Trasversales
Lois Valsa

Invierno cultural madrileño 2019


Revista Trasversales número 46, febrero 2019

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El poscapitalismo ha logrado fabricar al individuo que le “corresponde”, uno perpetuamente distraído y pasando rápido de un goce a otro, sin memoria ni proyecto, listo para responder a todos los requerimientos de una maquinaria económica que destruye la biosfera y se concentra en la producción de ilusiones denominadas mercancías

Cornelius Castoriadis


Un millón de las personas atendidas por Cruz Roja debe elegir entre calentar su hogar o comer adecuadamente

Informe de la Cruz Roja


En mi texto otoñal ya comentaba que los mismos que habían provocado la crisis fueron los encargados de resolverla, y que, por lo tanto, así era imposible su resolución. Pero lo curioso del caso es que, en España y según Ana Oramas, Presidenta de la comisión de investigación de la crisis, “excepto Solbes ningún supervisor ha admitido errores”. Sólo, pues, Pedro Solbes, exvicepresidente de Zapatero, confesó que le faltó valentía para tomar decisiones pero sí advirtió de hacia donde se iba la cuestión. Del resto, entre más de 80 comparecientes, gestores, políticos y supervisores, echaron las culpas a otro sin admitir las suyas. La comisión de investigación de la crisis financiera ha durado 18 meses, 48 sesiones y 215 horas de comparecencias. Presidida por la diputada de Coalición Canaria, su ambicioso objetivo era “conocer, analizar y evaluar con profundidad y rigor las causas que originaron la crisis financiera y económica, desde su gestación hasta el estallido de la burbuja y su impacto en el sector financiero”. Oramas cree que el dictado, que llegará al Pleno del Congreso en febrero (tiene 331 páginas), “es un relato fiel, completo, no político y contrastado de lo que pasó en la crisis. Ahora toca legislar al Parlamento y que las entidades tomen medidas”. Hay que felicitar desde luego ese enorme trabajo de investigación de la Comisión pero está claro que si no se continúa con medidas rigurosas de regulación se volverá a repetir pronto otra crisis financiera.

Porque el problema es que fueron muchos los responsables de tal crisis desde el Gobierno del PP y el Ejecutivo socialista hasta el hecho de que nadie, ni España ni en los organismos internacionales, predijeron la segunda crisis, la de 2011, que agravó los problemas anteriores. También los supervisores fueron responsables porque miraron para otro lado y permitieron fusiones de entidades cuyos consejos de administración no estaban cualificados y en las que los directores generales actuaron a su antojo. Además, los gestores se metieron en la crisis para ganar más, por los bonus y se incentivó a los empleados de oficinas para vender todo tipo de productos como preferentes, derivados etc. Paradójicamente, desahuciaban mientras se renovaban créditos malos por miles de millones a los promotores. Las cajas llegaban a quitar la vivienda a los que no pagaban tres recibos o no podían hacer frente a toda la deuda. Una auténtica carrera hacia delante que no paró tampoco el Banco de España en medio de una gran euforia colectiva que nadie se atrevía a frenar. Precisamente, el nuevo gobernador, Pablo Hernández de Cos, dijo que esperaba recuperar la reputación, siendo más independiente y riguroso. Pero uno de los momentos más tensos de de la Comisión fue la intervención de Oramas tras la comparecencia de de Elke König, presidenta de la Junta Única de Resolución (JUR), que no respondió a las preguntas de los diputados. Según Oramas hizo un desprecio a los ciudadanos después de poner todo tipo de pegas y condiciones para su asistencia.

Ahora, el mismísimo Banco mundial rebaja sus previsiones y avisa de los riesgos para la economía (“El País”, 09/01/201). Por ello, rebaja las previsiones para los próximos tres años. En su último informe publicado proyecta que el crecimiento global se moderará al 2`9 este año. Hasta el mismísimo exdirector gerente del FMI; Jacques Larosière, que fuera exgobernador del Banco de Francia (etapa en la que fue uno de los hombres con más poder junto con los otros banqueros centrales), ataca los principios instalados en los mercados. En su conferencia de Madrid, organizada por la cátedra La Caixa Economía y Sociedad, este nonagenario (89) funcionario francés se dedicó a desmontar los mantras del sistema financiero. “La realidad ha demostrado que el dinero fácil y barato es un foco de inestabilidad que no fomenta la inversión y que las crisis estructurales parte de los desequilibrios estructurales que prosiguieron a la desaparición del sistema de Breton Woods (1944)… La desaparición de Breton Woods es la causa de las burbujas financieras”. Reclamó a la Eurozona “solidaridad” y “asistencia mutua” porque sino “el espíritu de la construcción europea seguirá deteriorándose”. No hay que olvidar que este señor ya fue el autor de un informe que lleva su nombre encargado por la UE en 2009 para encontrar las causas de la crisis y evitar otras. Concluyó que volver a Breton Woods no sería posible ni deseable porque era demasiado mecanicista y asimétrico y reconoció que “no parece que haya liderazgo político para estabilizar el sistema a escala internacional”.

