Trasversales
Lois Valsa

Primavera (casi verano) cultural madrileña 2019


Revista Trasversales número 47, junio 2019 web

Otros textos del autor en Trasversales





Durante veinte años ha estado librándose una guerra y la ha ganado mi clase, la clase adinerada (Warren Buffet)

Si no recuperamos el control sobre el sector financiero nada va a cambiar (Ha-JoonChang)

Introducción: crisis financieras

Volviendo al tema del que hablaba en mi texto anterior del “Invierno cultural madrileño 2019” sobre las ineficaces o más bien nulas medidas contra la crisis y las opiniones de expertos y poderosos sobre la que se nos avecina, he recogido ahora los puntos de vista de Ha-Joon Chang (Seúl, 1963), economista y escritor, que complementan y refuerzan lo que se comentaba allí. Este profesor de Cambridge, azote del pensamiento liberal, cree y lo expresa en su último libro superventas, 23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo, que las medidas que sacaron a la economía de la recesión de 2008 pueden hacer que la crisis sea peor. Este autor se ha convertido así en uno de los referentes más serios y, sobre todo, entretenidos de la resistencia al pensamiento único neoliberal que domina el mundo. El añorado pensador Todorov, fallecido en 2017 en París, matizaría diciendo que “ultraliberal”, matización con lo que estoy de acuerdo. Por cierto, de este último autor, uno de los mayores intelectuales del último medio siglo, ha salido su último libro (Leer y vivir, 2018, Galaxia Gutenberg), una colección de artículos en cuya composición trabajó el autor hasta sus últimos días.

Pero retomando a Chang, éste señala antes de nada que “ningún banquero fue a la cárcel” y la poca regulación que hubo fue deshecha por Trump” y “mientras mucha gente se veía obligada a endeudarse de nuevo porque sus ingresos no mejoraban”. Joseph E. Stieglitz señalaba que “Trump es una personalidad conflictiva y cuando se vaya deberíamos reflexionar sobre cómo alguien tan perturbado y moralmente deficiente pudo llegar a ser elegido presidente del país más poderoso del mundo… Pero lo que más me preocupa es el daño que ha hecho Trump a las instituciones necesarias para el funcionamiento de la sociedad (“El legado más preocupante de Trump”, “El País”, 13/05/2019).

Todo el dinero público, claro está, se fue a los bancos y los contribuyentes sufrieron los recortes del Estado del bienestar porque ese dinero se había esfumado. Con el dinero creado por los bancos centrales se pudo haber mejorado la vida de las personas pero, por el contrario, “los que provocaron la crisis le pasaron todo el coste a la gente común, y cuando alguien se atreve a decirlo le acusan de no tener ni idea de economía” (Chang).

Cuando un Gobierno pide prestado para gastar, o sea hace gasto público pidiendo dinero a los bancos centrales, lo critican por todos los lados pero nadie dice nada cuando el sector privado se endeuda para comprar acciones o inmuebles. Por esto, solo algunos, unos pocos millonarios, salieron reforzados de la crisis y la recuperación benefició solo a las clases con dinero para invertir. En relación a esto, aprovechando la autonomía que aún existe, debían regularse los “bonus” que cobran los empleados del sector financiero o el tipo máximo de gravamen impositivo. Porque en Europa se impide la unión fiscal que es algo hacia lo que sin duda hay que avanzar con algún tipo de garantías como “eurobonos” para financiar a las economías más débiles. Por de pronto te impiden pasarte del 3% de déficit. ¿De que teoría económica sale el 3% de tope?, se pregunta. En relación a este tope, el economista francés Jean Pisan-Ferry cita a Keynes: “Cuando cambian los hechos, cambia el pacto”. Por lo que, en estos momentos, muy diferentes al momento del anterior pacto, la UE debe abordar una reforma que permita a los Estados miembros elevar su déficit más allá del 3% del PIB siempre que esté respaldada por un aumento de inversión pública y de gasto productivo, aunque esto de gasto productivo sea muy elástico. ¿Qué es gasto productivo y que no lo es? Porque incluso, en EEUU, acusan a la demócrata Alexandria Ocasio-Cortez de populismo económico por querer subir los impuestos cuando propone sólo un 70% para los que más ganan. Con humor, Chang aclara que “los que se escandalizan deberían considerar comunistas a Eisenhower y Truman. En su época, los más ricos pagaban el 92% y la economía no se hizo pedazos por eso. De hecho fue el comienzo de lo que hoy llamamos la edad dorada del capitalismo, con crecimientos de casi un 3% anual en el PIB per capita y una desigualdad por ingresos muy inferior a la actual”.

Todo esto debería bastar para que la gente se diese cuenta de que le están tomando el pelo y de que puede cambiar las cosas en el largo plazo pero para ello hay que recuperar el control sobre el poder financiero que es el que está manteniendo el sistema actual mediante el lobby y la amenaza de fuga de capitales. El “new deal” de Roosevelt llegó después de una desigualdad aún mayor y en estos momentos hay que intentar un nuevo enfoque porque lo de rescatar bancos sin castigar a los culpables ya se intentó y no funcionó. Queda organizarse y elegir a líderes adecuados sobre todo venciendo la desmoralización de la gente de izquierdas que aceptó demasiadas cosas tras la caída del comunismo. Pero venciendo también las perpetuas divisiones de las izquierdas. Parece que en España se está intentando y se está convirtiendo en un referente europeo. En EEUU el “green new deal” de los demócratas conecta con el “new deal” de Roosevelt. Chang matiza y aclara que aquello fue más que un programa de inversiones: también se produjo un cambio en el equilibrio de poder. Roosevelt introdujo la ley Glass-Steagall que dividió a los bancos en comerciales y de inversión hasta 1999 cuando Bill Clinton cedió ante Wall Street y la derogó, generando todo tipo de problemas. El segundo “new deal” de Roosevelt reforzó a los sindicatos y trajo la ley de la Seguridad Social. Inyectar dinero fue muy importante pero lo más importante fueron los cambios institucionales.

Termino con algunas referencias culturales al tema tratado.

- Adam Tooze, Crash; cómo una década de crisis financieras ha cambiado el mundo (Crítica, 2018).

- En relación con este tema se ha podido ver en la cartelera madrileña una buena película, La caída del imperio americano, una sátira social con guiños al género policíaco y, al tiempo, una fábula social de enorme acidez sobre el capitalismo financiero que nos domina, del director de cine canadiense Denys Arcand.

- En el Museo Reina Sofía, en su Biblioteca y Centro de Documentación, se ha podido ver y leer, desde el 21 de marzo hasta el 24 de mayo, la exposición Tiempos incompletos. Chile, primer laboratorio neoliberal. Esta muestra recurre a la memoria como cruce productivo y entreabierto de diferentes vectores temporales que releen críticamente la dictadura y la transición chilenas desde sus líneas de continuidad, sus saltos y bifurcaciones.

- En relación con el Neoliberalismo y la Escuela de los “Chicago boys” y las crueles dictaduras que promocionó y apoyó Estados Unidos en Argentina y Chile, se ha podido ver hasta el 9 de junio de 2019, en el Teatro Valle-Inclán del CDN, en Madrid, una importante obra de teatro, SHOCK. El cóndor y el puma, que está dirigida por Andrés Lima y con textos de Lima, Boronat, Cavestany y Mayorga. Esta operación, que se conoce como la “Operación cóndor”, cuyo ideólogo fue Henry Kissinger entre 1970 y 1980, involucró, en el neoliberalismo salvaje, a varios países del Cono Sur. Como se sabe, en su libro La doctrina del shock (2007), la periodista canadiense Naomi Klein defendía la tesis de que el modelo capitalista propugnado por el Premio Nobel Milton Friedman había logrado asentarse en distintos países y sociedades de Occidente no porque fuera el más querido por sus poblaciones, como se quería hacer creer, sino porque los valedores más poderosos de la economía del libre mercado habían sabido aprovechar las contingencias concretas de cada lugar, para inocularlo discretamente. O cruelmente mediante golpes de estado en países de Latinoamérica como el que derrocó a Salvador Allende, figura que aquí es sinceramente homenajeada por su honestidad y valentía, en Chile. Son cuatro piezas cortas, un prólogo y un epílogo en las que 6 actores interpretan más de 40 personajes. “Las cuatro son un recorrido cronológico desde el comienzo del avance neoliberal a mediados de los años 50 en Estados Unidos, pasando por los primeros experimentos del shock económico y político en Latinoamérica y terminando con las muertes de sus propulsores, a la vez que el sistema que propulsaron se perpetúa. Es La doctrina del Shock” (Andrés Lima, Programa de mano).

Libros: Homenaje a Rafael Sánchez Ferlosio

Ha muerto en Madrid, en un hospital y a los 91 años nuestro plumífero por excelencia. Así se definió él mismo en las escasas páginas autobiográficas que escribió. Como se sabe un plumífero es una persona que tiene por oficio escribir: a eso se dedicó casi a tiempo completo, incluidos sus estudios de gramática. Ningún género le fue ajeno a nuestro gran pensador, más que escritor. Desde el prodigio imaginativo que fue su primer libro, Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951) ¡Cómo disfruté con su lectura que repetí varias veces! Luego se dedicó a recoger la lengua que se hablaba en la España de los 50 para reflejarla en El Jarama (1955), una obra que ganó el Premio Nadal en 1955 y que se consideraba la cima de la novela social, pero de la que el escritor abominó pronto “por el horror o repugnancia que le produjo el grotesco papelón de literato”. Por ello, entre octubre de 1954 y marzo de 1955, lo cuenta en “La forja de un plumífero”, “agarré la Teoría del lenguaje de Karl Bühler y me sumergí en la gramática y en la anfetamina”. Fue una época tan intensa que “cuando me encerraba no quería ver a nadie. Un verano -sería el del 59- en que me quedé solo en Madrid, llegué incluso a arrancar el cable del teléfono”. Desde ese momento su obra dio un giro radical hacia el ensayo y, más tarde, a las colaboraciones periodísticas. De su encierro salió una obra luminosa como Las semanas del jardín (1974). Y en 1986 nada menos que cuatro obras: la lúcida, con pecios incluidos, Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, otro ensayo nacido de unas declaraciones de Felipe González, Campo de marte 1, El ejército nacional, y el extracto de una novela inacabable e inacabada que encontró una fijación parcial en El testimonio de Yarfoz, dentro del magno proyecto de Las guerras barcialeas. Y en ese mismo 1986 las ediciones de El País publicaban su abundante articulismo en La homilía del ratón (en el que se incluye el potentísimo texto de 1984: La cultura, ese invento del Gobierno). En 1993, publicó Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, una obra en la que se incluye “El escudo de Jotán”, una maravillosa reflexión sobre el poder de la risa.

Por otra parte, sus ensayos (Altos estudios eclesiásticos; Gastos, disgustos y tiempo perdido: Babel contra Babel y Qwertyuiop), nos muestran el amplio abanico de sus intereses- el lenguaje, la historia, los clásicos, el presente más inmediato- y la hondura a la que era capaz de llegar en cualquier tema que tratase, siempre con un compromiso radical con la condición humana, que iba más allá de cualquier partidismo y por el camino contrario a las causas más publicadas y publicitadas. Cuestionando siempre los discursos y retorciéndolos y exprimiéndolos hasta el máximo Como señalaba Ignacio Echevarría, responsable de la edición de sus ensayos completos, la escritura de Ferlosio es “esencialmente proteica, combina casi siempre numerosos registros (entre ellos, constante, así en sordina, el humor). Y sobre todo “se atiene siempre a lo que él mismo, tomándolo de Fernando Savater, ha señalado como el principio general de lealtad a la palabra: que no se hable en vano”. Yo desde luego siempre esperaba a leer lo que decía Ferlosio sobre cualquier asunto, incluso cuando se ponía iracundo o desplegaba su ingente capacidad de ironía para desmontar discursos aparentemente serios sobre todo de los poderosos y los políticos. Al tiempo que zahería con su bastón a los coches en la Glorieta de Bilbao cuando bajaba al Café Comercial y al quiosco en zapatillas. Sus bestias negras eran Walt Disney, el corruptor de la infancia, el fútbol, la televisión e incluso Ortega. O los fastos de “El Quinto Centenario”: “Las celebraciones del descubrimiento de América me obligaron a escribir Esas Yndias equivocadas y malditas, otro libelo, enojoso de leer, pero no falto de razón”. Non olet (2003). Su último libro unitario fue God&Gun, de 2008. Antes, ya había recibido el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo. Por fin, en 2004, había obtenido el Premio Cervantes y en 2009 el Nacional de las Letras Españolas y en 2015 la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. Hasta el último momento se opuso a que J. Benito Fernández escribiese su biografía que, por cierto, acaba de salir. Sus pecios fueron reunidos en 2015 en Campo de retamas, obra en la que deslizaba de entrada un preventivo aviso: “ojo conmigo”.

Libros: Obras

- Philippe Claudel, El archipiélago del Perro, Traducción del francés José Antonio Soriano Marco, Salamandra, Barcelona, 2019.

