Elias Khoury ¿Quién conspira contra Siria? Revista Trasversales número 24 noviembre 2011 Tomado de http://traduccionsiria.blogspot.com, nlog dedicado a publicar traducciones al español de textos, vídeos e imágenes sobre la revolución siria. Su objetivo es dar a conocer al público hispanohablante al menos una parte del tan abundante material publicado en prensa y redes sociales sobre lo que actualmente acontece en Siria. Por lo tanto, acepta y agradece enormemente la difusión y uso de su contenido siempre y cuando se cite la fuente. Texto original: Al-Quds al-Arabi Tras desplomarse
por completo del discurso sobre los emiratos salafistas y las bandas armadas,
el régimen sirio ha recurrido al discurso de la conspiración
colonialista, especialmente tras la decisión tomada por la Liga Árabe.
Se trata de un discurso que cuenta con el afecto de algunas fuerzas políticas
porque tapa su discurso clasista con la cuestión fundamental del
enfrentamiento con las avariciosas fuerzas coloniales, que buscan sacar
provecho de las revueltas árabes. Además, encuentra cierta
difusión entre los círculos de los intelectuales de corriente
nacionalista o izquierdista porque les libra de la necesidad de enfrentarse
a su vaguería intelectual ante los grandes cambios, que no aparecen
en sus antiguos diccionarios.
Para dar forma
al discurso de la conspiración es necesario perder la memoria, y
ello implica borrar de ella las realidades que dieron origen a la revolución
popular siria.
La primera
realidad es que los primeros intentos de movilización en Damasco
los llevaron a cabo pequeños grupos de izquierda laicista, intentos
que se vieron enfrentados a una fuerte violencia que les impidió
convertirse en un fenómeno que trascendiera los círculos intelectuales.
La segunda
realidad es la desgracia de los niños de Daraa que escribieron en
las paredes el lema de “El pueblo quiere derrocar al régimen” influidos
por el ambiente general a raíz de las revueltas de Túnez y
Egipto. Este pequeño acto que los niños llevaron a cabo se convirtió
en la expresión a gritos de una realidad de doble connotación:
por un lado, expresaba la valentía de los niños que hablaban
cuando los mayores se mantenían callados por miedo o por precaución,
y por otro, descubrió la naturaleza salvaje de un régimen basado
en los servicios de seguridad que ha gobernado Siria durante cuatro décadas.
En vez de pedir disculpas por haber torturado a los niños y castigar
a los que habían realizado tan reprobable acto, el régimen
los mantuvo detenidos y humilló a sus familias, familias que pidieran
la intercesión en su favor. Ello hizo que prendiera la chispa de la
revolución en Horan, cuyo fuego se extendió por toda Siria
hasta que el niño Hamza al-Jatib, cuyo cuerpo fue destrozado, se convirtió
en un símbolo y un icono.
La tercera
verdad es que se ha restado toda importancia a las peticiones del pueblo
y que la cabeza visible del régimen ha cambiado el calificativo “ratas”
usado por Gaddafi, por la palabra “gérmenes” para calificar a los
manifestantes, demostrando así su obstinación, fanfarronería
y prepotencia. Son adjetivos que ha hecho de la represión que no perdona
el único medio para enfrentarse al movimiento popular, convirtiendo
las manifestaciones en campos de muerte y crimen.
Estas verdades
preliminares han de ser la base de todo discurso sobre la situación
actual en Siria. Antes de que el régimen hable de una conspiración
americano-saudí-catarí para derrocarle y antes de que sus
opositores hablen del hecho de que Israel se aferra a su mantenimiento,
el análisis ha de partir de estas tres verdades para buscar un modo
de comprender la revolución siria. Esta revolución, totalmente
espontánea, la ha iniciado un pueblo que no podía ya soportar
más al régimen para proteger su dignidad humana, pisoteada
por las botas militares, sin esperar a una oposición que la represión
ha aplastado y marginado.
Es difícil
convencernos de la hipótesis de la conspiración espontánea,
porque este tipo de discurso insignificante pertenece al pasado y ya no sirve.
¿Cómo se convence a los sirios, que han visto cómo el
aparato de represión los pulveriza y cómo el aparato de la
mentira tiene por objetivo destrozar la imagen de la heroicidad y nobleza
de su lucha?