Por su parte, el Presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, reconoció en el Parlamento Europeo que los últimos datos económicos han sido “más débiles de lo esperado” y que “las incertidumbres relacionadas con sectores globales siguen siendo notables”, por lo que, a pesar de que el bloque comunitario ha superado la crisis, “no hay espacio para la complacencia”. Después de su intervención, el euro llegó a bajar más del 0,5 %, hasta 1,13 dólares. Son necesarios aún los estímulos. En definitiva, el presidente del BCE aleja la subida de tipos de interés (están en el nivel 0%) ante los riesgos para la economía europea. Por otra parte, en lo que se refiere a los gestores, según la Encuesta mensual del Bank of America Merrill Linch, el 60% de los inversores profesionales espera que la economía se ralentice este año. No eran tan pesimistas desde 2008. La inversión en Europa marca mínimos de 2012 por el Brexit y la inestabilidad política. Concretamente, un inversor como Ray Dalio, fundador de un fondo de alta rentabilidad con activos equivalentes al 11% del PIB español, cree que “el capitalismo está en riesgo, así como la democracia. Está en riesgo porque no está funcionando para un porcentaje significativo de la población”. Piensa que “hay que rediseñar el capitalismo para que funcione para todos”. Este señor, que también se arruinó y que conoce bien los vaivenes de los mercados y también las malas decisiones, fue el que avisó en 2007 a la Casa Blanca de que se avecinaba una crisis financiera. Ahora cree que tendremos problemas de nuevo por diferentes causas entre la que destaca la gran desigualdad: “Va a ser mucho más difícil salir de la próxima crisis con la gente dividida y luchando entre sí”. En ese sentido, pide que limemos nuestras diferencias políticas para salvar la democracia.


Arte. Feria de Arco

Como todos los años, y ya en 38º Edición, llega a Madrid, entre el 27 de febrero y el 3 de marzo, organizada por IFEMA, la Feria de Arco (Internacional Contemporary Art Fair), que convierte la capital española en un valorado polo de atracción para coleccionistas, galeristas, artistas y profesionales del arte de todo el mundo. Este año continúa la línea de ajustar sus espacios y presentaciones a las necesidades de las galerías e intereses de los comisarios. A la disposición de los artistas peruanos participantes está el programa “Perú en Arco”. Para lograr este gran espacio expositivo se ha contado con arquitectos y diseñadores que ha diseñado un nuevo formato que va a ocupar los pabellones 7 y 9 de IFEMA. Para ello se ha contado con una dotación un poco superior a la de años anteriores. En la Feria participan 203 galerías de 33 países, de las cuales 166 integran el programa General, sumándose a ellas las secciones comisariadas: “Perú en ARCO” con una selección de 24 artistas de 15 galerías; “Diálogos”, con 13 galerías y “Opening” con 21. La Feria consolida su proyección latinoamericana con la presencia de Perú como país invitado de honor. En “Perú en Arco”, participan 24 artistas peruanos de 15 galería seleccionados por Sharon Lerner, curadora de arte contemporáneo del Museo de Arte de Lima. En la presentación de la Feria se alabó el trabajo de la comisaria peruana sobre todo con galerías jóvenes y se destacó el gran trabajo del espacio expositivo de Perú que es más que un stand. Lo que no se entiende bien del proceso de selección de galerías es que haya dejado fuera algunas conocidas galerías españolas como Pilar Serra, por ejemplo.

ARCOmadrid 2019, “Madrid en febrero”, será por lo tanto un excepcional momento para celebrar el coleccionismo en Latinoamérica con la diferencia de diferentes proyectos que podrán verse en los principales centros de arte y museos de la ciudad (ver Programa). Sus codirectores, Carlos Arroz y Maribel López, han presentado el evento artístico como “sostenible, lúdico y sexi”. La obra que han seleccionado abarca las vanguardias históricas, los clásicos contemporáneos y el arte actual. Las 49 galerías que forman parte de los programas comisariados exponen pintura, escultura, instalaciones, fotografía, video new media, dibujo y grabado. Los proyectos de aristas de 38 galerías presentarán proyectos de artista especialmente pensados para su instalación en espacios distribuidos por toda la feria. De la selección de 166 galerías nacionales e internacionales realizadas por el Comité Organizador, 30 son propuestas dedicadas a uno o dos artistas (Solo/Duo). Cerca del 40% de las galerías participa, pues, con programas enfocados a la presentación de uno o dos artistas de distintos entornos, a los que se suman 38 proyectos especiales distribuidos por toda la feria, lo que refuerza a la Feria como espacio para el conocimiento de la obra de los artistas. Este año se intenta así un ARCOmadrid más arquitectónico para potenciar precisamente la visibilidad del artista. Al tiempo, se han organizado actividades como El Programa Internacional de Coleccionistas que incluye visitas exclusivas a instituciones y colecciones privadas así como acceso privilegiado a la Feria; se celebra un Foro de coleccionismo joven; el XVII Foro de expertos y los Encuentros Profesionales se consolidan como puntos de intercambio de comisarios y expertos en arte de todo el mundo.


