Trasversales
Vicent Àlvarez Rubio

Del valencianismo identitario al pragmático

Revista Trasversales, número 65, diciembre 2023,  web

Otros textos del autor


 
La existencia de las propuestas nacionalistas periféricas o de identidades diferencidas constituye un elemente clave en nuestra historia reciente, recordemos como las autonomías tuvieron su encaje en la Constitución de 1931, hoy vemos como continúan existiendo sentimientos y pasiones en torno a la cuestión, tanto en forma del “españolismo” tradicional, que no está dispuesto a admitir otras patrias, como, en sus oponentes, o sea el independentismo u otras aspiraciones de autogobierno, que tienden a  manifestarse como ideologías a veces con contradicciones, ya que siempre hay quienes ponen en primer plano los principios y quienes optan por el posibilismo y vías más moderadas. Cataluña y Euskadi son los casos diferenciales más conocidos, por su tradición y por el nivel de conciencia nacional existente amplios sectores de su ciudadanía; nuestro caso, el del País Valenciano, hoy con denominación estatutaria de Comunidad Valenciana, tiene menos relevancia y talnsolo su situación pasa a ser motivo de atención con motivo de puntuales, o en cosas como son las Fallas o los conflictos en torno a la lengua. Las presentes líneas, intentan aportar algunos elementos en torno a cómo ha ido funcionando eso que ha sido el valencianismo político en los últimos tiempos, es decir en los inmediatamente anteriores a la llamada transición y en la posterior fase de democracia limitada que tenemos, pues hay que considerar como  nuestro caso, aunque menos conocido, presenta contenidos, o sea ideas, propuestas, reivindicaciones que afectan al conjunto del Estado.

