Trasversales
José Luis Redondo

La acción climática urgente para garantizar un futuro habitable

Revista Trasversales número 62 marzo 2023 web

Textos del autor en Trasversales



El título anterior encabeza el último informe del panel climático IPCC de la ONU. Allí se expone que vamos mal para poder atajar el cambio climático. Los científicos del IPCC han dejado de exponer solo conclusiones no valorativas para pasar a exhortar a las autoridades políticas y al mundo de lo que tenemos que hacer para frenar el cambio climático. Lo que hay que hacer es muy sencillo ¡hay que dejar de emitir gases de efecto invernadero (GEI)!, y para ello hay que dejar de quemar combustibles fósiles. La utilización de combustibles fósiles produce el 77% de las emisiones y solo el 22% proviene de la agricultura.

La meta de que la subida de la temperatura media de la atmósfera sea de 1,5ºC para el final de siglo parece imposible, ya que ya ha subido la temperatura 1,09ºC y calculan que 1,07ºC provienen de la acción humana. Tenemos que dejar de emitir GEI pero ha seguido aumentando su emisión. Con la tendencia actual se superarán ampliamente los 2ºC con consecuencias catastróficas.

El informe manifiesta que ya estamos afectados por el cambio, en 10 años han aumentado 15 veces las víctimas debidas al aumento de la temperatura. La mitad de la población humana habita en lugares vulnerables afectados por la subida del nivel del mar, por sequías y fenómenos atmosféricas extremos. No es el “planeta” el que va a sufrir las consecuencias sino los seres humanos y las especies vegetales y animales en extinción creciente.

El informe recomienda medidas de protección en las zonas habitables más vulnerables. Proponen considerar zonas protegidas del 30 al 50% del planeta. ¡Todavía queda una oportunidad para frenar el cambio!

Ya se ha extendido la convicción de que el cambio climático es destructivo pero solo se ponen medidas insuficientes para frenarlo. Como dice el dicho, no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos, no es posible seguir utilizando mas energía y parar el crecimiento de la temperatura. En las condiciones actuales y en los próximos años para seguir creciendo se necesitaría consumir más energía a partir de los combustibles fósiles. Los gobiernos y el consenso económico no admiten que se pueda frenar el crecimiento. El capitalismo y la civilización técnica necesitan el crecimiento para mantener las ganancias y producir nuevos artilugios para el mercado. El consumo como motor del crecimiento no se puede poner en duda y así vamos a la catástrofe. No quiere admitirse que la producción material va a decrecer consensuadamente o de forma trágica, como dice Jorge Riechmann.

Hay que combatir las falacias que nos cuentan: no es posible substituir los combustibles fósiles como fuente de energía por recursos renovables y energía nuclear. La energía en forma eléctrica no es más que el 20% y con fuentes renovables puede cubrirse este consumo y algo más si se desarrollaran ampliamente los vehículos eléctricos. Además la utilización masiva de paneles solares y aerogeneradores va a llevar al agotamiento de metales poco abundantes, como cobre, cobalto, niquel , tierras raras, etc (A. Turiel en Petrocalisis. Ed Alfabeto). El uranio también ha superado o está por superar el pico de explotación y, además, la construcción de una central nuclear emplea varias decenas de años.

La instalación masiva de paneles y aerogeneradores ha comenzado a producir reacciones contrarias. En primer lugar porque se hacen de forma concentrada, lo que interesa al oligopolio eléctrico, y en segundo lugar porque no se hacen adecuados estudios ambientales y de protección de medios culturales. Se produce el efecto del acuerdo de la población afectada pero no aquí: no en mi patio. En cualquier caso las instalaciones tienen que producir efectos indeseables sobre sectores del trabajo y de los habitantes de la zona. Los poderes públicos tienen que proteger y promover alternativas para los afectados.

Ante los desastres, ya presentes, y que aumentarán en los próximos años solo cabe el decrecimiento de los países desarrollados, responsables de la subida de temperatura y la ayuda a los demás, aprobada en la Conferencia de París y no aplicada.

Antonio Turiel, en Sin energía (Ed Alfabeto), propone medidas de ahorro para alargar el tiempo y abordar formas de economía “circular”, de recuperación parcial de materiales.

El cambio que necesitamos es tan gigantesco, en la industria, la movilidad y la agricultura, que aparece como más probable el que caminemos hacía un colapso civilizatorio.


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