Arte-Exposiciones

En la Fundación MAPFRE, en sus salas de Recoletos, se presenta hasta el 5 de mayo una de las exposiciones más importantes de la temporada. Estoy hablando de la muy importante muestra De Chagall a Malévich: el arte en revolución, que, articulada en ocho secciones, reúne más de 90 piezas y 24 publicaciones de los diversos artistas (29) que durante las primeras décadas del siglo XX se adelantaron a la modernidad de un modo hasta el momento nunca visto en Rusia. De ese país surgen algunas de las propuestas más radicales y revolucionarias del arte y el diseño modernos al tiempo que se consolida como uno de los centros de la vanguardia artística. Muchos de sus artistas habían visitado Francia y Alemania en las primeras décadas del siglo, dónde entran en contacto con los movimientos culturales más avanzados e incluso integran algunos de los grupos que articulan los primeros movimientos de ruptura con el arte del pasado. A todo ello incorporan un bagaje que impacta en Europa occidental: la tradición de los iconos ortodoxos y un interés por los temas rurales. En ese contexto es también destacable el papel osado de algunos coleccionistas rusos, que cumplieron un papel clave al adquirir numerosas obras vanguardistas en las galerías de París y fomentar así la difusión de ese arte nuevo en las capitales rusas. Por otro lado, el ambiente social que desembocó en 1917 en la Revolución de octubre explica de qué modo las propuestas de estos artistas acompañan, anuncian o ilustran lo que será el proceso revolucionario y el cambio de paradigma que representa la llegada de un nuevo régimen. La exposición concluye en los años treinta, en el momento crítico en que los artistas ven reducido su capacidad de acción ante la evolución del régimen hacia un estado totalitario. La muestra, comisariada por Jean-Louis Prat, tiene como figuras de referencia a Marc Chagall y Kasimir Malévich como dos polos en las innovaciones de la vanguardia pictórica. El caso de Chagall es más poético y narrativo y abre el camino al surrealismo; en el caso de Malévich, más radical, tiende a la abstracción geométrica. El proyecto se nutre de generosos préstamos de conocidas e importantes instituciones rusas.

También en la Fundación MAPFRE, pero en sus salas de Bárbara de Braganza, se presenta, desde el 31 de enero hasta el 12 de mayo, una interesante exposición de fotografía del fotógrafo estadounidense Anthony Hernandez (Los Ángeles, 1947), que es, además, su primera gran retrospectiva. Con más de 110 fotografías, la muestra realiza un amplio recorrido por la dilatada y prolífica carrera de Hernandez y celebra así su personal estilo de fotografía de calle y su significativa evolución a lo largo del tiempo. La exposición ha sido organizada por el Museum of Modern Art de San Francisco (SFMOMA), institución con la que la Fundación MAPFRE colabora desde el año 2015, cuando presentó en su sede de Madrid la muestra Garry Winogrand. Actualmente, la exposición Brassaï de Fundación MAPFRE se muestra en las salas de SFMOMA, donde podrá visitarse hasta el 17 de febrero de 2017. La comisaria de la exposición de Madrid es Erin O'Toole, Comisaria Asociada de Fotografía, Baker Street Foundation, San Francisco Museum of Modern Art. Hernandez, hijo de inmigrantes mexicanos y de formación esencialmente autodidacta, desarrolló su particular forma de entender la fotografía de calle, en relación a las peculiaridades de su ciudad natal, a sus escenarios desolados y sus crecientes extensiones de asfalto y de cemento. Destacan las fotografías en blanco y negro hechas en las calles del centro de Los Ángeles con las que el fotógrafo inició su trayectoria a finales de la década de 1960 y principios de la de los 70. Luego, a mediados de los años 80 en Rodeo Drive, pasó con destreza del blanco y negro al color, de las cámaras de 35 mm a las de gran formato y de la figura humana al paisaje. La muestra que cubre los más de 45 años de su carrera se articula en ocho secciones temáticas en secuencia cronológica con algunas excepciones. En general, se puede dividir en dos partes que se corresponden con los espacios de arriba la primera en blanco y negro y los de abajo la segunda en color. El magnífico catálogo editado con motivo de la exposición está ilustrado con más de doscientas fotografías en blanco y negro y en color.