Philippe Claudel (Nancy, 1962) es un ya conocido escritor francés que antes ha sido profesor y guionista de cine y televisión. Además de dar clases en liceos y en la Universidad de Nancy II, dedicó su tiempo libre a niños discapacitados y a presos. Sus novelas y cuentos han sido objeto de numerosos galardones: entre ellos, el premio France Télévisión por J'abandonne, el Bourse Goncourt de la Nouvelle por Petites mécaniques y, finalmente, el prestigioso Premio Renaudot por Almas grises (Salamandra, 2005). Un año más tarde, el éxito se repitió con La nieta del señor Linh (Salamandra, 2006), que estuvo durante meses en las listas de libros más vendidos. Phillippe Claudel ha escrito y dirigido también dos largometrajes. Hace mucho que te quiero, galardonado con dos premios César, y Silencio de amor. La editorial Salamandra ha publicado también otros libros del autor como El informe de Brodeck (2008), Aromas (2013), Bajo el árbol de la toraya (2017) y La investigación (2018).

El escritor es miembro de la Académie Goncourt, y sigue residiendo en Dombasle, en Lorena, la región en la que se crió. En su obra ha sabido combinar muy bien elementos del género negro y la tragedia clásica para lograr crear suspense mediante una serie de detalles en principio intrascendentes pero con un fondo siempre filosófico. Ahora vuelve, muy en la línea con sus exitosas obras anteriores, con esta fábula negra llena de suspense que es, al tiempo, una verdadera tragedia clásica griega. En suma: una auténtica fábula, plena de connotaciones filosóficas sobre la condición humana y una parábola de su caída. Una novela inquietante en la que se superponen realidad y ficción en una isla declarada “Patrimonio Universal de la Humanidad”.

Su última novela la sitúa en una isla del Archipiélago del Perro, un lugar muy poco turístico del Mediterráneo y a no mucha distancia de la costa africana, un enclave aislado del mundo donde los habitantes de la isla entierran a sus muertos de pie por falta de espacio (“En la isla se entierra a los muertos de pie. La tierra escasea. Es el bien más preciado”, página 43). La vida de la isla viene de un volcán, el “Brau”, que la domina y viene vomitando sobre ella lava y escorias fértiles. Allí se es agricultor (hay viñas, olivares o alcaparras) o pescador. Un hecho extraordinario, la aparición de tres jóvenes cadáveres negros en la playa, va a sacudir la monótona existencia de la pequeña comunidad y va a poner de manifiesto su lado oscuro, su egoísmo y su estrechez de miras. Y provoca un agrio debate entre las personas que tienen poder en la isla, quienes discuten si dar una sepultura digna a los cuerpos u ocultarlos para evitar que se convierta en “la isla de los ahogados” que les impediría cerrar el proyecto de unas Termas con un consorcio internacional que dará bastantes puestos de trabajo a sus hijos. Como dice el Alcalde: “Enterrar esos tres cuerpos en nuestro cementerio no tiene ningún sentido. Primero porque esos hombres no formaban parte de nuestra comunidad, y segundo, porque ni siquiera sabemos cuales eran sus creencias”, página 45). Por ello, quiere enterrarlos en una sima, una vez más con la tenaz oposición del Maestro que se queda solo en el intento. Pero que sigue en su porfía alquilando un barco y saliendo a investigar las corrientes (“Quiero entender porque los cuerpos de esos hombres acabaron en la playa de la isla”, página 70). El Alcalde quiere la complicidad de los demás personajes. Hacia la mitad de la novela aparece un Comisario.

- María Sánchez, Tierra de mujeres, Seix Barral, Barcelona, 2019.

María Sánchez (Córdoba, 1989), veterinaria de profesión, ya había deslumbrado con su poemario Cuadernos de campo (La Bella Varsovia, 2017), traducido al francés, al portugués y al inglés. Ahora, con su nuevo libro, Tierra de mujeres, una mezcla de ensayo, manifiesto y memoria personal y familiar, ha logrado concitar la atención de la crítica especializada. Con esta “mirada íntima y familiar al mundo rural” (subtítulo de la obra) aporta una importante reflexión y una nueva perspectiva al debate actual sobre feminismo y mundo rural. Precisamente dos temas muy de actualidad tanto por el enorme movimiento de mujeres como por la España vacía, o mejor vaciada, que se manifiestan en grandes manifestaciones en la vida española. La autora aporta sobre todo una nueva mirada al vínculo que nos une a la tierra que ha sido frecuentemente preterido y olvidado, e incluso menospreciado. El gran problema del cambio climático lo hace revivir antes de que nos vayamos al garete. Por todo ello, esta poetisa y veterinaria ha ent6rado, con fuerza y con voz propia en el mundo literario. A partir de la experiencia de toda una vida dedicada al campo ya que proviene de familia rural y de veterinarios (hija y nieta). Cierto que ya ha colaborado también habitualmente en medios escribiendo sobre literatura, feminismo, ganadería extensiva y cultura y medio rural. También con su coordinación del proyecto “Las entrañas del texto” que invita a reflexionar sobre el proceso de creación, y con “Almáciga”, un pequeño vivero de palabras del medio rural de las diferentes lenguas de nuestro territorio. Y es responsable de la sección “Notas de campo” en Carne Cruda Radio, un diario sonoro desde los márgenes centrado en historias, personas y animales que habitan nuestro medio rural.

En este muy personal ensayo, a partir de las historias familiares de la autora y de sus reflexiones sobre ciencia y literatura resultado de sus lecturas, se propone servir de altavoz y dar espacio a todas las mujeres silenciadas en el campo. De muchas mujeres que tuvieron que renunciar a una educación y a su independencia para trabajar la tierra y cuidar a los suyos. Ella misma como mujer-veterinaria de campo que recorre España con su furgoneta tiene que vencer la desconfianza en un entorno sobre todo masculino. Por ello, esta obra, abordada con gran realismo, viene a llenar así un vacío en el debate actual sobre feminismo y la situación de la España rural. Un mundo sacudido por conflictos como la despoblación y el olvido de los pueblos, la explotación de los recursos naturales o las condiciones laborales. Un mundo en el que las mujeres han sido las grandes ausentes del relato rural, siempre ocupando un segundo lugar o un tercero, o mejor un sin lugar. Su madre y su abuela le sirven de ejemplo de esa invisibilidad. Y de ese vacío surgen las palabras de Sánchez que dan lugar a su relato: tuvieron que desaparecer de su vida para que se diera cuenta. Para que ella hable ahora de su doble discriminación de género y de lugar en el que viven y trabajan. Para que ella reivindique un feminismo necesario en el mundo rural para que siga existiendo. Para que no llegue a desaparecer un mundo, desde luego muy alejado de las postales bucólicas y las visiones nostálgicas que nos trasmiten los turistas del “turismo rural”, con un rico patrimonio trasmitido de generación en generación. Del que la autora quiere dar fe y hacerlo revivir en su libro con una Introducción (“Una narrativa invisible”) y dos partes ilustradas con fotografías. Porque “Lo radical y lo realmente innovador sucede en nuestros márgenes”.

- José Manuel Lucía Megías, La plenitud de Cervantes, Edad, Madrid, 2019.

Este libro del profesor Lucía Megías, uno de los cervantistas más reconocidos a nivel internacional, cuyo subtítulo es “Una vida de papel”, es la tercera parte de “Los retazos de una vida en el siglo de oro”, y pone fin a su trilogía biográfica cervantina, iniciada en 2014, después de “Juventud de Cervantes” y “Madurez de Cervantes”. Está dedicada, pues, a los últimos años de la vida del gran genio literario en la que se desvelan sus éxitos y fracasos, dejando de lado la imagen romántica de un autor que realmente no fue entendido ni apreciado en su época, al que sus contemporáneos marginaron y que nunca buscó en su escritura un medio de vida, pero que, sin embargo, trascendió la literatura de su tiempo. Entre otras cosas porque la biografía de Cervantes está plagada de mitos, de leyendas, de lugares comunes, desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Como pone de relieve el autor, muchos de estos mitos, leyendas y lugares comunes nacieron sobre todo de la falta de datos y documentos en sus orígenes, de la necesidad de imponer una determinada imagen sobre la vida de Cervantes para defender la genialidad y supremacía de su “Don Quijote”. Por ello, es muy importante esta mirada totalmente nueva sobre nuestro gran autor universal. Porque Lucía Megías ha rescatado en esta biografía inédita al Cervantes hombre en cada una de las etapas de su vida, más allá de ese personaje que se había impuesto como un mito a lo largo de los siglos. Un auténtico cambio de paradigma sobre el escritor. En el primer volumen abordaba su época más aventurera, que le llevó al Mediterráneo, a comenzar su carrera militar y a pasar cinco años cautivo en Argel, y el segundo tomo le situaba en la corte, tanto en la política (Madrid) como en la económica (Sevilla), sobreviviendo en busca de un oficio y obteniendo sus primeros éxitos como escritor (publica “La Galatea” en 1585.).

En esta tercera y última entrega profundiza en sus últimos años, años cruciales en los que publicó casi toda su obra literaria, desde la primera parte del “Quijote”, en el Valladolid de 1604, hasta los primeros años del éxito del “Persiles”, en el Madrid de 1617. En tres años realizó un programa escalonado porque hasta 1613 no publicaba. ¿Qué le pasaba? Por primera vez se han situado las obras en su contexto literario y el éxito que tuvieron en su tiempo, para así dar a conocer el programa literario al que Cervantes dedicó sus últimos años, de ahí el subtítulo de “Una vida en papel”. Un programa literario, por otra parte, único en los Siglos de Oro que, por desgracia, ha quedado ensombrecido por el éxito posterior de su obra magna. Pero, al analizar la obra cervantina desde la perspectiva de su tiempo, y no desde la grandiosidad que ha adquirido “El Quijote” en los últimos siglos, se descubre también el éxito que obtuvieron las “Novelas ejemplares” (1613) o el “Persiles” (1617), como demuestran sus continuas reediciones, en contraste claro con el fracaso editorial de la segunda parte del Quijote (1615), del que solo se hizo una edición, y de la que el editor Francisco de Robles contaba a su muerte en 1623 con más de 300 ejemplares sin vender. Al tiempo, Lucía Megías indaga en la faceta más íntima de Miguel de Cervantes: su llegada a Valladolid en 1604, la inexistente relación con su hija Isabel, el estrecho vínculo que mantenía con sus hermanas, Andrea y Magdalena, las eternas desconocidas, reivindicadas aquí como parte esencial de su núcleo familiar, el testamento de su esposa Catalina de Salazar, así como los posibles oficios del autor en estos años, destacándose su más que probable relación laboral con el editor de la mayoría de sus obras, el influyente Francisco de Robles.

- La Fundación José Manuel Lara ha publicado recientemente dos premios. El primero, el Premio Manuel Alvar de Estudios humanísticos 2019 le fue concedidito a la obra El intruso honorífico. Prontuario enciclopédico provisional de algunas cosas materiales y conceptuales del mundo de Felipe Benítez Reyes (Rota, Cádiz, 1960), que es una enciclopedia personal en la que se mezclan el dato y la interpretación con la parodia y el análisis, sin olvidar la visión crítica y la visión irónica y el humor. Estamos ante un ejercicio de literatura en estado puro que el autor ha desarrollado a lo largo de 25 años de lectura clásica y visión novedosa. Una especie de caleidoscopio ensayístico en el que se analizan o se definen objetos cotidianos y conceptos universales, obras artísticas y creadores de todas las disciplinas, con el foco centrado en los aspectos más extraños e imprevistos de nuestra realidad. El jurado ha destacado de esta obra que se trata de “un diccionario de autor que reúne con ingenio, buen humor y excelente escritura un sinfín de referencias literarias, combinando autores y conceptos en irónicas definiciones que alternan el microensayo o el microrrelato con el aforismo y otras formas breves”. El autor, por su parte, en una entrevista, señala que se trata de un “proyecto híbrido”, no autobiográfico, un libro terminado pero prácticamente interminable al tratarse de un proyecto de ambición enciclopédica. “Si se me permite la inmodestia, me gustaría que fuese un libro de mesilla de noche. De esos que coges de vez en cuando, en el hueco entre una lectura y otra, y lees tres o cuatro páginas, y así hasta que tienes otro hueco”. Claro está: puedes tardar 25 años como tardó él en escribirlo. Concluye: “me conformaría con provocar una sonrisa o una reflexión”.

El otro premio es el premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías 2019 que le ha sido concedido a la obra Días como aquellos. Granada, 1924. Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca de Alfonso Alegre Heitzmann (Barcelona, 1955). Esos días compartidos en Granada por Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca en el verano de 1924 son el testimonio de unos días inolvidables y cruciales para la cultura española de la Edad de Plata Este premio lo conceden la Fundación Cajasol y la Fundación José Manuel Lara. Este ensayo recuerda ese episodio histórico, un hecho que es a su vez testimonio de una época luminosa que le ha proporcionado a su autor, Alfonso Alegre Heitzmann, la posibilidad de revivir ese momento y de recordarnos a todos los protagonistas de ese momento. El jurado así lo ha reconocido: “El trabajo del autor recrea o reconstruye un momento fundamental de nuestra historia reciente, marcado por grandes personajes y origen de destacados acontecimientos culturales”. Un auténtico paréntesis temporal único en el que recorremos paso a paso la ciudad de Granada con Juan Ramón Jiménez y su mujer Zenobia, de la mano de Federico y su familia, así como de Manuel de Falla y otros intelectuales granadinos. Como, por ejemplo, Hermenegildo Lanz, fundamental en su relación con Falla y Lorca en la realización de los títeres de cachiporra, y quién por distintos motivos cobra un especial protagonismo en el libro.

