Trasversales
Lois Valsa

Otoño cultural madrileño 2019


Revista Trasversales número 49, diciembre 2019 web

Otros textos del autor en Trasversales



¿Es cosa mía o nos estamos volviendo todos locos?

Joaquín Foenix a su “psicóloga” en la película Jocker



Revueltas en las ciudades. Chile como ejemplo

¿Nos estamos volviendo todos locos como dice el protagonista de Jocker? Parece como si la revuelta violenta de los payasos cansados de ser payasos de esta película haya sido como una premonición de lo sucedido después: las revueltas se han multiplicado por todo el mundo. La película nos mostraba una revuelta más bien espontánea, sin líderes, que simplemente explotaba mostrando el descontento social existente pero sin objetivos políticos concretos. Con gran violencia social y personal ya que el protagonista, al que han apaleado, se cansa de ser manso y empieza a cargarse gente e incluso llega a cargarse al presentador de televisión que le había invitado a su programa de televisión, más bien para reírse de él. En esas explosiones violentas las pinturas de payaso, que procuran anonimato, acaban siendo pinturas de guerra. Indudablemente no hay relación directa con lo que está pasando en el mundo pero lo que nos cuenta esta película nos puede servir, además de introducción, como metáfora que nos ayuda a explicar el mundo actual. Los “furiosi” (en latín “loco”) se van extendiendo por todas partes y explotan mostrando su indignación (“los indignados/as”, como movimientos sociales, ya habían saltado desde 2010). En medio de los destrozos plastificados provocados por el cambio climático que nosotros hemos causado consumimos y bailamos sobre el abismo.

Sin embargo, no hay que olvidar y tener muy en cuenta que vivimos en un mundo muy desigual y con unos niveles de pobreza muy difíciles de soportar para las capas sociales más humildes que van aumentando. Todo ello al mismo tiempo que cada vez también aumentan los millonarios con sus rentas financieras bien guardadas. Pero lo crucial es que a esas elites, también con algunas lúcidas excepciones, parece no importarles para nada el deterioro social que conllevan sus negocios y lo que piense la ciudadanía de su forma de vivir “muy por encima de sus posibilidades”. Precisamente esto es lo que le achacaban a los países de la cola de la UE como Grecia. Está claro que las elites han roto cualquier tipo de contrato social y van a su bola sin pensar en el conjunto y quizá piensan escaparse a marte para librarse de la “emergencia climática”. Quizá por ello, en respuesta a esta situación, las calles de muchos países se están llenando de protestas en muchos lugares del mundo: Chile, Bolivia, Ecuador, Colombia, Irán; Bagdad, India, Hong Kong, Líbano etc. En medio de esas hogueras lo que sí parece estar claro es que las protestas contra las desigualdades son el fenómeno unificador de la mayoría de esas movilizaciones en muchos países. Muchas veces son ciudades aparentemente ricas las que explotan pero en ellas también se ve con más claridad las enormes diferencias sociales y la concentración de la riqueza en manos de unos pocos.

Para no extenderme demasiado ya que esto requiere un análisis más profundo voy a tomar un ejemplo en América Latina: Chile. Hasta hace poco se alababa el “modelo chileno” que provocaba la envidia de toda América Latina. Tanto que incluso el neoliberal Steve Hanke llegaba a afirmar sin pudor que Chile estaba “tan por delante de sus vecinos que en muchos sentidos ni parece parte ya de América Latina”. Pero tan gran supuesto éxito económico tenía sus sombras y sus trampas, encubiertas sobre todo por la hegemonía de la revolución conservadora ultraliberal. Desde el 18 de octubre, cientos de miles de chilenos/as han ocupado ocupan las calles clamando “Chile despertó”. Chile reclama dignidad más que ser paradigma y ejemplo de desarrollo en toda América Latina. Las nuevas generaciones, más educadas, mejor informadas, han perdido el miedo y exigen respeto. Con el himno de su revuelta: El baile de los que sobran, la misma letra que fue un referente durante la oposición a la dictadura de Augusto Pinochet. Las protestas de ahora guardan bastantes similitudes con las que se produjeron en el ocaso del régimen militar. Se rechaza en primer lugar la Constitución del dictador que sigue en vigor y que protege los intereses de la oligarquía. Al mismo tiempo, “la fantasía de una bonanza económica medida en crecimiento del PIB per cápita, cuando las “cápitas” del 1% de la población detentan el 27% de la riqueza y cuando la sanidad, la educación, el transporte y las pensiones están mayoritariamente privatizados, de modo que los bajos salarios no cubren las cotizaciones para jubilación mínima y servicios básicos” (Manuel Castells, La Vanguardia).

Según Castells, quién lo estudió en un libro comparativo del modelo Pinochet y el modelo democrático, hubo algo de progreso social en el Chile democrático en la administración de Ricardo Lagos (2000-2006). Pero la mejora fue relativa a la situación en la dictadura, donde la mitad de la población vivía en pobreza y el acceso a la universidad era un privilegio. El modelo neoliberal chileno se basó en la contención de las demandas sociales, canalizadas hacia un mercado que endeudó a la mayoría y negó una vida a millones. De ahí el reclamo de la dignidad, es decir exigir derechos básicos para la subsistencia. En esta situación la subida del metro fue el detonante de la revuelta. Los estudiantes, a pesar de tener bonos transporte, saltaron para reclamar para sus padres. El cierre del metro y la represión policial hicieron que la protesta se ampliase. Fue entonces cuando se oyó el despropósito del presidente Piñera: “estamos en guerra”. El general en jefe le dijo que él no estaba en guerra y acudieron a los carabineros que, según me cuentan chilenos, no dan abasto. Pero su abuso de los derechos humanos ha sido denunciado por organismos internacionales: varios muertos, 2000 heridos, 16.000 detenidos, 900 encarcelados, cuerpos reventados y mutilados son el resultado de una represión dictatorial. Las ciudades siguen ardiendo y los mapuches se movilizan en el sur.

Pese a la violencia represora, el 79% de la población apoyó las movilizaciones. Así se añadió a las demandas sociales una reivindicación política: abrogar la Constitución de Pinochet y abrir un amplio proceso constituyente con amplia participación ciudadana. Los municipios se pusieron al frente de esta propuesta y los partidos políticos llegaron a un acuerdo. El plebiscito para decidir si se anula la Constitución actual será en 2020 en un proceso bastante complicado. Pero, ¿podrá soportar la situación la sociedad chilena tanto tiempo? Por lo menos han salido a relucir los resultados de los famosos fondos de pensiones privadas que condenaron a la miseria a millones de jubilados o los destrozos de la sanidad privada que sale muy cara y que resultan mortales para una gran parte de la población y los estudios universitarios muy costosos. La defensa de las pensiones de sus abuelos es un tema recurrente en muchos jóvenes. Por lo visto hubo intentos de atacar el Costanera Center, el edificio más alto de Santiago, por ser símbolo del consumismo y por ser el utilizado para el suicidio por ancianos sin recursos. También hubo saqueos e incendios de edificios simbólicos, desde Telefónica hasta universidades privadas. Y hubo también, según Castells, saqueos de supermercados y no hay duda de que fueron grupos organizados que aprovecharon la protesta para sembrar el caos.

Las protestas en Chile, bajo el lema “el neoliberalismo nace en Chile y muere en Chile”, son “una respuesta contra la maquinaria invasiva del neoliberalismo”, según la escritora Diamela Eltit, ya que “el 1% acumula una riqueza equivalente a más de cinco millones de trabajadores”. Por su parte, el sociólogo e intelectual de izquierdas Alberto Mayol, ya en 2011, hizo un diagnóstico muy crítico del neoliberalismo chileno. En una charla con empresarios analizó duramente la situación de Chile y les hizo escandalizarse por los desequilibrios normativos del neoliberalismo que les mostró. Según él, en su libro El derrumbe del modelo: la crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo (Editorial LOM, 2013), las tres respuestas políticas a la crisis (la de Bachelet, la del Frente Amplio y la de Piñera) fracasaron. El desatino político del gobierno de Piñera terminó por hacer estallar el país. Mayol enumera las causas de la crisis como la suma de la mercantilización de los derechos sociales, una política débil y dependiente de la opinión empresarial y la sensación de injusticia en la sociedad que se añaden a la desigualdad que, según él, es “una parte del problema pero no todo”. Para Mayol lo más importante es la “falla moral”, ligada a la corrupción, que provoca una sensación de injusticia. La cultura también ha salido a la calle, incluso con el respaldo de artistas internacionales, para apoyar las protestas. En Madrid, en la Cumbre Social del Clima, la no oficial, las protestas han continuado, quemando incluso la figura de Piñera.



Libros. Fiesta de celebración

La editorial ANAGRAMA ha celebrado, en Barcelona y por todo lo alto, a comienzos de este otoño, una gran fiesta para conmemorar su cincuenta Aniversario de actividad. Porque, como escribía Sergio Vila Sanjuán en el suplemento cultural Cultura/s de “La Vanguardia”, “en el 50 aniversario se imponía un repaso a su aportación, centrada en lo que finalmente más importa: el catálogo- que abarca más de 4.000 títulos- en sus diferentes líneas”. Para rematar el elogio: “¡Larga vida a Anagrama, un sello decisivo de la democracia española y de la Barcelona del último medio siglo! Se puede afirmar que esta editorial es la historia cultural de un país, y su transición social, política y cultural, al tiempo que ha hecho de Barcelona una ciudad más cosmopolita. Según datos de su departamento de comunicación, desde el 2009, una veintena de autores internacionales han visitado cada año la ciudad para promocionar sus libros. Un sello editorial que se expresa en un magnífico catálogo único en España: Anagrama 1969-2014, un catálogo que se actualizará en breve. La labor editorial de Jorge Herralde (Barcelona, 1935), acompañado de su compañera Lali Gubern y de su equipo, es, pues, encomiable y su influencia cultural de primerísimo magnitud. Su trayectoria editorial puede seguirse, además de con los diez libros que desde Opiniones mohicanas (2000) ha ido dejando el editor como testimonio, con la ayuda de su última obra, Un día en la vida de un editor (Jorge Herralde, Prólogo de Silvia Sesé, Anagrama. Nueva edición ampliada, 496 páginas). Este libro, sin duda también un buen complemento del gran catálogo, es, en lugar de unas memorias al uso, un texto en el que el editor ha ido pergeñando artículos breves como un auténtico diario.

Por otra parte, como señalaba el crítico Ignacio Echevarría en El Cultural del periódico “El Mundo”, Herralde es el Editor por antonomasia, en el sentido muy específico en que Constantino Bértolo señala a esta figura- la del editor- como aquella con la que indirectamente el crítico debate públicamente la idoneidad de sus propuestas. “No es solo la solidez de su criterio editorial, sino también- y antes que eso- el apasionamiento, la convicción y la perseverancia con la que ha asumido la empresa editorial en su más amplia dimensión-también política- lo que ha hecho de Anagrama un sello de referencia, en muchos sentidos único y, desdichadamente irrepetible”, aclaraba. Por ello, quizá, pudo incluso, después de todos sus logros, no sucumbir a la moda comercial de la Joven Narrativa de la “pleamar de los 80”. Pero, como se sabe, desde el 2015, la editorial forma parte del Grupo Feltrinelli, como una decisión empresarial muy sopesada del director de cara a asegurar su continuidad. También asegurada por la continuación de la experimentada Silvia Sesé, que prologa el libro, y que, en “Culturas” señalaba que “con Herralde al volante y el apoyo manifiesto de Carlo Feltrinelli, Anagrama sigue con dos objetivos centrales muy claros: continuar siendo una editorial de carácter que apuesta por la trayectoria de los autores y que da prioridad a la coherencia del catálogo; y reforzar la presencia en librerías tanto en España como en Latinoamérica, y en las nuevas plataformas de venta”. Para acabar: “El método Herralde atraviesa los procesos de la editorial, está arraigado en un equipo que concibe el trabajo editorial como un proyecto unitario muy compacto”. Como postcelebración, Anagrama ha sacado, en colaboración con libreros y autores, una colección “50 compactos”, con títulos clave de la editorial, que se completará a finales de este año.

Libros. Obras

- Mario Vargas Llosa, Tiempos recios, Alfaguara, 2019.

Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1936), conocido, y reconocido escritor con el Premio Nobel (2010) y El Cervantes (1994) entre otros muchos premios a sus espaldas, ha vuelto con esta última novela, que debe su título a Teresa de Jesús, a subir el listón del que tan necesitada estaba su obra literaria. Además, ha sido lanzada en simultáneo en veinte países hispanoamericanos con una prometedora tirada inicial de 180.000 ejemplares. Con esta obra enlaza, dentro de la larga y rica tradición de la literatura latinoamericana de obras sobre dictadores, con aquella estupenda obra que era La fiesta del chivo, que publicó hace casi 20 años. Muchos, por no decir casi toda la crítica, piensan que es la mejor que ha publicado el autor desde aquella. Vargas Llosa ha vuelto, así, a la “gran novela”, es decir a aquella que está aliada con la Historia, para contar una historia de conspiraciones políticas e intereses encontrados durante la Guerra Fría, la historia de una mentira que pasó por verdad y cambió el devenir de América latina. Una historia en la que narra un suceso que involucró a varios países y en el que algunos verdugos acabaron convirtiéndose en víctimas de la misma trama que habían ayudado a construir. Concretamente el golpe militar de 1954 en Guatemala que fue perpetrado por Carlos Castillo Armas, y auspiciado por Estados Unidos a través de la CIA, para derrocar el gobierno democrático de Jacobo Árbenz. En la anterior desmenuzaba la podredumbre política de la República Dominicana bajo el cruel régimen de Rafael Leónidas Trujillo. E incluso en ésta volvemos a encontrar en un papel principal a uno de los personajes, el siniestro Johnny Abbes García, de aquella historia de corrupciones y pasiones. Abbes también participó en la trama del derrocamiento del dictador Armas que había derrocado a Arbenz.