En la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se puede ver hasta el 3 de marzo una importante exposición, de las más interesantes que se puedan visitar en el Foro, del fotógrafo Jean Laurent, al que se dedica la mayor retrospectiva hasta hoy. Esta muestra, La España de Laurent (1856-1886). Un paseo fotográfico por la Historia es la más importante y completa de las dedicadas en España a la obra de este fotógrafo y supone un intento, totalmente conseguido, de mostrar un muy completo panorama de nuestro país a través de sus cámaras. La muestra está promovida por el Instituto del Patrimonio Cultural de España y comisariada por Pablo Jiménez, Óscar Muñoz y Carlos Teixidor. Cuenta con más de 200 imágenes procedentes fundamentalmente de los fondos de su Fototeca, junto alas Colecciones de la Biblioteca nacional, Patrimonio nacional y el Museo del Prado, y también de importantes colecciones particulares, en muchos casos inéditas. Jean Laurent (1816, Garchizy, Francia-1883, Madrid) fue un pionero de la fotografía que tras aprender en París las bases técnicas de la fotografía, en sus orígenes aún, y de dedicarse a la fabricación de papeles de lujo para encuadernaciones, se vino a Madrid en 1844. Aquí empezó trabajando de jaspeador, trabajo con el que consiguió una medalla de bronce en la Exposición Industrial de Madrid en 1845. Once años más tarde, ya dedicado totalmente a la fotografía, abrirá un primer estudio de retrato, asociado con el valenciano Juan Martínez Sánchez, en el número 39 de la Carrera de San Jerónimo, precisamente dónde antes lo había tenido el otro gran fotógrafo Charles Clifford. A partir de ahí, con su mirada singular, se convertiría en el “notario visual” de una España, la del siglo XIX, en pleno cambio, mostrando las tensiones entre la modernidad y la tradición, el progreso y el atraso.

También en la Real Academia pero en sus salas de la Calcografía Nacional, se puede visitar hasta el 10 de marzo la estupenda exposición de Juan Manuel Broto (Zaragoza, 1949), Premio Nacional de Arte Gráfico 2017. Antes de nada hay que decir que este importante galardón, instituido en 1993, tiene el triple objetivo de reconocer la labor de los creadores que se dedican al grabado y técnicas afines, impulsar su práctica y estimular el coleccionismo de estampas. Es una pena que el grabado quede preterido con respecto a otras artes de la misma manera que otra pena que estas salas queden olvidadas y que la gente solo visite las otras exposiciones de la Real Academia. A no ser que se vaya a ver la obra de Goya o se tenga necesidad de ir al servicio. En este caso con más motivo ya que estamos ante una obra llena de color que inunda estas piezas pletóricas de armonía y equilibrio, lejos de estridencias y disonancias. Esta muestra se plantea por el autor no solo como una retrospectiva de su obra por sus importantes series sino también como un homenaje a todos aquellos estampadores y grabadores que han trabajado con él. Al escribir esto yo hago también un pequeño homenaje al artista, uno de los grandes y aún bastante secreto, y trato de que sea conocido por otras personas que no formen parte del reducido grupo de los especialistas. Esta exposición recorre los años fundamentales de la producción gráfica de Broto, desde 1984 hasta la actualidad. El traslado del artista a París en 1985 le había permitido producir sus obras en talleres míticos. Concretamente, de 1986, es una serie de grabados (“París At. Arte”), realizada con Maeght, que supone un catálogo relevante tanto de procedimientos técnicos como de iconos. Una buena ocasión por tanto la Calcografía de conocer la obra de este artista muy a fondo y de disfrutarla en toda su amplitud.