Por otra parte, el autor destaca lo mucho que aquel viaje a Granada significó para Juan Ramón Jiménez que creó textos en los meses y los años siguientes, muy especialmente el poema extraordinario “Generalife”, un largo romance que dedicó a Isabel García Lorca, y las prosas del libro “Olvidos de Granada”. “Días como aquellos se viven pocas veces en la vida”, escribirá Juan Ramón Jiménez muchos años después.

Arte: Homenaje a Martín Chirino López

Desde estas páginas quiero hacer un sentido homenaje al gran escultor canario Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925- Madrid, 11 DE MARZO DE 2019), fallecido hace poco tras una larga enfermedad, a los 94 años, en Madrid, donde residía desde hace ya mucho tiempo. Procedente de Canarias había llegado a Madrid en 1948 para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando al tiempo que continuaba sus investigaciones escultóricas en talleres de forja de hierro. Su maestro y protector fue Angel Ferrant. Se forma viajando por países europeos como Francia, Inglaterra e Italia. Sus referentes son los grupos Dau al Set, la Escuela de Altamira y, en 1957, es miembro fundador del grupo “El Paso” al que pertenece. De esta forma parte de la primera generación de la España de posguerra que se relaciona con la creación artística internacional. En 1972 también viaja a Estados Unidos y vive un tiempo entre ese país y España. Como gestor, en primer lugar, destacó su labor como presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid desde 1983 hasta 1992, y también como vicepresidente del patronato del Museo Español de Arte Contemporáneo y asesor del Museo Reina Sofía y del Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de gran Canaria. Lo dirigió entre 1989 y 2002. En 1991 se le hizo una gran retrospectiva en el Palacio de Velázquez del Museo reina Sofía, comisariada por Ana Beristáin. En lo que se refiere a su bibliografía se puede consultar su libro El espacio forjado (1994). No hay que olvidar que Chirino fue un redescubridor de su cultura autóctona guanche que unió a los postulados vanguardistas españoles de los años cincuenta. Su obra, carente de componentes narrativos destaca por su riqueza formal y simbólica.

Desde época temprana su obra se sitúa en la abstracción, se enmarca, pues, en el arte abstracto. El material empleado en su ingente obra fue sobre todo el hierro. Desde 1959 introduce el motivo alegórico de toda su carrera la espiral, el viento, en sus obras tanto de pequeño formato, que vimos expuestas en sus siempre esperadas exposiciones de la galería Malborough de Madrid, como en las obras de gran formato de conjuntos escultóricos del Valle de los Caídos o unos de los grandes frisos de del desembarco de los legionarios en Almería, modelado por su maestro Manolo Ramos. Su larga y amplia trayectoria artística fue galardonada con numerosos premios como el Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Budapest, el Premio Nacional de Artes Plásticas por toda su obra en 1980, y cinco años más tarde le sería concedida la Medalla de Oro de Bellas Artes, el Premio Cristóbal Gabarrón de Artes Plásticas, el Premio Canarias de Artes Plásticas y el Premio Nacional de Escultura de la CEOE (1989), y el premio de la Comunidad de Madrid, entre otros. Como artista no hay que olvidar que fue cofundador del mítico grupo El Paso en 1957, que se disolvió por diferencias internas en 1960. Chirino abrió su taller en San Sebastián de los Reyes (Madrid), obra de Antonio Fernández Alba, arquitecto próximo a “El Paso”. En la Bienal de Sao Paulo de 1959 se le dedicó dentro del pabellón español, una sala especial, donde se expusieron nueve esculturas. También participó en la colectiva del MOMA de 1960, que incluyó, seleccionada y prologada por el poeta Frank O´Hara, curador del Museo, a varios artistas españoles. Hace poco, el 4 de junio, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, se le ha hecho un acto de homenaje en colaboración con la Fundación de Arte y Pensamiento y Galaxia Gutenberg..

Exposiciones

- En el Museo ICO se ha presentado, desde el 28 de febrero hasta el 19 de mayo, una importante exposición del iconoclasta y visionario Fernando Higueras (1930-2008), Fernando Higueras. Desde el origen, un arquitecto que revitalizó la arquitectura de la segunda mitad del siglo XX en España. Higueras fue, además, lo que le confiere un aura de renacentista, pintor, músico y fotógrafo. Como indica María Isabel Navarro Segura en el catálogo “pertenece a una generación de arquitectos madrileños que tenía conciencia de participar en un proceso renovado de la arquitectura española, que no reconocía límites a su actividad arquitectónica y carecía de la memoria histórica de la generación que había elaborado las propuestas del Régimen en los años 40”. Se trata, pues, de un verdadero relevo generacional marcado por las nuevas necesidades de apertura del Régimen y por las tentativas del sector cultural de reformar posiciones en el contexto de un proceso político sin expectativas de cambio. De tal forma que un aspecto que comparten los arquitectos nucleados en torno a la Escuela de Madrid es el alto grado de pragmatismo, que cabría calificar de realismo. Las demandas de la reconstrucción, las propuestas de colonización de nuevos territorios y, en general, la reorganización nacional, habían concentrado en Madrid organismos y actividades programadas para actuaciones a gran escala. En ese momento surge en España un interés por las arquitecturas populares que en Higueras se traduce en interés por la relación entre naturaleza y arquitectura, un planteamiento que le permitiría relacionar categorías primigenias, esenciales, intemporales. “He aprendido mucho de la arquitectura popular anónima, ya que es una infinita fuente de lecciones. Siempre he apreciado en esta naturalidad, la adecuacíón, el orden y la funcionalidad, la lógica, la economía, además de la disciplina y la diversidad combinadas y armonizadas en un nivel que difícilmente encuentro en la arquitectura contemporánea”, afirmaba Higueras.

La exposición, comisariada por Lola Botia, directora de la Fundación Fernando Higueras y su viuda, presenta maquetas originales, fotos, planos, audios con su voz y una recreación de su último estudio en el famoso “rascainfiernos”. Como se puede apreciar en la exposición, en 1960 Higueras realiza su primer trabajo con el concepto de la vivienda, concurriendo al concurso para el Premio Nacional de Arquitectura bajo el tema “Diez residencias de artistas en el Monte del Pardo”. Este trabajo se publicó en múltiples revistas, tanto nacionales como internacionales. Las viviendas de artistas se convirtieron pronto en una de las constantes fundamentales de su obra. Una obra, por otra parte, con un modo emocional de considerar la arquitectura desde su cualidad más esencial que ha dejado como herencia en la historia de la arquitectura española. Como escribió Oscar Tusquets, la obra de Higueras está llena de olores, de sensaciones. Y está siempre relacionada con los sueños de sus clientes: desde la casa de César Manrique, pasando por las de Lucio Muñoz, el guitarrista Andrés Segovia (quién reconoció la calidad de Higueras como guitarrista), La Macarrona, Nuria Espert o su propia casa subterránea, un claustro materno terrestre iluminado cenitalmente que llamaría el “rascainfiernos”. Luego, ya en 1961, consigue el premio Nacional de Arquitectura con su proyecto para el Centro de Restauraciones Artísticas, “La Corona de espinas”, en la Ciudad Universitaria de Madrid, en colaboración con Rafael Moneo y Luis Roig d´Alós. Una obra definitiva en su trayectoria será la construcción del “Colegio Estudio en Aravaca” (1962), de donde parten todos los invariantes de arquitecturas posteriores que ya no voy a citar aquí porque hay que ir a ver esta interesante exposición y, al menos, hojear su impresionante catálogo.

- En el Palacio de Velázquez del Museo Reina Sofía (a destacar en el museo la exposición de Rogelio López Cuenca, Yendo leyendo, dando lugar), se puede ver, hasta el 8 de septiembre, una potente y rara exposición, autorretrato de otro, del desconocido artista japonés Tetsuyo Ishida (Yaizu, Shizuoka, 1973-Tokio, 2005). Está comisariada por Teresa Velázquez y es la primera gran retrospectiva que se realiza fuera de Japón sobre el trabajo de este artista de culto en su país. Un artista que, en su corta carrera, reflejó “con incisiva lucidez las amargas consecuencias de las sucesivas crisis que perturbaron la economía mundial a partir de 1973 y, más concretamente, el momento de recesión que vivió Japón tras el estallido de la burbuja especulativa en 1991”. Ishida forma parte de la llamada “generación perdida” que creció en medio de un mundo falto de expectativas que hacía mella en una juventud muy escéptica. Este artista logró en apenas diez años de actividad, murió a los 32 años, crear un formidable corpus de trabajo en el que puso rostro a la desolación generalizada de una sociedad alterada por los despidos masivos y la especulación. Por ello, sus pinturas, dibujos y cuadernos son un testimonio excepcional del malestar y la alienación del sujeto contemporáneo por su denuncia clara y sin tapujos de su deshumanización. En ese sentido, la muestra reúne una selección de pinturas y dibujos realizados entre 1996 y 2004 que son muy representativos de sus obsesiones y de su muy particular universo estético. El título de la exposición está tomado de una frase del propio artista y alude a la proyección de sí mismo en otros ya que Ishida se identificaba con sus melancólicos personajes inmersos en escenas de alienación. Estamos, pues, ante una amarga sátira social frente al milagro económico nipón de la posguerra que se ha idealizado hasta la saciedad.

Cuando uno se pasea por las iluminadas salas en las que se exhiben sus contundentes piezas se puede entender que este artista sea poco conocido fuera de Japón. En los últimos años se ha visto incrementada su repercusión internacional sobre todo desde su inclusión en la Bienal de Venecia de 2015, comisariada por Okwui Enwezor, pero la mayoría de sus obras no se han visto en Europa. Los personajes híbridos y máquinas antropomorfas de su poderoso imaginario reflejan la soledad, la incomunicación y el aislamiento, así como la profunda crisis de identidad que afecta al individuo en un mundo que lo ha convertido en una pieza intercambiable de un complejo engranaje al servicio de la producción y del consumo. Sus figuras planas plenas de orfandad en las que sus personajes están solos y no miran a los que tienen alrededor nos muestran a un individuo infeliz que no parece poder revertir su suerte en medio de una orfandad colectiva. En ellas hay una reflexión profunda sobre el trabajo alienado que deviene una pesadilla kafkiana. En uno de sus cuadernos de apuntes y bocetos, fechado en 1999, escribió: “Intenté reflejarme a mí mismo-mi fragilidad, mi tristeza, mi ansiedad- como una broma o algo divertido sobre lo que reír. Trasformarme en objeto de risa, o de más tristeza. A veces era visto como una parodia o una sátira de la gente contemporánea. Me expandí para incluir a los consumidores, los especuladores, los trabajadores y los japoneses. Las figuras del cuadro se expandieron hacia gente que puedo sentir”. Los distintos apartados de la exposición (“Personajes híbridos y máquinas antropomorfas” en el que destaca el “Salary man”, “El trabajo como alienación” con la figura del oficinista alienado, “Control social desde la infancia” en que la figura del niño aparece como una regresión en búsqueda de identidad), son muy claros e indicativos al respecto. Obsesión especial merece el tema del encierro voluntario de los jóvenes.

- En el Círculo de Bellas Artes se ha presentado hasta el 28 de abril la interesante exposición Creadores de conciencia, una muestra que reflejaba el compromiso de 40 fotoperiodistas ante los conflictos de nuestro tiempo. Producida con motivo del XX aniversario de las acciones de RSC de DKV, presentaba escenas únicas que invitaban a la reflexión sobre situaciones que conectaran con la conciencia colectiva del visitante. Reporteros Sin Fronteras recibirá todos los beneficios recaudados con la venta del catálogo de la exposición. Comisariada por Chema Conesa reúne el trabajo de 40 fotoperiodistas, algunos con una larga trayectoria, como es el caso de Gervasio Sánchez, Kim Manresa, Sergi Cámara, Clemente Bernard o Sandra Balcells y otros más jóvenes como Javier Corso, Manu Bravo, Samuel Aranda, Bernat Armangué o Lurdes Basolí. Las 120 fotografías que se presentan en la exposición se han publicado en los medios de comunicación más importantes del mundo. Las imágenes dan a conocer realidades inquietantes de lugares lejanos como Siria, Venezuela, Colombia, Irak, Egipto…, y también situaciones que vivimos en nuestro propio barrio o ciudad.. Algunos de los fotógrafos han desarrollado su labor en la misma ciudad donde viven. Así se rinde homenaje a una generación de fotoperiodistas que han reflejado en imágenes momentos trascendentales de la historia reciente, a veces en situaciones precarias y asumiendo riesgos. Una tarea muy importante, en momentos históricos agitados y convulsos, que no ha conseguido siempre un justo reconocimiento. Con este proyecto itinerante que empezó en el Palau Robert de Barcelona la compañía de seguros DKV celebra el XX aniversario de su programa de “Responsabilidad Social”. Luego irá a otras ciudades como Valencia Zaragoza o Gijón.