Hay que señalar que esta novela que cuenta esos años de la historia de Guatemala está magistralmente narrada con muchos saltos en el tiempo y en el espacio, logrando que la Literatura con mayúsculas le de una verdadera vida a la Historia también con mayúsculas. Estamos, pues, ante una reconstrucción artísticamente impecable de unos sucesos reales y conocidos (con una documentación casi exhaustiva en periódicos y ensayos) sobre aquellos años de la historia de Guatemala: en la década de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo, cuando en aquella plena Guerra Fría, la política exterior de Estados Unidos, a favor tanto del macartismo como por las presiones económicas de la poderosa compañía United Fruit, provocó la caída de regímenes democráticos acusándolos de filocomunistas, para poner en su lugar a dictadores democráticos. Lo mismo que ya había hecho Estados Unidos en Irán y Grecia y que después haría en el cono sur. Se divide en dos partes de tamaño muy desigual. En el centro tiene un relato de corte popular, entre el folletín y el melodrama, que tiene como núcleo al personaje de Marta Borrero, una mujer muy atractiva conocida como Mis Guatemala, una figura muy ambigua y misteriosa a la que el propio autor hace una entrevista cuando es ya octogenaria como epílogo de la novela. Buenos retratos también son los de Árbenz, de Castillo Armas y de Johnny Abbes, sin olvidar el del personaje siempre en la sombra de todas las conspiraciones del embajador americano, John Peurifoy. La gran pregunta que deja abierta Vargas Llosa en esta novela política con argumentación ideológica es que si acaso los polvos de aquella nefasta política de Estados Unidos en América latina no favorecieron los lodos del régimen castrista que en principio era socialdemócrata. El golpe de Estado a Árbenz le hizo colocarse bajo el paraguas soviético.



PREMIOS PLANETA 2019: ganador y finalista.

- Javier Cercas, Terra Alta, Planeta, 2019.

Javier Cercas (Cáceres, 1962), el ganador del Planeta 2019 es ya un conocido escritor con muchas novelas escritas y con bastantes reconocimientos, sobre todo en Italia, y premios de ensayo y periodismo. En esta novela, que es una intensa trama detectivesca donde la realidad social y política de la Cataluña del “Procés” también está presente, sigue fiel a su universo literario. Según Manuel Vilas, en la presentación del Premio, una reinvención del escritor pero con marca Cercas. Estamos ante una novela negra, un homenaje a la novela policiaca con vocación popular, pero de reflexión moral con una trama laberíntica muy bien ordenada. Narra la historia de su protagonista, Melchor, hijo de una prostituta asesinada, delincuente, presidiario y, posteriormente, “mosso d´esquadra” y héroe anónimo en los atentados islamistas de Cambrils en agosto de 2017. Sucede en la Terra Alta, una comarca catalana de la tarraconense solo conocida por la batalla del Ebro, donde nunca pasa nada. …hasta que pasa. Y pasa que aparecen asesinado y torturado el matrimonio Adell, una familia muy adinerada de la alta burguesía de la zona, junto a su criada rumana Jenica Arba. El tema de la venganza va a ser un pilar central en la construcción del personaje de Melchor que Cercas nos muestra con una gran vocación lectora Eso le permite entablar un diálogo literario, al tiempo que es un original e inteligente homenaje entusiasmado a la gran Literatura, con Los miserables de Victor Hugo. Así se analizan conceptos como odio, venganza, y justicia. La lectura de este libro va a cambiar la vida de Melchor, un justiciero que busca justicia, para siempre. El autor también piensa que los grandes libros nos cambian nuestra percepción del mundo y nos pueden salvar. Con su ágil relato Cercas agarra al lector desde el comienzo y mantiene viva la tensión hasta el desenlace con el propósito claro pero oculto de mover las conciencias lectoras.

-Manuel Vilas, Alegría, Planeta, 2019.

Manuel Vilas (Barbastro, 1962) ha sido con esta obra el finalista del premio Planeta 2019. Hace dos años que su anterior novela Ordesa reconvirtió a Vilas de excéntrico a popular, entre otras razones por su desacomplejada manera de hablar de España desde la clase media contando las propias alegrías y miserias. Fue multipremiada y traducida ya a catorce idiomas, y, sobre todo, muy leída. Hay que recordar esto porque en esta última novela premiada hay mucho de la anterior pero no como una segunda sino como su consecuencia natural. Los temas de las dos novelas son los mismos pero en otro momento biográfico del autor cuyo protagonista pasa ahora por aeropuertos y hoteles del mundo gracias al éxito de la anterior novela., con el foco siempre colocado en España y Estados Unidos, especialmente Iowa y Chicago. Y el desgarro y la demolición que mostraba aquella novela ha pasado a ser ahora una aceptación plácida y resignada de cualquier existencia. Porque “todo aquello que amamos y perdimos, acaba, tarde o temprano, convertido en alegría”. Aquí, el hilo conductor emocional son, pues, los viajes del narrador. A través de ellos, con un estilo marcadamente poético, el autor nos va hablando del amor, de la soledad, de la vejez, de la muerte, y, sobre todo de la relación entre padres e hijos, que es un leit motiv fundamental en la obra de Vilas. Él como padre y él como hijo: la condición de hijo, primordial en la anterior novela, ha cedido el paso a la de padre, resolutoria en ésta. Pero, además, no olvida su implicación social e ideológica, es decir las señas de identidad que, por época, por clase social, por geografía, van unidas al individuo. Por ejemplo, en relación al capitalismo: “Al capitalismo hay que robarle siempre, porque por mucho que le robes, jamás podrás robarle tanto como él te roba a ti, pues te roba la alegría y la alegría tiene un precio incalculable”.

- Pablo d´Ors, Biografía del silencia. Breve ensayo sobre meditación, Galaxia, 2019. Con las Acuarelas de Miquel Barceló.

Pablo d´Ors (Madrid, 1963) es sacerdote, escritor y fundador de la red de meditadores “Amigos del Desierto”. Su obra literaria, agrupada en trilogías, y en proceso de reedición por parte de la editorial Galaxia Gutenberg, está formada por once títulos: una colección de relatos, dos ensayos y ocho novelas. Su última novela, Entusiasmo, ha consolidado su trayectoria en el panorama de las narrativas hispánicas. En la actualidad, el autor, dedicado exclusivo al ministerio del silencio y de la palabra, imparte por todo el mundo conferencias y retiros de meditación. Ha terminado su asesoría en el Vaticano con el papa Francisco. La meditación y el silencio han unido los textos de Pablo d´Ors y las acuarelas del reconocido artista Miquel Barceló en esta Biografía del silencio, un clásico de la meditación y de la búsqueda de otras maneras de vivir. Además de un fenómeno editorial en ventas y de traducción a muchos idiomas. Ahora, siete años después de su publicación dialoga con las acuarelas, realizadas algunas de ellas en la India, un gran lugar de meditación, del gran Miquel Barceló, un artista también practicante de la meditación. Miquel Barceló (Felanitx, Mallorca, 1957) desde muy joven ya fue reconocido como uno de los grandes artistas de nuestro tiempo, sobre todo a partir de su participación en la Documenta de Kassel de 1982 en la fue que reconocido internacionalmente. Su obra, que abarca la pintura, la escultura y la cerámica, ha sido expuesta en prestigiosas galerías de arte como la Whitechapel de Londres, Leo Castelli de Nueva York o Bruno Bischofberger de Zurcí y centros artísticos como el centro Georges Pompidou, el MACBA, el Museo de Arte Reina Sofía y el Museo del Louvre. En 2003 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Artes.

Este breve ensayo de carácter testimonial está dedicado a su madre y comienza con una larga cita de la filósofa Simone Weil, que dice que “el deseo de luz produce luz”, muy acorde con el texto. Un texto que empieza contando cómo empezó a meditar: “Comencé a sentarme a meditar en silencio y quietud por mi cuenta y riesgo, sin que nadie me diera algunas nociones básicas o que me acompañara en el proceso”. Esta explicación sencilla incita a que cualquiera se atreva a hacerlo sin miedo. Reconoce el escritor que al principio lo hacía mal y, además, respiraba muy mal. Pero su tenacidad, el narcisismo puede tener un lado positivo, le llevó a perseverar en la práctica del silencio y la quietud. Y gracias a ello se dio cuenta de que la pura observación es trasformadora o, como diría Simone Weil, que “no hay arma más eficaz que la atención”. Así logró comprobar que quedarse en silencio con uno mismo es muy difícil ya que estar con uno mismo puede resultar insoportable y por eso nos escapamos continuamente. Pero vivir demasiadas experiencias puede ser perjudicial. Mejor es limitarse a vivir: dejar que la vida se exprese tal cual es. La resistencia a la práctica meditativa es la misma que la resistencia a la vida. Y entonces llegó a entender que la clave de casi todo está en el desprendimiento. El amor, el arte y la meditación funcionan así. En la confianza. Con la meditación se ejercita y se acrecienta la confianza al tiempo que se espera fuera de toda utilidad, espera gratuita, netamente espiritual. Porque en la espera meditativa vemos que el mundo no depende de nosotros: esto nos hace humildes. La meditación nos ayuda a recuperar la niñez perdida: la capacidad de asombro. Tenemos que limitarnos a percibir lo que somos. “Mi meta no es hoy ser importante, ni siquiera ser alguien”, concluye.

- El Roto, No se puede mirar (y otras estampas), Reservoir Books, Barcelona, 2019.

El título de esta exposición de dibujos, “No se puede mirar”, es también el de un dibujo del artista de Fuendetodos, perteneciente al cuaderno C, que se puede ver solo unos metros más abajo, en una exacta vertical. ¿Dónde? En la gran exposición de dibujos de Goya, Goya Dibujos (Solo la voluntad me sobra) que nadie debe perderse y aprovechar para verlas las juntas incluso. Porque, por un lado, la gran exposición reúne, en una ocasión única y por primera vez, en una exposición antológica, más de trescientos dibujos de Goya, procedentes de las propias colecciones del Prado y de colecciones públicas y privadas de todo el mundo, ofreciendo un recorrido cronológico por su obra. Y, por otro lado, porque Rábago comparte con Goya una punzante visión crítica y, en su exposición el punto de partida ha sido una profunda y sosegada meditación sobre el gran maestro.”El trabajo realizado únicamente pretende ser un modesto y sentido homenaje a aquel admirable y generoso investigador del alma humana” (Prólogo del Catálogo que han compartido la Editorial y el Museo Nacional del prado). Esta exposición ha sido, pues, realizada específicamente por Andrés Rábago (Madrid, 1947) para ser mostrada hasta el 16 de febrero, en el Claustro de los Jerónimos del Museo del Prado, donde coincide con la de los dibujos de Goya. El diálogo entre artistas del pasado y el presente se muestra aquí, especialmente, muy fructífera al mirar y leer estos 36 dibujos de El Roto, a medio camino entre el capricho y el disparate. O como indica José Manuel Matilla, Jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Museo Nacional del prado y comisario de la muestra, en la Introducción de la publicación, “el pensamiento de ambos es de una extremada coherencia” y las obras de ambos muestran el lado oscuro de la existencia.

En este libro, y en la exposición que lo acompaña, El Roto ahonda en el espíritu negro de Goya cartografiando el alma de un artista universal a la vez que fotografía el abismo que habita en todos nosotros. Porque Goya, sin duda, fue un genial observador del alma humana. Y El Roto, con su personalísima mirada, también ahonda en ese espíritu negro del pintor español para ofrecernos un profundo examen sobre la persistencia de la estupidez terrenal. Convergen así y aquí las miradas intemporales de dos artistas entregados a hacer partícipe a la sociedad de sus críticas al comportamiento humano. Este singular libro en la trayectoria de este artista del que no me pierdo cada día sus viñetas en el diario “El País”, añade otros quince dibujos escogidos por él para esta edición Como señaló en la presentación el artista siempre ha tenido dificultad para hacer algo que le proponen. No le gusta. Por eso, cuando hace veinte años ya le había propuesto el comisario trabajar sobre Goya y su sentido crítico, es decir que se sirviese de sus obras como punto de partida para ofrecer una visión actual del mundo en la que convergieran las miradas intemporales de ambos. El Roto ni se acordaba de eso. El comisario dejó reposar la propuesta hasta el otoño de 2017 en que volvió a proponerle realizar una serie de dibujos que tuviese alguna relación con nuestra primera pinacoteca. Entonces, el artista, durante algunos meses, en las mañanas de los miércoles y gracias a las facilidades de un pase, recorrió las salas del museo con la intención de ir tomando apuntes e ideas de aquellos cuadros en las que le parecía entrever alguna intencionalidad crítica, satírica o meramente humorística. Así encontró un gran número de imágenes burlescas que en visitas anteriores le habían pasado desapercibidas. Pero no le pareció atractivo el proyecto hasta que dio con las salas de Goya y de nuevo cayó seducido.