En las salas de exposiciones del Fernando Fernán Gómez- Centro Cultural de la Villa se presenta, hasta el 10 de marzo, una gran exposición, que sirve, además, de introducción al Festival de Diseño de Madrid 2019 (Madrid Design Festival 19), que vuelve otra vez tras el éxito de su primera edición del año pasado. En este festival, bajo el lema “Rediseñar el mundo”, se reivindica ante todo el diseño y su capacidad transformadora. El Fernando Fernán Gómez vuelve a ser así la sede expositiva del festival con tres importantes exposiciones. La primera, Darro. Diseño y Arte 1959-1979, muestra la revolución del diseño doméstico en los años 60 al recordar el sello que durante dos décadas utilizó el diseño doméstico y arquitectónico como herramienta de modernización de la España de la época. Los años de guerra y posguerra habían truncado los postulados arquitectónicos del Movimiento Moderno, que había llegado a España en los años 20 y cuyo ideario de racionalidad proponía una vivienda económica y funcional. Darro fue uno de los protagonistas de ese cambio durante esas décadas de 1950 y 1960, convirtiéndose así en uno de los acontecimientos más sólidos y trascendentales de la modernidad española. Con esta exposición se rinde un homenaje a uno de los sellos más destacados del diseño español, a través de una selección de más de 100 piezas icónicas. Comisariada por Pedro Feduchi, la exposición profundiza en la marca fundada por Paco Muñoz en 1959, que supuso una pequeña revolución en el ámbito del diseño industrial en una época que buscaba un nuevo paradigma para la vivienda en un momento en que España empezaba a salir del aislamiento cultural impuesto por el régimen franquista. La galería Machado Muñoz ha recuperado 60 piezas de ese periodo tan fructífero que han alcanzado el estatuto de icono.

La segunda exposición, Cuidado diseño. Artesanía española contemporánea, nos muestra magníficos ejemplos de la artesanía contemporánea española y su relación con el mundo del diseño. Cuenta con 117 piezas de 60 talleres y es una declaración de intenciones para repensar el uso de las técnicas y materiales de siempre con la mentalidad creativa y los medios del siglo XXI. Logra tirar por tierra los mitos que alejan la artesanía de la modernidad. Esta exposición, comisariada por la periodista e investigadora Macarena Navarro-Reverter, es una reivindicación de la artesanía española contemporánea, una verdadera superviviente de los cambios que ha sufrido este país en los últimos 30 años. Esta exposición en la que, claro está, faltan muchas otras muestras y piezas de artesanía de otros puntos de España porque requería otra exposición como reconoce la comisaria, y sería bueno que se hiciese una segunda parte y hasta una tercera, merece mucho detenimiento en su visita. Hay que pararse en cada taller para recoger la mucha información que existe y disfrutar con placer de cada objeto, sin olvidar su contexto. La tercera exposición, Super-Packaging. Diseño al servicio del diseño, producida por La Fábrica y comisariada por Ana Domínguez Siemens y José María Faerna, nos propone un viaje por el pasado, el presente y el futuro del diseño de envases y embalajes. Esta muestra de doce de los mejores estudios de diseño transforma una sala de exposiciones en un supermercado en el que poder analizar nuestras rutinas como consumidores a través del diseño del packaging, Esta experiencia muy lúdica aspira, por un lado, a ser un reconocimiento de los creativos que se dedican al diseño del packaging y, por otro, trata de provocar una reflexión hacia algunos objetos cotidianos. Muestra algunos de los iconos universales o locales, como la botella de Coca-Cola o la lata de Cola-Cao.

En el Museo Reina Sofía hay que destacar hasta el 6 de mayo la gran exposición dedicada al importante escultor estadounidense H. C. Westermann (Los Ángeles, 1922-Danbury, 1981), Volver a casa, su mayor retrospectiva en Europa. Una exposición que ha sido organizada por el Centro con el apoyo de Terra Foundation for American Art. Horace Clifford Westermann es un artista de difícil clasificación dentro de la historia de la escultura de la segunda mitad del siglo XX a pesar de que su obra ejerció una gran influencia entre sus coetáneos y que ha servido luego de inspiración para nuevos lenguajes visuales. Sin pertenecer a las grandes corrientes de la época como el minimalismo, el expresionismo abstracto o el pop art, este singular artista abordó desde su particular estilo cuestiones de la condición humana y las preocupaciones de la sociedad estadounidense de mediados del siglo XX, inmersa en la Guerra Fría, el consumo y la cultura de masas. Comisariada por Beatriz Velázquez y Manuel Borja-Villel, la muestra reúne cerca de 130 obras del artista fechadas entre 1854 y 1881, la mayoría de ellas intrigantes esculturas realizadas en madera con perfección de ebanista pero también se incluyen grabados, dibujos y cartas, así como pinturas de su primera etapa artística. En primer lugar el imaginario de Westermann revela su traumática experiencia como marine en la Segunda Guerra Mundial a bordo de un portaviones así como un agudo conocimiento de su país, desde sus conflictos militares o sus vastos y espectaculares paisajes hasta la soledad de las grandes ciudades o la cultura televisiva y publicitaria. Su obra es en general de madera, pero trabajó también con metal, vidrio o esmaltado, siempre con extraordinaria precisión.