Una larga historia y el neo valencianismo de los años sesenta
En el año2015 un gobierno de coalición entre el PSOE y Comprimís, con apoyo de Podemos, se constituyó en la Comunidad Valenciana; consecuentemente, durante dos legislaturas ha habido coalición, que se amplió a tres en los últimos cuatro años, y así asistimos una experiencia de participación tanto en la Generalitat como en muchos relevantes ayuntamientos poniendo de manifiesto la puesta de largo del valencianismo político. ¿Qué había ocurrido, como interpretar desdel punto de vista de las ideas este punto de inflexión? Debemos recordar cómo, al igual que en otros territorios del estado, la derrota de 1939 implicó la desaparición de las libertades y el ejercicio de la represión contra los perdedores, entre los cuales hay que incluir al valencianismo político, el cual durante el breve periodo republicano inicio la vía hacia el estatuto de autonomía, aunque no pasó de ser un proyecto al ser interrumpido por la rebelión militar (1). Durante la postguerra algunos grupos literarios siguieron existiendo, con escasa presencia social. En España se constituye una dictadura en la cual las lenguas y culturas, y más todavía la expresión de deseos de autogobierno, estaban fuera del sistema. Habrá que esperar a que surjan nuevas generaciones, que no habían vivido la guerra, para que se den  expresiones de rechazo de la dictadura y se creen nuevas estructuras organizativas fuera de la ley, o en su caso para que algunas organizaciones anteriores a 1939 se recompongan, caso del Partido Comunista. En el País Valenciano a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, grupos de jóvenes van a ir tomando conciencia de ser pueblo diferenciado y a la vez de vivir bajo una dictadura de derechas.
1962 fue un año clave, tanto  en el ámbito español como en el específicamente valenciano, en el primer caso por la emergencia del anti franquismo, y en el nuestro,  por la aparición del valencianismo progresista, que con la publicación de un libro, del que hablaremos, va a tener cuerpo ideológico, se trata de “Nosaltres els valencians” de Joan Fuster (2). Este libro va a convertirse en emblema de unas generaciones que se encuentran amordazadas por el franquismo y que se rebelarán contra tal situación, debemos pues considerar ese texto como la expresión teórica del valencianismo. Estamos ante algo sin precedentes, pues se trataba de una interpretación social e histórica con la afirmación de que éramos un país, abriendo de esta forma perspectivas intelectuales y políticas (3). Para Fuster la lengua, que compartimos con Catalunya y Baleares, era el elemento clave y base de la nación, el pueblo valenciano quedaba emplazado a dilucidar qué somos y qué queríamos ser, nacía pues lo que historiadores han bautizado como el neo valencianismo. También tal hecho jugó a favor la aparición del fenómeno Raimon, contribuyendo a crear un movimiento social amplio cultural, juntamente con una versión política durante toda una década que fue la del Partit Socialista Valencià (4). Aunque el franquismo reaccionó en contra las propuestas de Fuster, el eco de tal reacción se limitó al ámbito de las autoridades.
A partir pues de los años setenta, y durante la posterior transición, gran parte de las reivindicaciones valencianistas se incorporaron a las políticas del antifranquismo, básicamente de izquierdas, de esta forma la consigna “Llibertat, Amnistía ,Estatut d’Autonomia” presidió la lucha democrática, con la bandera de las cuatro barras, compartida con Cataluña, y se extendió el uso de la denominación de País Valencià. Bien es cierto que quedó un núcleo muy reducido del valencianismo conservador que rompió con Fuster. Nuestra autonomía, sin embargo, se concretaría en unos pactos estatales que excluían la posibilidad de que el País Valencià accediera al autogobierno por la vía del artículo 151 de la Constitución, es decir no como nacionalidad histórica, con un Estatuto de Autonomía que no hacía referencia clara a la unidad lingüística con Cataluña y las Islas Baleares; por otra parte, se  estableció un techo de un 5% de votos para acceder al parlamento autonómico. El valencianismo salió claramente insatisfecho y frustrado del proceso estatutario, y quedaría fuera de la política oficial.
Como he indicado, durante los primeros años de democracia el valencianismo quedó al margen de las instituciones, no obstante continuó extendiéndose en tanto que movimiento cívico y hubo opciones políticas que hacían de su núcleo ideológico la unidad lingüística, el concepto de los Países Catalanes. La identidad valenciana, sentida en los términos del pensamiento “fusteriano”, con variantes y niveles diferentes, se ha mantenido durante las últimas décadas del siglo XX, en tanto que núcleo destacado del ideario de las opciones políticas que han intentado representar ese movimiento, o, si se quiere conjunto cultural y cívico, el cual mantenía una presencia desigual en  comarcas y ciudades, muy especialmente las valenciano-hablantes, en tanto tenía menos peso en Valencia capital y zonas  del sur del territorio (5).  l valencianismo no logró capacidad electoral suficiente para acceder a las Cortes; así, esta contradicción entre presencia local o comarcal limitada y la realidad fue un lastre durante bastante tiempo. Igualmente, debo apuntar cómo la afirmación de la identidad implicó la falta de acuerdos con los partidos estatales, así pues la cuestión de las alianzas se planteaba en términos puristas, tan solo en 1987 se produciría un pacto electoral entre el partido que representaba el valencianismo, la Unitat del Poble Valencià(UPV), con Esquerda Unida, el resultado se materializó en el hecho de que la UPV obtuvo dos diputados, los cuales al año de existencia de la legislatura se pasaron al grupo mixto (6). En posteriores comicios autonómicos la UPV no volvió a tener presencia en las Cortes.
La Unitat del Poble Valencià(UPV) fue sin embargo evolucionando, asumiendo propuesta o aportaciones del ecologismo, del feminismo, así como reforzando su ubicación en el campo de la izquierda, especialmente en la década de los años noventa; hay que reparar como tras la Caída del Muro fueron tiempos de cambios y crisis en el seno de las izquierdas, y eso también contribuyo a que los nacionalismos de izquierdas dieran pasos hacia las alianzas con las otras izquierdas, no sin rupturas,  sobre la base de las precariedades electorales.
Hacia el pragmatismo
En los últimos tiempos, desde finales de los años noventa, los reiterados fracasos electorales del valencianismo político pusieron de manifiesto la dificultad, o más bien a mi entender, la imposibilidad de llegar a cuotas de poder y representación en instancias superiores sin acuerdos con otros sectores de la izquierda, en tanto, obviamente, siguieran las circunstancias existentes y el nivel de conciencia del pueblo valenciano. Por otro lado, desde el propio valencianismo nuevas corrientes de cambio de paradigma han ido orientando los programas hacia el pragmatismo, más centrado en hacer demandas  escentralizadoras y de financiación favorables al País Valencià, una muestra de esta evolución hacia exigir  ”lo que es nuestro” se desarrolló en un libro, el cual representa a mi juicio un cambio ideológico importante, puesto que implica rebajar posiciones de identidad, bajando el tono en este punto. Se trata, pues, de un libro que recoge aquello que se viene haciendo, el titulo parece un tanto radical “En valencianisme enfront d’Espanya”; su autor, Amadeu Mezquita, pertenece a una generación joven, que también busca jugar su papel y hacerlo tal y como han hecho los partidos estatales, desde las instituciones. El citado autor defiende la no fidelidad absoluta a las identidades, de forma que se puede escoger entre estas, según el momento y contexto, y el individuo tenga la posibilidad de optar por la que sea más útil; esto último representa lo fundamental, la citada “utilidad” entendida como obtención de objetivos justos. La UPV fue remodelada, con cambios de siglas y otros matices (5).
Volviendo, pues, al comienzo de este papel, en relación a la irrupción de Comprimís, al romper el techo electoral exigido (7) para acceder a Las Cortes Valencianas, en base a una coalición que resultó útil, dicho sea de paso, dejando de hacer referencia central del ideario de la identidad en los términos de Fuster, aunque esta última cuestión siga estando presente en la perspectiva del valencianismo cultural y cívico. Pese a todo, las contradicciones siguen existiendo, las reservas hacia los socios estatales persisten, pues la necesidad de hacerse notar y tener voz propia parece que así lo pide. Igualmente, sigue existiendo el sentimiento de identidad de país, en torno a la lengua, en una parte  de la sociedad, la que se define como valencianista. ¿Estamos pues en un proceso de cambio de calado en cuanto a las ideas que han venido presidiendo el valencianismo político? Tal vez sí, no soy un ortodoxo, sin embargo, la utilidad -término que ha sido en cuanto a pensamiento una corriente filosófica- es un elemento que explica en gran parte el éxito de Compromís, con dos legislaturas de gobierno de la coalición, acompañado con presencia en importantes alcaldías y Diputaciones. Las recientes elecciones de mayo de 2023, sin embargo, con un resultado que no se esperaba, han significado el regreso a la Generalitat del PP, esta vez con VOX, así como, a la vez, a la perdida de las más importantes alcaldías que de manos de gobiernos de coaliciones de la izquierda y el valencianismo dan paso a gobiernos de las derechas. ¿Que ha sucedido?
La actual situación, de hegemonía institucional total del PP-VOX, debe pues plantear una seria reconsideración de las estrategias. Fuster lanzo una frase que venía a decir ”El País Valenciano será de izquierdas o no será”. El historiador, y también político, Alfons Cucó hablaba del “laberinto valenciano” y la verdad es que este territorio y su sociedad presenta muchas ambigüedades, que se han ido acumulando con la complejidad social existente, así pues la cuestión de la identidad, que mayoritariamente se define sociológicamente como española y valenciana, no se puede plantear en términos equiparables a los de nuestros vecinos de Cataluña. El sociólogo Josep Vicent Marqués hablaba de “país perplejo”, de eso hace décadas. A mi juicio, el valencianismo, como movimiento de resistencia viene a ser una parte de una realidad muy plural, compleja, aportando ideas y reivindicaciones como es la justa financiación, no obstante, su fuerza electoral e institucional es otra cosa, nuestra “diferencia” coexiste con otros sentimientos de pertenencia. Doctores tiene la Iglesia, dicen, veamos pues si hay debate y propuestas.

