Trasversales
Jesús Jaén Urueña

Homenaje a Victor Serge:

Nunca dejó de cantar el mirlo en mitad de la noche

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Revista Trasversales número 57 enero 2022 web (también aparecerá en la versión papel de Trasversales nº 58 marzo 2022)

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Un objetivo que requiere unos medios injustos, no es un objetivo justo”

(El hombre rebelde, Albert Camus)



Hace unos meses cuando empecé a pensar en este pequeño homenaje a Victor Serge al cumplirse el 75 aniversario de su muerte, no me imaginaba que este sería el resultado final. Tenía pensado un recorrido sobre su vida y obra como ya hice en otras ocasiones para rendir homenajes a: E.P. Thompson, George Orwell y Emma Goldman. Sin embargo choqué con una vida inabarcable. Mi perspectiva cambió 180 grados. Creo que aquellas personas que tengan interés por conocer en detalle la vida y la obra de Serge, tienen material abundante; empezando por las “Memorias de un revolucionario” y siguiendo con novelas como “ El caso Tulayev”. Y así, muchas otras más.

Empezaré con tres breves consideraciones. Creo que Victor Serge es una especie de mirlo blanco que destaca entre la inmensa mayoría de sus contemporáneos. Durante sus cuarenta años de vida militante, nunca dejó de defender la libertad en las tres revoluciones en que participó o en los siete países en donde vivió. Pagó un alto precio: diez años de cautiverios y una muerte temprana. Defendió el socialismo, como muchos revolucionarios de su generación, pero a diferencia de la mayoría de ellos, la idea que propuso estaba identificada por un imperativo ético, moral y democrático. Como su amigo Andreu Nin, nunca capituló ante el capitalismo ni ante la burocracia estalinista. Tampoco lo hizo ante aquellos que injustamente le acusaron de intelectual pequeño burgués por criticar el aplastamiento de Kronstadt o no sumarse a la Cuarta Internacional fundada en 1938 por Trotsky.

Se interrogó a lo largo de su vida sobre la responsabilidad directa o intelectual de los bolcheviques en la contrarrevolución burocrática. A diferencia de Trotsky, no tuvo respuestas concluyentes. No exculpó de toda la responsabilidad a los bolcheviques pero tampoco les señaló culpables :“A menudo se dice que todo el estalinismo estaba en germen en el bolchevismo de inicio. Eh, me parece bien. Solo que el bolchevismo contenía también otros gérmenes.” (Las masas y el partido bolchevique en 1921, respuesta a Ciliga).

La forma en la que interpretó Victor Serge el socialismo y el marxismo difiere -como hemos dicho- de la inmensa mayoría de sus compañeros. La necesidad absoluta de la libertad (inseparable de la igualdad); la moral única frente a la doble moral y el nihilismo; la centralidad del ser humano en cualquier proyecto socialista; etc, etc. Todo ello formó parte de algunas de sus rHomenaje a Sergeeflexiones, y en especial, en los últimos años de su vida. El pensamiento de Victor Serge es limpio, está liberado de dogmatismos. Es una visión ética y humana que contrasta con el marxismo positivista y evolutivo de la socialdemocracia alemana y, por supuesto, con el marxismo bolchevique forjado en el primitivismo naródniki ruso, el blanquismo conspirativo y el jacobinismo de partido. La cultura política de Victor Serge es libertaria y socialista, arraigada en la tradición democrática francesa ( heredera del movimiento obrero más y mejor politizado del mundo). Es tolerante y sensible al sufrimiento humano.

Llegó a Moscú en 1919 y se asombró de toda la desolación que encontró en su camino, eso no fue obstáculo para colaborar con los bolcheviques. Se puso bajo la protección política de Zinoviev en la Internacional comunista. Se unió a Trotsky en 1923 cuando se formó la Oposición de Izquierdas contra Stalin-Bujarín. Finalmente fue deportado y liberado gracias a una campaña internacional en la que participaron intelectuales y políticos del mundo entero.

Antes que Victor Serge existieron -por supuesto-, socialistas sin apego al poder. Útopicos, confundidos o acertados pero ante todo honestos. Muchos de ellos fueron asesinados o murieron pobres en la soledad como él mismo. Otros no, pero formaron un enorme torrente de vidas dedicadas a la libertad y la igualdad. Había de todo, luditas, cartistas, cristianos, utópicos, sindicalistas, libertarios o terroristas... Formaron un extenso movimiento que se agrupó en torno a figuras como Babeuf, Saint Simón, Fourier, Owen, Blanqui, Proudhom, Marx, Engels, William Morris, André Leo, Louise Michel, Bakunin, Rosa Luxemburgo, Emma Goldman, etc.

Todo ese caudal revolucionario y reformista fue amputado y mutilado por el hacha homicida de Stalin y sus secretarios; los chekistas y esa inmensa pléyade de vividores y oportunistas que convirtieron su marxismo en el opio del pueblo. Creo que no hay derrota más amarga que aquella que se hace en nombre por todo aquello que has luchado. Eso hizo Stalin y su camarilla. Acabó con el socialismo en nombre del socialismo.

La noche cubrió la mitad del siglo. Pero el mirlo blanco nunca dejó de cantar. Levantó su voz frente a las mentiras de los procesos de Moscú. Enfureció a Trotsky por su interpretación de Kronstadt y, cuando el viejo revolucionario no tuvo más argumentos, le tendió la mano una y otra vez. Nunca le guardó rencor pese a los terribles ataques que sufrió. Cuenta Vladi (hijo único de Serge), que un día, pasando delante de la casa de Trotsky en México, no pudo -su padre- contener las lágrimas.

Su solidaridad con la CNT y su entrada al POUM, quedó definitivamente sellada en la tragedia de la revolución española. Conoció a Andreu Nin cuando ambos vivían en Moscú. Fue una amistad que se mantuvo hasta que aquél fue asesinado. Serge pidió ser enterrado junto a los demás españoles en el cementerio de su exilio mexicano. Y murió el 17 de noviembre de 1947 en un taxi mientras se dirigía a su casa.

Siempre he dicho que la vida de Victor Serge es mucho más que un programa revolucionario. Compromiso, principios y actos,... todo su mundo confluye hacia un mismo punto: el socialismo. Escribiendo sus Memorias comentó que si a los doce años le hubieran preguntado ¿Qué es la vida?, hubiera contestado: “Pensarás, lucharás, tendrás hambre”. Así fue, Victor Serge, vivió la larga noche del totalitarismo, pero nunca se rindió.


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