José Luis Redondo
Hacer de la necesidad virtud: Decrecimiento
Revista Trasversales
número 58 abril 2022 web
Textos del autor en Trasversales
El final de la
pandemia del COVID unida a la guerra de Ucrania está
impulsando un aumento de la inflación y un
empeoramiento de la situación económica. Cuando se
esperaba en España un impulso a consecuencia de los
fondos europeos, se perfila un freno al crecimiento.
La
causa fundamental de la inflación está en la subida de
los precios del petróleo y del gas, se trata del coste
de la energía procedente de los combustibles fósiles,
los mismos que producen el cambio climático. Cambio
que hay que frenar urgentemente, en los próximos 10
años; el Panel Científico sobre el Cambio Climático ha
vuelto a clamar que es necesario reducir las emisiones
de gases de efecto invernadero en un 50% para 2030 y a
cero emisiones en 2050, si se quiere reducir la subida
de la temperatura media a 1,5ºC. Ya esta subida está
produciendo efectos indeseados, pero si continúan las
emisiones actuales se puede alcanzar 3,2ºC para
finales de siglo. No acaba de entenderse que los gases
emitidos siguen en la atmósfera produciendo desastres.
Esta
situación afecta a todo el mundo, no solamente a
Europa, aunque es aquí donde mas repercusiones hay por
la invasión de Ucrania.
En la
respuesta europea a la coyuntura se perfilan dos
tendencias antagónicas, una consiste en reducir el
precio de los combustibles disminuyendo impuestos y
otras ayudas, subvencionando el consumo, y la otra
propone medidas de ahorro, como mas trabajo online,
menos consumo, etc. Sin embargo el discurso dominante
está en que hay que seguir creciendo para poder
mejorar la vida de la población.
Ya estamos retrasados para
cambiar el discurso dominante, no es posible seguir
creciendo sin aumentar el desastre que espera a la
humanidad.
En primer lugar
porque el aumento del crecimiento se debe al consumo y
este lleva al aumento de las fuentes de energía y por
consiguiente al de los combustibles fósiles. La subida
del precio del petróleo y del gas no sólo va a ser
coyuntural, sino que se va a dar a largo plazo porque
están o en el peak oil [pico petrolero]
o cerca, su extracción aumenta en dificultad y
disminuye en rendimiento, caso del fracking o
explorando aguas marinas profundas, aumentando también
la destrucción del medio ambiente.
Igualmente
hay que conseguir que la opinión pública comprenda que
las fuentes renovables no pueden sustituir a las
procedentes de combustibles fósiles con el mismo
consumo de energía y menos a corto plazo. Esto sin
contar los problemas de escasez de los metales
necesarios para los paneles solares o los
aerogeneradores.
Es
un buen momento para aprovechar la penosa coyuntura
y lanzar el mensaje de la reducción
del consumo de combustibles fósiles si queremos adaptarnos a la situación
actual y sobre todo si queremos frenar el cambio
climático.
No
podemos pensar que la solución está en el crecimiento,
hay que frenar la máquina, pasando en los países
desarrollados a economías en decrecimiento del PIB. Es
posible tender hacía formas de vida aceptables con
menor consumo de cosas, asegurando una alimentación
adecuada, la salud y formas de vida mas centradas en
lo interpersonal en vez de en el consumo.
Primero
hay que convencer a la ciudadanía de que la transición
es inevitable, puede ser planificada o en el caos.
En
segundo lugar hay que asegurar que los sectores más
desfavorecidos sean apoyados por las instituciones, en
este proceso nos jugamos la ruptura social y la
democracia. Al mismo tiempo es la oportunidad para
implicar a los ciudadanos en la consecución de un
mundo mas justo y equilibrado.
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