Arte. Exposiciones

En el Museo ICO se ha presentado, desde el 2 de octubre de 2019 hasta el 12 de enero de 2020, una importante exposición, Imaginando la casa mediterránea. Italia y España en los años 50, comisariada por Antonio Pizza, catedrático de Historia del Arte y de la Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB-UPC). Esta muestra se ocupa principalmente de las interrelaciones entre arte y arquitectura a lo largo de los siglos XIX y XX, enfocando la ciudad “moderna” como tema central de sus reflexiones. Concretamente, presenta proyectos de los años 50, realizados en entorno mediterráneo, por parte de un heterogéneo conjunto de más de quince prestigiosos arquitectos españoles y italianos: Francisco Juan Barba Corsini, Bassó y Gili, Bohigas y Martorell, Antonio Bonet Castellana, Coderch y Valls, Correa y Milá, Luigi Cosenza, Carlos de Miguel, Harnden y Bombelli, Gio Ponti, Joseph Pratmarsó, Bernard Rudfsky y Josep M Sostres. Y muestra y contextualiza croquis, dibujos, proyectos, obras, revistas y diversas fuentes de información, la gran mayoría inéditas, con énfasis en las fotografías de la época. Al tiempo, siete pantallas acompañarán el itinerario expositivo en las que se proyectarán videos realizados en algunas casas relevantes, como la Casa Ugalde y la Casa Rovira de Coderch y Valls. Se incluyen, además fotografías “vintage” de grandes autores como Giorgio Casali, Francesc Catalá-Roca u Oriol Maspons, entre otros. Significativamente, el recorrido se cierra con la última vivienda construida por Bernard Rudofsky en Frigiliana (Málaga), cuyos planes administrativos fueron firmados por Coderch, quién, no hay que olvidar, había sido un activo corresponsal en España de la importante revista italiana “Domus”.

A partir de 1949, la presencia de algunas figuras internacionales fue decisiva: Gio Ponti y Alberto Sartoris, cuya ideología del momento también se sustenta en un contexto ideológico de mediación ponderada entre tradición y modernidad, no solo introducen en España temas ligados a la necesaria reforma cultural del país, sino que se sirven del “mediterraneismo” en las prácticas disciplinares como vehículo principal de renovación arquitectónica. A partir de ahí se reconsidera la arquitectura popular fuera de los cánones del folklore pintoresquista: fotografías de casas populares ibicencas realizadas por otro arquitecto italiano, Luigi Figini, en 1949. Entonces el pabellón español en la IX Trienal de de Milán de 1951, cuyos comisarios fueron Coderch y Rafael Santos Torroella, va a representar un momento de síntesis de temáticas destacadas de la época. Fue un sorprendente y surrealista montaje del arte del pasado, arte moderno, tradiciones populares y extraordinarias fotografías de Joaquim Gomis y Leopoldo Plasencia, poniendo en relación la arquitectura gaudiniana con imágenes de casas ibicencas. Hay que destacar en esta exposición, además del magnífico montaje, la obra del ya bastante conocido arquitecto Coderch, del que, por primera vez, se mostrará el archivo tras la donación realizada por sus herederos al Museo Reina Sofía; y la obra y la vida del gran desconocido y para mí fundamental arquitecto austriaco Rudofsky, a quién Coderch, en una entrevista con el comisario, consideraba el fundador del movimiento moderno frente a los renombrados arquitectos de las vanguardias de las que echaba pestes. Como señala Gio Ponti: “el Mediterráneo le enseñó a Rudofsky y Rudofsky me enseñó a mí”. Como siempre la exposición se complementa con un magnífico catálogo.

En el Museo Nacional del Prado se ha presentado hasta el 2 de febrero y en el marco de la celebración de su Bicentenario, la magnífica exposición Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras, una exposición que reúne por primera vez los trabajos fundamentales de dos de las mujeres más notables de la Historia del Arte de la segunda mitad del siglo XVI. A través de un total de sesenta y cinco obras-cincuenta y seis de ellas pinturas procedentes de una veintena de de colecciones europeas y americanas- el Museo del Prado recorre la trayectoria artística de estas dos pintoras, que alcanzaron reconocimiento y notoriedad entre sus contemporáneos, pero cuyas figuras se fueron desdibujando a lo largo del tiempo. Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana nacieron y se formaron en Cremona y Bolonia, respectivamente, dos centros artísticos cercanos geográficamente en Italia, pero condicionados por sus propias tradiciones pictóricas, sociales y culturales. Partieron de perfiles biográficos distintos, aunque en los dos casos el papel paterno fue fundamental para condicionar sus futuras carreras. Ambas supieron romper con los estereotipos que la sociedad asignaba a las mujeres en relación con la práctica artística, el arraigado escepticismo sobre las capacidades creativas y artísticas de la mujer, y ambas se valieron de la pintura para alcanzar un nivel significativo en la sociedad en que les tocó vivir. Sofonisba, perteneciente a una familia de la pequeña nobleza de Cremona formada por seis hermanas, encontró en su pintura un modo de alcanzar la posición social que correspondía a los Anguissola-Ponzoni. Para Lavinia Fontana, hija de un pintor de cierto prestigio, la pintura fue su ámbito natural y su “modus vivendi”. Fue una de las primeras artistas con taller propio, una adelantada en todo a su tiempo.

Esta exposición del Museo del Prado no es la primera sobre las grandes maestras que han llenado las salas del museo, ya que, además de la monográfica de Clara Peeters en 2016, en 1885 se habían visto unos cuadros excepcionales de Artemisia Gentileschi en la exposición Pintura napolitana. De Caravaggio a Giordano. De todas formas, con esta exposición se intenta reparar la visibilidad escasa de las mujeres artistas y esta iniciativa despertó una enorme curiosidad en la rueda de prensa. Sin duda Anguissola (Cremona, 1535-Palermo, 1625) y Fontana (Bolonia, 1552-Roma, 1614) son dos referentes del arte occidental, capaces de mantener la comparación con cualquiera de sus contemporáneos. Nacidas en Italia con dos décadas de diferencia, no consta que llegasen a conocerse, aunque la segunda sí supo de la obra de la primera. Ambas, aunque sus pinturas son distintas y sus estilos a veces divergentes, compartían el gusto por el retrato y el autorretrato y la afición por el dibujo; y ambas lograron el éxito en su tiempo pero luego cayeron en el olvido. Pero esto también le pasó, por ejemplo, a Caravaggio. Anguissola fue reconocida en la corte de Felipe II y Lavinia, que se hizo profesional pronto, se convirtió en la pintora oficial de la corte de los papas Clemente VIII y Paulo V. Anguissola, muy contenida y poco prolífica, pintó pocas obras, pero Lavinia fue muy prolífica ya que hay constancia de que realizó 155 obras, de las que se conservan 32 pinturas firmadas y fechadas, lo que la convierte en la mujer con el mayor número de piezas registradas antes del siglo XVIII. Y fue muy rompedora sobre todo en los temas mitológicos (Minerva vistiéndose, 1613, y Marte y Venus, 1595). Por último, destacar el catálogo, bajo la dirección de la comisaria Leticia Ruiz Gomez.

En la Fundación MAPFRE se ha presentado, en sus salas de Recoletos y hasta el 12 de enero de 2020, una interesantísima exposición, Boldini y la pintura española a finales del siglo XIX. El espítitu de una época, que es la primera antológica en España de este pintor. Un pintor, por cierto, muy desconocido por estos lares, pero que había, sin embargo, deslumbrado al París de la Belle Époque. Boldini (Ferrara, 1842-París, 1931), que había nacido en Italia, desarrolló la mayor parte de su carrera en aquella capital cosmopolita y de espaldas al impresionismo dominante. No es la primera vez que la Fundación Mapfre presenta una exposición de un artista disidente de la ortodoxia moderna, en este caso porque, mientras Degas o Lautrec pintaban a obreras, él pintaba a la clase alta. La directora artística de la muestra, Francesca Dini, explica que el proyecto intenta liberar al artista del halo de superficialidad que le ha acompañado en su imagen de hombre de mundo y creador complaciente con su clientela. Pero su éxito por ser un artista de moda entre la alta sociedad no debe opacar su talento. Por ello, se confrontan sus cuadros con los maestros españoles que estuvieron relacionados de una u otra manera con él o llegaron a ser sus amigos. Zamacois, Raimundo de Madrazo, el mismo Fortuny se habían instalado en París y compartieron con Boldini la renovación de sus lenguajes. Otros como Sorolla, Ramón Casas y Zuloaga, exploraron una forma de retrato en otra línea diferente al italiano. De todas formas, Boldini “no cambió su manera de pintar aprendida en Florencia. Tuvo un estilo único que mantuvo a lo largo de su vida, basado en la intuición del instante y el movimiento, reflejado con rápidas pinceladas, pero sin perder nunca de vista la figura y la expresión del retratado”. La exposición se complementa con un magnífico catálogo.

En la Fundación MAPFRE también, pero en sus salas de Bárbara de Braganza y hasta el 26 de enero de 2020, se puede ver una exposición de fotografía, Eamonn Doyle, que explora el trabajo más reciente del fotógrafo irlandés (Dublín, 1969). Esta muestra se estrenó en 2019 en la RHA Gallery de Dublín, antes de viajar a Madrid, y se ha convertido en la mayor exposición de la obra de Doyle realizada hasta la fecha. Está compuesta por 153 fotografías, 5 fotolibros y una video-instalación de 9 pantallas, y se articula en seis secciones temáticas (i, ON, END, VISITA DE ESTADO, MADE IN DUBLIN Y K). La muestra permite al público español, además de conocer la obra de este fotógrafo poco conocido en España, experimentar el ritmo único del Dublín de Doyle que conoce muy bien por vivir en el centro de la capital irlandesa. El fotógrafo toma fotos también de sus alrededores desde ángulos inesperados, revelando una visión original de esta ciudad y de sus habitantes. Sus series i, ON y END, conocidas también como la trilogía de Dublín, con un uso estratégico del recorte y del encuadre, transmiten momentos de inquietud y de energía frenética, de soledad y comunidad. Las fotografías en color de gran formato muestran una serie de figuras espectrales que cambian constantemente de forma y están situadas frente a los dramáticos fondos de la costa oeste de Irlanda y de Extremadura en el oeste de España. Estas obras, y su instalación, aluden a la tradición irlandesa del “keening”, un lamento vocal por los muertos, y nacen en parte como resultado de la pérdida prematura del hermano y la madre del artista. Con las fotografías españolas de la serie K, Fundación MAPFRE continúa con su misión de apoyar a destacados fotógrafos en la realización de nuevos trabajos fotográficos en España. Esta exposición se complementa con un magnífico catálogo ilustrado.

En las salas del CaixaFORUM Madrid se ha presentado una interesante exposición, LUJO. De los asirios a Alejandro Magno. Esta muestra, en colaboración, de nuevo, con The British Museum y hasta el 12 de enero, intenta presentar el mundo antiguo desde una perspectiva extraordinariamente próxima, a partir de un juego de correspondencias y asociaciones que subraya los contactos habidos entre distintos pueblos. Presentando la cultura como una realidad viva, fruto del conocimiento y los intercambios entre pueblos. En este caso, nos ofrece una oportunidad única de explorar la forma en que las personas han creado y usado objetos de lujo a través de las culturas del Oriente Medio antiguo. Para ello, la exposición presenta un total de 217 piezas de las destacadas colecciones que atesora el museo inglés que nos describen lo que supuso el lujo en un momento de la historia-entre el 900 y el 300 a. C, una época sin precedentes en el desarrollo de objetos suntuosos- en el que la opulencia definió el poder económico y político de estos antiguos imperios. Los objetos van desde delicadas piezas de marfil y joyas, pasando por ornamentos de mobiliario, vidrios, cerámica y metales preciosos, hasta relieves asirios de gran tamaño, entre los que destacan los relieves de pared del famoso palacio de Nínive, así como las exquisitas piezas y miniaturas procedentes del tesoro del Oxus, el tesoro mejor conocido de objetos de oro y plata de la antigua Persia y de extraordinaria importancia por la calidad de sus piezas. La muestra se complementa muy bien con interesantes videos que no debemos perdernos. Con estos seis videos conoceremos la forma de trabajar los principales materiales con los que se elaboraron las piezas más lujosas que pueden verse en la exposición. La exposición también se complementa con un magnífico catálogo.

La otra exposición del CaixaFORUM Madrid es La pintura. Un reto permanente (Colección “la Caixa”), que es una exposición que aporta una nueva mirada en torno a una disciplina artística que lleva décadas ocupando el centro de la polémica de las prácticas artísticas contemporáneas. Ahora, ya lejos de antagonismos y polémicas estériles, el paseo que propone la exposición pretende aportar una nueva mirada acorde con los nuevos tiempos, más abiertos a la pluralidad y a la transversalidad en las prácticas contemporáneas. A lo largo de los últimos treinta años- desde la creación de la Colección “la Caixa” de Arte Contemporáneo-, la pintura ha asumido la hibridación y la pérdida de fronteras entre las disciplinas artísticas, y ya no está restringida a la superficie de la tela. La pintura siempre acaba reapareciendo como el Ave Fénix. Esta muestra precisamente explora esta evolución a través de 32 obras de una treintena de artistas, en su mayor parte pertenecientes a la Colección “la Caixa”, con una selección centrada en la abstracción y el concepto de materialidad y de pintura expandida. Entre los artistas destacan, entre otros, Gerhard Richter, Signar Polke, Jessica Stockolder, Ängela de la Cruz, Juan Uslé, Guillermo Mora y Robert Ryman. El recorrido, que confronta obras antiguas de la Colección con piezas más recientes, incluye nuevas adquisiciones y obras hasta ahora nunca expuestas en Madrid. Así permite revisar las obras más antiguas de la Colección desde una perspectiva actual y observar las más nuevas con la referencia de una larga tradición. Comisariada por Ninfa Bisbe, jefa de las colecciones de arte de “la Caixa”, se podrá ver hasta el 1 de marzo de 2020. La Colección se inició en los años 80 y está formada en la actualidad por más de un millar de obras, sobre todo de pintura de la que tiene unas cuatrocientas obras.

