No busquéis las causas de la derrota en el sur de
Madrid, mirad al oeste, al Palacio de la Moncloa
1.- Entre
las muchas cosas que he oído y leído en estos
últimos días, hay dos que me han llamado
poderosamente la atención. El silencio atronador de
Pedro Sánchez (como si no fuera secretario general
del PSOE) y las supuestas palabras de Monedero (no
desmentidas por él) diciendo que hay que ser
gilipollas para votar al PP siendo un camarero que
gana 900 euros. Ambas actitudes reflejan la
distancia, ya no solo física, sino social, de una
izquierda ensimismada en las instituciones y alejada
de la calle.
Porque esto que ha pasado en Madrid no ha caído del
cielo, es el resultado de años de retroceso social e
ideológico; donde la mayoría de las organizaciones
políticas o sindicales han estado mucho más cerca de
las instituciones que de la calle. Cualquiera que
viva en barrios de Carabanchel, Tetúan, Aluche,
Usera, Villaverde o Vallecas sabe que el
sindicalismo social, es decir, la atención a las
familias, en las colas del hambre, del centro de
salud o en los colegios, no ha sido por obra de los
gobiernos, sino de las redes de solidaridad de miles
de voluntarios o trabajadoras de la sanidad pública.
Por eso mismo indigna la indiferencia de Sánchez o
la prepotencia de Monedero.
2.- Toda
metáfora tiene su trasfondo y las utilizadas por
Ayuso no son una excepción. El PP trumpista supo
leer e interpretar la realidad social y política
mucho mejor que la izquierda. Con ello interpeló no
solo a las clases medias conservadoras o a los de la
Moraleja, sino a las clases trabajadoras y a miles
de jóvenes. En la izquierda y con la excepción de
Mónica García, no se supo ni se pudo contrarrestar
esos mensajes. No se supo porque nuestro adversario
no era un ejército de fascistas, sino una ciudad
harta, agotada y extenuada. No se pudo porque el
mensaje de “Socialismo o Libertad” solo tenía la
respuesta de los hechos. Sí, ya sabemos que la
gestión de Ayuso era un desastre, pero ¿cuál era la
del gobierno central?: una política sanitaria
completamente errática y unas ayudas sociales
insuficientes y bloqueadas (en su mayoría) por la
burocracia del Estado.
Así las cosas nos situamos en el peor de los
escenarios. Dos relatos metafísicos con argumentos
opuestos. En la confrontación salió ganando el
relato “optimista” de Ayuso porque se subió a la ola
de la necesidad vital. Aquella visceralidad que en
una ciudad con 23.000 muertos pedía -más con el
corazón que con la cabeza- ¡Quiero vivir!
3.- Nos
queda tiempo. Aún podemos evitar el mal mayor: que
el trumpismo llegue a la Moncloa. Pero empecemos por
tomar la amenaza en serio. El mayor error que
podemos cometer es solo ver sus aspectos anecdóticos
y folclóricos. Los personajes pueden ser ridículos
pero sus actos son criminales. Ya lo han demostrado
sobradamente Donald Trump, Bolsonaro y otros. El
ascenso y caída de Trump en solo cuatro años ha
tenido consecuencias demoledoras y, hasta el último
suspiro, nos hizo contener la respiración a medio
mundo.
Igual que no se podía entender el ascenso de Trump
sin el rechazo a las élites financieras de Wall
Street y al tufo aristocrático de los Clinton,
tampoco entenderíamos su derrota en el 2020 sin la
gran movilización antiracista de Black Lives Matter,
que sacudió a todo el país y a la que siguió la
enorme movilización democrática en las urnas de
millones de mujeres, negros, migrantes y
trabajadores latinos o blancos.
4.- La clave
aquí en los próximos meses es mantener la tensión
social y, por supuesto, que el PSOE (y en otra
medida UP) no cometan los mismos errores que otros
gobiernos de izquierdas.
El Gobierno tiene dos caminos que se bifurcan. Uno
es hacer lo que hizo el gobierno de Zapatero en el
2010 cuando en plena crisis económica marcó una
agenda de ajustes, recortes sociales y austeridad:
la modificación del artículo 135 de la Constitución
para priorizar el pago de la deuda pública sobre el
gasto social, elevación de la edad de jubilación y
la primera contra-reforma laboral. Ese camino abrió
las puertas de par en par a los rescates bancarios y
la llegada de Rajoy con un plan económico aún más
duro.
5.- El
Gobierno de Pedro Sánchez va a disponer de una
cantidad de dinero que no se tuvo en el 2010, pero a
cambio Bruselas va a exigir condiciones laborales,
fiscales y recortes del gasto social. Si Pedro
Sánchez sigue el camino de Zapatero, las
posibilidades de una victoria de un renacido PP
(trumpista, ultraliberal y muy conservador bajo la
mirada de la FAES de Aznar) sería la hipótesis más
probable. La única salida para el gobierno sería una
recuperación económica durante dos años seguidos y
una moratoria de los pagos de la deuda. No evitaría
el problema pero si los ajustes antes de las citas
electorales.
Pero hay una segunda posibilidad. Que el gobierno
lleve a cabo un giro social auspiciado por los
vientos que vienen de Estados Unidos y trate, al
menos, de dar cabida a los sectores más golpeados
por la crisis, se creen dos millones de puestos de
trabajo, se lancen ayudas a las familias, se
controle la subida de precios tanto en la vivienda
como en los alimentos, y se apueste por una economía
vinculada a los nuevos sectores energéticos. Desde
luego, esto no es ningún plan anticapitalista, pero
haría mucho más soportable el sufrimiento de la
gente.
6.- Vivimos
en medio de una gran incertidumbre. No pasa un solo
día sin que se anuncien subidas fiscales, cambios en
nuestro sistema de pensiones o cierres de empresas.
A todo esto agreguemos la errática política
sanitaria del Ministerio de sanidad que da más y más
alas a la reacción y complica nuevamente nuestras
vidas.
Pero también hay algo que debemos y podemos hacer
desde abajo. Organizar y preparar la respuesta
social. Ante la falta de resolución de nuestros
problemas. ante el ascenso de las derechas
reaccionarias, hagamos como hizo el Black Lives
Matter tomando las calles y ciudades. Hagamos como
los pensionistas de Euskadi o los trabajadores de
cientos de empresas que están cerrando y han salido
a protestar. Como los vecinos de mi barrio que
llevan ocho meses luchando por lograr más médicos y
enfermeras en el centro de salud de Abrantes. Todo
es empezar. Hace 10 años millones de personas nos
pusimos en marcha un 15M. Nos levantamos y nos
organizamos contra la crisis económica y moral de un
sistema que, en la peor de nuestras pesadillas, solo
sigue pensando en ganar.