- En el Palacio de las Alhajas y en la Biblioteca Nacional se ha presentado hasta el 19 de mayo la interesante exposición Leonardo da Vinci. Los rostros del genio, un proyecto de Christian Gálvez e Iniciativas y exposiciones. Una exposición conmemorativa del V centenario del fallecimiento del genial artista italiano y universal Leonardo da Vinci (1519-2019). Un artista tan dotado para las artes como para las ciencias que, con la belleza y la majestuosidad de sus obras, asombró a sus contemporáneos y dejó un inmenso legado artístico para los tiempos posteriores. Genio, y al tiempo erudito, que, como decía el gran historiador y crítico del arte Giorgio Vasari, al margen de una belleza física que no puede elogiarse demasiado, mostró una gracia infinita en todo cuanto hizo (“La vida de Leonardo”). Nacido en Vinci, a 40 kilómetros de Florencia, fue un hijo ilegítimo del que poco se sabe de sus primeros años hasta que entró de aprendiz en el taller de Verrocchio hasta que se estableció por su cuenta en 1476. El perfeccionismo y la diversidad de sus intereses le llevaron pronto a trabajar en sus proyectos durante tanto tiempo, incluso años a veces, que se hicieron especialmente vulnerables a los efectos y avatares del paso del tiempo. Puedo hacer en pintura cualquier cosa que pueda hacerse, tan bien como cualquiera le escribía en una carta a Ludovico Sforza (1451-1508), su mecenas durante 17 años. Concretamente, en pintura al óleo, que ya se había utilizado antes de Leonardo, su técnica de maravillosos tonos esfumados (“sfumato”), que le permitía retocar a su antojo y dar salida a su afán perfeccionista, tuvo un gran impacto en el arte de Italia y Europa. Con esta exposición, fruto del cariño de Gálvez por el artista al que ha dedicado años, se ha mantenido un pulso con la vieja guardia ortodoxa y corporativista del arte. Un magnífico montaje y un excelente catálogo culminan la propuesta.

- No hay espacio en este ya largo texto para reseñar más ampliamente otras importantes exposiciones de la cartelera primaveral madrileña. las cuales voy por lo menos a citar. En el Museo del Prado se han presentado tres importantes y bellas exposiciones. La primera, en el marco de la celebración del Bicentenario, con la colaboración de la Comunidad de Madrid y la Fondation Beyeler y el apoyo de la Embajada de Suiza y el Grupo Mirabaud, es la de Alberto Giacometti en el Museo del Prado en la que, hasta el 7 de julio, se han integrado, bajo el comisariado de Carmen Jiménez, las esculturas de este artista (1901-1966), uno de los más influyentes del siglo XX, con piezas del museo madrileño. La segunda, hasta el 25 de septiembre, es la de Fra Angelico y los inicios del Renacimiento en Florencia que investiga el valor artístico del Renacimiento florentino en torno a 1420 y 1430, con especial atención a la figura de Fra Angelico (Florencia, 1395-Roma, 1455), uno de los grandes maestros de este periodo. Esta exposición, en la que participan más de 40 prestadores de Europa y América, gravita alrededor de La Anunciación del Museo del Prado que se exhibe ahora en toda su plenitud tras su reciente restauración. La tercera, también en el marco de la celebración de su Bicentenario, es la exposición, Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines, un ambicioso proyecto que, con el patrocinio de la Fundación AXA y la colaboración especial del Rijksmuseum de Ámsterdam, se dedica a la pintura holandesa y española de finales del siglo XVI y del siglo XVII. Esta muestra, que está comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, y que consta de 72 obras, se podrá ver hasta el 29 de septiembre. Su tesis principal es todo un manifiesto a favor de la cultura europea frente a la apreciación demasiada nacionalista que los siglos XIX y XX han tenido sobre nuestra manera de entender el arte. Ese punto de vista minimiza los rasgos comunes que comparten los artistas europeos y que se destacan en esta exposición. En el Museo ICO se ha presentado hasta el 8 de septiembre, dentro de PHotoESPAÑA 2019, una muy interesante exposición, Paisajes enmarcados. Misiones fotográficas europeas, 1824-2019, que abarca ocho misiones fotográficas de larga duración llevadas a cabo en Europa desde principios de la década de 1980. En la Fundación Juan March se ha presentado hasta el 23 de junio la “pedagógica” exposición El juego del arte. Pedagogías. Arte y diseño, que pretende hacer patente como las novedosas pedagogías del siglo XIX, las más radicalmente basadas en el juego y en la experiencia del dibujo para todos, han sido el germen del gran cambio introducido en la tradición por el arte moderno. La pena de esta brillante y hermosa exposición es que se ha querido acumular tantos objetos, en un peligroso afán de mostrarlo todo y de que no quedase nada por mostrar, que, al final sino en el medio, sale uno saturado y, además, perdiendo el hilo de su tesis fundamental. En las salas de Alcala 31 se ha presentado hasta el 28 de julio una importante exposición, también dentro de PHotoESPAÑA 2019, Dario Villalba. Pop soul. Encapsulados &Otros, una exposición que reúne el mayor número de las obras más personales y conocidas del artista Dario Villalba (San Sebastián, 1939-Madrid 2018), los encapsulados. ¡Además de un artista progresista y cosmopolita, todo un precursor! Por otra parte, hay que recordar que la muestra empezó a gestarse en vida del artista con sus obras espaciales móviles que le granjearon fama internacional por lo que hay que agradecer el enorme trabajo de investigación posterior de su comisaria, María Luisa Martín de Argila. En la Fundación MAPFRE, Sala de Recoletos, se ha presentado hasta el 25 de agosto la importantísima exposición, Berenice Abbot. Retratos de la modernidad, sobre la ingente obra fotográfica de Berenice Abbot (Springfield, Ohio, 1898- Monson, Maine, 1991), que propone un exhaustivo recorrido, en el que se incluye un pequeño homenaje a Eugene Atget (1857-1927), por la trayectoria de esta pionera fotógrafa estadounidense. Esta exposición es todo un acontecimiento en Madrid que nadie debe perder. ¡No hay que perderse tampoco el video de la planta baja! (Berenice Abbot: Una visión del siglo XX (Kay Weaver, Martha Weelock, 1992). En la Fundación Telefónica se ha presentado hasta el 22 de septiembre, dentro del Festival PHotoESPAÑA 2019, nada menos que la primera gran retrospectiva en España del fotógrafo William klein (Nueva York, 1928), William Klein. Manifiesto, un fotógrafo que revolucionó la historia de la fotografía estableciendo las bases de una estética moderna. Esta exposición se ha propuesto mostrar todas las facetas –fotográfica, pictórica, gráfica y cinematográfica- de la obra del artista. En el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, después de la relevante exposición retrospectiva, organizada conjuntamente con la Fundación Beyeler de Basilea, dedicada al artista francés Balthasar klossowski (1908-2001), Balthus, se ha presentado hasta el 22 de septiembre la magnífica exposición Balenciaga y la pintura española. Esta gran exposición, la primera dedicada al modisto vasco, vincula la creación de Cristóbal Balenciaga, el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, con la tradición de la pintura española de los siglos XVI al XX, una de sus grandes fuentes de inspiración. En el CaixaForum de Madrid se han presentado dos interesantes exposiciones. La primera, Ópera. Pasíón, poder y política es una exposición que, además de su brillante contenido, presenta una experiencia inmersiva y emocionante ya que la música va cambiando a medida que nos movemos en las salas, algo inédito, que yo sepa, hasta ahora en las salas de exposiciones de Madrid. La segunda, Olga Picasso, presenta hasta el 22 de septiembre la aventura plástica, vital y sentimental de esta etapa de la trayectoria picassiana, el “periodo Olga”, a través de 335 obras, entre pinturas, dibujos, obra gráfica, esculturas, fotografías, películas, documentación y objetos. La muestra ha surgido de una intensa investigación a partir de las cartas y fotografías encontradas en el baúl de viaje y el archivo de Olga que se puede ver al comienzo de la exposición.

El teatro entra en la academia de la lengua

La misión del arte y, en particular la del teatro, es estar a la escucha del mundo, pero no devolver su ruido, sino su poesía” (Juan Mayorga).

Pienso que hay que celebrar, a pesar de las contradicciones de las instituciones, la entrada del dramaturgo Juan Mayorga (Madrid, 54 años) en la Real Academia de la Lengua. Con Mayorga entra en la RAE la generación teatral que domina los escenarios españoles, o sea la generación que empezó a brotar en los años ochenta y se consolida en los noventa con el empuje de los teatros públicos y las salas alternativas. Muchos de sus integrantes han participado en alguna de las 37 obras que componen el repertorio del nuevo académico. Además, en los últimos años dirige también sus montajes que ya son cinco y dice sentirse muy feliz. Y muy feliz debe sentirse también de su ingreso en la docta casa. También ha sido celebrado por la gran familia del teatro. Casi como un desagravio ya que solo otra persona relacionada con las artes escénicas, el gran actor y director José Luis Gómez, es en la actualidad miembro de la institución. Ningún dramaturgo, desde que hace dos años murió Francisco Nieva, a quién Mayorga recordó en su discurso como insigne antecesor, así como a Antonio Buero Vallejo. No se olvidó de sus maestros: José Sanchos Sinisterra, Joseph María Benet i Jornet y Marco Antonio de la Parra. Y como manda el protocolo, el nuevo académico dedicó unos minutos a rememorar la figura y la obra de su antecesor en el sillón M, el poeta Carlos Bousoño, a quién se permitió imaginar, “alto y flaco como dicen que era él”, en un escenario recitando también un poema cargado de silencios. “Esta puerta cerrada que yo quisiera ver entre la noche abrirse,/ girar despacio,/ abrirse en medio del silencio,/ abrirse sigilosa y finísima,/ en medio del silencio, abrirse pura”. “Ocurre que el silencio puede, en un escenario, representar el tiempo”. La poeta Clara Janés le dio la bienvenida.

En su discurso de ingreso en la institución Juan Mayorga hizo, además de hacer hablar el silencio, una reivindicación de los grandes mitos de la historia del teatro. Paradójicamente, el silencia ocupó su discurso para entrar en la gran Casa de las letras, de la palabra. Esto ya lo había anunciado el año pasado nada más ser elegido lo que había despertado una enorme curiosidad. Es chocante que en ese lugar de palabras el autor español vivo más representado hoy en el mundo elija como tema el silencio. Lo defendió así:”Sucede que el teatro, arte del conflicto, encuentra en silencio la más conflictiva de sus palabras: esa que puede enfrentarse a las demás. Sucede que en el teatro, arte de la palabra pronunciada, el silencio se pronuncia. Sucede que el teatro puede pensarse y su historia relatarse atendiendo al combate entre la voz y su silencio”. El silencio, pues, como frontera, sombra y ceniza de las palabras, pero también como su soporte es lo que Mayorga glosó en su discurso. Al acto, acorde con lo querido que es en la familia teatral, acudió mucha gente que desbordó el salón de actos y hubo que habilitar una gran pantalla y asientos en el vestíbulo. Lo más granado de la profesión, entre los que se contaban autores, directores y actores quiso acompañar a Mayorga en su éxito académico. Tan bien rodeado se sentía por los cómicos que incluso comenzó su discurso de memoria. Muy emocionado confesó que se había sentido tentado, como acostumbra a hacer en su oficio, de pedirle a alguno de los actores que había por allí que tomara su lugar y pronunciase por él las palabras que había escrito. “Es muy probable, sí, que quien ahora lee o finge leer estas palabras no sea el que las escribió, sino un representante”, dijo con una sonrisa juguetona.

Teatro: Obras

En el Pavón Teatro Kamikaze pudimos ver lo que para mí ha sido la obra de la temporada, Jauría, un magnífico ejemplo del llamado Teatro Documento, un tipo de teatro que fundamenta su dramaturgia alrededor de un hecho real. En este caso el juicio por violación de “La Manada” de los cinco de Pamplona (después se han repetido otras manadas en otros lugares de España). Los hechos ocurrieron a las 3 a.m. del 7 de julio de 2016 en las Fiestas de San Fermín. La magnífico ficción documental es de Jordi Casanovas y nos permite viajar dentro de la mente de víctima y victimarios. Su verosímil y sólida dramaturgia, recordamos su trabajo en “Ruz-Bárcenas”, se realizó a partir de las transcripciones del juicio y se construyó con fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante publicadas en varios medios de comunicación. Un juicio en el que, curiosamente, la denunciante es obligada a dar más detalles de su intimidad personal que los denunciados. Un juicio que removió las conciencias y cuyo veredicto provocó muchas manifestaciones en muchos y distintos lugares de España Un caso que removió de nuevo el concepto de masculinidad y su relación con el sexo de nuestra sociedad. En definitiva: un juicio que marcó un antes y un después. Y que sigue provocando reacciones agresivas de la caverna ya que las paredes del Kamikaze se han visto con pintadas y amenazas. La ambición intelectual y la belleza plástica de esta representación pone contra las cuerdas al inveterado macho español, como ejemplo de los hombres que siguen sin saber amar a las mujeres. Pone de manifiesto especialmente un sustrato socio-cultural en el que los agresores siguen sin percatarse del daño que han hecho.

Estamos, pues, ante un formidable trabajo de corta-pega de Jordi Casanovas, un autor en racha, que puede quedar oculto y no ser apreciado en su justo y verdadero valor tras el impacto emocional que sufren los espectadores en la representación. Por su parte, el talentoso director Miguel del Arco, en uno de sus mejores trabajos, ha mantenido el pulso firme para llevar este texto hasta el límite con inteligencia y eficacia. Basándose sobre todo en la soberbia interpretación de la gran María Hervás (como “Ella”, sin nombre) una de nuestras mejores actrices de su generación, que será difícil que vuelva a repetir una interpretación de este calibre en la que se aúnan verdad y belleza. Logra trasmitirnos su dolor con tanta delicadeza que sobrevolamos la dureza del tema. Junto a ella, cinco actores sobresalientes muy bien orquestados por el director: Alex García, Martín Rivas, Fran Cantos, Raúl Prieto e Ignacio Mateos. Luego se desdoblan, ella en fiscal lo que debe aliviarla mucho pese a la gravedad del cargo, y los actores en jueces y magistrados. Este desdoblamiento me parece de una gran inteligencia y sutilidad: el machismo no solo está en la manada sino también en las mentes de los que dictaron una sentencia muy contestada en todo el país. Además de estas virtudes de texto, dirección e interpretación, hay que destacar la escenografía de Alessio Meloni, la iluminación de Gómez Cornejo y el sonido de Sandra Vicente que contribuyen a crear esa atmósfera opresiva. Solo tengo que decir, finalmente, que el público que llenaba el teatro el día de su estreno permanecimos de pie aplaudiendo esta poliédrica labor teatral durante largos quince minutos.