En el Museo Reina Sofía se ha presentado hasta el 23 de marzo de 2020 una curiosa exposición, Musas insumisas. Delphine Seyrig y los colectivos de video feminista en Francia en los 70 y 80, que explora la intersección entre el cine, el video y el feminismo en Francia a partir de la singular figura de Delphine Seyrig (1932-1990) y de su trabajo como actriz, activista y realizadora. El giro de cómo se convirtió, siendo una actriz de renombre internacional por trabajar con grandes directores, a lo largo de los años setenta en una activista feminista y del video que trabajó en estrecha colaboración con el movimiento de liberación de la mujer. Utilizando las posibilidades que ofrecía la tecnología del video portátil como herramienta de acción política explora nuevos cines en intensa relación artística con directoras como Chantal Akerman, Marguerite Duras, Agnes Varda o Ulrike Ottinger, con las que trabaja en términos de colaboración y compromiso estético y político común, así como en la labor que lleva a cabo promoviendo festivales y debates en torno al cine creado por mujeres. Durante la década de los setenta Seyrig conforma junto a Carole Roussopoulos, Ioana Wieder y Nadja Ringart el colectivo Les Insoumuses (Las Insumusas) para producir trabajos en videos que acompañan su activismo en el seno del Movimiento de Liberación de las Mujeres. Sin embargo, el compromiso político y estético de Delphine Seyrig y su círculo no se circunscribe al contexto francés. La muestra dedica un importante capítulo a señalar las relaciones que estas mujeres mantuvieron con el movimiento feminista en un horizonte trasnacional, coincidiendo con un tiempo marcado por la descolonización y los movimientos anti-imperialistas. La exposición se complementa con un buen catálogo.

En el Museo Reina Sofía también hemos podido ver, entre otras muy importantes, una estupenda y curiosa exposición Ceija Stojka. Esto ha pasado. La obra de esta artista austriaca-romaní (1933-2017) supone un testimonio excepcional, tanto por su rareza como por su calidad artística sobre el “prorrajmos”, la persecución y genocidio de la comunidad gitana a manos de la Alemania nazi. Deportada a los diez años junto con su familia, Stojka sobrevivió durante la Segunda Guerra Mundial a tres campos de concentración y dio cuenta de su experiencia cuarenta años más tarde, entre 1988 y 2012, cuando emprendió un intenso ejercicio de memoria mediante la escritura, el dibujo y la pintura. La presente exposición que se puede ver hasta el 23 de marzo de 2020 nos ofrece un encorrido por el conjunto del corpus artístico de esta prolífica y autodidacta creadora organizado a través de una serie de secciones temáticas que permiten reconstruir las distintas situaciones que afrontó. Está comisariada por Paula Asemberg, Noelig Le Roux, Xavier Marchand y coordinada por Patricia Molins, y es la primera monográfica que se le dedica en España a esta artista. Su trabajo, a partir de su terrible experiencia en tres campos de concentración (Auschwitz-Birkenau, Ravensbrück y Bergen-Belsen), sirvió para desvelar la persecución racial a los gitanos en los años treinta y cuarenta y está en el origen del reconocimiento oficial por parte del gobierno austriaco de su genocidio.. Además, fue un impulso para el asociacionismo reivindicativo de ese colectivo. Según se señala por parte de Gerhard Baumgartner en el texto del catálogo, en Austria el 90% de la población romaní y sinti fue asesinada.



Nuevo mapa teatral madrileño

El relevo de cargos públicos en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas ha provocado en toda España muchas destituciones en Centros artísticos que, además de parar proyectos, afectan a la creación teatral, a las compañías, a los festivales y a los centros mismos. No hay que olvidar que este sector depende del dinero público de las distintas Administraciones. De nuevo, después de un periodo de “buenas prácticas” de los gobiernos del cambio, parece que se imponen los nombramientos a dedo. Además de paralizar los proyectos estas imposiciones han provocado gran enfado en la profesión teatral que es de la que estoy hablando aquí. Concretamente, en Madrid, con el cambio en el equipo municipal, la concejala de Cultura, Turismo y Deporte, Andrea Levy, se ha propuesto “revitalizar” el mapa teatral madrileño. Desde la cuarta planta del Palacio de Cibeles y con su equipo, “sin el que sería imposible hacer este trabajo”, tiene como objetivo prioritario armar un mapa teatral con “naturaleza, identidad y reconocimiento” para “dar vida a las ganas de estar en la calle que tiene Madrid”. Porque a ella le da la sensación de que “nuestros espacios no tienen identidad propia, están desnaturalizados, no se sabe qué pasa en cada sitio y si no se sabe qué pasa la oferta pierde calidad y la demanda queda huérfana”, ha dicho en conversación con EL MUNDO. Algo de razón tiene la delegada del Área porque lo mucho que pudo haber hecho el anterior gobierno municipal quedó muy diluido y bastante invisibilizado. Ella dice que lleva medio año de trabajo, a contrarreloj y sin descanso, y con un despacho por el que ha pasado, dice, todo el mundo tras fijar su prioridad “revitalizadora”.

El programa por lo visto ya sido confeccionado y está listo para echar a andar. Pero, con estas prisas y bajo una única directriz, este ambicioso proyecto se ha saltado a la torera y se ha pasado por el forro cualquier concurso de “buenas prácticas” para elegir a los/as candidatos/as para dirigir las instituciones teatrales madrileñas. Ha primado el dedazo. Y sobre todo ha ido totalmente a la contra del duro trabajo, mejor, mediano o peor en sus resultados, que llevó a cabo el anterior equipo. En esto sí coincide claramente con las propuestas del gobierno municipal derechista que quiere destrozar todo lo hecho anteriormente sin intentar mediar en nada ni dejar algo bueno de lo anterior. Porque algo bueno habrá sin duda como para tirarlo todo a la papelera de un plumazo. Pero parece que, con esta política de tierra quemada, prima por encima de todo borrar cualquier sombra de la política llevada a cabo por doña Manuela Carmena. Como si soñasen y tuviesen pesadillas con ella todas las noches sobre todo el alcalde José Luis Rodríguez Almeida. Entonces, al menos desde fuera, nos da la sensación de que se está llevando a cabo una venganza más que de hacer política municipal. ¿Todo era tan nefasto? ¿No hay puntos de encuentro? De todas formas, por desgracia, este sectarismo es el que prima en la política española con algunas excepciones. Todo el mundo se ríe del ejemplo más palmario que es la Educación: nuevo gobierno, nueva ley de educación, en una política partidaria que se olvida del bien común que dice representar cada partido. No digamos la batalla que se avecina de la Concertada. Las pesadas losas no existían solo en el Valle de los Caídos: han sido muchos años bajo el manto protector del invicto Caudillo. Menuda derecha que tiene esta España que ha seguido siempre bajo los dictados del franquismo. Enhorabuena a Amenábar por su valiente película que, claro está, será criticada por tirios de tibia y por troyanos de revolucionaria. Este contexto es el que prima aún para entender lo que pasa en el teatro.

Andrea Levy, entonces, para empezar este gran cambio del mapa teatral madrileño, lo primero que ha hecho es revertir “el proyecto arbitrario y sin sentido” de Matadero ya que el equipo municipal de Carmena había disgregado las Naves de Matadero y el Teatro Español, lo que ciertamente fue contestado por parte de la profesión teatral. Se ha cerrado el Centro de Artes Vivas que sí había recibido críticas por sus reducidas asistencias. Según ella, la idea es recuperar un gran complejo cultural para asemejarse a las grandes instituciones europeas como el Theatre de la Ville de París o el Piccolo Teatro de Milán. No le faltan aires de grandeza a la delegada y parece que pica muy alto. “No quiero que nos comparen con ninguna capital europea, quiero que ellas se comparen con nosotros y por eso pongo el énfasis en que sea de calidad”, asegura. Al frente de esta reunificación “imprescindible” estará Natalia Menéndez con Luis Luque como acompañante. Para ella son “dos directores de altura” para “devolver las esencias a ese teatro que enorgullece a los madrileños desde la Plaza de Santa Ana”. Para llenar de contenido un espacio único y excepcional como Matadero a partir del mes de marzo cuando termine la programación actual de Mateo Feijóo. No hemos levantado ni una sola programación, señala la delegada al respecto. “Se han respetado todas las programaciones previstas por los cargos salientes e incluso las que estaban comprometidas pero no formalizadas”, aclaran fuentes de Concejalía de Cultura. Parece que no quiere perder el tiempo y ella sola es la que manda, no como en el anterior equipo, pero sabemos por experiencia que la calidad va siempre ligada al tiempo largo.

El nuevo equipo municipal va a cambiar también el “desangelado, anticuado y desdibujado” Teatro Fernán Gómez. “Hasta el bar está cerrado; tenemos un problema porque los bares tienen que estar siempre abiertos”, remata. Sobre todo en España, claro está y con partidos de fútbol cada dos horas si es posible. A la dirección de esta institución se incorpora la conocida profesional Laila Ripoll. Creo que es una magnífica elección la de esta mujer de teatro que se va a compaginar con Nacho Marín que sigue al frente como codirector de la dirección musical. Seis meses de teatro y seis meses de música en este centro al que se le van a dar 800.000 euros para una reforma profunda del hall y sus salas adyacentes. También se va a revitalizar el Conde Duque como “vanguardia de las artes performáticas” y en el que va a primar la danza. Esta institución es la que ha creado más polémica ya que sus directores, Isla Aguilar y Miguel Oyarzun, habían sido elegidos en concurso público por el anterior gobierno municipal. Con la “coartada”, en parte al menos cierta, de la queja de los trabajadores se han saltado a la torera el contrato de los antiguos directores que más vanguardistas no podían ser porque venían de Londres. Esto debía maravillar más bien a la concejala porque Londres es una de las cunas del teatro y se añadía así a sus metas de París y Milán. Curiosamente, la directora elegida para sucederles ha sido Natalia Álvarez Simó, que había sido relevada hace tres meses como directora de los Teatros del Canal por el nuevo gobierno madrileño. Un relevo que había causado sorpresa en la profesión ya que suscitaba una aprobación muy alta. Los resultados, tanto de calidad como de audiencia, que se habían conseguido en su programa más “vanguardista” eran excepcionales, convirtiéndose en un centro puntero. Tras su cese un millar de profesionales que se habían quedado estupefactos por dicho cese, incluidos los directores del Conde Duque, habían firmado una carta de protesta.



Teatro. Obras

En los Teatros del Canal, en su escenario Clece y del 26 de septiembre al 13 de octubre, se ha vuelto a escenificar en Madrid el brillante e imperecedero monólogo de Tony Kuhner, Homebody/Kabul, una pieza que viene ya de 2002. La acción de ambas piezas trascurre en 1998 y tiene, entre lo teatral y lo literario, una gran carga política. Aunque yo ya la había visto en el Teatro Español, en dónde Mario Gas, director artístico del teatro, estrenó las dos piezas (En casa/En Kabul) en 2007 no quise perdérmela por el memorable recuerdo que tenía. Mario Gas había trasformado el patio de butacas por una grada para que el público viera desde un ángulo distinto el choque entre Oriente y Occidente. Esta obra había sido escrita antes del 11S, y fue estrenada al completo como Homebody/Kabul después de los atentados con enorme polémica. El autor, judío, homosexual y antisionista, es uno de los escritores más polémicos de la escena norteamericana actual. Siempre políticamente incorrecto (Ángeles en América es su obra más conocida). De aquella obra múltiple de 2007 se rescata ahora el intenso monólogo de su comienzo a cargo de nuevo de la gran actriz que es Vicky Peña. En Homebody nos habla una mujer que, sentada en su casa de Londres, se imagina viajando a Afganistán para huir de su vida insatisfecha con su marido. Nos habla, al tiempo que de un naufragio personal y colectivo, de un sueño a través de una vieja guía de viajes con emotivas evocaciones históricas. A través de su deseo, que busca encontrar un refugio a su desconsuelo, nos despierta la conciencia al mismo tiempo que nos emociona. La obra, quizá por su gran inteligencia dramática, no ha perdido actualidad. Vicky Peña ganó, muy merecidamente, el Premio Max a Mejor Actriz por este papel. También hay que destacar el virtuosismo de Mario Gas como director e iluminador.