En la obra de este artista se trasluce desde el primer momento, además de por asuntos como la muerte y el continuo del trabajar, una gran preocupación por el habitar, por hallar y construir un lugar un lugar propio. Según la comisaria, su práctica artística supone un hacer, un construir permanente. A través de él se entiende que una persona es en el mundo en la medida en que habita y habita en la medida en que construye su espacio, su habitación, su abrigo. Ser y habitar es una misma cosa. Habitar es construir la vida. De ahí la preocupación por el cobijo. La construcción de la obra propia, del lugar en el mundo, conlleva dificultades. Habitar como construir y habitar como morir. La conquista del hogar solo llegaría con la muerte. Quizá por eso, las obras de Westermann que tienen como tema la casa remiten a un contenido de imposibilidad. Ya desde los momentos tempranos de su carrera, la casa fue a veces prisión, otras veces un mausoleo para el aún vivo y, muchas otras, sitio inexpugnable que dificulta el habitar. Por ello, la tarea de este artista es una empresa sostenida pero no terminable, de ir-o volver- a casa. Con obras siempre muy cargadas de significado, y en muchos casos de ironía, con las que intentaba capturar la experiencia compleja y contradictoria de su tiempo, para objetualizarla como fragmento de la realidad. Esta exposición retrospectiva recoge, pues, esos fragmentos en nueve apartados, para finalizar con su obra gráfica. Hay que advertir antes de la visita que sus bonitas tan piezas puedan enmascarar su profundo sentido crítico, que solo parece aflorar a la superficie a través de las muchas aletas de tiburones que se observan a lo largo de la muestra. Estamos ante una muy importante exposición que se convierte en relato alternativo de la escultura de EE.UU.


Libros - Lectura

Las últimas estadísticas de lectura en España no son muy gratificantes ya que casi un 40% de los españoles no lee libros o lee “poquísimo” en su tiempo libre. Según el Barómetro de Hábitos de Lectura presentado el 22 de enero de 2019, las mujeres (67,2%) superan a los hombres (56,2%) en todas las edades y en libros y en redes sociales. Por el contrario, los hombres son más lectores de periódicos, comics, webs, blogs y foros. El informe observa, además, una relación directa entre el nivel de estudios finalizados y la ratio de lectores. No obstante, este estudio muestra que los lectores crecieron moderadamente en 2018, hasta situarse en el 61,8% de la población. Casi todas las comunidades autónomas mejoran sus índices de lectura. Solo Extremadura y País Vasco registran un retroceso. Los jóvenes entre 14 y 24 años se mantienen como el grupo de población adulta más lectora, pero a partir de esa edad desciende el hábito lector, que tanto en hombres como mujeres se recupera a partir de los 35. Por otro lado, la falta de tiempo sigue siendo el principal argumento de los no lectores para explicar su falta de hábito (49,3%). Otro dato interesante es que el 44,5 de los lectores lee habitual u ocasionalmente en dos o más lenguas (el 21,3% suele leer en inglés, el 20,3% en catalán/valenciano y el 4,2% en francés). El 92,4% de la población tiene como idioma habitual de lectura el castellano. Como parece lógico, crece el número de lectores en soporte digital hasta el 23,2% (el 6% solo lee en formato digital y el 17,2% lee en ambos formatos). El perfil es el de un lector algo más joven que el lector en papel.


Libros - Obras

- Sergio del Molino, Lugares fuera de sitio, Espasa, Barcelona, 2018.

Hay que decir antes de nada que esta obra de Sergio del Molino (Madrid, 1979), que lleva el subtítulo de “Viaje por las fronteras insólitas de España”, ha obtenido por unanimidad el Premio Espasa 2018. El autor, escritor y periodista, ya había obtenido el premio Ojo Crítico y Tigre Juan entre otros, por La hora violeta (2013), y es autor también de las novelas Lo que a nadie le importa (2014) y No habrá más enemigo (2012). Su ensayo La España vacía (2016) se convirtió en un fenómeno editorial y sobre todo abrió un debate social, cultural y político inédito en España. Jorge Carrión escribió de esta obra en el The New York Times en español: “Un excelente prosista que sabe ser al mismo tiempo divulgativo, crítico y emocional”. Además, recibió el Premio de los Libreros de Madrid al Mejor Ensayo y el Premio Cálamo al Libro del Año, y al tiempo fue reconocido como uno de los diez mejores libros de 2016 en España por la inmensa mayoría de la prensa. Su última novela es La mirada de los peces (2017). En 2013, El Cultural de El Mundo le escogió como uno de los narradores españoles de menos de cuarenta años más relevantes. Colabora en diversos medios de comunicación, como El País, Cadena Ser, Onda Cero, Mercurio o Eñe. En este último libro, como señala Jorge Carrión, se muestra como “un excelente prosista que sabe ser al mismo tiempo divulgativo, crítico y emocional”. Ya en su “Introducción”, con el significativo título de “Las esquinas dobladas del mapa”, precedida de un trocito de texto del “Diario” del gran escritor portugués Miguel Torga, nos lleva nada menos que al museo-cementerio de Morille, un pueblecito a veinte kilómetros de la capital de Salamanca.

