La única manera de impedirlo es la acción consciente, la cooperación social para una construcción popular desde abajo, organizándonos, aprendiendo colectivamente, creando espacios de apoyo mutuo, peleando. No es que nos guste pelear, yo lo odio, es que no hay otro camino.

No esperemos al líder o al partido salvador. Ni enunciemos programas "revolucionarios" irreales que nos limpien la conciencia cuando la simple lucha por lo más inmediato ya se hace muy dura. No nos encerremos en nuestros dogmas, no nos acuartelemos con quienes piensan parecido a nosotr@s, más que nunca es imprescindible hablar con quienes piensan diferente, intentar convencer sin insultos, con argumentos y, sobre todo, con el argumento más convincente, los hechos, los comportamientos, las prácticas sociales, sin ignorar que en ese diálogo también podemos aprender mucho.

Es momento de tejer vínculo social desde abajo, de crear comunidad entre personas muy diferentes pero con necesidades y aspiraciones similares en muchos aspectos. Es hora de sindicalismo social y laboral, en los barrios, en las empresas, en todo tipo de espacios de encuentro. Es hora de organizar una resistencia alternativa y de que la resistencia se organice. Se puede hacer. Se hizo en otros tiempos aún más duros. Pero no lo harán "otros", si no lo hacemos nosotras, nosotros, tú, yo. Difundiendo y experimentando a la vez horizontes igualitarios y libertarios, porque no deberíamos ignorar que lo que está ocurriendo ahora ocurrirá una y otra vez, generación tras generación, de mal en peor, sin una transformación profunda del imaginario social y de la estructura material de la sociedad humana. No sabemos si se producirá ni cómo ni cuándo, pero bien podemos ayudar a mejorar las condiciones para que sea factible que ocurra.