En los Teatros del Canal, también en el escenario Clece y en su sala Verde, se ha podido ver desde el 16 al 20 de octubre una obra de Virginia Wolf, Orlando, dirigida por Vanesa Martínez e interpretado en su papel principal, un ambiguo y longevo personaje, por Rebeca Sala. Estamos ante la sexta novela de la autora editada en 1928. Esta obra quizá sea el título más conocido de la autora pero es “posiblemente la menos audaz de sus obras, pues se trata de una biografía al estilo de las que se escribían en la época victoriana. Su padre, el escritor Leslie Stephen, era uno de sus mayores representantes. Lo innovador y moderno de Orlando es que, en manos de Virginia Wolf, se convierte en una reflexión irónica sobre ese género”, explica la directora del montaje a “El Cultural” del periódico “EL Mundo”. Esta nueva propuesta del Teatro Defondo de la Comunidad de Madrid se aparta de su repertorio clásico para entrar en el mundo de la autora británica. Se presenta, pues, como un juego literario, musical y temporal en el que Rebeca Sala, Pablo Huetos, Gustavo Galindo, Pedro Santos y Gemma Solé interpretan a más de treinta personajes. Con un problema añadido: “la novela no tiene diálogos, de modo que había que ponerle voz a los personajes. Basándome en las improvisaciones de los actores fui escribiendo, puliendo y ordenando cada escena”. Un proceso que califica de lento y laborioso pero divertido ya que ha retomado una de las facetas más olvidadas de la obra: el humor. “Mucha gente se ha hecho una idea equivocada de Orlando. Yo no paré de reír en toda la novela. Por eso me pareció crucial trasladarlo así al escenario. Es la manera de Wolf de exponer los conflictos”. Por las respuestas jubilosas del público parece que lo ha conseguido.

Para la directora, una importante razón para llevarla al escenario ha sido que esta obra sigue viva: “sus conflictos están siempre ahí. No en vano, Orlando vive cuatrocientos años intentando desentrañarlos…No creo que exista un tema más eterno y actual, especialmente la identidad y los roles que desempeñamos hombres y mujeres en nuestras sociedades”. Un texto que le hizo por ello sobre todo interpelarse, al cabo de ocho meses de escribir y reescribir para lograr un “universo habitable”, como creadora y como mujer ya que Virginia Wolf se centra en dos facetas muy importantes también en su vida: la identidad del artista y la identidad de género. Sin duda, Virginia Wolf plantea en esta obra maestra, llena de comedia y espíritu crítico, temas como el género, la identidad, la vida, el amor, la belleza o las convenciones sociales. Desde el siglo XVII en que arranca la obra en Inglaterra para contar las aventuras de un joven noble que un buen día al despertarse por la mañana es una mujer. Porque para poder completar su historia y acabar de escribir su poema El roble, tendrá que afrontar un gran desafío: una mañana al despertarse es una mujer. Hay que destacar en esta obra, además del magnífico trabajo de los intérpretes, la curiosa escenografía de Alessio Meloni y el Ensemble musical que es una pieza esencial ya que las distintas piezas musicales van llevando al espectador de época en época. Esta obra ha sido ganadora del 2018 Certamen Nacional de Directoras de Escena de la ciudad de Torrejón de Ardoz.

En la Sala Mirador he podido asistir al nuevo espectáculo, Yo, Mussolini, del gran Leo Bassi, uno de los grandes resistentes, simplemente “porque mola resistir”, del teatro y de la política. Hay que reconocer, en primer lugar, que está muy al día de la problemática sociopolítica y que sabe dar respuestas a los peligrosos momentos concretos que vive la sociedad española y del mundo en general. Siempre presto al combate dialéctico y sorteando numerosas dificultades, incluso atentados, ha ido dando siempre respuestas teatrales “políticamente incorrectas” a la absurda situación que se vive en España, uno de los países con mayor desigualdad social. En segundo lugar, hay que admirar su capacidad de resistencia física y mental porque el día en que yo asistí a la obra era el tercer acto que llevaba en el día y después del espectáculo que no era corto se permitió incluso hacer un largo coloquio con los espectadores. Sin duda, él le da mucha importancia a estos actos cara a cara con el público. En esta sala, en la que “se siente muy a gusto porque es de gente que ama mucho el teatro”, este enorme payaso, en esta última pieza, mezcla el drama social y el clown en una radical crítica social. Con un humor siempre trasgresor de hacer el ademán de tirarnos huevos o sandía (al final mejor no tirarla para que no digan que es un despilfarrador de comida). Reparte plástico para los primeros espectadores para meterles miedo y la verdad es que a veces aterroriza pero sobre todo lo logra cuando se va aclarando el parecido de aquella época y la situación actual. Estamos ante un payaso que desarrolla un monólogo en el que quiere hacer ver que el inventor del fascismo no era un payaso como quiere, o quieren que veamos, verse hoy. Pero sobre todo su objetivo es criticar y desmitificar al partido Vox, unos blandengues al lado de “Il Duce” original. Todo un ejemplo de resistencia inteligente a la intolerancia el de este irreverente Bufón.

En la Nave 73 he podido ver un montaje, Pasos perdidos, un nuevo espectáculo de Teatro en el aire con dirección y dramaturgia de la chilena Lidia Rodríguez Correa que lleva al frente de la compañía desde 2002. Da gusto salir reconfortados de estos espectáculos de salas alternativas que nos limpian, por su frescura, el polvo comercial que vamos arrastrando una y otra vez en los teatros más institucionalizados. Igual que en el espectáculo anterior, pero de otra manera, nos sentimos inmersos en un teatro ritual pleno de poética del rito. Estamos aquí ante una auténtica experiencia para sentir, teatro sensorial, porque de entrada nos estamos moviendo, antes de sentarnos, con los actores de este terrible drama de la emigración. Podemos sentirlo y respirarlo al menos sin quedarnos fuera como meros espectadores. Así podemos compartir desde más cerca, caminando con ellos y sentados alrededor, la odisea de estos seres obligados a emigrar. Un auténtico drama que les hace pasar por una navegación con múltiples peripecias hasta llegar a una supuesta tierra prometida. Una propuesta muy solidaria en todos los sentidos tanto teatrales como político-sociales por la cercanía y la comunicación de los actores y los espectadores que comparten hasta la comida de la dura travesía. Esta interesante propuesta sensorial invita al público a navegar con los actores “a corazón abierto”. Nunca mejor dicho porque todos formaremos parte de ese éxodo que parece no terminar nunca, en un mundo en el que miles de personas se lanzan al mar de lo desconocido tratando de hacer de su existencia un lugar más habitable. Para llevar a cabo esta propuesta sensorial la compañía cuenta con un elenco de actores y actrices experimentados/as que nos ayudan a hacer bien esta inmersión teatral plena de sentido. Más que teatro “consentido” por acumulación incesante y repetida estamos necesitados de experiencias teatrales con sentido (libro de Víctor Frankl: “El hombre en busca de sentido”), en este caso la fortaleza del ser humano frente a la tragedia. Coreografía, música y espacio sonoro ayudan en la inmersión teatral.

El Teatro de la Abadía se está moviendo ahora, en su programación, con un ritmo muy rápido y agitado, quizá por el cambio de dirección que ha recaído en Carlos Aladro como continuador del prestigioso director José Luis Gómez. Espero con miedo, desde luego con mucho recelo, que tanta velocidad “alternativa”, que a veces incluso se repite en las dos salas al mismo tiempo con medio aforo como mucho, no le haga perder a este ilustre teatro el público que había logrado fidelizar con tanto esfuerzo a lo largo de estos años. Desde el 19 de septiembre por aquí ha pasado una variedad enorme de espectáculos: la compañía gallega Voadora, dirigida por Marta Pazos, con el irregular espectáculo Hemos venido a darlo todo, resultado de un laboratorio de creación escénica; Pasión (Farsa trágica), un complicado y exigente texto de Agustín García Calvo, dirigido con enorme esfuerzo por Esteher Bellver y su compañía, a partir de un taller en los Laboratorios Rivas Cherif del CDN; la Compañía de Babel con la pieza, versión para mí innecesaria del gran Mercader de Venecia, Mercaderes de Babel, dirigida por Carlos Aladro; la potente compañía argentina de Mauricio Kartun, con la magnífica Terrenal. Pequeño misterio ácrata con autoría y dirección de Kartun, que ya había estado en el pasado Festival de Otoño, dirigido por Aladro; Bella figura del portugués Teatro Nacional de Sao Joao que no pude ver igual que el BEST OF BE FESTIVAL que se celebra todos los años en este teatro; tampoco pude ver dos espectáculos de danza; pero sí pude ver, finalmente, A.K.A (ALSO KNOWN AS), una muy interesante pieza de Daniel Meyer, bien dirigido por Montse Rodríguez Clusella y muy bien interpretada por Albert Salazar, a la que le falta más complejidad dramática a la hora de plantear los importantes temas que subyacen.



Festival de otoño 2019

Por otra parte, el Teatro de la Abadía se ha convertido en uno de los centros neurálgicos del Festival de Otoño 2019, que este año ha tenido uno de los planteamientos más absurdos que haya podido tener a lo largo de su existencia. Han logrado volver casi loca, además de los trabajadores imagino, a la crítica y supongo que a los espectadores que aman de verdad las artes escénicas al presentar una programación apabullante e imposible de seguir por la coincidencia de los días de muchos espectáculos. Para ver lo programado se requería como mínimo un mes de programación o todo el otoño pues para eso se llama Festival de Otoño. Además, nos hemos encontrado, en medio de ese atropellamiento de espectáculos que se pisan unos a otros, con algunos que venían muy bien avalados y que a la postre, con escasas excepciones, han resultado flojos, irregulares o incluso decepcionantes. Con estos logros al final queda la pregunta de si Madrid necesita este Festival de Otoño, más propio de otras épocas de escasez de obras de relevancia internacional, cuando hoy la capital tiene un importantísimo nivel teatral con instituciones vanguardistas en dichas artes escénicas que espero que no se cierren. Para no caer en el pesimismo total destaquemos en este mismo teatro, en medio de otras obras bastante irregulares, la convincente propuesta del chileno Marco Layera/Teatro La Re-sentida que este año ha venido con una obra muy interesante, Paisajes para no colorear. Si bien su obra del pasado año no acabó de convencerme, tengo que decir que ésta, que compartí con un público de no estreno que la aplaudió en pie mucho tiempo, me pareció muy clara y contundente a la hora de darle sentido al teatro en relación a los problemas que nos acucian hoy en día. En este caso, “los incontables actos atroces de violencia cometidos contra adolescentes de sexo femenino en Chile y en el resto de América latina”. Al final desplegaron un gran cartel con la denuncia de la violación de los derechos humanos en Chile. Hay que destacar el trabajo y el nivel de resistencia teatral y político-social de esta compañía y su valentía a la hora afrontar estos temas.

Voy a destacar también, entre las obras que presencié, la primera visita al Foro, en la sala verde, no la roja que merecían, de los Teatros del Canal de la reconocida actriz Maja Kleczewska (1973) con el Silesian Theatre, los días 20 y 21 de noviembre, para representar el espectáculo Under the influence (Una mujer bajo la Influencia). El punto de partida de este montaje es la película de John Cassavettes del mismo título de 1974 de la que esta obra es una versión, una radiografía del amor y la familia. Al final una reflexión crítica sobre el papel de la mujer actual en la sociedad y en el núcleo familiar. Para la directora, formada en psicología, y menos optimista que el director de cine, esa mujer más que una enferma que necesita un tratamiento es una víctima de un sistema alienante. Por eso, al mismo tiempo que escarba como los griegos en las raíces de nuestra identidad, explora el lado oscuro y el luminoso de su protagonista Mabel. Sandra Korzeniak, ya reconocida tras interpretar a Marilyn Monroe en la obra de Krystian Lupa, Persona, interpretó ese papel de tal forma que el público madrileño, que al final de la función aplaudió en pie bastante tiempo. Recordaremos barstante tiempo, además del creativo montaje en sí, entre el teatro y el cine, la magnífica interpretación de esta actriz. ¡Se había metido tanto en su papel que salió a saludar aún traspuesta! ¡Qué maravilla! ¡Qué nivel teatral! Hay que decir que la directora, además de discípula de Lupa al que considera un genio y visionario maestro de la vieja escuela, fue asistente en sus inicios de Warlikowski que, según ella, lo cambió todo tras 1989 al incorporar el teatro polaco a la tradición europea.

Pienso que el teatro, más que el ambicioso y difícil de creer “querer cambiar el mundo” que propugna el director Milo Rau, podría antes, por ejemplo, tratar de “entender los miedos que llevan a votar a la extrema derecha. Hay que ir a la raíz del miedo” que propone la directora polaca. Tarea difícil ciertamente de por sí en Polonia ya que “estamos viviendo una profunda crisis por el contexto político. Algunos teatros de referencia, como el Stary de Cracovia o el Polski de Breslavia, han perdido el peso que tenían. Es muy fácil desmantelar un teatro, lo puedes conseguir en una sola temporada. Levantarlo, en cambio, requiere muchos años”, se lamenta. Pero el teatro polaco tiene una larga tradición de resistencia e incluso bajo el estalinismo se mantuvo encendida la llama libertaria. Creo que la compañía polaca que hemos visto lo debe estar pasando muy mal en su país gobernado por Justicia y Libertad y tiene que rebelarse contra esa irrespirable situación y contra los recortes que les imponen. Sin embargo esa noche no se hizo la víctima y ni siquiera pidió la chorrada de la foto con el público. En Polonia incluso algunos directores como Rodrigo García han tenido que suspender alguna representación y algún estreno por la presión ultrarreligiosa ya que no podían garantizar la seguridad de los espectadores y del elenco por lo que acabaron cediendo. Me sigue admirando la potencia del teatro polaco en el que se nota además que se lo curran como si les fuese su vida en ello. Lo he vivido antes en otras representaciones y lo he vuelto a vivir esa gran noche entre lo fílmico y lo teatral. Hay que recordar que esta directora aprovechó el escaparate internacional que le brindó la conquista del León de Plata de la Bienal de Venecia en 2017 para denunciar el desmantelamiento de algunos teatros emblemáticos. Sigue desarrollando sin miedo su teatro a contracorriente.