Este levantamiento
popular espontáneo no sorprendió solo al régimen dictatorial,
sino también a la oposición democrática y al mundo
entero. La indecisión internacional de la que presenciamos una parte
durante los primeros días de las revoluciones en Túnez y Egipto,
se ha repetido en Siria durante ocho meses. Esto no significa que no exista
la posibilidad de una conspiración contra la zona, pues la conspiración
la vimos cuando el régimen egipcio comenzó a flaquear y se
instauró una dictadura enmascarada para abortar la revolución.
La conspiración en el caso libio no habría sido posible de
no ser por la testarudez del estúpido dictador que provocó
la intervención extranjera y a quien la fascinación por sí
mismo le llevó a tomar la decisión de destruir el país
como precio por su caída de su trono imaginado.
Solo la revolución
por sí misma puede proteger a Siria de la desintegración que
amenaza al país debido a la estúpida política seguida
por el régimen que se basa en el apoyo exterior y no se guarda de
destruirlo todo.
Con esto,
la revolución siria, en su noveno mes, se enfrenta a cuatro peligros:
El primero
es el verse arrastrada hacia prácticas sectarias, que es la mayor
trampa capaz de destruir todos los valores que miles de personas han muerto
defendiendo. Decimos “no” a la venganza sectaria sean cuales sean los motivos
y es responsabilidad del Consejo Nacional Sirio y todas las fuerzas de la
oposición condenar este comportamiento. Si no, la revolución
caerá en el racismo y comenzará a cavar su tumba con sus propias
manos.
El segundo
es el uso de las armas: hay deserciones en el ejército y varias formaciones
militares que dicen pertenecer al Ejército Sirio Libre. El ejército
ha de someterse a una estrategia que diseñe el liderazgo político
para que no se convierta en un instrumento usado por el exterior. Los militares,
por su parte, deben comprender que la revolución siria es una revolución
popular pacífica y no un golpe.
El tercero
es la promoción de la intervención exterior, una intervención
que supone la muerte de la revolución porque incita a la soberanía
de la ilusión de que los países occidentales colonialistas
vendrán a salvar al pueblo del asalto de un régimen experto
en arrodillarse y conceder servicios al exterior a cambio de su apoyo a su
detentación del poder. La intervención militar extranjera no
vendrá, si es que viene, más que en el instante en que el régimen
se tambalee justo antes de caer. De esta forma, carecerá de todo sentido
y expondrá a Siria a la trampa de la conspiración.
El cuarto
y último es el no dar suficientemente importancia al trabajo político:
el régimen amenaza y trata de engañar, pero ello no significa
que no deba continuar la presión política en su contra. Sin
embargo, la presión árabe e internacional, que son muy importantes,
no solucionarán el problema, eso solo lo hará el pueblo sirio
que, cuando entra en su difícil lucha por la democracia, no lo hace
dentro de la lógica de los ejes árabes ni para tapar la dictadura
petrolera, sino por la libertad de Siria y los árabes.
La responsabilidad
de salvar a Siria de la conspiración a la que la conducen la locura
del régimen y su proyecto suicida es de la oposición y de
los luchadores de los comités locales. El camino es largo y costoso,
pero es el camino de la libertad que ha dibujado la dignidad de la gente
mientras se enfrentaba a la humillación y la represión.
Plaza de Tahrir:
La plaza ha
vuelto a sus dueños y los revolucionarios de Egipto han vuelto a
su plaza. La dictadura enmascarada unas veces y descubierta otras no puede
mantenerse. La Cúpula Militar ha dado un golpe contra la revolución
antes de que lograra alguno de sus objetivos y ha vuelto a los métodos
de represión.
Los jóvenes
han vuelto a la plaza para escribir otra página en su revolución.
La revolución no puede detenerse a mitad de camino. La mitad del
camino abre la puerta de para en par a una contra-revolución y permite
ganar a la conspiración que pretende vaciar a la revolución
de su contenido.
Eso es lo
que ven los jóvenes de Egipto cuando se enfrentan a las mismas balas
en la misma plaza de Tahrir. Llevan a su patria en sus roncas gargantas de
gritar “Libertad” y en sus puños levantados hacia el cielo.
A ellos saludo con todo mi amor y solidaridad.
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