En el Auditorio del Centro Cultural Conde Duque hemos podido ver de nuevo en acción, desde el 25 de abril al 10 de mayo, a La Joven Compañía, ahora LaJoven, dirigida por José Luis Arellano, con un magnífico texto, Gazoline, de Jordi Casanovas. Como se sabe, esta compañía es un proyecto de la Fundación teatro Joven que tiene como misión extender el amor por la cultura y el teatro, especialmente entre el público juvenil. Para ello une a grandes profesionales de las artes escénicas con la comunidad docente y sirve como espacio de formación y trabajo para jóvenes artistas, técnicos y gestores culturales. Han cumplido este programa con creces e incluso han tenido varios premios como el Premio El Ojo Crítico de Teatro de RNE y la Cruz de la Orden del Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid. Esta obra que comento forma parte del proyecto Primer Acto de la Fundación Teatro Joven y las Fundaciones Edmond de Rothschild con el objetivo de visibilizar y fomentar la diversidad étnica en las artes escénicas. Sus actores, que representan a cinco jóvenes, tres chicos y dos chicas, que luchan por encontrar su sitio en este mundo que acaban de reconocer, son un verdadero ejemplo de esa diversidad étnica. “Demasiado jóvenes para ser adultos y demasiado mayores para seguir siendo niños” en un contexto de revueltas y violencia. Porque Casanovas sitúa su texto en noviembre de 2005 en París, concretamente en la “banlieu” parisina dónde tuvieron lugar las revueltas de los hijos de los hijos de los inmigrantes que habían llegado a Francia sin nada. Se rebelan porque no se sienten integrados y formando parte de este país. Europa no les ofrece esos valores que coronan su bandera. Entonces, para mostrar su malestar queman coches, en este caso el coche de alguien muy rico

Como ya señalaba arriba el texto de Jordi Casanovas es estupendo y está muy bien hilado para contar la desesperación y rabia de estos jóvenes que no ven salida a sus vidas y se dejan llevar por sus instintos más primarios. Además, nos hace ver la variedad de conductas de sus protagonistas que no son solo irracionales sino también otras más teorizadas y pensadas. Los diálogos cruzados de esta historia están muy bien trenzados y dan cuenta de ese momento histórico en París pero que también se repitió en otras ciudades de Europa como Londres. Sena-Saint Denis es el departamento francés con más población de origen inmigrante en el que viven esos jóvenes que mantienen una relación de amor-odio con Francia. Cuando se alza el telón, adolescentes de la “banlieu” parisina están protestando por la muerte de dos compañeros, electrocutados cuando huían de la policía. Y Omar y Nain van a prender fuego a un coche. La dirección de José Luis Arellano y la coreografía de Andoni Larrabeiti le dan a la función un ritmo muy vivo facilitado por la frescura de estos actores jóvenes. La maravillosa iluminación de Juan Gómez Cornejo, quién, por cierto, está muy ilusionado con el trabajo de esta joven compañía, da vida con cada detalle de luz o sombra al espacio escénico (escenografía de Silvia de Marta), simple pero muy significativo. La videoescena de Bruno Praena, video y coche, no siempre está completamente aprovechada, aunque a veces da en el clavo. Por último, el trabajo de los actores que es bueno no siempre alcanza a ser regular: a veces se queda en grito o chillido mucho más en alguno de los intérpretes. Quizá es la parte que hay que trabajar aún más en esta obra y la verdad es que se puede lograr porque hay potencia teatral.

Nos ha visitado el conocido director argentino Claudio Tolcachir para dirigir, en los Teatros de La Abadía, hasta el 30 de junio pero, debido a su éxito se ha prorrogado hasta el 14 de julio, una obra de Michael Frayn, Copenhague, toda una lección de este reconocido autor teatral, además de novelista, sobre cómo utilizar la ficción para analizar e interpretar la realidad. Un texto muy bien dirigido por Tolcachir y magníficamente interpretado por Emilio Gutierrez Caba (Niels Bohr, “Teoría de la complementariedad”) y Carlos Hipólito (su discípulo, Werner Heisenberg, “Principio de Incertidumbre”) y Malena Gutiérrez (Margrethe, mujer de Bohr e intérprete del famoso y misterioso encuentro). Un encuentro de los dos físicos judíos que se produjo en septiembre de 1941, en la ciudad del título, en plena ocupación nazi de Dinamarca. Sus conocimientos eran determinantes para la fabricación de la bomba atómica y no se sabe nada de lo que hablaron en esa reunión pero sí sabemos que nunca más se cruzaron. El autor utiliza ese misterio para tejer su texto psicológico y dialéctico. Estamos, pues, ante un texto, uno de los mejores del teatro contemporáneo, fascinante y al tiempo complejo, al que, quizá, le sobre bastante terminología científica a la hora de plantear un conflicto moral y humano. La moral en tiempos de guerra y la reacción ética de sus personajes, en realidad muertos que intentan recrear aquella situación. Un texto sobre el dilema de la responsabilidad del científico ante el uso perverso de sus descubrimientos. Tengo que reconocer que en varios momentos de la obra me emocioné.

En los Teatros del Canal tuvimos la oportunidad de ver una interesante obra, Arde brillante en los bosques de la noche, de otro argentino, Mariano Pensotti/Grupo Marea. Un brillante ejercicio teatral en el que se mezclan marionetas, teatro y cine. Una pieza teatral que, curiosamente, se estrenó en Alemania y que, del 11 al 19 de mayo, se presentará en el Wiener Festwochen. Sobre todo porque los trabajos de este dramaturgo y director tienen una fuerte raigambre en la realidad argentina y, concretamente, en el mundo de Buenos Aires. Y no hay que olvidar que forma parte de una generación en la que muchos son hijos de militantes revolucionarios de la izquierda de los años setenta y ochenta por lo que la su historia está ligada a la de la izquierda en América latina y a la influencia del marxismo y de la Revolución Rusa. Con lo que siempre le interesó hacer una ficción de una obra de los cien años de la Revolución Rusa con trasfondo personal, un periodo completamente inabarcable y muy tratado en teatro, cine y libros. Por eso, el encuentro con los escritos de la gran revolucionaria rusa Alexandra Kollontai que desconocía por completo le iluminó el camino para acercarse al tema que quería. La historia de este importante feminista no se conocía en América latina pero su figura ha sido revisada y puesta al día por parte de feministas que la reivindican. Pensotti se interesó especialmente, además de por la corrupción del lenguaje, por la explotación por parte del capitalismo del cuerpo de la mujer

También en los Teatros del Canal, en la sección de DANZA, nos ha visitado el veterano y famoso Ballet Nacional de Cuba que sigue bajo la Dirección General de la mítica bailarina Alicia Alonso (1920), quién por su frágil estado de salud no ha venido este año. No hay que olvidar que, durante años y bajo su dirección, las visitas de este Ballet Nacional de Cuba eran un maravilloso aire fresco en el enrarecido y desértico ámbito de la danza clásica en España. En los últimos años sus visitas son un poco más espaciadas. Desde enero, la subdirección artística y la responsabilidad ejecutiva es tarea de su primera bailarina Viengsay Valdés (La Habana, 1976). Esta bailarina, una de las más emblemáticas de las últimas décadas, quiere darle nuevos aires a la dirección y lograr un sistema más justo en la selección de los bailarines y los diferentes roles, mediante audiciones, con más oportunidades para los jóvenes en función de su potencial técnico y artístico. Del 19 al 23 de junio nos han traído a Madrid su clásico por excelencia, El lago de los cisnes, con coreografía de Alicia Alonso sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivánov de 1895, y con la música de P. I. Chaikovski que la compuso en 1877. Este ballet está compuesto de tres actos y un epílogo y su argumento es muy conocido. Gracias a la estupenda obsesión de Alicia Alonso no se cambió nada de su lectura, estructura y estilo, cosa que hoy se agradece pues mantiene el original frente a las podas hechas en otros lugares. El elenco ha sufrido bastantes cambios en su renovación, con muchos jóvenes a los que quizá les falte rodaje y maduración. La música enlatada, como se sabe, tampoco favorece los ajustes. Del miércoles 26 al domingo 30de junio, el Ballet Nacional de Cuba ha interpretado una segunda pieza, La cenicienta, uno de los títulos que mantiene en su repertorio desde hace varias décadas, cuya función de estreno ha tenido en su papel protagonista a Anette Delgado, la consagrada bailarina. Es el único ballet que compuso J. Strauss II y fue estrenado después de su muerte, en 1901, en Berlín. Esta obra se dejó de poner en escena, enseguida, pero fue, en 1988, cuando el corógrafo cubano Pedro Consuegra presentó un primer montaje sobre la pieza con el Ballet de Marsella, reponiéndolo ocho años después, con arreglos, para la compañía de La Habana.

No puedo dejar de reseñar el paso, en su cita ya anual, por el Teatro Español de la eterna compañía de “teatro inestable de ninguna parte”, La Zaranda con su última obra El desguace de las musas. De nuevo, con la autoría de Eusebio Calonge y la dirección de Paco de La Zaranda, nos han presentado, hasta el nueve de junio, esta obra “dónde el llamado género frívolo se convierte en trágico”. En ella vuelven a poner sobre las tablas una “Historia proscrita hoy de los manuales escénicos, arrumbada en el olvido, cuando no denostada, las Varietés, la Revista”, como piedra angular de la que parte esta obra. Se trata así de recuperar las “Varietés”, la “Revista”, pero no para caer en la nostalgia de lo ya ido sino para revivir y rescatar, “si se quiere con dolor intacto”, abriendo las cicatrices, un mundo que fue referente de nuestra cultura teatral y por lo tanto de la historia que nos conformó para explicarnos la sociedad que somos. Así vemos en un salón de variedades en absoluto desguace y del que parece que han huido las musas, en medio del la tela lamé y las lentejuelas, a vicetiples con mallas remendadas; y a artistas sin esperanzas que acicalan a Don Pepe, el antiguo y seductor empresario hoy anciano ruinoso, al que no dejan morir en paz. Estas imágenes nos trasportan de golpe a los despojos de Franco que sufrimos. De nuevo una alegoría con la realidad, un paralelo con la actualidad, tan caras a esta vetusta compañía. Otro maravilloso delirio escénico de estos grandes teatreros que nos mueve a la risa pero también al llanto y al crujir de dientes. La escenografía, la iluminación y el vestuario, y sobre todo la caracterización de los personajes, nos trasportan, con gran potencia simbólica, del pasado a estos tiempos ruinosos en los que las musas han sido desguazadas para dar paso a un mundo sin poesía ni arte. Por cierto, creo que es uno de los espectáculos de La Zaranda en los que he visto menos fuerza en la narrativa y más arte ya que no dejado de contemplar magníficos retablos vivientes.

Otra maravillosa rareza en la cartelera madrileña es la obra, Tus muertos (que son los míos) que se presenta en la sala Tribueñe, dónde ejerce sus dotes taumatúrgicas el genial Hugo Pérez de la Pica. Además de autor y director de sus obras, este hombre en el que el intelecto y el sentimiento van de la mano, realiza la escenografía, la iluminación y el vestuario y lo que haga falta en todas sus obras. Si alguien de cualquier punto de España no conoce esta preciosa sala debe pasarse cuanto antes porque allí cada función es mágica. Deben ser vistas, además de la obra de la que me ocupo esta vez, otras obras como Alarde de tonadilla o Las Teodoras que cada fin de semana han llenado de un público fiel este pequeño teatro “alternativo” de la zona de Manuel Becerra. Los asiduos amantes del teatro nos venimos preguntando una y otra vez cómo es posible que Pérez de la Pica sea capaz de dominar los códigos de tantos géneros como la copla, el cuplé, el flamenco… y de acumular un archivo folklórico tan extenso. Y de lograr, con poquísimos medios, una iluminación tan precisa y un vestuario tan completo. Lo que sí está claro desde luego es que detrás de sus puestas en escena hay un enorme trabajo de años de investigación. Pero también un buen gusto y una exquisitez capaces de seleccionar un material acorde. Y una imaginación especial para ir levantando y llevando a cabo un trabajo tras otro de gran altura poética en sus puestas en escena. Además, De la Pica ha ido encontrando y seleccionando a unos intérpretes de primera no solo en el canto y el cante sino también en el baile y en la música y en el toque. Finalmente, para hacer el vestuario y los decorados ha tenido que ver muchos libros de moda, de fotografía y de arte en general, y conocer, entre otros, a maestros como Ortiz Echagüe y el famoso pintor de mujeres Romero de Torres. Un gran poso de sabia cultura popular que viene de nuestra historia pasada recorre todos sus trabajos y late profundamente en ellos.