Danza

En los Teatros del Canal hemos podido ver, en su escenario Clece, desde el 30 de octubre hasta el 10 de noviembre, el último espectáculo de María Pagés, Una oda al tiempo, un espectáculo que ya se había podido ver el año pasado. Este espectáculo es una coreografía flamenca sobre la contemporaneidad y sobre el continuo y necesario diálogo sobre la memoria que quiere plantear desde la tradición flamenca una reflexión sobre el presente en su dimensión ética y artística. Por ello, se pregunta sobre lo que está pasando en el mundo actual para que el arte se exprese como lo hace sin miedo a sumergirse en las inquietantes sombras que presiden nuestro tiempo y su devenir para buscar luz en medio de las tinieblas. En el fondo nos habla sobre la implacable irreversibilidad del tiempo, sobre el cuerpo, los deseos, el arte y la vida. Y sobre lo efímero del tiempo y de la eternidad. Estamos ante una alegoría del tiempo en que vivimos, con sus posibilidades de felicidad, sus utopías y también sus crisis, retrocesos de la democracia, ataques a la igualdad, terrorismos…temas vistos a través de Platón, de Marguerite Yourcenar, de Jorge Luis Borges o de Pablo Neruda. En una escritura que intenta trascender la dramaturgia tradicional del flamenco buscando un ritmo que refleje su condición cambiante y polimorfa. En este espectáculo María Pagés, ya en la síntesis plena de su madura experiencia, se acompaña de un elenco de cuatro bailaoras, cuatro bailaores y siete músicos para explorar no solo la tradición flamenca sino también la cultura española. Lo hace revisando los palos flamencos alimentándolos con la esencia contemporánea de Goya, Picasso, John Cage y su visión del tiempo y del arte. Redondo y bello espectáculo dirigido por María Pagés (también coreografía, dirección musical y diseño de vestuario) y el Arbi El Harti (también dramaturgia y textos y letras). ¡Por fin!

En los Teatros del Canal, también en el escenario Clece, pero solo el 13, 14 y 15 de noviembre, hemos tenido la suerte y el placer de disfrutar, en Madrid, de un importante espectáculo, Marie/Antoinette, de Thierry Malandain. Esta destacada personalidad de la danza internacional, con más de 80 creaciones a sus espaldas, fundó en 1998 el Ballet de Biarritz, una compañía formada por 22 bailarines. De Malandain hay que destacar creaciones como “Noé” o “La bella y la bestia”, entre otras muchas. Fue el año pasado cuando comenzó, por encargo de la Ópera Real de Versalles, a trabajar en el espectáculo que podemos contemplar ahora, cuya protagonista es la guillotinada reina, una figura que ya forma parte del imaginario colectivo. Pero que Malandain ha recuperado al considerar que esta mujer, además de encargarse personalmente de organizar los espectáculos de la corte e involucrarse incluso en la organización de los de París, fue una auténtica mecenas de grandes artistas como Christoph Williband Gluck, su profesor de música en Viena y a quién hizo mudarse a la capital de Francia, o del coreógrafo Jean Georges Noverre (considerado uno de los padres del ballet moderno), a quién colocó como maestro de ballet en la Ópera en 1775. Con este espectáculo rompe con la figura estereotipada de una reina que solo se dedicaba a cumplir sus deseos y a divertirse en fiestas cortesanas. Aficionada al canto, e intérprete de clavecín y arpa, participó en varias comedias mostrando predilección especial por las arietas. “Es sin duda un personaje sumamente interesante y para contar algunos momentos de su vida he utilizado las “Sinfonías 6, 7 y 8” de Haydn y algunos fragmentos de la ópera “Orfeo y Eurídice” de Gluck”, señala el director. Un espectáculo de gran belleza formal.

Anotación última:

En los Teatros del Canal esperamos también que Luz Arcas (Málaga, 1983), directora en Madrid de su compañía La Phármaco, pueda completar Bekristen/Cristianos, primera parte de una trilogía que ha comenzad con su primer capítulo: La domesticación (13 a 16 de noviembre). La propuesta es sumamente interesante: “bailamos la capacidad del cuerpo para reivindicarse a sí mismo y para resistir los intentos de neutralización del sistema”, declara. Por su parte, en el programa de mano, el crítico de danza Omar Khan señala la novedad de este espectáculo: “aborda la problemática de frente y no a través de la metáfora, lo que ha empujado a la coreógrafa a inyectarse algunas dosis de realismo en las venas”. Esta pieza tiene la coreografía y dirección escénica de Luz Arcas y la dirección musical de Abraham Grajera. El proyecto se inició hace tres años en Guinea Ecuatorial. Intenta reflexionar sobre la compasión como necesidad humana, trauma social y fracaso colectivo. En este primer capítulo unos cuerpos compiten por alcanzar el modelo que les salve de su propio cuerpo: el hambre, la muerte, el miedo, la memoria o la enfermedad”, aclara la directora.



Cine. Inauguración: MK2

El 4 de octubre tuvo lugar en Madrid la inauguración de la sala de cine mk2 Institut Francais Madrid, donde los espectadores encontrarán, de viernes a domingo, una programación insignia del sello mk2: cine de calidad en versión original subtitulada, acompañada en ocasiones de encuentros con cineastas, preestrenos y eventos especiales. Un espacio donde se defenderá una mirada crítica y singular del mundo y se reflejará la diversidad del paisaje cinematográfico mundial. Un auténtico punto de encuentro para los amantes del séptimo arte, donde, siguiendo la filosofía de la marca, se ofrecerá un cine de autor y de calidad. Un cine del productor y exhibidor francés Marin Karmitz (81 años, Bucarest), quién había emigrado a Francia siendo un crío, y donde fundó mk2, primero, como productora en 1967; después como distribuidora, y, desde 1974, como empresa de exhibición. Como empresa de exhibición, entre Francia y España mk2 suma 26 salas y más de 200 pantallas. En España posee en Andalucía la cadena Cinesur, en Madrid los cines Palacio de Hielo, y desde hace dos semanas gestiona, en el centro de la capital, la sala del Instituto Francés, gestión que ya ha delegado en sus dos hijos. Su deseo de tener salas en Madrid y en España viene de un anterior paso por el Instituto Francés donde se presentaron películas suyas al tiempo que la Filmoteca le hacía un homenaje. Recuerda de ese momento el haber presentado una película, Melo de Alain Resnais, una película que él había producido. “En cierto modo, al volver a esa sala, se cierra una especie de círculo personal que me procura un placer particular2, declara.

Como productor ha levantado más de cien películas de los más importantes directores de cine como Chabrol, Godard, Ken Loach, Kieslowski, Haneke, Resnais, Malle, Varda, los Taviani, Angelopoulos, Kiarostami, Hong Sang Soo, Dolan…. y sin hablar inglés. La trilogía Tres colores es la obra de la que más se enorgullece. Estamos al mismo tiempo ante un hombre al tiempo muy curioso que posee una notable colección de arte contemporáneo. Y hay que reconocer que no ha habido un hombre como él en el cine europeo y pocos a su altura en el cine de autor mundial. “Soy como una matrona y un pediatra: ayudo pero no soy la madre”, declara. Cuando abrió su primera sala en París, en 1974, solo había cines en versión original en el barrio latino. “Había que ir allí si queríamos ver una película que no estuviese doblada”. Por eso se instaló en un barrio popular donde solo existían películas de kárate y salas X Así nació el mk2 Bastilla. Reconoce que la versión original representa el mayor respeto posible por el autor y para el espectador supone una posibilidad de comprender otras lenguas y otras culturas, al tiempo que supone una apertura hacia el otro y hacia el mundo. Vivimos aislados los unos de los otros en Europa frente a la predominancia del mercado norteamericano por lo que hay que defender una historia del cine europeo. Además de defender el cine como elemento de cohesión social de una ciudad. Un cine como forma de resistencia frente a la desertización cultural y frente a la desertización del centro de las ciudades. Un hombre, en suma, con las ideas muy claras: “Netflix es un depredador” que hay que intentar regular. La industria ya se unió antes para obligar a Canal+ a que negociara con el cine. En aquella ocasión el depredador se autorreguló y eso no ha pasado con Netflix.



Nuevo ciclo de cine en el Instituto Francés

Al tiempo, pero sin tener nada que ver con lo anterior, el Instituto Francés de Madrid ha organizado un nuevo ciclo de cine-debate, Carta blanca a.., que se llevará a cabo los últimos lunes de cada mes a las 19´30. En este ciclo una personalidad del mundo del cine español nos presentará su película favorita y conversará con Florian Peleato, escritor y crítico de cine. Ha arrancado con Jaime Rosales, quién, con su película Soledad, ganó el Goya al mejor director y a la mejor película en 2007. Este ya reconocido director de cine ha escogido la interesantísima película Pickpocket (1985), todo un clásico, del gran director francés Robert Bresson, cuyo cine está caracterizado, según él, por la plenitud de las imágenes y por recurrir a actores no profesionales. El ciclo ha tenido, pues, un magnífico arranque, todo un lujo, que se ha confirmado en la presentación-charla, con el didactismo sencillo que emana de la conversación y la persona de Rosales, que nos ha hablado de sus puntos de vista sobre el cine y de la importancia de la forma fílmica y no solo de la historia. Siguiendo a sus maestros: Ozu, Dreyer y Bresson. No voy a hablar de la película ya muy conocida sobre todo para el público cinéfilo en la que Rosales destaca las miradas y los gestos en un proceso de mostrar y ocultar. Ha señalado que el arte nos hace ser más completos pero no éticamente mejores. Hay que decir que, por desgracia, la asistencia ese día no fue muy abundante pero sí escasa para una sala tan grande. El ciclo va a proseguir con importantes películas y directores que se pueden ver en el programa de mano del ciclo. Atención porque la próxima será el lunes 16 de diciembre.



PELÍCULAS

Entre las películas a destacar en esta temporada otoñal esta la última de Woody Allen, Un día de lluvia en Nueva York, una película inspiradísima que ha elevado el nivel del genio de Manhattan. Esta nueva comedia romántica es para algunos menor, pero a mí me parece que está entre lo mejor del cineasta. En medio de las acusaciones de pederastia, y aunque la justicia le haya declarado inocente, Amazon había decidido no estrenar la película en Estados Unidos. La han tenido secuestrada durante un año. La persecución y el acorralamiento al que le han sometido inquisiciones de todo tipo no han hecho, por suerte para sus fieles espectadores, que pierda su estado de gracia. Lo que permitido que nos ofrezca esta película jovial y luminosa sobre dos adolescentes en su querida ciudad de Nueva York. Una urbe que ya no es, por desgracia, la que era y la que él tanto amaba por lo que, melancólicamente, la añora en medio de la lluvia. Con toda su feroz misantropía la misma que siempre ha estado presente en todos sus dramas. En esta comedia tan fuera del tiempo, tan anacrónica igual que su creador, pero tan bella, tan elegante en su minimalismo. Como un film de los años 30 de su querido maestro Lubitsch (Trueba dixit). Tan encantadora que la disfrutamos en un suspiro ya que el tiempo nos pasa volando. Como un sueño irreal que nos deja fascinados en el que sus protagonistas (Timothée Chamelet, Elle Fanning y Selena Gómez) viven encuentros inesperados, tan mágicos y precipitados que algunos espectadores pueden rechazarlos por increíbles. Pero siguen presentes la fascinación de Allen por las clases adineradas, sobre todo por sus secretos y sus dudosos orígenes y su hipocresía. ¡Magnífica la conversación entre la madre y el hijo en la que le cuenta sus historias de prostitución! Estupenda la visión de los depredadores sexuales que intentan llevar al huerto a la inocente estudiante de periodismo!

