Trasversales

Toni Negri

Intelecto general e individuo social en los Grundisse de Marx

Publicación original en italiano en Euronomade

Revista Trasversales número 49, diciembre 2019

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Este texto recoge el contenido de la conferencia que Toni Negri iba a impartir el 29 de abril de 2019 en el teatro Volkshbühne Berlín, lo que no pudo hacer por enfermedad. Los Grundisse fueron publicados por Siglo XXI en tres tomos, bajo el título Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundisse) 1857-1858, tomos 1, 2 y 3, traducción de Pedro Scaron (a partir de ahora Grundisse)




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En otras palabras, la autonomización del "equivalente general" y su apertura al mercado mundial (que "es al mismo tiempo presupuesto y resultado de la producción capitalista") nos permite captar las características actuales del capital financiero mucho más allá de las categorías de "ficticio", "especulativo" o "parasitismo", que con demasiada frecuencia, en la teoría crítica, neutralizan su función y su posición hegemónica.

En la actualidad, el capital financiero constituye más bien el punto central del mando capitalista: el dinero como "equivalente general" no solo representa la función de medida y regulación de la producción global, sino también la matriz productiva central, el motor de la acumulación. De esa forma se ha establecido una nueva división del trabajo a escala global y en torno a ella se abren y cierran, y de nuevo se abren, las luchas dentro de (y entre) las componentes del capital colectivo global para determinar las relaciones de fuerza más decisivas.

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2.3. El tercer rasgo, resaltado en Grundrisse, que nos permite hoy caracterizar la lectura del capitalismo, está conectado a la afirmación de que "el verdadero no-capital es el trabajo". Ahora bien, esta declaración rompe con toda concepción que pretenda establecer un vínculo necesario entre el desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo humano y el desarrollo del capital. No, esta relación es una relación de fuerza que determina varias composiciones de la escisión entre "valor de uso" y "valor de cambio" de la fuerza laboral que está en la base del concepto de capital. Como dice Tronti: "Sí, cuando se trata de la clase trabajadora dentro del sistema de capital, la misma fuerza productiva se puede contar dos veces: una vez como fuerza que produce capital, otra como fuerza que rechaza producirlo; una vez dentro del capital, otra contra el capital" (Obreros y capital, Akal, 2001, p. 187). Establecer y dominar esta conexión ha representado la victoria histórica del capitalista colectivo. Pero en el origen está la escisión, la dualidad, la relación de fuerza y ​​una ruptura que nunca se cerrará definitivamente. El desarrollo del capital deriva precisamente de esta ruptura, de la potencia del trabajo vivo que en ella se expresa. Esto es lo que enseñan los Grundrisse. No habría plusvalor sin plustrabajo, pero el plustrabajo no produciría plusvalor si sólo fuese plusvalor: por el contrario, el plustrabajo es originalmente "no-capital", excedente creativo. (...) En otras palabras: el trabajador, por un lado, se encuentra cada vez más en condiciones de crear cooperación y, por lo tanto, productividad, pero, por otro, sufre cada vez más la extracción por el capital del valor producido; en su relación con la maquinaria, el trabajador desarrolla de manera cada vez más autónoma la instancia cooperativa, pero de tal manera que también organiza la extracción de su propia energía productiva.

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La gran diferencia entre los procesos laborales estudiados por Marx y los actuales consiste en que la cooperación, hoy

Dejemos claro, no obstante, que no consideramos la cooperación laboral y su autonomía relativa como algo que puede transformarse inmediatamente en un sujeto, en un individuo colectivo, y mucho menos como un sujeto ya formado. El paso desde la composición técnica a la composición política es siempre discontinuo, impredecible, sólo determinado históricamente. Esto no significa que el "individuo social" no se forme o no esté allí. Lo que me parece fundamental comprender es que la fuerza de trabajo posee una dignidad cada vez mayor en el desarrollo capitalista.

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4.3. Llegados aquí, podemos reformular más claramente la pregunta: ¿quién es, qué es el Individuo Social hoy en día?

Para responder podemos seguir dos vías, que corresponden a la doble posición que el individuo social tiene en la relación de dominación definida hoy por el capital. La primera es la que nos permite considerar al individuo social desde el punto de vista objetivo, como máquina de capital. La segunda vía nos lo presentará desde el punto de vista subjetivo, como subjetividad, como subjetivación capaz de liberación.

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Esta subsunción vinculada al Intelecto General se hace también cada vez más intensa. Porque la segunda respuesta capitalista al gran ciclo de luchas del obrero-masa no sólo consistió en la extensión espacial y social de los procesos laborales sino también en la introducción masiva de la automatización de las instalaciones y en la digitalización/informatización del trabajo. La subsunción de los espacios de cooperación social fue así acompañada por la subsunción en el Intelecto General de las nuevas energías intelectuales y lingüísticas (de la nueva fuerza laboral escolarizada). Si el algoritmo es, como el viejo Marx pudo haber dicho, "una máquina que va hacia allá donde están las huelgas", es decir, que tiende a instalarse allá donde hay resistencia y ruptura -y por tanto reestructuración- del proceso de valorización, hoy en día es también una máquina producida por esa misma fuerza autónoma, que expresa la nueva calidad del trabajo vivo.