A continuación, el libro se estructura en dos partes: una muy corta, “Esto no es un libro de viajes”, y la segunda parte, mucho más extensa, “Esto se parece a un libro de viajes”. Antes, nos presenta un mapa dónde se señalan los lugares de los que se va a hablar con algunos datos mínimos. En la “Europa que Hitler quería” nos habla de las fronteras de Europa (“la frontera es un invento muy reciente que todavía está en un proceso de perfeccionamiento”), a partir del “Viaje a Italia” de Goethe y “El mundo de ayer” de Stefan Zweig, que retrata la Europa anterior a 1914 (“el síntoma de la tragedia europea fue la burocratización de los viajes”). En definitiva es el triunfo de lo étnico. En “España como frontera” señala que fueron los romanos los que inventaron el mapa de España (“Finis Terrae”). A partir de aquí, el autor va a ir señalando las distintas fronteras, “las fronteras vivas” como Las columnas de Hércules, Gibraltar, Melilla y Ceuta; La Raya portuguesa (en Olivenza y en Rihonor de Castilla/Río de Onor); y El Pirineo (en Llivia y Andorra). Y “las fronteras fósiles”, que son “los enclaves y exclaves, territorios administrados por una provincia, pero situados en otra”, como El Condado de Treviño, Valle de Villaverde, Rincón de Ademuz y Petilla de Aragón. Todos estos pequeños territorios a los que nos lleva Sergio del Molino tienen en común que son raros, marginales y, algunos, insignificantes. En ellos, se puede simbolizar los conflictos y los dilemas nacionales. Son lugares anacrónicos, lugares molestos que estropean la armonía de los mapas. Como dice el autor en la conclusión: “En este libro he recorrido una España que existe y no se ha representado”

- Jesús Ferrero, Las Abismales, Siruela, Madrid, 2019.

Este libro del ya conocido autor Jesús Ferrero (Zamora, 1952) ha obtenido por mayoría el Premio de Novela Café Gijón 2018. “El Jurado quiere destacar la valentía del autor al plantear una historia que, con un sólido anclaje en la realidad más apremiante y con acertadas referencia filosóficas y simbólicas, construye una trama apocalíptica con tintes fantásticos, inmersa toda ella en una atmósfera de intriga y misterio”. El autor ha obtenido ya los premios de novela Ciudad de Barcelona, Internacional de Novela, Azorín y Fernando Quiñones, además del Premio de Ensayo Anagrama por Las experiencias del deseo: Eros y Misos, y del Internacional de Poesía Barcarola con Las noches rojas, publicado por Siruela, al igual que sus novelas Bélver Yin, Las trece rosas, Opium, El secreto de los dioses, Las fuentes del Pacífico, Zirce piernas largas (novela infantil), Ángeles del abismo, Balada de las noches bravas, El beso de la sirena negra, La noche se llama Olalla y Nieve y neón. La obra de Jesús Ferrero, muy valorada por la crítica y el público, ha sido traducida a doce idiomas, incluido el chino. El lector puede seguir su blog literario en El Boomeran(g). Un reconocimiento más, pues, para Jesús Ferrero, quién, después de pasar su infancia y adolescencia en el País Vasco y Navarra, se licenció en Historia en la Escuela de Altos Estudios de París. Luego ha vivido en Barcelona, y, desde hace ya unos cuantos años, vive en Madrid, una ciudad en la que, confiesa, se siente muy a gusto. Como contaba en la rueda de prensa de presentación del Premio, esta novela estaba pensada para Barcelona, pero, siguiendo los consejos de Ana María Matute, esperó a que surgiese la atmósfera adecuada.