El cine chino vuelve por sus fueros

Parece que China va a ser primera potencia mundial dentro de muy poco y con la ayuda del presidente más estúpido de la historia de Estados Unidos eso está cantado. Eso está muy claro. En ese sentido debería haber más curiosidad por conocer que se está haciendo en el país que desde hace veinte años se está convirtiendo en primera potencia mundial. Sin embargo lo que no aparece tan claro es el auge del cine chino que nos va goteando películas de gran nivel en las pantallas españolas. Además, las pantallas comerciales solo nos muestran una pequeña selección de toda la cosecha. Sin olvidar a los maestros ya conocidos de otras generaciones que hicieron posible su presencia internacional como Hou Hsiao-hsien y el taiwanés Edward Yang en los ochenta. Fueron seguidos por la llamada Quinta generación (Zhang Yimou y Chen Kaige). Al menos voy a hablar luego de algunas películas de directores de cine de este enorme país que, presentes en la cartelera primaveral, nos demuestran su gran potencia cinematográfica. Porque no solo ha vuelto por sus fueros el magnífico y veterano director Zhang Yimou con Sombra” sino que han aparecido otras dos películas de directores chinos de las siguientes generaciones como La ceniza es el blanco más puro, su decimocuarto largo ya estrenado en las salas madrileñas, de Jia Zhang-Ke (Fenyang, 1970) y Largo viaje hacia la noche, su segundo largometraje, de Bi Gan (Kaili, 1989). Representan, con innovadoras propuestas formales, a dos generaciones que dan un enorme testimonio de las contradicciones de todo tipo que sufre el país y del mapa emocional del pueblo chino. Sin olvidar una demoledora película, An Elephant Sitting Still, el debut del malogrado director Hu Bo que se ha estrenado en Matadero en DocumentaMadrid pero muy pocos días. El último número de la revista de cine Caimán le dedica una estupenda retrospectiva al fantástico momento que vive y por el que pasa el cine chino.

La filmografía de Jia Zhang-Ke, por ejemplo, es un perfecto testimonio de las trasformaciones de China en el comienzo de siglo XXI. Concretamente, su última película comprende un periodo que va desde 2001 hasta el presente. En ella, regresa a lugares que ya hemos visto antes en otras de sus películas (Naturaleza muerta, 2006) como la presa de las Tres gargantas, lugar ahora turístico por excelencia. Revisita también otros lugares que nos señalan las grandes mutaciones que ha sufrido el país. Al tiempo nos cuenta el desgarrador romance que vive la joven Qiao (¡qué gran actriz es Tao Zhao, pareja y musa del cineasta!) y su pareja, el mafioso Bin (¡qué interesante actor es Liao Fan!). Con su película anterior, Más allá de las montañas, este drama formaría un buen díptico. Pero no debemos olvidar otras películas suyas como Platform, Unknown Pleasures o The World que le han elevado a la categoría cinematográfica que hoy tiene. Un cine en el que mezcla épica y “noir”, música y tecnología, retrato social y emocional. Sin dejar de mostrarnos su propia trayectoria sentimental respecto al país y los personajes que tan bien retrata. El crítico Carlos Reviriego en “El Cultural” (suplemento en el que he encontrado apoyo) señala que tanto la película de Zahang-Ke como la de Bi Gan toman como referencia la película de Hitchcock (“en el subconsciente chino”), Vértigo, a la que acaban haciendo ambos filmes “algo más que un tributo, como una pieza esencial del desgarro romántico que ponen en escena”. Y concluye: “Todo lo que una generación ha separado- el fondo y la forma de ambos filmes están muy distanciados-, el cine de Hitchcock aún puede unirlo”. Al tiempo, une la película de Bi Gan con algunos de los grandes estetas de cine contemporáneo como Wong Kar-wai y la de Hu Bo no solo con Bela Tarr sino también con David Lynch.

Películas

Una de las películas más interesantes de esta temporada primaveral madrileña es, sin duda, Gracias a Dios, la última película del ya reconocido director Francois Ozon. Esta magistral película de la que también es guionista fue Oso de Plata y, Gran Premio del Jurado, en el Festival Internacional de Berlín (en su 69 Edición). En cada nueva película, cada una de una temática distinta, este director demuestra su notable nivel cinematográfico y, desde luego, que es uno de los más notables cineastas del panorama actual. Con esta comprometida película quizá marque el comienzo de una nueva etapa en su cinematografía. Porque, además de solidez y honradez, demuestra una sensibilidad especial para captar los problemas de nuestro tiempo. En este caso para enfrentarse al problema del abuso a menores dentro de la Iglesia Católica en Francia y, concretamente, en la diócesis de Lyon. El estupendo guión de la película no deja ningún fleco suelto de este criminal problema, el de la pedofilia (amor a los niños) y el de la pederastia (amor a los adolescentes), cuyos términos significan distinto en francés y en castellano por lo que hay que tener claros los significados que se aclararon en la rueda de prensa. Estamos ante un auténtico ejercicio de estilo con una impecable dirección de Ozon que sabe mover a los actores, a los que filma con una enorme elegancia, en una especie de carrera de relevos. Magníficamente construida en su guión, muy bien dirigida y muy bien interpretada. Ozon cree en la palabra y en el cine para despertar las conciencias dormidas de nuestra sociedad aletargada por el consumo y la banalidad. Estamos ante una película que por momentos emociona y es conmovedora por su sinceridad, además de lúcida y brillante, sin caer en el panfleto antirreligioso ni en el sensacionalismo sino profundamente esclarecedora y responsable.

El director quería hacer una película sobre la fragilidad masculina, pero se encontró con los testimonios de las víctimas de abusos en la web “la palabra liberada” y ya tuvo claro que allí había un material muy valioso para hacer una película. Ozon rodó la película casi en secreto para evitar problemas con la posible prohibición por parte de la Iglesia, sobre todo por el poder de Barbarin quién había sido incluso nombrado ciudadano del año en Lyon. Por ello llevó el rodaje a Bélgica y Luxemburgo ya que quería dar voz a las víctimas, sobre todo a las más frágiles (se ven las diferencias de clase). A lo largo de la película va pasando del terreno moral, y de la solución del problema dentro de la Iglesia lo cual resulta imposible, al terreno del crimen y de la jurisdicción civil que al final es mucho más directa y efectiva. Al principio incluso parece que no fue bien recibida en Francia pero luego se ha convertido en un gran éxito de crítica y de público. Y en un revulsivo para la sociedad francesa en la que, según una encuesta, ha crecido la demanda de apostasía y en la que el 56% de los franceses tiene una mala imagen de la Iglesia (y cuatro de cada diez católicos). Por otra parte, los obispos de Francia se han reunido en Lourdes y han mostrado su preocupación después del juicio al poderoso cardenal convertido en símbolo de la “omertá” de la iglesia católica francesa sobre los abusos a menores. Al final, el acusado Bernard Preynat no fue condenado, y si lo fue el Cardenal Barbarin que le había presentado su dimisión al Papa pero que éste no la aceptó porque eran amigos, lo cual provocó un buen escándalo. Por otra parte, Ozon tiene muy claro que lo importante no es el personaje de Preynat que son muchos sino la Iglesia como Institución y que la pederastia está también en otros ámbitos como el deporte y, sobre todo, la familia.

Una fantástica película a destacar es Sombra, la última película del director chino Zhang Yimou (Xí`an, República Popular China, 1951), una película histórica que se desarrolla en la época de los Tres Reinos (220 a 280 A. J. C). Una maravillosa y poética película que nos vuelve a reconciliar con Yimou a aquellos a los que nos sorprendió en sus comienzos, entre 1988 y 1994, con magníficas películas como, su ópera prima, Sorgo rojo, o Ju Dou: Semilla de crisantemo, La linterna roja, Qiu Ju, Una mujer china y ¡!Vivir! Para mí la etapa formidable y dorada de sus dramas históricos, muy sólidos y potentes, tanto socioculturalmente como visual, narrativa y emocionalmente. Luego me fui alejando progresivamente del director más aventajado de lo que se llamó “Quinta Generación”. La proyección a la escena internacional le hizo un flaco favor y le hizo perderse en un fiasco, o “venderse al capitalismo”, tanto en Hollywood como en los oficiales Juegos Olímpicos de Pekín de 2008, donde había llegado a ser un disidente consentido. Coqueteando nada menos que con las estrategias coreográficas del género “wuxia” y las artes marciales. Decía Grierson que “cuando un director muere se convierte en fotógrafo”. Sería un craso error asociar su última película con el dictado griersoniano por su impecable dominio formal. Curiosamente, en su promoción actual se le asocia con sus películas precedentes Héroe (2002) y La casa de las dagas voladoras (2004) donde desplegó gran pirotecnia visual pero no con La maldición de la flor dorada (2006), y menos con el patinazo que supuso su última película, La gran muralla (2016), una película indigna dentro de su importantísima filmografía.

El veterano director, en una entrevista muy reciente, ha señalado que “no todo es el éxito en taquilla” y que “corremos el riesgo de caer en el puro entretenimiento”. Por eso, quizá, ha hecho una película profunda y artística, bella pero en la que cuenta una historia impactante con personajes ricos y complejos, de gran violencia y poesía visual. Un drama épico de artes marciales que recuerda mucho a Kagemusha, la sombra de un guerrero (1980), una de las obras más importantes del gran Akira Kurosawa ya que en ella un militar con graves problemas de salud recurre a un doble para que le sustituya en público y le permita recuperar una ciudad en manos de los enemigos, al tiempo que se enfrenta con su propio rey. El título de la película, “Sombra”, en mandarín significa “yin” en contraposición a la luz, pero también puede significar “doble”. En ella, el “leitmotiv” es el yin (agua, mujer) y el Yang (montaña, hombre), el blanco y el negro como límites de una amplia gama de grises, inspirada en las aguadas de tinta china. Para los orientales explica la existencia física del mundo y el mundo en sí mismo. Lo que son los átomos y partículas en Occidente para explicar el universo. Escapa del realismo con toques fantásticos y se mueve entre lo épico y lo íntimo reflexionando sobre el poder, la ambición, el honor, la venganza, los lazos de sangre y afectivos y la identidad individual. Gracias a la maravillosa fotografía de Zhao Xiadong, acompañada de una hipnótica banda sonora, logra una puesta en escena de belleza sobrecogedora en la que el rojo denso de la sangre violenta ese blanco y negro matizado por los grises que muestran las ambigüedades en el corazón del hombre que no es ni bueno ni malo. Cada plano de esta película es en sí mismo una auténtica obra de arte.

Otra película muy importante de la cartelera primaveral es La ceniza es el blanco más puro del conocido director chino, y también guionista, Jia Zhang-Ke que participó en la “Selección Oficial. Competición. Cannes 2019. Este director es sin duda el mejor director de cine de autor de China. Estamos, además de una potente crítica social, ante una historia de amor larga y premiosamente relatada con una enorme carga fatalista en la que destaca por encima de todo la sólida presencia de su protagonista femenina. ¡Que maravillosa actriz es Zhao Tao (en el papel de la poderosa y seductora Qio)! Las interpretaciones de los protagonistas son muy buenas de todas formas ya que Liao Fan también hace muy su papel (el mafioso Guo Bin). Zhang-Ke une documento y poesía, con Noir y melodrama, para mostrarnos la composición del paisaje y la descomposición de de la sociedad china, o sea la dura realidad de su país ya que no hay que olvidar que sus primeras películas fueron rodadas en la clandestinidad. Pero luego con “Naturaleza muerta” había ganado el León de Oro en Venecia. El director sigue en su crítica del capitalismo que ha borrado paisajes y pasados a una velocidad muy peligrosa descomponiendo e inestabilizando su estructura social. Por ello, en la primera parte se aprecia más, gracias a una buena fotografía, la fuerza de su rodaje mientras que en la deriva de su segunda parte, que para algunos puede resultar larga y hasta tediosa, demuestra su enorme talento para captar la realidad en sus distintas variantes pero sin tanta potencia dramática. La segunda parte está emparentada con la deriva de “Naturaleza muerta”.

En esta obra épica de enorme riqueza cinematográfica, una auténtica tragedia romántica de gran profundidad, Zhang-Ke trata sobre los ambiciosos gánsteres del este de China. Así consigue una película bastante redonda y desde luego muy elegante en la que su actriz vuelve a demostrar que es una de las grandes actrices del mundo. Pero al espectador no se lo pone fácil ya que sus continuos saltos en el espacio y en el tiempo hacen que no pueda despistarse ni por un momento. Al fondo la corrupción moral e institucional que provoca un modelo de crecimiento acelerado (el AVE sustituye a los trenes tradicionales) que trastorna cuerpos y mentes que no tienen tiempo de reflexionar sobre el proceso de reconversión al que están sometidos. Por ejemplo, la reconversión de las antiguas minas y de los mineros que se sienten perdidos en esa vorágine. En medio de ese caos dirigido por los burócratas dirigentes del régimen parece que la única que sabe seguir su camino sin rendirse a pasar del mal de amor que la posee es su protagonista femenina que no feminista. Su búsqueda de libertad en medio de ese mundo violento y gris es maravillosa. Zhao Tao, en ese papel de heroína de gran pureza en el que hace valer sus grandes dotes interpretativas, se supera a sí misma en ese viaje hacia el centro de sí misma. Al tiempo, el hombre, su amante, se hunde más y más en la miseria tanto física como moral. Su obra nos habla amor y traición, de dominio y sumisión, de promesas rotas y de la imposibilidad de unos personajes de adaptarse a estos tiempos cambiantes e incluso mutantes, dentro de las trasformaciones identitarias de la sociedad china del siglo XXI. Con esta película de gran fuerza metafórica, a la vez que un verdadero estudio social y emocional del paso del tiempo, de los vueltas del amor y de los fantasmas de la memoria, el gran director que ya era Jia Zhang-Ke se ha convertido en el gran poeta cinematográfico de la China del siglo XXI.

