La pandemia de la covid19 cumple sus primeros meses.
Una crisis sanitaria que ha provocado muertes, dolor,
miedo y unas expectativas económicas y sociales muy
tenebrosas.
Es
imposible conocer ahora todos los efectos, pero las
consecuencias y los riesgos son catastróficos. Estamos
ante un fenómeno global cuyo primer nivel es la
emergencia sanitaria. Como siempre en la Historia
(llena de pestes y otras epidemias) la primera
respuesta sólo puede ser aislamiento, confinamiento,
generar posibilidades de atención médica y cuidados.
A pesar
de ese carácter global no se puede ser inocentes y
decir que afecta a todos por igual. Golpea más a los
más débiles. Sus víctimas directas más numerosas han
sido las personas mayores y los enfermos crónicos. Los
barrios pobres y masificados han sido más afectados
que las zonas ricas. En sociedades como la
estadounidense ha golpeado ferozmente a las crecientes
capas sociales sin acceso a la sanidad y carentes del
más mínimo escudo social. Del mismo modo, en un mundo
tan desigual, probablemente sus efectos más terribles
no se conocen todavía, pero en las grandes
aglomeraciones urbanas, generadas por el desarrollo
capitalista en los países menos ricos, sus efectos
sanitarios y sociales serán demoledores, allí donde no
hay posibilidades efectivas de aislamiento, ni
atención sanitaria ni recursos para sobrevivir sin
buscarse el sustento día a día.
Por
ello, a pesar de que en este primer envite parezca
haber afectado más a los países más ricos, no
olvidemos que una parte del mundo no tiene la misma
capacidad de detectar casos, atenderlos, ni siquiera
de registrarlos.
La
emergencia sanitaria está dando paso a una crisis
económica y social explosiva cuyos primeros golpes ya
se sienten, pero que pueden superar cualquier
expectativa. La pandemia de la covid19 no ha sido una
tormenta en un cielo despejado.
Por
ello, para reflexionar sobre sus consecuencias, lo
mejor sería pensar en cómo afecta a los grandes
problemas y las tendencias sociales presentes a
comienzos del año 2020. El periodo 2008-2020 ha estado
marcado por la presencia de seis grandes ejes que
reflejan los principales fenómenos económicos,
ecológicos, políticos y sociales del mundo global
- Es el
periodo en que la humanidad empezó a tomar conciencia
de la crisis civilizatoria que representa el cambio
climático. Sin embargo, también es el periodo en que
se demostró la incapacidad de una sociedad en que
domina el sistema económico capitalista, basado en el
crecimiento indefinido de la producción y el consumo,
para dar una respuesta.
- La
crisis económica de 2008 puso fin a la ilusión de un
capitalismo neoliberal triunfante y ajeno a las crisis
económicas y financieras. Esa ilusión, muy difundida
entre 1989 y 2008 se vino abajo. Los efectos fueron
socialmente demoledores. Hoy tenemos, de acuerdo a los
estudios internacionales, la mayor desigualdad social
desde comienzos del siglo veinte y una pobreza
extendida que ya no se limita al llamado Tercer Mundo,
sino que se ha extendido ampliamente en el interior de
los países más ricos.
- Los
sistemas políticos mostraron una degradación
persistente y aparecieron crecientes fenómenos de un
populismo de extrema derecha que quiere combinar
neoliberalismo extremo con el proyecto de un nuevo
disciplinamiento social. No son casuales los triunfos
de Trump, Bolsonaro, Johnson, Orban, Dutarte… y la
aparición de fuerzas muy dinámicas y agresivas de esa
nueva extrema derecha en Europa Occidental, mientras
el régimen de Putin mantiene su dominio al Este.
- Los
instrumentos de gobierno global se debilitaron de una
forma acelerada, al mismo tiempo que la necesidad de
los mismos se hacía mayor. Ocurre tanto con las
instituciones supranacionales como con un proyecto
europeo fuertemente herido por la gestión de las
élites en la respuesta de la crisis de 2008, por el
brexit y por la patente carencia de un proyecto
político civilizatorio capaz de enfrentarse a los
retos ecológicos, sociales y políticos de nuestro
tiempo
- Entre
2008 y 2020 se ha asistido al mayor ciclo de protesta
social en más de un siglo. Los acontecimientos
generados por las grandes protestas masivas que han
recorrido los cinco continentes tuvieron dos momentos
culminantes; el primero en 2011-2012, con el 15M y las
ocupaciones de plazas en tantos lugares y el inicio de
la revolución árabe; el segundo, en 2018-2019 con
movimientos sociales históricos desde América Latina,
con Chile a la cabeza, hasta Hong Kong, pasando por
muchos lugares de América, Asia, Europa y África. Unas
movilizaciones masivas que, con reivindicaciones y
respuestas muy distintas a los problemas locales y
globales, expresaban una defensa del común y un
rechazo radical a las élites sociales que dominan el
sistema mundial.
