Trasversales
Maddalena Fragnito

Lo esencial no es invisible para los ojos


Revista Trasversales número 51 junio 2020

Versión original en italiano: http://www.euronomade.info/?p=13409

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Si lo esencial se hace invisible para nuestros ojos, se debe a decisiones políticas precisas que organizan y determinan nuestras vidas relegando como últimas prioridades todo aquello que tiene que ver con la reproducción y el cuidado de los cuerpos y del entorno. El cuidado siempre ha sido una relación conflictiva entre seres vivos, espacios y tecnologías. Los cuerpos no son vida desnuda sino que están vestidos de sexualidad, género, raza, clase social, diversidades funcionales y edad. Unas vestimentas que garantizan o niegan el acceso y el derecho a los mismos cuidados. Hay quienes cuidan y quienes se hacen cuidar, y hay quienes cuidan y no pueden ser cuidad@s.

En estos días, el concepto de "trabajadores esenciales" ha entrado con fuerza en el debate público. Esta nueva centralidad puede ayudar a reiterar cómo todos los trabajos relacionados con el mantenimiento de la vida son condiciones para la existencia y continuidad de toda la sociedad, y también nos puede ayudar a reiterar que son trabajos que siempre han estado atravesados por formas de explotación más o menos visibles; finalmente, nos ayuda a recordar que la privatización (y la plataformización) no han hecho otra cosa que seguir garantizando a unos pocos sujetos la extracción de una inmensa riqueza. Sin embargo, la capacidad de decidir cuáles son los trabajos esenciales es un hecho profundamente político que aún hoy sigue en manos de unos pocos mandatarios.

Así, el debate en torno a los trabajos esenciales continúa monstrándonos un espacio atravesado por injusticias y posibles conflictos políticos. Pero la centralidad e importancia de este tema es más relevante que nunca, no sólo en relación con la gestión de nuevos brotes de contagios, sino más bien como una conexión radical en torno a la cual repensar un pre- sente posible. A través de esa conexión se puede diseñar una "fase 2, 3, 4" en la que el culto al crecimiento infinito sigue siendo incuestionable, pero también puede dejar espacio para la reflexión sobre la justicia, sobre la finitud de los cuerpos y del planeta y sobre nuestras interresponsabilidades.
Distinguir lo esencial de lo que no lo es, y para quienes lo es o no lo es, surge con frecuencia como la posibilidad de un después diferente al antes, precisamente porque abre una reflexión sobre la salud y el bienestar de todos y todas, y porque abre un conflicto en torno a la prioridad de la vida humana respecto a la economía.

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