Otras películas interesantes que han pasado por la cartelera primaveral madrileña han sido...

Un atardecer en la Toscana (absurda traducción de “Dolce Fina Giornata”), es una película, de producción polaca pero que se desarrolla en la región de la Toscana en Italia, que está dirigida por Jacek Borcuch quién es también su guionista. Esta película está interpretada por la enorme actriz que es Krystyna Janda cuyo trabajo ha sido reconocida con el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de Sundance. Este drama polaco nos cuenta como la ganadora del Premio Nobel, Maria Linde (Krystyna Janda), una judeopolaca de espíritu libre que vive tranquila junto a su familia en la cálida y bella Toscana, concretamente en Volterra, mantiene un affaire con un joven egipcio bastante más joven que ella y dueño de un hotel de la playa cercana. Entonces se produce un atentado terrorista en Roma y su crítico discurso al recibir el premio del que sus vecinos y las autoridades estaban orgullosos, en el que denuncia los extremismos de Europa, trastorna la plácida vida local que se llena de histeria y violencia que supera, incluso, a la protagonista que no estaba preparada para tal caos y que pasa a ser la víctima. Pero la película no se queda en lo familiar y costumbrista de su arranque sino que, con los bellos paisajes de la Toscana al fondo, nos va mostrando los verdaderos problemas de nuestro tiempo. Así van aflorando, por ejemplo, en relación con el tema de la inmigración, la xenofobia y el racismo que nos muestra muy bien la película. Con gran elegancia y sencillez y sin caer en la espectacularidad en ningún momento esta estupenda película nos va enfrentando al caos consiguiente creado tras el polémico discurso. Su enigmático final abierto, el espectador tendrá que sacar sus propias conclusiones, se convierte en una contundente metáfora sobre el futuro de Europa.

Otra interesante película, una verdadera sorpresa por cierto para los que nos temíamos algo peor, es En los 90, una película estadounidense dirigida por el actor Jonan Hill, uno de los grandes valores interpretativos del cine estadounidense actual. Esta es la primera película en la que es realizador y también guionista, y es, de nuevo, lo que se denomina una “teen movie” sobre los 90 (igual que la anterior Supersalidos de Gregg Mottola en la que era actor era sobre los 80). Solo que aquí, en este relato iniciático, en lugar de la transición a la vida adulta se habla sobre el paso de la preadolescencia a la pubertad de un chico de 12 años de clase media en Palms, Los Ángeles. Maltratado por su hermano mayor y desatendido por su madre divorciada queda fascinado por un grupo del barrio de jóvenes monopatinadores que hacen “skating”. Se inicia para él un mundo de camaradería con estos nuevos amigos que tienen una tienda y le introducen, le consiguen un monopatín, en el mundo del skating. Casi toda la cinta va a centrarse en el aprendizaje del skating en el que intenta igualarse con los mayores entre los cuales uno, el más prudente, intenta incluso ser profesional. Estamos, pues, ante una película de producción amateur de cámara en mano (incluso uno de los protagonistas es aficionado al cine y graba sin parar imágenes de sus amigos para hacer una película), cuya acción trascurre en los 90 pero que podría suceder hoy perfectamente. Esta película que no es nostálgica en su relato de los hechos, ni cae en el melodrama en ningún momento, sí puede serlo para los que aquí en España practicaron esta técnica en los años 90 o incluso después. A destacar en esta modesta cinta que, rodada en 16 milímetros y formato 4:3 imita los encuadres de los videos de “skaters”, la interpretación de Sunny Suljic en el papel de Stevie.

Música

La verdad de la que no se consigue hablar, hay que cantarla, hay que decirla con la música (Luciano Berio parafraseando a Wittgenstein)

- En el CBA Círculo de cámara (temporada 2019/20) y Beethoven actual

Un verdadero acontecimiento musical digno de reseñar es que el Círculo de Bellas Artes de Madrid ha inaugurado el ciclo Círculo de Cámara, una iniciativa, en colaboración con la Fundación Montemadrid, mediante la que pretende revitalizar la música clásica con actuaciones de solistas y grupos de cámara internacionales, que ofrecerán nueve conciertos dominicales. La dirección artística del ciclo corre a cargo de Antonio Moral y, en función del repertorio elegido, los conciertos tendrán lugar en la Sala de Columnas o en el Teatro Fernando de Rojas. Así continua el Ciclo de Cámara del Auditorio Nacional. Para los conciertos de la sala Fernando de Rojas se ha llevado a cabo una adecuación del espacio en la línea de la sala del Teatro de la Zarzuela. Este ciclo, siempre en domingo, comenzará el 20 de octubre de 2019 y contará con figuras musicales de diferentes estilos.

Paralelamente, el mismo CBA quiere sumarse a la celebración en el año 2020 del 250 aniversario del nacimiento del gran compositor alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827) con la organización del ciclo Beethoven Actual, una serie de nueve conciertos que tendrá lugar los lunes en el teatro Fernando de Rojas desde el 1 de octubre de 2019 al 1 de junio de 2020. La programación incluirá el corpus de sus 32 sonatas para piano, en contrapunto con los 18 Estudios de uno de los compositores más relevantes del siglo XX, el húngaro de origen transilvano György Ligeti (1926-2006), además de nueve obras recientes de otros tantos compositores españoles actuales de generaciones y estéticas diferentes. Ocho de estas obras serán estreno en Madrid y la novena, escrita por Tomás Marco, será primicia absoluta en este ciclo en un encargo conjunto del CNDM y el CBA que coproducen el ciclo.

- Música en vivo

El año pasado fue el mejor de la historia de la música en vivo en España. El negocio de la música en directo en España alcanzó su récord absoluto de facturación en 2018: 344 millones de euros, un 24,1% más que en el ejercicio anterior. Estas son cifras del Anuario de la Música en vivo de la Asociación de Promotores Musicales (APM), presentado muy recientemente, que achaca los buenos resultados sobre todo a la bajada del IVA, al crecimiento del turismo musical y “al azar”, pues coincidieron varios conciertos de estrellas internacionales. Los artistas con más público en sus giras fueron Bruno Mars (110.000 personas), Ricky Martin (80.000) y Shakira (71.000). En lo que se refiere a artistas nacionales, empatan las giras de Operación Triunfo y Pablo Alborán, con casi 300.000 espectadores. Precisamente, estas cifras son las que alcanzaron los dos festivales más multitudinarios: el Arenal Sound de Burriana (Castellón) y el Medusa Sunbeach de Cullera (Valencia). Aunque el sector de la música en vivo sigue preocupado por la reventa, tienen que admitir, sin embargo, que de momento “las sensaciones de 2019 son tan buenas” como las de 2018, su mejor año.

- Conciertos

En en el Ciclo de Ibermúsica y en periodo aún invernal pudimos disfrutar de los interesantes conciertos de la Gustav Mahler Jugendorchester con el Coro y los pequeños cantores de la Comunidad de Madrid, dirigida por el reconocido director británico Jonathan Nott, y con Elena Zhidkova como solista, que tocaron y cantaron la Sinfonía núm. 3, en Re Menor de Gustav Mahler (Serie Arriaga, 12 de marzo), y de la misma orquesta, el mismo director y la misma solista que se presentaba por primera vez en el ciclo, que tocaron, en la primera parte, Tres piezas para orquesta op. 6 de A. Berg y Rückert-Lieder de G. Mahler, y, en la segunda parte, La Tierra de J. Rueda y la Sinfonía num. 15, en La Mayor, op. 141 de D. Shostakóvich (Serie Barbieri, 13 de marzo). A destacar la nutrida representación española, la mayor, con 26 músicos de sus 121 integrantes, representados en todas las secciones del conjunto, en esta joven y maravillosa orquesta de jóvenes talentos europeos entre 18 y 25 años y con un prometedor futuro. Cuando Claudio Abbado la fundó en 1986 no había ningún músico español. Más tarde, nos visitó la conocida Orquesta de Cadaqués, dirigida por el director, artista, pensador y visionario musical David Robertson (1958) y el joven pianista ruso Dmitry Masleev como solista y que se presentaba por primera vez en Ibermúsica (Serie Arriaga, 20 de marzo), que tocó, en la primera parte, Ad limine caelum (un estreno mundial por encargo de la Fundación SGAE-AEOS) de la gerundense Nuria Jiménez-Comas (1980) y, luego, el Concierto para piano núm. 1, en Si Bemol menor, op 23 de P. I. Chaikovski; y, en la segunda parte, la Sinfonía núm. 7 en Re Menor, op 70 de A. Dvorak. Siempre da gusto que vuelva a Madrid esta orquesta de calidad con sus atriles móviles.

En este mismo ciclo, en periodo ya primaveral, se presentó por la mañana la primera de las dos temporadas de Ibermúsica que celebran los cincuenta años de una programación orquestal sin parangón en el mundo. Esa misma tarde nos ofreció el primero de sus dos conciertos, muy acorde con dicha celebración, nada menos que una de las grandes orquestas internacionales, fundada en 1945 y que ha tenido míticos directores, la Philharmonia Orchestra. Pero, como hace cuatro años, en lugar de su actual Director Titular Esa-Pekka Salonen, vino el muy conocido y veterano director ruso Vladimir Ashkenazy, vinculado a ella desde hace décadas y director laureado en 2000. La primera vez en que vino a Madrid con esta orquesta el director y pianista ruso fue en 1986. En sus dos actuaciones hemos podido comprobar que sigue sien un conjunto formidable, sin duda una de las mejores orquestas europeas, destacando los acordes de sus tutti. El primer día (Serie Arriaga, 24 de abril) tocaron, en la primera parte, el Concierto para violín y orquesta en Re Mayor, op 35, de P. I. Chaikovski (1840-1893), con la solista Esther Yoo, quién no se había presentado en este ciclo en Madrid sino en Granada y con esta misma orquesta, dirigida entonces por P. Heras-Casado. Con su violín Stradivarius de 1704 nos mostró un sonido bello pero sin llegar a cuajar una actuación excelente. En la segunda parte, tocaron la Sinfonía num. 10 en Mi Menor, op. 93, de D. Shostakóvich, una de las crónicas sonoras más desgarradoras y vibrantes del siglo XX, en la que Askhenazi alcanzó mejor nivel desde el comienzo con ese largo y lento ritmo de vals de carácter tan sombrío que abarcó sus dos primeros movimientos en los que destacó la sonoridad de la orquesta y solos magníficos. Estamos ante un retrato musical, grotesco pero perfecto, de los horrores provocados por Stalin.

El segundo día (Serie Barbieri, 25 de abril), con el mismo director, pero con la conocida pianista rusa Elena Bashkirova, que no venía con este ciclo a Madrid nada menos que desde el año 2004, tocaron, en la primera parte, lo más destacado de la noche, la sección lenta de “El mar en calma” que abre la obertura del compositor, Mar en calma y feliz viaje op. 27 de F. Mendelssohn (1809-1847); y, luego, el Concierto para piano y orquesta, núm 21, K. 467 de W.A. Mozart (1756-1791). Un magnífico ejemplo de la música galante del genio pero, al tiempo, el peor ejemplo de la funcionalidad de la música de Mozart. Como muy bien señala el Programa de mano:”Multitud de películas, alguna incluso buena; programas meteorológicos; marcas de todas clases, desde un perfume a un sabroso postre; canciones de música pop; coreografías varias, algunas históricas. Y mucho más”. El peor ejemplo, pues, de la sobada música de consumo que nos incita a comprar cosas: “El poder de sugestión consumista de ciertas músicas parece no tener límite, amén de su facilidad para la descripción extramusical. Lo hemos atisbado en una obra propiamente pictórica como la de Mendelssonhn, y así sucede con una música tan abstracta como es este concierto de Mozart”. La solista, por cierto la mujer de Daniel Barenboim e hija del conocido pianista Dmitri Bashkirov del que recibió clases magistrales, destacó en el movimiento central. En la segunda parte, tocaron las Variaciones Enigma, op. 36 de E. Elgar (1857-1934) que, una vez más, pusieron de relieve, por un lado, la enorme calidad de la orquesta pero, por otro, que tuvieran “un arrollador éxito en la persecución de tales fines” (los anteriormente citados). A pesar de la maravilla de algunas variaciones, según gustos.