- La
rebelión mundial de las mujeres ha sido un
acontecimiento trascendental de las dos últimas
décadas que ha expresado una potencia formidable para
provocar una transformación de las sociedades hacia
una ruptura con el sistema patriarcal y que, por ello
mismo, ha provocado la reciente reacción del
neo-machismo asociado a los movimientos de la nueva
extrema contra la conquista de derechos y espacios
sociales por las mujeres.
La
pandemia de la covid19 no ha llegado a un mundo
tranquilo y despejado. Pero, ¿cuáles serán sus
consecuencias en los ejes trasversales que representan
la crisis civilizatoria? Es imposible proponer hoy una
respuesta. Los acontecimientos son imprevisibles, pero
sí resulta necesario tener una primera visión de
cuáles pueden ser sus efectos inmediatos sobre esos
ejes, lo cual es importante porque, al mismo tiempo,
nos obliga a preguntarnos cual debería ser nuestra
praxis y como podrán afectar nuestras acciones a la
evolución futura.
Los
efectos sociales y económicos pueden ser traumáticos.
Esta crisis pone en primer plano que establecer una
sanidad pública universal o rentas básicas son
elementos esenciales para la supervivencia. Pero es
necesario saber que todas esas buenas intenciones
empedrarán el infierno social si no se establece un
sistema tributario justo y suficiente para ello. El
aumento de la presión fiscal y una adecuada
distribución del coste fiscal de esta crisis entre las
distintas capas sociales es imprescindible. Pero sin
un cambio en los sistemas internacionales de
tributación del capital y de los grandes patrimonios,
al menos a escala europea, los esfuerzos nacionales
para generar suficiencia fiscal pueden fracasar.
Los
límites de políticas de déficit resultan evidentes
porque acabarán generando desequilibrios estructurales
en perjuicio de los países más débiles. Las políticas
que pretenden aumentar el gasto sin atender a las
necesidades de aumentar los ingresos se revelarán más
pronto o más tarde inadecuadas. La respuesta social,
fiscal y financiera que el mundo debería dar requiere
instrumentos supranacionales y la consolidación de
proyectos como el de la Unión Europea. Pero esa
afirmación se queda en buenos deseos si no
comprendemos que para ello es necesario derrotar a las
actuales élites neoliberales y generar una hegemonía
alternativa. Esas élites van a resistirse ferozmente a
perder hasta el más mínimo de sus privilegios.
Los
efectos políticos de la actual crisis son imposibles
de vislumbrar. Pero haríamos mal en minusvalorar la
posibilidad de un reforzamiento de proyectos
neoliberales con un creciente signo autoritario. El
miedo de grandes segmentos de la sociedad puede
alimentar la búsqueda de salvadores más o menos
autoritarios. El éxito que las nuevas extremas
derechas populistas han tenido en los últimos años nos
avisa de ello, así como el fuerte peso que sus
mensajes tienen en las redes sociales en muchos países
e incluso globalmente.
Los
efectos de la actual crisis sanitaria sobre los
procesos de movilización son, ahora mismo, imposibles
de prever. Sabemos que durante un periodo más o menos
largo será difícil retomar de la misma forma, y tal y
como se estaba desarrollando hasta ahora, la
sociabilidad de la protesta colectiva y sus mecanismos
habituales hasta 2020. No sabemos las nuevas formas en
que se expresará la inteligencia colectiva, pero
sabemos que requerirá unas nuevas formas de expresión
y de organización que no sabemos si llegarán a
producirse.
Las
mujeres van, probablemente, a ser uno de los
principales objetivos de los movimientos reaccionarios
presentes en nuestras sociedades, intentando detener
su rebelión y creando las condiciones para un ataque a
los derechos y espacios conquistados. Para ello
aprovecharán, también, las nuevas dificultades
económicas, intentando trasladarles el peso de los
cuidados, utilizando los problemas familiares,
laborales y sociales en contra de los derechos de las
mujeres.
El
periodo histórico que se inicia en 2020 muestra la
extrema vulnerabilidad del sistema global tal y como
lo conocemos. De la capacidad que tengamos para
comprender que el cambio climático es una amenaza
civilizatoria infinitamente mayor que la de este virus
dependerá lo cerca que podamos llegar a estar de
emprender el camino de un cambio civilizatorio.
Menos
crecimiento, más igualdad social, nuevas formas de
solidaridad social, nuevas formas de participación
democrática local, limitación del poder social de las
élites, solidaridad…
Retos
tan grandes que sólo una gran creación colectiva puede
ponerlos en marcha. La alternativa a la solidaridad es
la barbarie.
20 de
mayo de 2020