La productividad general del trabajo dio así un gran salto adelante. Pero sobre todo se intensificó la cooperación social de los sujetos productivos, ya que el trabajo cognitivo se basa en la cooperación lingüística, en el conocimiento que lo constituye y en la innovación singular que produce. Así, la independencia del trabajo vivo crece frente al trabajo muerto que quiere organizarlo. Así se impone el común de la cooperación.

6.1. Esta mutación radical del trabajo vivo produce las actuales dificultades del capital para controlar la fuerza de trabajo y la dirección del desarrollo. El Individuo Social del que habla Marx no es sólo una virtualidad, es también un modo y un dato de la lucha de clases. El capital ya sólo puede recurrir a una gestión desde arriba para subordinar esa independencia relativa del trabajo vivo, social y cognitivo, ese común cooperativo.

Una vez más se afirma el viejo lema del operaismo: primero la lucha, después la transformación, la reestructuración capitalista. Y, de hecho, la explotación directa del trabajo individual, característica de las antiguas técnicas de gestión, es sustituida ahora por la extracción de valor social por parte de las finanzas, a través de una gobernanza cada vez más rígida de los procesos laborales sociales.

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Frente a todas las concepciones que remiten los motivos de la crisis a la separación entre finanzas y producción real, insistimos en el hecho de que la financiarización no es una desviación improductiva y parasitaria de cuotas crecientes de plusvalor y de ahorro colectivo. No es una desviación, sino la nueva forma de acumulación de capital dentro de los nuevos procesos de producción social y cognitiva del valor. La crisis financiera que hemos visto desarrollarse debe interpretarse como una respuesta al bloqueo de la acumulación de capital producida por el trabajo vivo a escala mundial y como una implosión en el sistema a consecuencia de la falta de acumulación de capital y de las dificultades para poner en orden nuevas formas de acumulación.

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Como ya hemos visto, en la fase de la "manufactura" el conocimiento del artesano fue empleado y absorbido en la producción como fuerza separada y aislada, subordinada en una estructura organizativa jerárquica. En la fase de la "gran industria", por el contrario, se consideraba que los trabajadores carecían de los conocimientos necesarios para la producción, que por tanto quedaba centralizada en la gestión directiva. En la fase contemporánea del Intelecto General, el conocimiento tiene una forma multitudinaria en el proceso de producción, aunque, desde el punto de vista del patrón, debiera ser aislado como lo fue el conocimiento artesanal en la manufactura. En realidad, desde el punto de vista del capital sigue resultando enigmático el modo en que el trabajo se auto-organiza, incluso cuando esa sea la base de la producción.

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A medida que se avanza en esta línea, no resulta sorprendente descubrir, como nos recuerda siempre Carlo Vercellone, que ya hoy "la parte del capital llamada 'intangible' (I + D, pero también educación y salud) en el stock mundial de capital supera a la del capital material y se ha convertido en el elemento determinante del crecimiento económico". A estas alturas, el capital fijo aparece dentro de los cuerpos, grabado en ellos y al mismo tiempo subordinado a ellos, y tanto más cuando consideremos "actividades como la investigación o el software en las que el trabajo no cristaliza en un producto material separado del trabajador, sino que permanece incrustado en su cerebro y es indisoluble de la persona". Entonces, el capital fijo es la cooperación social. Entonces, las fronteras de la relación entre trabajo vivo y trabajo muerto (es decir, entre capital variable y capital fijo) son puestas en crisis definitivamente.

Las funciones emancipadoras de la cooperación del trabajo vivo asaltan, por tanto, y ocupan cada vez más los espacios del capital fijo. Si desarrollamos ese punto de vista, como han hecho Carlo Vercellone y Christian Marazzi, vemos que lo que se denomina capital inmaterial o intelectual en realidad está incorporado en las propias personas, por lo que corresponde fundamentalmente a las facultades intelectuales y creativas de la fuerza de trabajo. Por tanto, podemos reconocerlo como individuo social.

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Ahora bien, para que la ruptura revolucionaria tenga lugar dentro de este marco, el individuo social debe transformarse en una fuerza política.

Se preguntará: ¿cómo se puede pensar que los más explotados, los precarios y los trabajadores cognitivos marginados pueden formar esa potencia? Creo que sí pueden, porque poseen toda la fuerza de la producción y reproducción de la vida. Cómo puede pasar esto, no lo sé. Pero actúo para que suceda.

Nunca he entendido por qué se considera que la dominación no se puede revertir, o por qué habría que considerar como necesario un destino de sumisión. Más aún cuando la fuerza de trabajo se subsume en el Intelecto General y su alto valor cognitivo, cuando la dignidad del trabajo se desarrolla en la cooperación, cuando la fuerza de trabajo se presenta como potencialidad del individuo social. Individuo social: el nombre actual de la clase obrera.

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Doy por supuesto que "el trabajo no es capital" y que es más bien una fuerza revolucionaria, productiva de libertad y de lo común.


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