Otra película muy interesante de esta temporada que, además iniciaba el mk2 en el Instituto Francés, es la cuarta y última de Céline Sciamma, Retrato de una mujer en llamas, que también su guionista En ella la directora nos introduce en la intimidad de una relación apasionada entre dos mujeres en una isla de la Bretaña francesa en el siglo XVIII (1770). Una auténtica burbuja de libertad exclusivamente femenina. Estamos ante una propuesta de gran belleza formal y, desde luego inequívocamente feminista. El hombre está excluido en esta película presidida por la solidaridad de género entre las dos grandes actrices que son la menos conocida Noemie Merlant y la ya familiar Adele Haenel. Curiosamente, la cineasta Céline Sciamma y la actiz Adele Haenel son pareja en la vida real. El fuego romántico de las dos enamoradas, una joven de distinguida familia que acaba de salir del convento y abocada a un matrimonio concertado y una artista encargada de pintar a escondidas su retrato, que servirá como carta de presentación a su futuro marido, se expresa a través de sus ardientes y apasionadas miradas a lo largo de la película. Las miradas insistentes y fascinadas de una artista que retrasa una y otra vez su trabajo para mantener la cercanía con su amada y su modelo. Al borde siempre de un precipicio de amor prohibido como utopía de un amor trágico. Una proyección hacia ese tiempo de convicciones de estos tiempos subvirtiendo así muy sutilmente los patrones narrativos del cine clásico para reconstruirlos en una relación con patrones feministas y queer. ¡Una maravillosa película! Fue una pena que se encontrara con Parásitos y quedara relegada, aunque ganó el Premio al Mejor Guión, en el pasado Festival de Cannes

Otra película a destacar también en esta temporada otoñal es la del director Ken Loach, Sorry we missed you, una película que está entre la mejores de las suyas y que ha participado en el Festival de Cannes (Competición sección oficial 2019) y que ha sido el Premio del público a la Mejor Película Europea en el Festival de San Sebastián/Donosita Zinemaldia. Este trabajo del director británico muy preocupado por el Brexit, de nuevo en colaboración, la décimoquinta, con su guionista habitual Paul Laverty es uno de los que le ha salido más redondo pese a sus detractores también habituales. De nuevo en la denuncia de los estragos del capitalismo Loach sigue siendo el gran analista de la clase trabajadora de la clase trabajadora británica y su punta de lanza ya que se mete a fondo en el tema de la mensajería de los bienes de consumo y su impacto en un transportista ya no muy joven, en medio de los emprendedores y de los autónomos, de la autoexploración obrera camuflada de autónoma. En suma los peligros de la “economía llamada colaborativa” y del “emprendimiento”. Al tiempo que un verdadero drama intimista sobre lo que ocurre en la vida diaria de la gente corriente que intenta llegar a fin de mes. En este caso de ese matrimonio de Newcastle con sus dos hijos que vive la tragedia familiar de la falta de tiempo para verse y os problemas que conlleva acordes con el título de la película. Con este drama poderoso y emotivo, veraz y apasionante, hace que nos metamos a fondo en los problemas de esos personajes a los que aman tanto el director como su guionista. Yo vivo desde el primer momento el desasosiego y la ansiedad del personaje del mensajero muy bien interpretado por Kris Hitchen. Nosotros, como “prosumidores” de esos bienes transportados, también somos cómplices de ese sistema explotador.

Otra importante película que ha pasado bastante desapercibida por su fugaz paso por las salas con la excepción del Círculo de Bellas Artes ha sido Ray y Liz (Gran Bretaña, 2018), el debut en el largometraje del gran fotógrafo Richard Billingham. Esta dura y áspera película nada fácil de digerir para un público más comercial nos recuerda y nos trae rápidamente a la memoria las imágenes del director Terence Davies sobre su Liverpool natal. Pero, igual que en aquellas la forma de fuga de aquella terrible infancia, es la poesía la que nos devuelve la necesidad hecha virtud. Organizada en tres actos la película busca en la infancia del artista, en su familia y en su propia vida, un retrato nada complaciente de aquel crudo mundo que le tocó vivir. A los 19 años Richard Billingham ya fotografiaba a su padre alcohólico y desdentado y a su madre haciendo puzzles en medio del infierno cotidiano en el que sobrevivían. Entre lo trágico y lo cómico va tejiendo un testimonio, muy político también por cierto, de aquella época. Y la verdad es que su gran trabajo cinematográfico logra emocionarnos por su rigor y claridad sin necesidad de recurrir a los trucos ni a los sentimentalismos, sin usar trampantojos. El feísmo de los hogares con sus papeles pintados y sus cutres espacios enmoquetados en los que viven y malviven unos pobres seres al tiempo que seres pobres de carne y hueso nos llega al corazón y nos deja conmovidos por bastante tiempo. En la más descarnada tradición del “realismo de fregadero” que tanto ha desarrollado el cine británico. Billingham, que sigue siendo fotógrafo, nos muestra, autobiográficamente, sin pudor pero con mucha poesía, ese sórdido mundo de una manera desde luego muy diferente a la de Ken Loach que he comentado antes.

Pero sobre todo hay que destacar dentro de esta temporada otoñal la última película del gran director italoamericano Martin Scorsese, El Irlandés, una verdadera cumbre de su filmografía que, a través de la narración de su principal protagonista, nos vuelve a hablar de la mafia. Después de películas como Malas calles (1973), Uno de los nuestros (1990) y Casino (1990) Regresa así, en estilo serie, al género de gánsters con una obra maestra que recorre varias décadas en la turbulenta historia de Estados Unidos, sobre todo ficcionando las actividades y la desaparición del mítico sindicalista camionero Jimmy Hoffa (1913-1975) (Al Pacino) del que Frank Sheeran (Robert De Niro) fue sicario y colaborador. La desaparición de Hoffa, en la que estuvo involucrado el “Irlandés” al que se le atribuyen más de 25 asesinatos, un asesino a sueldo que dice dedicarse a pintar casas, se ha convertido en un misterio aún sin resolver. Scorsese nos ofrece aquí una versión plausible de los hechos. En esa trinidad del hampa hay que incluir al callado mafioso pero poderoso Russ Bufalino (Harvey Keitel). La pena es que la gente, por ser producción de Netflix y tener como destinatario a la televisión, haya tenido que ir corriendo a los cines para poder verla. Estamos ante un Scorsese en estado de gracia con una narrativa sobria, fría y serena, que hace que durante tres horas y media no respiremos ni vayamos al baño ni los fumadores compulsivos salgan de la sala. El director de nuevo con De Niro como gran protagonista al ser el narrador de esta maravillosa y dura historia, eso si con “cirugía estética digital” porque, por desgracia, por ellos como por nosotros pasa el tiempo y en la película hay muchos saltos en el tiempo y las edades de los personajes cambian. Pero todo esto no afecta para nada al desarrollo de la trama ni a su verosimilitud.

Por cierto, la película crea su propio concepto de tiempo y el relato se estructura para dar cuenta de cómo se organizaron las tramas y las luchas de poder y políticas en ese largo periodo de tiempo. En ella aparecen también hechos históricos reales como el asesinato de Kennedy y otros que no dan pie a ninguna digresión fuera del ritmo temporal marcado. Un ritmo siempre sosegado a pesar de la dureza de los hechos. El estupendo guión de fondo trágico shakespeariano es de Steven Zaillian (el libro de Charles Brandt). El comienzo de la película ya en sí mismo es maravilloso buscando tras un largo desplazamiento (“travelling”) por las estancias y los personajes de la residencia de ancianos al protagonista que es la fuente de la que mana la historia. El viejo Frank Sheeran desde su soledad de unas salas vacías, su habitación es muy fría, de una residencia de ancianos, en una silla de ruedas, y con la única visita de un sacerdote, nos cuenta su vida, sin arrepentimiento, no solo la criminal sino también la familiar y la amistosa. Tiene miedo de cerrar la puerta quizá también porque en el fondo está esperando la visita de su hija que no se produce. Sufriendo el alejamiento y el desdén de su hija que nunca ha aceptado su actividad delictiva que no le ha perdonado. Al lado de Robert De Niro (Frank Sheeran, alias “El Irlandés”) están otros actores también grandes como Al Pacino y Joe Pesci, sin desmerecer a Harvey Keitel, Stephen Graham y Anna Paquin, No hace falta recordar que absurda es la polémica acerca del menosprecio que este experimentado director ha hecho del cine superhéroes. Y la pena es que también Scorsese no rejuvenezca de verdad veinte, treinta o cuarenta años para poder seguir maravillándonos con sus fascinantes películas

- En relación con la Mafia, magnífico programa doble, también se ha podido ver otra gran película. Estoy hablando de la última película de Marco Bellocchio, El traidor, que supone otro hito en las películas de mafiosos. Tanto Bellocchio como Scorsese utilizan las biografías de sus respectivos personajes para contarnos la historia de la Mafia, que a su vez se encuadra dentro de la Política y la Historia del siglo XX. Pero, en el fondo, se habla de la muerte y la vida, del paso del tiempo y de la soledad. En ambas, un personaje se enfrenta, de modos diametralmente opuestos, al entramado mafioso, a una estructura muy cerrada, que no acepta disidencias de ningún tipo y rápidamente las castiga con la muerte. Los paralelismos de las dos películas son bastantes sobre todo en sus personajes paradójicos. A primera vista la película de Bellocchio es una biografía de Tommaso Buscetta, el mafioso palermitano que decidió colaborar con la justicia y cuyo testimonio fue imprescindible para que los jueces Falcone y Borsellino (ambos fueron pronto asesinados) lograsen desmontar el enorme poder mafioso de Totó Riina. Sin embargo, esta película va mucho más allá al hacer un vivo retrato de un personaje contradictorio, muy complejo y vividor, el primer arrepentido de la Cosa Nostra que permitió, con sus confesiones, el arresto y enjuiciamiento de 475 miembros de la Mafia italiana. Pero al tiempo es también una detallada crónica de la convulsa historia de Italia en los últimos veinte años del siglo XX, marcados por la guerra del Estado contra la Mafia. Pero Buscetta es un mafioso corrupto que a su vez denuncia la corrupción sistémica del Estado. Al director no le tiembla la mano al poner nombres y apellidos.

La narración de la película está fragmentada y da saltos en el tiempo y se desarrolla en distintos escenarios (Sicilia, Brasil, Estados Unidos). Por ello, los espectadores que no conozcan la historia de Italia de los años 80 y 90 se pueden perder en este laberinto. Pero el octogenario director maneja férreamente el guión y logra una de las cimas de su filmografía que entronca y está llena del aliento del mejor cine político italiano de los 60. Así logra que vivamos la historia como un vibrante y fascinante thriller en el que no deja cabos sueltos. El director, un combativo y resistente nato siempre comprometido en su lucha política aquí, en esta apasionante historia, logra un bello equilibrio entre su compromiso y su rabia y su acabado formal. Sobre todo gracias a su mesura a la hora de presentarnos los hechos. Y sobre todo gracias al gran actor Pierfrancesco Favino, quién ha sido capaz de dotar de humanidad a un personaje que tendríamos que despreciar. El arrepentido, “pentito”, tiene unos magníficos diálogos con Falcone en los que el heroico magistrado le desmonta la tradicional y mítica nobleza de la Mafia, según Buscetta corrompida por los nuevos tiempos. Así la función social del crimen queda desmitificada y desacreditada, incluso en sus dos modelos, el del vividor Tommaso y el del ascético Riina. El guión y los diálogos se reflejan en una inteligente narrativa que va mostrando no solo los entresijos del poder de la Mafia y sus crímenes, sino también de la Iglesia y del Gobierno, cuyos tentáculos llegan a alcanzar al Estado y, concretamente, al poderoso Giulio Andreotti que teje los hilos en la sombra.



Música. El ciclo de ibermúsica

El ciclo de Ibermúsica ha comenzado su temporada 2019/20 por todo lo alto, al tiempo que se celebra nada menos que de su 50º Aniversario, con dos conciertos (8 y 9 de octubre) de la Philarmonia Orchestra de Londres. Una de las orquestas con mayor número de conciertos en este ciclo y una de las grandes orquestas internacionales, fundada en 1945. Ha sido bajo la batuta de su Director Titular y consejero artístico Esa-Pekka Salonen (61 años), también compositor reconocido. Fue precisamente con Ibermúsica, creada por Alfonso Aijón, con la que el director debutó en España, en el Festival de Granada, cuando tenía solo veinte años, a principios de los ochenta. Lo recuerda porque, por un lado le produjo trauma, y, por otro lado le hizo ganar seguridad en sí mismo. En el primer concierto tocaron la Sinfonía Núm 9 de G. Mahler (1860-1911), una pieza muy metafísica que expresa la desolación ante lo infinito en la que el compositor da rienda suelta a su dolor y al tiempo a su amor por la vida. Salonen, en una entrevista a “El País”, cree que esta pieza de Mahler es su obra más importante ya que “como prototipo de su estilo alcanza la perfección en lo que él buscaba para sí”. Desde el andante como primer movimiento al adagio final. El primer movimiento, uno de los más difíciles de ejecutar del repertorio, es impresionante y no siempre se sale airoso. “El principio es una especie de síntesis ideal de un movimiento de esas características. Es muy extraño, completamente inusual. Pasa de la lírica y la ternura a la violencia casi al tiempo; se adentra en una transformación constante y nos lleva de paseo a través de una especie de baile en un salón de espejos deformes”. Con el Adagio nos “lleva de la emoción al infierno” con un paulatino desvanecimiento final de la música. El público permaneció en silencio antes de soltarse en sonoras ovaciones.