En este ciclo también nos visitó (Serie Arriaga, 8 de mayo) una de las orquestas más singulares de Europa, la Orchestre Philharmonique de Radio France (1937), por el eclecticismo de su repertorio, la importancia que concede a la creación, los artistas que la conforman y su proyecto educativo y comunitario. Esta orquesta ha estado dirigida por grandes personalidades de la música. No venía a Madrid desde 2005 por lo que era esperada con curiosidad. Vino con su director titular desde 2015, el finlandés Mikko Franck (Helsinki, 1979), otra curiosidad añadida ya que era la primera vez que se presentaba con Ibermúsica. Su contrato al frente de la orquesta le ha sido extendido hasta 2022. La última curiosidad era la conocida y famosa solista ganadora de tres Grammy, la violinista estadounidense Hilary Hahn, tampoco venía a Ibermúsica desde 2001. El programa del concierto también se presentaba interesante aunque estas piezas ya habían sido tocadas no hace tanto en Ibermúsica: la de Sibelius por la Bamberger en noviembre de 2017 y la de Berlioz en abril de 2018 por la Tonhalle de Zurich. Esto, sin embargo no le restaba interés al ser tocado de nuevo por esta importante orquesta. Estas dos piezas enmarcaban un siglo, entre 1830 cuando Francia ve desaparecer la dinastía Borbón en su trono y 1905 en un territorio que todavía era ruso pero que prefigura los acontecimientos que eliminarían, literalmente, a la familia Romanov del trono de los Zares. Y en ese contexto, en lo que se refiere a la música, se extiende casi todo el romanticismo. Los dos músicos, por otra parte, son extremos opuestos de orden y extravagancia. Para Sibelius la música evita el conflicto y se refugia en el intimismo de la música nacional. Para Berlioz, por el contrario, debe representar dramas humanos.

En la primera parte, tocaron, pues, el Concierto para violín y orquesta en re menor, op. 47 de J. Sibelius (1865-1957). Como dato previo curioso hay que señalar que es el único concierto con solista del autor tardoromántico que había también intentado ser un virtuoso del violín. Estamos ante una obra muy ortodoxa formalmente pero que ha tardado mucho en imponerse en el repertorio quizá porque refleja muy bien todos los estereotipos del espíritu nórdico. Exige técnica de virtuoso al mismo tiempo que una compenetración con el estilo de profundidad carente de ostentación que domina la obra de Sibelius. Un compositor con poder de seducción sobre el público que evoca, con fuerza nostálgica y melancólica, el alma del pueblo finlandés y los paisajes nórdicos. Por ello, el director acertó al proponer una lectura tranquila al servicio de la solista y la solista de 39 años, elegida para la ocasión, ha sido la apropiada tanto por su lirismo virtuoso como por la compenetración con el director de la orquesta. Nos regaló, además, una larga y preciosa propina, “Sarabande” de la Partita núm.2 de J. S. Bach. En la segunda parte tocaron la Sinfonía fantástica, op. 14 de Hector Berlioz (1803-1869), un romántico de pura cepa que vivió un tiempo equivocado porque le encantaba, no la intimidad del piano, sino lo grandioso, y lo espectacular hasta el exhibicionismo y no soportaba las salas de concierto. Un inadaptado en suma que veía, además, la música como un ritual. Un incomprendido por sus contemporáneos que escribió la sinfonía para llamar la atención de su musa, la actriz inglesa Harriet (Henrietta) Smithson. El director supo dar potencia a cada sección, modélicas en ese sentido, pero resultó un concierto, al no medir bien el entusiasmo, con más fuerza que lírica. De propina, “Finlandia”.

Para cerrar la formidable temporada de este ciclo se sucedieron tres conciertos. Los dos primeros nos trajeron a la legendaria formación, nada menos que con trescientos años de vida, Gewandhausorchester Leipzig, una de las orquestas más prestigiosas del mundo cuyos orígenes se remontan a 1743. Parece que Chaikovski estuvo al frente de esta formación en 1888. La veterana orquesta se encuentra en plena consolidación de una nueva etapa, la que se inició en 2017 con el nombramiento de un nuevo “kapellmeister”, el letón Andris Nelsons. Bajo su batuta nos visitó ya en 2018 y ahora ha regresado en una doble cita. Estos dos conciertos cambiaron su hora habitual de las 19,30 a las 20 horas. El retraso del concierto, parece que por normas sindicales (descanso entre último ensayo y función), creó tensión en el ambiente ya que el público no había sido advertido previamente. En el primer concierto (Serie Arriaga, miércoles 22 de mayo), tocaron, en la primera parte, el Concierto núm 1 para violín y orquesta, en la Menor Op. 77 de D. Shostakovich (1906-1975). Con la solista Baiba Skride, nacida en Riga en una familia de músicos, de gran suficiencia técnica y muy conocida por su sensibilidad y su alegría musical, que no venía a Madrid en este ciclo desde 2015. Esta pieza del compositor, que se toca poco por su extensión y dificultad, no se tocaba en Ibermúsica desde 2016. En la segunda parte, tocaron la Sinfonía núm 5 en Mi Menor, op. 64 de P. I. Chaikovski (1840-1893). En el segundo concierto (Serie Barbieri, jueves 23 de mayo) tocaron la Sinfonía núm. 5 en Si Bemol Mayor de A. Bruckner (1824-1896). Era un concierto conmemorativo de por el XC aniversario de la revista “Ritmo” con 90 años de periodismo musical a sus espaldas. Esta pieza, a la que el compositor se refería como “Fantástica”, es, quizá, una de las más complejas y al tiempo es “un monumento de fuerza de voluntad que confirma la grandeza solitaria y el conocimiento del deber que confiere cumplir con una misión artística (l. Nowak, 1984).

Finalmente, el último concierto de la temporada del Ciclo (Serie Barbieri, jueves 30 de mayo a las 19`30) nos trajo a la Orchestra of the Age of Enlightenment, que visitaba por primera vez Ibermúsica. Esta orquesta, formada en 1986 por unos curiosos músicos londinenses, y especializada en instrumentos de época como punto de partida, iba a estar dirigida por el conocido Vladimir Jurowski. Este no pudo venir y canceló el concierto por problemas de salud siendo sustituido por Thierry Fisher, Director de la UTA Symphony desde 2009. Ibermúsica ya había avisado de tal cancelación. Hacía ya tiempo, desde 1988, que no se presentaba el maestro Fisher en este Ciclo. La solista fue Alina Ibragimova, una de las violinistas más reconocidas e interesantes de su generación, que se presentaba por primera vez en Ibermúsica. En la primera parte del concierto tocaron, una de sus composiciones más celebradas, la Serenata para cuerdas, en Mi Menor, Op 20 de E. Elgar (1857-1934), el compositor británico por antonomasia, y lo hicieron con gran solvencia técnica y notable refinamiento sonoro. Y, luego, el Concierto para violín, en Re menor, Op 8 de R. Strauss (1864-1949), una pieza muy temprana del compositor y muy apropiada para el lucimiento de la bien dotada solista rusa Alina Abragimova de gran calidad técnica. En la segunda parte, con la orquesta al completo, tocaron, una de las grandes obras del finés en la línea beethoviana, la Sinfonía Núm 2, en Re Mayor, Op 43 de J. Sibelius (1865-1957). La sección de cuerdas de esta excepcional orquesta fue el motor pero óboes, flautas, clarinetes, trompas y fagotes, trombones, trompetas y tubas, no se quedaron atrás. El director sin batuta, simplemente con los gestos suaves de sus manos, le sacó todo el partido posible a esta elegante y sutil orquesta que respondió muy bien.

- En el Ciclo de la Filarmónica,entre otras importantes orquestas y solistas, nos visitó, el jueves nueve de mayo, la Orquesta Sinfónica Chaikovsky. Esta orquesta fue fundada en 1930 como primera orquesta sinfónica de la radio soviética, y bautizada, en 1993, con el nombre que tiene ahora por sus excelentes interpretaciones de la música de este compositor del que la formación conmemoró, en 2015, el 175 aniversario de su nacimiento con un concierto. A lo largo de su historia, la orquesta ha contado con la colaboración de prestigiosos músicos como Richter, Oistrakh y Maazel. Está dirigida desde hace más de cuatro décadas por el maestro ruso Vladimir Fedoseyev (Leningrado, 1932), quién, por cierto, y a pesar de su provecta edad, parece mantener su buena forma, tanto física como artística. Cumplirá 87 años en agosto pero da gusto ver cómo se desenvuelve en el podio, sin necesidad de batuta, con la maravillosa expresividad de sus brazos y cuerpo, reposado como siempre. No hay que olvidar que este director es una leyenda viva de la reciente historia musical rusa. Durante su elegante concierto, aunque debe sabérselas de memoria, no dejó de hacer uso de las partituras. Con su firmeza y al tiempo elasticidad modela esta estupenda y profesional orquesta. Como solista, vino el conocido pianista, también ruso, Alexei Volodin (Leningrado, 1977), quién no utilizó partitura en ningún momento y solo un blanco pañuelo para limpiarse el sudor. Este músico, aclamado por su sensibilidad y su brillantez técnica, y muy conocido en España, posee un repertorio extraordinariamente diverso. Un gran virtuoso del piano de recursos técnicos y musicales ilimitados, y, por lo tanto, el ideal para este concierto. Estuvo contundente en su expresión y apasionado en su ejecución. Dos propinas cerraron su magnífico recital.

En la primera parte, tocaron el Concierto para piano núm. 1, en si bemol menor, op. 23 (1874-75) de P. I. Chaikovsky (1840-1893). Antes de nada, hay que decir que estamos ante una obra pionera del romanticismo sinfónico ruso, que resultó toda una epopeya en su composición (anécdota conocida en relación a Rubinstein). El comienzo de este concierto, del que existen tres versiones y que se ha vuelto cada vez más popular con el paso del tiempo, es una auténtica exaltación de sentimientos. Los temas de sus tres movimientos provienen de melodías y canciones de la música popular de Ucrania y de Rusia.. En la segunda parte, tocaron una de las sinfonías más conocidas y emblemáticas del repertorio ruso: la Sinfonía núm. 5, en re menor, op. 47, (1937), más conocida como la Quinta, de D. Shostakóvich (1906-1975). Hay que destacar en este concierto que el compositor y el director fueron contemporáneos, se conocieron y colaboraron y, por lo tanto, la versión de la sinfonía del director será explicada desde la tradición, la amistad y la admiración. Y recordar que el compositor, cuya obra fue recibida en su estreno con una ovación de media hora, y consiguió un éxito tan sonado, se libró de ser represaliado por el régimen a causa del subtítulo que llevaba la sinfonía, “La respuesta de un artista soviético a una crítica merecida”. “El tema de mi sinfonía es el de un hombre que se está haciendo”, escribe el compositor, en un diálogo entre la libertad de creación del artista y el encaje de este con las limitaciones del contexto social. La obra establece un collage sinfónico entre el lirismo propio y los ritmos populares de las marchas o de las danzas. Magnífica versión de principio a fin con su rotundo cierre la que nos dieron de esta pieza. Una simpática propina, la trascripción de la “danza española” del “Lago de los cisnes” de don Piotr, cerró este excelente concierto.

Este ciclo ha cerrado su temporada, en su concierto de clausura, con la Orquesta Sinfónica de Viena (la Wiener Symphoniker), una agrupación de 128 músicos de referencia mundial que se prodiga poco en nuestra ciudad y que es una de las orquestas más prestigiosas de Europa. En esta ocasión estuvo dirigida por Leónidas Kavakos,el virtuoso violinista griego que debuta en la Temporada, quién también, con su violín, hace de solista. Kavakos, que toca un Stradivarius Abergavenny de 1724 es uno de los virtuosos más apreciados en su instrumento y uno de los violinistas más singulares del panorama internacional. Esta orquesta cuyo objetivo es la preservación del sonido tradicional vienés, nos ha traído un programa puramente romántico. En la primera parte, tocaron el Concierto para violín en Mi Menor, Op 64 de Felix Mendelssohn (1809-1847), además de uno de los más célebres del compositor, uno de los conciertos más bellos del repertorio de violín. En la cima del instrumento con Beethoven, Brahms y Chaikovsky. Se trata de una obra clave en el repertorio sinfónico de todos los tiempos ya que es no solo virtuosa sino también muy popular. El violín entra desde el primer compás mientras la orquesta hace la melodía principal al tiempo que se enlazan los tres movimientos para que el público no aplauda. Lograron hacer una bella versión de este concierto. Kavakos, sin partitura y sin podio, tocó cara al público dando solo ligeras instrucciones a la orquesta. Al final nos regaló, como propina, la Zarabanda de la “Partita nº 2” de Bach.

En la segunda parte del concierto tocaron la Sinfonía núm 1, en do mayor, op. 68 de Johannes Brahms (1833-1897). Como se sabe, Brahms fue el protegido de Robert Schumann y cuando éste murió disfrutó de la amistad y protección de Clara Wieck, la esposa del fallecido, quién fue la primera en escuchar casi la totalidad de sus obras. Como nos cuenta el músico y periodista David Puertas Esteve en el Programa de mano, para el compositor suponía un gran reto escribir su primera sinfonía después de las nueve sinfonías del gran Beethoven por lo que retrasó su composición durante mucho tiempo. Por fin ordenó sus apuntes y sus ideas tras veinte años y la compuso en la isla de Rügen, en el mar Báltico, rodeado de naturaleza. En medio de la tranquilidad que le ofrecía el mar y las montañas no es de extrañar que acabase siendo una vuelta a la música íntima llena de fuerza y de belleza, de paz y alegría, de tal forma que algunos hablan de esta pieza como de “la décima de Beethoven”., sobre todo por un motivo del tercer movimiento que tiene cierta afinidad con el tema de “La oda a la alegría”. Al final, no gustó, aunque importantes críticos la alabaron, a todo el mundo y algunos incluso la denostaron, “matemática y sin imaginación”, por pedante y aburrida. Pero el tiempo la ha colocado en su sitio. Quizá su interpretación no alcanzó la perfección de la primera pieza pero el público de esa noche lo agradeció y aplaudió mucho. Finalmente, para rematar este grato concierto, nos regalaron una nueva propina de la orquesta.