Navalny fue uno de los autores del populismo ruso que, a pesar de sus referencias de derecha, tendía a problematizar el capitalismo oligárquico –llamando la atención sobre la pobreza y la desigualdad en Rusia, distinguiendo entre los rusos comunes y corrientes y la camarilla líder del Estado ruso, absurdamente rica, que derivaba su enorme riqueza de la usurpación del poder, la corrupción, la adquisición de fondos y propiedades públicas, las torturas, los asesinatos y las guerras.

Putin le tenía miedo a Navalny. Su asesinato es una clara señal política de que el putinismo está entrando en una nueva fase, que permite la eliminación física de los opositores políticos y, tal vez, de cualquier persona sea considerada una amenaza a la supervivencia del régimen. Esto significa que las vidas de todos los presos políticos en Rusia están en peligro. Debemos esperar una escalada de violencia dentro y fuera de Rusia y más muertes "inesperadas" de activistas políticos.

Al matar a Navalny, el régimen asesino y genocida de Putin quiere desmotivar a Rusia. Debemos actuar en contra de sus intenciones. Para poner fin a la dictadura, debemos fortalecer nuestra solidaridad y nuestra autoorganización. La muerte de Navalny es un ejemplo de martirio político que debería inspirarnos a continuar con nuestras acciones políticas en lugar de frustrarnos. No debemos rendirnos. Los asesinos serán castigados, la dictadura será derrocada.

16 de febrero de 2024