Consejo editorial de Trasversales 20D: Un voto en defensa propia Revista Trasversales número 36 bis, diciembre 2015
Lo
hemos dicho en muchas ocasiones: la mayoría de la
población está siendo víctima de una agresión social
sin precedentes. Aprovechando la crisis económica se
ha producido un sistemático recorte de los derechos
sociales, una creciente precarización laboral, una
profunda caída de los salarios y un aumento enorme de
la desigualdad social y de la brecha de género. Las
oligarquías políticas y económicas han emprendido una
cruzada contra las condiciones de vida de la mayoría.
Menos derechos laborales, ataques a la sanidad y
educación públicas, recortes a las ayudas por
dependencia, regresividad fiscal, ataques a las
libertades públicas… La senda iniciada por Rodríguez
Zapatero en mayo de 2010 se ha acentuado radicalmente
durante los cuatro años del gobierno de Rajoy
contribuyendo a crear una sociedad mucho más injusta. La
ruptura de los consensos sociales provocada por esta
ofensiva reaccionaria se ha convertido,
inevitablemente, en factor desencadenante de una
profunda crisis política e institucional. El
descrédito de los partidos hegemónicos del régimen
(PP, PSOE, CiU) ha acompañado una notoria
deslegitimación de sus organismos, desde la jefatura
del Estado (obligando a la abdicación de Juan Carlos
I) y las administraciones públicas hasta las
instituciones judiciales. El régimen de 1978 combinaba
el dominio de las élites con la aceptación por éstas
de consensos sociales, a través de mediadores como los
sindicatos y los partidos políticos, que se orientaban
al fortalecimiento del estado del bienestar, el
desarrollo del proyecto europeo e incluían la
aceptación constitucional de la idea de una democracia
social. Tras el fin de los consensos sociales, las
instituciones se han presentado cada vez más como
instrumentos al servicio de los intereses de los
sectores privilegiados. La
crisis política se ha acrecentado por otros factores,
significativamente por la ruptura del acuerdo
autonómico de 1978, tras la sentencia del Tribunal
Constitucional contra el Estatut y la conversión al
independentismo del nacionalismo catalán, sin que el
régimen haya sido capaz, hasta el día de hoy, de
encontrar una forma de recomposición en el marco del
Estado autonómico. En cualquier caso, el factor
determinante de la crisis de legitimidad se encuentra
en la respuesta de la sociedad a la ofensiva elitista.
El 15-M inició una nueva relación entre la ciudadanía
y sus instituciones, una ruptura generacional con el
régimen de 1978 y, al mismo tiempo, la señal de la
decadencia del bipartidismo. El 15-M abrió una etapa
de nuevas luchas sociales, mareas ciudadanas,
iniciativas locales, etc. Estas
luchas sociales, con sus inevitables altibajos, se ha
caracterizado por la pérdida de peso de los viejos
mediadores. Hay que destacar la decadencia de las
estructuras sindicales que no han sido capaces de
ponerse plenamente al servicio de las nuevas
necesidades de las y los de abajo, así como el declive
de los partidos tradicionales de la izquierda. La
lucha social se ha encaminado hacia procesos
trasversales, más participativos y con una clara
aspiración, en sus momentos más potentes, de generar
una mayoría social. La
expresión política de las luchas sociales siempre es
indirecta y compleja. La aparición de Podemos,
tras las elecciones europeas de 2014, fue,
indiscutiblemente, un momento muy significativo del
proceso de ruptura de significativos sectores sociales
con el deteriorado marco institucional. Sin embargo,
por razones que exceden a este texto, el impulso de Podemos
se detuvo, no pudo avanzar más allá de ciertos
límites, aunque hay que esperar al 20D para conocer
los efectos de la propia campaña electoral. En esta
situación, no hay que olvidar la eclosión de una
fuerza reaccionaria como Ciudadanos,
significativamente solidaria con políticas
antisociales, defensora de un contrato único laboral
como instrumento para continuar rebajando los derechos
de los trabajadores y contraria a que se dé un trato
jurídico específico a la violencia de género. Sin
embargo, tanto Podemos, por derecho propio,
como Ciudadanos, por su capacidad de
instalarse en un segmento del vacío de confianza
social, son reflejos del profundo proceso de cambio
que se ha iniciado. Las
elecciones municipales y autonómicas de 2015 han
revelado claramente las posibilidades (y las
limitaciones) del actual período político. Los éxitos
de los procesos de confluencia en las grandes ciudades
(Valencia, Madrid, Barcelona, Zaragoza, Cádiz, etc.) y
la derrota del Partido Popular en algunos de sus
principales feudos, son indicativas de la potencia que
existe en la sociedad para conseguir un cambio en
beneficio de la mayoría. Pero, al mismo tiempo, han
puesto de manifiesto las limitaciones de los
instrumentos con que se cuenta ya que ese impulso no
tiene una manifestación, al nivel político necesario,
en las próximas elecciones generales. Únicamente en
Cataluña, Comunidad valenciana y Galicia se presentan
a las elecciones del 20 de diciembre alternativas
plurales y de confluencia herederas del impulso
municipal de mayo de 2015. Tanto En Comú Podem, como
En Marea, como És el moment (Compromís-Podemos)
reflejan una confluencia social y política con
vocación de conquistar la mayoría social. Las
elecciones del 20 de diciembre son un momento
importante en la evolución del ciclo político y social
que hemos intentado describir en los párrafos
anteriores. Nos jugamos, en primer lugar, la
posibilidad de derrotar al gobierno Rajoy y sus
iniciativas reaccionarias. Y esa posibilidad es muy
importante, porque tal derrota haría más fácil
defender las condiciones de vida de la mayoría de la
población. También son unas elecciones importantes
porque el escenario de partidos resultante va a ser
muy influyente en la salida institucional a la actual
crisis. No es indiferente quienes tengan la capacidad
de tomar el timón de una posible reforma
constitucional. Podemos
estar a las puertas tanto de la consolidación legal
del orden fáctico reaccionario como a la apertura de
una posibilidad, aunque sea limitada, de
democratización política y de institucionalización de
los derechos sociales. En cualquier caso, cualquiera
que sea el resultado final, el nuevo Congreso de los
Diputados va a ser cualitativamente diferente con una
significativa presencia de quienes se han opuesto a
los recortes sociales y de quienes apuestan por
reformas políticas sustantivas. Desde
Trasversales creemos que es necesario participar en
las elecciones del 20 de diciembre en defensa propia,
apoyando las mejores alternativas existentes frente al
gobierno Rajoy y más comprometidas con la defensa de
los derechos sociales y las reformas democratizadoras.
Consideramos que el momento electoral no debe ser
desaprovechado, para intentar situar en mejores
condiciones la lucha por los derechos de las mayorías
sociales. Nuestra llamamiento a la participación se
hace, como siempre, sin ningún fetichismo hacia los
instrumentos políticos, pues pensamos que los cambios
profundos sólo son posibles si la gente común toma, en
todos los ámbitos, su destino en sus propias manos. Trasversales
apoya expresamente el voto en Cataluña a En
Comú-Podem, en la Comunidad valenciana a És
el moment (Compromis-Podemos) y en Galicia a En
Marea. En el resto de lugares, Trasversales
invita a apoyar con el voto en cada circunscripción a
las candidaturas con posibilidades reales de obtener
representación parlamentaria en dicho territorio, que
mejor expresen, a juicio de nuestras lectoras y
lectores, la lucha contra los recortes sociales, la
defensa de las libertades públicas y la posibilidad de
democratización de las instituciones. 8 diciembre 2015 |