Trasversales
Edwy Plenel

En defensa del internacionalismo

Revista Trasversales, número 60, noviembre 2022 web

Versión original en francés

Este texto fue escrito el 12/9/2022, dos días antes de la aparición en librerías del libro de Plenel L’Épreuve et La Contre-épreuve (Stock, 2022), un alegato a favor del internacionalismo y contra la indiferencia, donde se cuestiona la ausencia, particularmente en la izquierda, de una solidaridad activa con el pueblo ucraniano, como antes ya ocurrió con el pueblo sirio, frente a la agresión imperialista rusa.


Ucrania hoy, Siria ayer: en su mayoría, las izquierdas permanecen inactivas ante el imperialismo ruso que, tras acudir en ayuda de una de las peores dictaduras del mundo árabe, invadió un país europeo con el objetivo de anexar su territorio y esclavizar a su gente. Durante los casi siete meses que, hasta la fecha, ha durado la guerra de agresión rusa, estas izquierdas se han distinguido por su abstención y su cautela, sin dar vida a la solidaridad internacional a través de la movilización popular ni dar voz a los pueblos afectados por la acogida de resistentes ucranianos o de opositores rusos.

L’Épreuve et La Contre-épreuve, que aparecerá el miércoles 14 de septiembre en Stock,Prueba y Contraprueba. Plenel interpela contra esta deserción de un campo de acción que, sin embargo, estuvo en los orígenes del movimiento obrero: el internacionalismo. Si La Internacional fue históricamente el canto de referencia de las luchas protagonizadas por las fuerzas de izquierda, partidos y sindicatos, es porque expresa la convicción de que la emancipación social y democrática pasa por la fraternidad de los pueblos contra la dominación política y las opresiones económicas. Tan pronto como abandona esta exigencia, la izquierda cede terreno a las fuerzas que dice combatir, adoptando lógicas estatales de poder e ideologías de identidad.

En nombre de este ideal se libraron las batallas fundacionales contra los imperialismos belicosos y contra las potencias colonizadoras, se defendió el derecho de los pueblos a la autodeterminación y a la rebelión, se organizó la solidaridad internacional sin fronteras para acudir en su ayuda. También fue este ideal el fundamento, en las luchas antifascistas, del rechazo a las ideologías nacionalistas e identitarias, terreno fértil para la xenofobia y el racismo sobre los que inevitablemente echan raíces las políticas criminales de negación o incluso de exterminio del Otro, del diferente, de lo distinto, del disidente, del extraño y del extranjero.

"La indiferencia es el peso muerto de la historia", escribió Antonio Gramsci, entonces un joven socialista, a principios del siglo pasado. ¿De dónde viene este veneno de la indiferencia ante las convulsiones del mundo y ante el destino de los pueblos?, veneno que paraliza a la mayor parte de la izquierda francesa hoy. Abogando por su antídoto, el internacionalismo, L’Épreuve et La Contre-épreuve se remonta a las fuentes, antiguas y recientes, de esta renuncia, desde el nacional-comunismo estalinista hasta el nacional-republicanismo chevenementista. En ambos casos, la izquierda, en sus versiones radical o reformista, ha abandonado la solidaridad espontánea con los pueblos, sus levantamientos, sus luchas y sus esperanzas, en pro de un repliegue hacia un ensimismamiento nacional donde la política internacional se reduce a juego de potencias e intereses.

Como acusación contra el "alineamiento" en todas sus formas, este ensayo aboga por solidaridades internacionalistas que no sean rehenes de ningún campo. Ser solidarios sin condiciones ni reservas con la resistencia del pueblo ucraniano a la invasión rusa no nos impide combatir los desastres de los que son responsables las potencias que apoyan militarmente a Ucrania, Estados Unidos en primer lugar. Pero estos desastres nunca pueden justificar hoy el abandono del pueblo ucraniano ante el yugo de la Rusia de Putin, como el pueblo sirio fue abandonado bajo la bota de la dictadura de Assad.

El internacionalismo es el aprendizaje de una política sensible que, lejos de frías ideologías y razones de Estado, lleva a la práctica el precepto de Terencio, del que Marx, cofundador de la Primera Internacional, decía que era su máxima favorita: "Nada humano me es ajeno” [Homo sum; humani nihil a me alienum puto]. Sí, nada. Ni el pueblo palestino al que Israel sigue negando el derecho a vivir con soberanía. Ni el pueblo uigur que es víctima de los crímenes de lesa humanidad cometidos por China. Ni el pueblo ucraniano… En definitiva, se trata de una solidaridad sin fronteras ni confines.

Esta fue la lección que, frente al fascismo y el nazismo -cuya llegada fue precipitada por la ceguera y los crímenes del estalinismo-, podemos extraer de la experiencia de aquel momento dreyfusista del comunismo representado por la Oposición de Izquierda, en torno a León Trotsky y su Odisea cuando era medianoche en el siglo (XX). Más allá de sus caricaturas y sus sectarismo, L’Épreuve et La Contre-épreuve quiere rehabilitar esa herencia ante las nuevas generaciones, recordando cómo, en medio de ese desastre, ese combate contracorriente salvó principios portadores al mismo tiempo de radicalidad democrática y de solidaridad internacional

Ya sería hora de que las izquierdas francesas rechacen claramente esta política unilateral y sesgada. Una política que, al justificar su inacción con el pretexto de un "dos pesos, dos medidas", abandona las solidaridades elementales en las que se crean y construyen las alternativas a los desórdenes imperialistas del mundo.

L’Épreuve et La Contre-épreuve tira del hilo que recorre desde la guerra en Ucrania hasta las guerras yugoslavas, para lanzar una señal de alarma: cuanto más el campo de la emancipación deserta del internacionalismo, más deja libre el camino a su eterno enemigo, el campo de la desigualdad y de la identidad, con la excusa de lo nacional y lo imperial.

No habrá combate victorioso contra la extrema derecha aquí sin victoria allá contra la potencia que porta el estandarte de estos neofascismos, la Rusia de Vladimir Putin. No habrá liberación del pueblo ruso de su opresión sin la derrota del imperialismo de Putin. No llegará un mundo mejor, liberado de los odios y de las guerras, sin la experiencia humana, concreta y práctica, de las solidaridades elementales con hombres, mujeres, niñas y niños que, hoy por hoy, son las víctimas.




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