(...)
En esto
de las identidades es donde las afinidades electivas
nos permiten conformarnos de una u otra manera: se
puede elegir.
Por eso prefiero considerarme hispano antes que
sentirme español. La cultura de nuestra lengua, la
historia de los pueblos que hablan nuestra lengua, ha
dado frutos de alto valor para la humanidad,
desde la cábala inventada por un judío de León, antes
de que España existiera como tal, al arquetipo del
último caballero andante, la realidad de que
"caminante, no hay camino", el tener entre nosotros
tantos y tan tempranos críticos de nuestra herencia
imperial, desde Bartolomé de las Casas hasta Evo
Morales, la gran revolución obrera anarquista de 1936,
que despreció la toma del poder y perdió la guerra
civil, el irónico orgullo de derrotados de las
canciones y refranes de nuestros hermanos mexicanos,
nuestra vieja herencia árabe y fenicia, Hércules en
Gades y Tartessos, la multiplicidad y diversidad de
nuestro legado, con lenguas hermanas, hijas, primas,
palabras que cruzan, significados que se transmiten:
sin duda, es una bella plataforma desde la que
asomarse a la universalidad de nuestro género humano,
es una ayuda para integrarse y ser parte consciente
del universo.
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