La orquesta de Londres, plenamente adaptada a su director con el que lleva desde 2008, sigue manteniendo su potente sonoridad, fina y elegante, la que tuvo desde sus comienzos. Maestro y orquesta funcionan con una voluntad unitaria gracias a su gran compenetración. La orquesta goza de un nivel excepcional y el director está en plena madurez y magisterio artístico, con gesto preciso y elegante, exacto de movimientos con su batuta corta y ágil y con la ayuda del otro brazo. Alcanzaron un buen nivel también en el segundo concierto en el que tocaron, en la primera parte, Rey Esteban, Obertura, Op 117 de L. van Beethoven (1770-1827) y, luego, Lulú (Suite) de A. Berg (1885-1935). Y, en la segunda parte, la Sinfonía Núm. 7, en La Mayor, Op 92 de L. van Beethoven (1770-1827). En la Suite de la “Lulú”cantó la solista Rebecca Nelsen que se presentaba por primera vez en este ciclo. Esta corta pieza, demasiado corta para traer una soprano impresionante, no se tocaba en este ciclo desde 2004 (18/05), a diferencia de la pieza de Beethoven que se tocó en 2017 (09/02). El Director también estuvo en Madrid en este ciclo con esta orquesta (24 y 25 de febrero de 2017). De un comienzo correcto lleno de la solemnidad que requiere la infrecuente pieza “El Rey Esteban” del compositor de Bonn se pasó a un Berg desolado y profundo y a un Beethoven eléctrico en el que se acentuó la “apoteosis de la danza”. La propina fue “Ragtime” de Paul Hindemith, una espectacular propina como un final muy adecuado para estos dos interesantes conciertos. A pesar de los avisos que se dan antes de los conciertos las toses siguen produciéndose, por desgracia, aunque parece que menos. Se pueden destrozar grandes momentos por no tener un simple pañuelito a mano.

- También en este ciclo nos visitó la Orquesta Nacional Filarmónica de Rusia, que, pese a su escasa historia (se fundó en 2003), es ya una de las más reconocidas de Europa. Se presentó bajo la batuta del también compositor y violinista Vladimir Spivakov, un hombre muy conocido también por su labor caritativa comprometida con los ideales humanitarios, tanto en el terremoto de Armenia como en el desastre de Chernóbil. En 1979, con otros destacados colegas, fundó la orquesta de cámara “Virtuosos de Moscú”, agrupación internacionalmente reconocida. La última vez que se había presentado, en Madrid y en este ciclo, esta orquesta con este director había sido el 12 de marzo de 2010. Su vuelta era, pues, muy bien recibida por el público madrileño. En el primer concierto (6 de noviembre, Serie Arriaga) tocaron, en la primera parte, Danza Navarra (de la Ópera “El Cid”) de J. Massenet (1842-1912), una danza aflamencada acompañada de castañuelas; y, luego, el “diabólico” Concierto nº 1 para violín y orquesta OP.6 de N. Paganini (1782-1840). La solista fue la violinista María Dueñas que actuaba por primera vez en el ciclo. Una intérprete ya consolidada, a pesar de su juventud, a nivel internacional. En su concierto que pide un ritmo acrobático al instrumento nos mostró un verdadero ejercicio de virtuosismo que fue muy aplaudido por el público. En la segunda parte tocaron sendas breves selecciones de los ballets El lago de los cisnes y Cascanueces de P.I. Chaikovski (1840-1893). Como se sabe, el éxito para “El lago” llegó con la famosa producción póstuma de 1895 de Marius Petipa y Lev Ivanov, quienes fueron asimismo los responsables de la coreografía en la presentación de “Cascanueces”, ballet solicitado en 1891 por el director de los Teatros Imperiales Iván Vsévolozhsky, autor del libreto junto a Petipa.



En el segundo concierto (7 de noviembre, Serie Barbieri) tocaron, en la primera parte, Romeo y Julieta (Obertura-Fantasía) de P.I. Chaikovski (1840-1893) y, luego, Concierto para piano y orquesta núm. 2 OP. 18 de S. Rachmaninoff (1873-1943). Hay que recordar que Spivakov, siendo más joven, era un gran violinista, y que, luego, dirigió “Los Virtuosos de Moscú”, un magnífico conjunto de cámara que desde Oviedo desplegó una gran actividad. Más tarde pasó a ser director y ya titular de esta formación a partir de su creación en 2003. El virtuoso solista de 16 años en esta ocasión era el pianista ruso Ivan Bessonov, quién actuaba por primera vez en España con Ibermúsica. Nacido en una familia de músicos de San Petersburgo comenzó sus estudios de piano a los seis años como Niño Prodigio. En la segunda parte tocaron la conocida Sinfonía Núm.5 en Mi Menor, OP. 64 de P. I Chaikovski (1840-1893). Este gran compositor sí bien en sus inicios fue profesor en el Conservatorio de Moscú no estaba muy atraído por la enseñanza y, a pesar de sus buenos y generosos consejos a los compositores jóvenes, no tuvo discípulos directos. Rachmaninoff, por ejemplo, a pesar de su distinto carácter pero similar en sus planteamientos, siempre lo tuvo como un referente fundamental. La quinta sinfonía que tocaron esa noche se enmarca dentro de “la trilogía del fatum” que es como se conocen las tres últimas sinfonías de Chaikowski porque presentan un progrma autobiográfico., referido a sentimientos e ideas, no a hechos concretos, que el compositor mantuvo en secreto. En el programa de Ibermúsica, esta quinta sinfonía ya la tocó, el 23 de mayo de 2011, la Gewandhausorchester Leipzig dirigida por A. Nelsons.

- Finalmente, también en este Ciclo de Ibermúsica, hay que reseñar el paso por Madrid, una vez más, de la prestigiosa London Filarmonic Orchestra que, en la última década al menos, se ha convertido en una visita obligada anual a la capital. Con su director también habitual Vladimir Jurowski, un director siempre preciso en la partitura, en la batuta y en los gestos, que será el próximo titular de la Orquesta de Munich en la difícil sucesión de Kirill Petrenko. Solo pude asistir al concierto del segundo día (jueves 28) y tuve la fortuna de escuchar, después de la difícil interpretación del Concierto para violín y orquesta en si menor de E. Elgar (1857-1934), por parte de la violinista Nicola Benedetti, sobre todo la Sinfonía Núm 11 Op. 103 “El año 1905”, de D. Shostakóvich (1906-1975). Esta sinfonía forma con la número 12 (“1917”) un gran díptico temático dedicado a la revolución. Precisamente para conmemorar el cuadragésimo aniversario de la Revolución Rusa, Shostakóvich escribió la “Sinfonía número 11” que fue estrenada en 1957. La obra está concebida como descripción musical de los violentos sucesos acaecidos el 9 de enero de 1905, cuando las tropas del zar Nicolás II dispararon indiscriminadamente contra los manifestantes que se acercaban al Palacio de Invierno de San Petersburgo, causando la matanza de alrededor de un millar de personas indefensas. Decía el compositor: “Creo que mi deber es hablar para el pueblo y en nombre del pueblo”. Sus movimientos se interpretan seguidos sin solución de continuidad lo que le da un carácter enérgico y dramático sobre todo en el segundo (“9 de enero”). Esa noche del Auditorio fue uno de esos momentos inolvidables que el público recordará durante mucho tiempo, después de haber aplaudido y lanzado continuos bravos. La orquesta, con su director al frente, lograba hacernos sentir, como si estuviésemos allí, la calma opresiva reinante en la Plaza del Palacio de Invierno. Una manera admirable y ejemplar la de la orquesta de dibujar las tensiones dramáticas sufridas por el pueblo ruso durante aquellos hechos terribles.



Ciclo de la Filarmónica

En el primer concierto inaugural de la temporada de este ciclo nos ha visitado la Orquesta de la Ópera de Praga, una orquesta, y coro de la Ópera, que son descendientes directos de los cuerpos artísticos residentes en el Teatro desde 1945. El edificio de la Ópera de Praga es uno de los teatros de ópera más bellos de Europa, que, tras la Segunda Guerra Mundial pasó a ser propiedad de Checoslovaquia. A Madrid ha venido bajo la batuta de Kart-Heinz Steffens, recientemente nombrado Director musical de la Orquesta de la Ópera Estatal de Praga. Está considerado un director sobresaliente tanto en el mundo operístico como en el sinfónico ya que ha trabajado con las mejores orquestas del mundo. Hay que señalar que, anteriormente, dirigió un estreno en Noruega de la ópera Pelléas y Mélisande en la Ópera Nacional, donde también interpretó Cosí fan tutte, Fidelio y Tosca en la producción de Calixto Bieito. Antes de su carrera como director Steffens fue un gran solista: fue el primer clarinete de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera y también de la Filarmónica de Berlín. Luego pasó a ser director de orquesta. Además ha recibido la Cruz Federal del Mérito Civil, entregada por el Gobierno alemán en reconocimiento a sus servicios a la música. Ahora, el Ciclo lo ha elegido para dirigir, al frente de la orquesta de la que es director titular, la Novena Sinfonía de Beethoven, una de las obras más célebres y populares de la historia de la música. El director parece que es reconocido especialista en la obra del compositor alemán.

En la primera parte del concierto tocaron el famoso Concierto para clarinete, en la mayor, k. 622 (1791) de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), que estuvo dedicado, en señal de amistad, a Antón Stadler, uno de los clarinetistas más prestigiosos de Viena y para cuyo clarinete Mozart ya había escrito varias obras de cámara Ambos eran miembros hermanos de una logia masónica. En esta pieza más que el virtuosismo propio de los conciertos de solista se explotan los recursos expresivos del instrumento. Steffens toca el instrumento al mismo tiempo que dirige a la orquesta. En la segunda parte del concierto tocaron la famosa Sinfonía núm. 9, en re menor, op. 125 (1822-1824) de Ludwig van Beethoven (1770-1827). Pero, hay que recordar, como se hace en el Programa de mano, que la Novena, como mundialmente se la conoce, no es solo su último movimiento, la Oda a la alegría, sino que hay contar también los tres primeros movimientos anteriores, cuestión que por lo visto el compositor tenía muy claro. Hay que destacar aquí la participación del reconocido internacionalmente Orfeón Donostiarra (fundado en 1897), cuya interpretación de esta obra le ha granjeado fama mundial y que es la más importante agrupación coral de España. Tuvimos una vez más, pues, la fortuna de escuchar al estupendo Coro dirigido por J. A. Sainz Alfaro. Una vez más se pudo constatar su enorme calidad y potencia, además de su musicalidad, ductilidad y precisión. Hay que pensar, aunque nos supo a poco, en el esfuerzo que supone traer un coro como éste solo para esta sinfonía. Y a los cuatro solistas, irregulares y muy desiguales, que fueron la mezzo Michaela Zajmi, la soprano Vida Mikneviciuté, el tenor Ales Briscein y el bajo Edgars Osleja.

Ciclo(s) del Círculo de Bellas Artes

La interesante doble propuesta musical que ha planteado Antonio del Moral en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes en la Temporada 2019/20 sigue adelante. Tanto el “Ciclo de Beethoven actual” (21 de octubre de 2019 al 1 de junio de 2020) como el “Ciclo de Cámara” (20 de octubre de 2019 al 31 de mayo de 2020) están teniendo muy buena acogida entre el público madrileño. El Ciclo de Beethoven actual nos está permitiendo conocer de cerca a muy buenos pianistas españoles como el versátil pianista Daniel del Pino (Beirut, Líbano, 1972), hoy uno de los pianistas españoles de mayor relevancia internacional, que inauguró el ciclo con las Sonatas nº 7, nº 20, nº 19, nº 6 y nº 1 del gran compositor de Bonn (1770-1827). Se complementaron con el Estudio nº 1 y el nº 13 de otro grande como György Ligeti (1923-2006) y el Estudio de pájaros (2016), estreno en Madrid como encargo del CDN (2015), de Francisco Lara (1968). El 11 de noviembre le tocó el turno a otro importante pianista, el canario Gustavo Díaz Jerez (Tenerife, 1970), uno de los máximos exponentes de la interpretación y la creación musical en España, que tocó las Sonatas nº 9,nº3, nº 12 y nº 27 de Beethoven. Las complementó con el Estudio nº 5 y el nº 14 de Ligeti y con los Metaludios (2016), Succubus y Homenaje a Antonio Soler, ambas piezas estrenos en Madrid como encargos del CDN, del mismo Jerez, ya que, además de un buen instrumentista es un compositor de mérito.

Del Ciclo de Cámara he podido disfrutar del magnífico concierto de la cantaora Rocío Márquez (Huelva, 1985), definida por la prensa como “el talento joven más cotizado del flamenco actual” y hoy una de las cantaoras con más proyección de su generación. El programa que presentó es de una exquisita sensibilidad que se refleja en su canto que aúna clasicismo y vanguardismo, creación y tradición. En su discografía ya importante no ha dejado de ensanchar cuidadosamente los límites de la tradición flamenca., explorando y experimentando con melodías, instrumentación, arreglos y letras. No hay que olvidar que más allá de su faceta artística, Rocío es doctora “cum laude” por la Universidad de Sevilla con su tesis sobre “Técnica vocal en el flamenco”, es docente en el máster interuniversitario en investigación y análisis del flamenco y conferenciante sobre la voz flamenca. Con estos conocimientos ha podido proyectar el flamenco fuera de los circuitos habituales y llevarlo a otros territorios. Como ejemplo, en su concierto de la sala sinfónica del Auditorio Nacional, en la temporada 2017/18 y dentro del Ciclo Andalucía Flamenca, después de recorrer lo más destacadote su repertorio flamenco, invitó a dos de sus referentes artísticos, a Carmen Linares, la gran dama del cante flamenco que abrió camino a otras cantaoras, y a Kilo Veneno, figura fundamental de la música española en los últimos cuarenta años, creador genial y ejemplo de libertad y compromiso. Ahora, en Madrid, ha estado acompañada del ya habitual y reconocido Fahmi Alqhai (uno de los grandes de la viola de gamba), y de buenos músicos como Rami Alqhai (viola de gamba) y Agustín Diassera (percusión).