Trasversales
Léodile Béra (André Léo)

La mujer y las costumbres
Libertad o Monarquía (fragmento)

Revista Trasversales número 50 marzo 2020

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Este texto, traducido al castellano por Trasversales, reproduce un fragmento inicial del libro La femme et les moeurs. Liberté ou Monarchie (pp. 1 a 37, 1869, Le Droit des femmes), obra de Léodile Béra, más conocida como "André Léo". A lo largo del texto hay algunas aclaraciones de la traducción colocadas entre corchetes; las notas a fin de texto también son de la traducción, salvo la número 10, que es de la autora.



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Nunca, sin embargo, las mujeres se habían implicado tanto en una revolución. Tras uno de sus grandes episodios, la marcha desde París a Versalles [5-6 de octubre de 1789], que protagonizaron ellas, se las veía en todos los acontecimientos y escenarios: fiestas, disturbios, prisiones, cadalsos. Sin embargo, al verse rechazadas por la Revolución (2) ésta perdió sentido para las mujeres, como por otra parte le pasó a la mayor parte de los revolucionarios, y pronto se dispusieron a enterrarla. Ellas habían hecho la revolución por odio al despotismo y ellas la desmontaron por el mismo motivo, llenas de lástima hacia los vencidos y cansadas de tantos decretos y prohibiciones. Se había perdido el impulso inicial y el significado del objetivo buscado, porque se había violentado tanto a la humanidad en nombre del género humano, porque se había ido tan lejos en la vía de la tiranía en nombre de la libertad.

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En definitiva, hasta ahora la mujer sólo ha ganado de la Revolución la ley sobre he­rencias y una protección insuficiente contra los abusos públicos. ¿Es más respetada que antes? No. Aunque desde hace algunos años se siente que, por la fuerza de las cosas, hay que contar con ella, se sigue cuestionando su derecho, que irrita al poder masculino. La inquietud y la desconfianza despertadas hacen que la antigua cortesía sea dada de lado y, sin querer tratarla como igual, se la trate ya como adversaria.
"¡Derecho de las mujeres! ¡Qué ridiculez!", gritan. Y, según cual sea la capacidad reflexiva del que habla, se limitan a alzar los hombros o sueltan algunas frases profundas sobre la exacta suma de libertad y de beneficios que se puede otorgar a las mujeres, de acuerdo a sus deberes y a las necesidades de la sociedad. En cuanto a los beneficios derivados del derecho común, se les puede contar con los dedos de una mano. Para decirlo claramente, el derecho de la mujer está mal visto y aún se le soporta peor. No saben hablar de él, incluso los más indulgentes, sin mostrarse pudorosos y sin una semisonrisa en la boca.
Sin embargo, quizá la risa, tan útil en otras cosas, no sirva de nada en ésta. Todo se desgasta, hasta las burlas; pero los problemas continuan hasta que son resueltos. A los superficiales les gusta desdeñar, a los cultos les gusta lanzar obervaciones maliciosas o incluso groseras (a veces domina la pasión), a los vulgares les gusta imitar a sus líderes; en literatura gusta musicar la situación y demostrar, a base de enfatizaciones, gorgoritos y fantasías, que la mujer es una hurí, una peri (11), un hada, un ángel, ajena a todo lo terrestre... salvo a algunas cosas. La fuerza de las cosas, que actúa pese a todo, nos obliga hoy a hacer inventarios terribles, poniendo de relieve una situación que no es superficial, ni espiritual, ni graciosa, sino, si nos empeñamos en ello, ridícula pero de manera muy amarga.
Las cifras han demostrado desde hace mucho tiempo que el salario de las mujeres es insuficiente. Para las obreras en las ciudades su valor medio es 1,20 francos diarios. Pero las medias son demasiado abstractas y para evaluar el hambre más humanamente sería preciso excluir del cálculo los ingresos más elevados, excepcionales y reservados a muy pocas mujeres. Así que, si la mayoría de las mujeres gana en torno a 1,20 francos diarios, también hay una minoría que gana aún menos y cuyo salario llega a caer hasta los 60 céntimos diarios. Y no hace falta demostrar que con ese dinero es imposible la existencia en nuestras ciudades. Lo mismo pasa en el campo, pero en las ciudades más aún.


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