechos, sino gente a la que usas por horas y tiras sin que lleguen a conocerse entre ellas para que no puedan organizarse, bien porque "teletrabajas", bien porque  pasas el día recorriendo las calles de Madrid con tu propia bicicleta (gran ahorro en "capital fijo"). Un proyecto que no quiere trabajadoras regulares sino mujeres sin permiso de residencia para que trabajen de "internas" en sus casas por 600 euros al mes y librando sólo el domingo por la mañana. Un proyecto que no busca adhesiones completas a un cuerpo de doctrina derechista-conservador, sino intensificar tanto ciertos odios o prejuicios que baste compartir uno de esos odios unidimensionales para votar a Ayuso, aunque no coincidas con ella en todo. Por ejemplo, hay bastantes personas conservadoras y bien acomodadas a las que no agrada nada la opción "hago lo que quiero y si contagio que se jodan" ni el comportamiento escandaloso del joven pijoterío en las terrazas de Chamberí, pero votarán Ayuso porque dan prioridad a su proyecto socioeconómico, y hay hombres en barrios populares -bastantes de ellos jóvenes- que están en pésimas concidiones sociales pero a los que domina el odio al feminismo. Y detrás de Ayuso va Vox como coche-escoba recogiendo votos de odio o de desesperación rehacios a dárselos a Ayuso porque algo de ella no les guste.

El problema al que nos enfrentamos no es una claudicación de Ayuso ante Vox. El monstruo AyusoVox tiene a Ayuso de cabeza y Vox es uno de sus brazos. No tiene sentido insistir en que Ayuso diga que no gobernará con Vox porque es posible, si la situación se lo aconseja, que Vox garantice la investidura de Ayuso sin entrar en el gobierno de Madrid; de hecho Monasterio ya ha anunciado que lo haría. Ayuso y Vox tienen suficiente apego a los intereses privilegiados que defienden como para montar numeritos como el que, desde "la izquierda", llevó a provocar cuatro elecciones generales entre 2015 y 2019. Ayuso se parece lo suficiente a Vox como para que nadie que quiera votarla deje de hacerlo por no romper con Vox.

Urge un giro rápido hacia el choque con Ayuso en torno a un proyecto social comprensible por la población. Por descontado, hay que confrontar a Vox, pero no van a funcionar las  llamadas abstractas al antifascismo, hace falta recuperar un proyecto social potente y creíble, ponerle  en el centro de la alternativa a AyusoVox. Pedir a Ayuso que se sume a PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos en un "cordón sanitario" contra Vox es lo más absurdo que cabe, porque resulta que Ayuso no es Merkel ni Biden, ni lo será nunca; esa incompresión es la que  impide dar respuesta adecuada a Ayuso cuando dice "votenme a mí y así no necesitaré el voto de Vox". Con lo fácil que es decirle: perdone, no es que no queramos a Vox, su "banda de la porra", es que no le queremos a usted, ni con Cs, ni con Vox ni sola.

Hay que retomar en estos poquísimos días el eje social, que incluye la defensa de los derechos democráticos pero no desde la nostalgia sino articulados con las demás necesidades sociales. El lema "Fascismo o Democracia" puede enardecernos a ciertos sectores politizados de la población de cierta edad, pero no toma en consideración que esos sectores ya pensaban votar contra Ayuso, ni las diferencias entre el trumpismo y el fascismo clásico, ni entiende que en las condiciones sociales actuales puede prender en parte de la población que ha sido abandonada a su suerte la idea de que "la democracia no se come". Hay una población muy numerosa para la que la alternativa es "MÁS IGUALDAD O MÁS POBREZA", que no se va a movilizar en recuerdo de viejas batallas por dignas que fuesen. Sin comida y sin techo lo primero es aquí y ahora. Sin esa población no será posible defender la democracia. Sólo ella podrá hacerlo, no las instituciones o los tribunales, y recalco esto porque se está expandiendo una estéril ilusión sobre que son las instituciones y el Estado quienes deben excluir de la vida política a la extrema derecha, lo que significa no entender el carácter del Estado, lo reaccionario que es dar a éste el poder de decidir qué se puede decir y encubrir que, más allá de la persecución de las actividades delictivas que puedan llevarse a cabo, la única manera real de aislar y excluir de la vida social a la ultraderecha parte de políticas sociales y de la auto-organización popular, que es como en Grecia se logro expulsar de ciertos barrios las provocaciones y violencias de Amanecer Dorado. La petición de que se excluya a Vox institucionalmente de los debates sólo ha servido para que otros exijan ahora que se excluya a Bilru o ERC o para ocultar que entre lo que dice Ayuso (no digo el PP, digo Ayuso) y lo que dice Monasterio no hay grandes diferencias.

5. El 5 de mayo la vida seguirá, muy posiblemente en peores condiciones políticas; pero nada está decidido de antemano y hay que intentar con decisión evitar lo peor en estas elecciones. Hay tres opciones de voto viables contra AyusoVox (Gabilondo, Mónica, Iglesias) y podemos permitirnos votar lo que prefiramos, sin cálculos de utilidad, porque las tres van a obtener representación conforme a sus votos. No perdamos el tiempo tratando de conseguir el voto de tal amigo que ya va a votar a una de esas tres candidaturas. Hay por ahí cientos de miles de personas a las que podemos intentar convencer y que piensan abstenerse o votar a PP, Cs o Vox.

Pero, en todo caso, gobierne quien gobierne, si queremos un Madrid más igualitario, más libre, más justo, más sostenible, más feminista, la tarea permanente es construir cooperación y organización social desde abajo, con autonomía respecto a todo gobierno, de Madrid o de España, aunque no nos dé igual quien gobierne. Ningún gobierno nos llevará a los cielos pero algunos gobiernos construyen infiernos terrenales.