Trasversales
Vicent Àlvarez

También existió la izquierda revolucionaria

Revista Trasversales, número 59, junio 2022

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La historiografía que se viene ocupando del anti franquismo silencia la existencia de una izquierda revolucionaria, solo escasas referencies he encontrado, aunque en contadas ocasiones en el ámbito académico podemos consultar algunas investigaciones. En general el relato más frecuente se centra en la presencia del PCE; por otro lado, como la socialdemocracia resucitó tardíamente, después del Congreso de Suresnes allá por el 74, todo el merito del combate contra dictadura es atribuido al comunismo oficial. No obstante, aunque fragmentada, la izquierda revolucionaria estuvo presente, aportando iniciativas y militancia en los principales movimientos activos, que eran el obrero, el universitario, y el vecinal.

Nos situamos en un momento en que ideas o modelos, con nuevas opciones, saltaron por encima de las fronteras, igualmente en el seno del comunismo oficial hubo rupturas y escisiones. En el Estado Español proliferaron organizaciones situadas en espacio de la izquierda emergente en unos casos, en otros, las reivindicaciones nacionales generaron fenómenos como fue el de ETA, igualmente, siguiendo modelos internacionales, hubo versiones de las experiencias de China o Albania. El termino izquierda revolucionaria es un poco vago, pues bajo esa etiqueta se suelen incluir opciones ortodoxas, de corte marxista-leninista, y otras que considero más nuevas, alineadas con corrientes del marxismo más críticas. No pretendo ir más allá de lo que he conocido, estas líneas son el resultado de la praxis y de la reflexión sobre ella.

Desde mi experiencia en el FLP y más tarde en la OIC apuntaría unos elementos comunes a todo ese conjunto de siglas que durante las décadas de los años sesenta y setenta proliferaron a lo largo de nuestra geografía, con niveles relativos de implantación en el estado. En síntesis resumiría así esos elementos: a) Clara diferenciación con el PCE y con el modelo representado por la Unión Soviética, en ocasiones con cierta competencia con el citado partido; b) Centralidad de la lucha de clases, considerando a esta como sujeto de cambio; c) Considerar al franquismo como una dictadura de clase, en este extremo algunos grupos concluían que la revolución y la salida a la dictadura era un socialismo de nuevo cuño, en tanto había quienes hablaban de república popular; e) Nuevas formas de lucha, asamblearias, autogestionarias, consejos…; f) Las naciones existentes en el estado tienen derecho a su autodeterminación.

El primer grupo de esa izquierda fue el Felipe (FLP-FOC-ESBA), nacido al calor de las primeras luchas estudiantiles y obreras; tras su disolución (1970-71) muchos de sus militantes van a continuar el camino iniciado bajo otras siglas de nueva existencia, el caso es que igualmente algunos ex dirigentes, tras la muerte del dictador e iniciada la transición se apuntaron, al PSOE. A partir de finales de los sesenta se van a ir extendiendo una serie de organizaciones, en bastantes casos con gente salida de las aulas, no olvidemos el tema de la proletarización; también cabe constatar la presencia de jóvenes obreros de diferentes procedencias, incluso de sectores de la Iglesia, pero será a partir de los setenta cuando tales grupos se estructurarían. Las diferentes militancias coincidirían y rivalizarían por hegemonizar la lucha en los lugares de trabajo, en esa situación hubo un permanente pulso entre radicales y reformistas, representados estos últimos por el PCE y el sector mayoritario de Comisiones Obreras.

La participación en las luchas de gente de la izquierda revolucionaria introdujo bastantes cosas nuevas, por otro lado la vida en pisos colectivos y otro tipo de circunstancias, cuestiones que habría que estudiar. Así, el investigador Joel Sans ha realizado una tesis doctoral sobre tal extremo. Las conquistas sociales que van a ir sucediéndose, no sin la dura reacción del poder, como fue la represión de la Asamblea en Vitoria a base de tiros, se deben a la intervención del conjunto del anti franquismo activo, o sea de los llamados “radicales”y de los calificados como “reformistas”. Que hubo sectarismo, cierto; visto hoy el panorama habría que reconocer errores de bulto de todas partes. La izquierda revolucionaria no supo adelantarse a lo que era previsible, sobrevaloró su capacidad, confundiendo la pancarta y el voto. Su atomización le llevó a presentar listas por separado en la primeras elecciones de 1977, ahora podemos dar vueltas al tema del posible resultado de haber llegado a listas unitarias, también es cierto que no nos legalizaron, pero razón de más para haber evitado la dispersión. Por otro lado, el sector mayoritario de la otra izquierda, que había estado en la calle y en la lucha, no intentó, o no supo, tender puentes, pues también en su caso sobrevaloró sus posibilidades, el mismo PCE pasó a un segundo plano y vio frustradas sus ilusiones. Esperemos pues que con estudios o investigaciones la experiencia de esos años de lucha, que vivimos intensamente en aquello que ahora suena como muy extraño concretado en la expresión “la militancia”, se recupere esa parte de memoria y se restituya el relato histórico.

En este punto dejemos el tema abierto.




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