Notas
1. Durante la primera parte del siglo XX, al igual que en otros territorios, aparece en el ámbito literario y cultural la reivindicación de la lengua y cultura propia, este proceso irá también traduciéndose en el terreno político, distintos partidos y sindicatos trataron de redactar borradores de estatutos, el curso de la guerra impidió que este proceso culminara positivamente. Alfons Cucó en su libro “El valencianisme polític” (1971) inició el estudio de este proceso, con el tiempo hay números textos sobre este tema. El mismo autor en “País i Estat, la qüestió nacional valenciana”, pone de relieve el cambio generacional en la aparición del nuevo valencianismo “fusteriano”.
2. Joan Fuster Ortells, Sueca 1922-1992, ensayista destacado de la literatura en catalán.
3. Ferrán Argilés considera que la narrativa de Nosaltres els valencians “permitió  continuar y actualizar la tradición del valencianismo político. Además, dotó a esta tradición de nuevos instrumentos analítico e interpretativas de una consistencia jamás vista en la historia del valencianismo”, en “la identidad valenciana en la época contemporánea, una perspectiva hgistórica” (2013). También en “Abans i després de Nosaltres els Valencians”, Xavier Ferrer, 2001.
4. Sobre el PSV. El Partit Socialista Valencià. Vicent Àlvarez i Rubio, Fórum de Debats. Universitat de València 1999.
5. En las citadas elecciones la citada coalición proponía realizar una oposición desde la izquierda al Gobierno de Joan Lerma, PSOE-PSPV, con propuestas tradicionales del valencianismo. Tras esa experiencia tuvieron que pasar unas legislaturas para llegar a pactos.
6. En un reciente libro el historiador Antoni Rico, aclara la situación de las comarcas del sur alicantino, “Alacant queda molt lluny”, 2023, discrepando de la línea que parte del valencianismo ha seguido en el tratamiento de las aludidas comarcas.
7. La barrera del 5% para acceder a las Cortes Valencianas sigue todavía vigente al día de hoy, pese a muchos intentos de su reforma, favoreciendo a los partidos mayoritarios y perjudicando a los autóctonos.



Trasversales