La cita del Jurado del Premio citada antes sintetiza muy bien esta novela. La obra, dividida en cuatro partes de diferente extensión y con títulos muy acordes con el tema tratado, aborda las diferentes formas del miedo, el amor y el deseo. Una lúcida reflexión sobre nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Comienza ya con citas de Canetti (“Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido”) y de Nietzche (“Nada teme más el hombre que lo que más conoce: su animal interior”) que enfrentan el tema del miedo en el Madrid “actual”, a través de David, un profesor amante de los mitos, que hará de hilo conductor. El viaducto de los suicidas sale dos veces en la novela. Concretamente, dos miedos: uno en forma de situación de caos que va haciéndose incontrolable que provoca desasosiego que se apodera de la ciudad como una epidemia; y el otro en forma de mal más vinculada al crimen, que deja en los personajes la misma sensación de incertidumbre y pavor que la experiencia de lo desconocido. El autor va entremezclando las dos formas de miedo a lo largo de su fluida narración en la que no paran de sucederse sorpresas hasta el final de la novela. Un mal que no obedece a patrones conocidos, muy desestabilizador, va pasando de unos personajes a otros. Jesús Ferrero crea así una novela coral con una atmósfera enigmática y envolvente que se diferencia bastante de su obra anterior. Dentro de una narrativa inclasificable como es la suya, ya desde “Belver Yin”, este proyecto de “novela minimalista como visión de la extrañeza” la ha definido el mismo autor como “paranormal y realista”. Siempre dentro de un realismo simbólico que integra realidad y, en este caso, ficción mitológica.

- Robert Seethaler, El vendedor de tabaco, Traduc. Ana Guelbenzu, Salamandra, 2018.

Robert Seethaler (Viena, 1966) es un aclamado novelista, actor y guionista de cine, teatro y televisión, que, aunque nacido en Viena, vive entre Viena y Berlín. Obtuvo el Premio Buddenbrookhaus por su primera novela, Toda una vida (Salamandra, 1917), una novela que queda en el recuerdo en la que, igual que en ésta, sus personajes principales eran seres marginales, unos verdaderos “outsiders”. Había sido nominada libro del año en 2014 por los libreros alemanes y el seminario “Der Spiegel” y se convirtió en un fenómeno de ventas en Alemania, con más de un millón de ejemplares vendidos. Fue traducida a más de treinta idiomas. Además recibió el Premio Grimmelshausen 2015 y fue finalista del Man Booker Internacional 2016 y del Internacional Dublín Literary Award 2017. Su última novela, ha conseguido un enorme reconocimiento por parte de críticos y lectores. Por sus personajes se la ha relacionado con el Pereira de Antonio Tabucchi, quizá porque nos muestra seres de mirada limpia y honesta que se enfrentan a la dura vida que les toca vivir con gran valentía y coraje. Sobre todo en esos tiempos en la Viena de los años treinta, un periodo crucial que marcó profundamente el devenir de la historia europea. En un clima de opresión y temor, el novelista nos lleva, con gran concisión y de una forma muy elegante, a los entresijos de ese momento histórico en el que se encuentran un personaje histórico relevante como Sigmund Freud y un novato chico de pueblo. Un marco metafórico que ya se pone de relieve al comienzo de la novela cuando, a su llegada a Viena, el chico notó el hedor que se desprendía del suelo: “No es el canal lo que huele mal. Son los tiempos que corren. Son tiempos podridos. ¡Podridos, depravados, corrompidos!”, corrigió la señora (página 21).

El protagonista del Vendedor de tabaco, es Franz Hutchel, un chico de 17 años que vive en una cabaña de pescadores, a orillas de un lago, con su joven madre viuda. Hasta ahora ha tenido una vida bastante cómoda debido a la amistad de su progenitora con un hombre rico del lugar. Pero, a finales del verano de 1937, al morir el protector de su madre, ésta decide enviarle a trabajar a la capital, a Viena, al estanque de un viejo conocido. El joven abandona así el “agujero lluvioso” de su Attersee natal para buscarse la vida en la gran ciudad, donde trabaja en un puesto de venta de diarios y tabaco en el que confluyen las clases populares y la burguesía judía. En este contexto es dónde tiene lugar su etapa de maduración y de crecimiento personal. Si bien la lectura asidua y atenta de la prensa, a la que lo induce el dueño del estanco, un mutilado de la guerra del 14 con ideas propias, despierta su educación política, el momento mágico de su vida llega cuando conoce a Anezka, una chica de la que se queda enganchado, una chica tan luminosa como esquiva a la hora de darle a Franz esa primera experiencia que tanta anhela. Entonces el chico se desespera y recurre nada menos que al llamado “médico de los locos”, el mismísimo Sigmund Freud, comprador del puesto y empedernido fumador de puros. El cansado anciano se siente atraído por este chico tan impulsivo y curioso que le espera y le persigue todo el tiempo ya que necesita hablar con él. De esta forma, el novelista logra introducirnos en aquellos tiempos muy inciertos y convulsos ya que en marzo de 1938 se produce la anexión de Austria al Tercer Reich. De una forma brutal acabará su relación de aprendizaje tanto con su jefe como con el prestigioso doctor. Todo ello contado en esta excelente novela con una bella prosa llena de poesía y de humor, bien dosificado e incluso terapéutico.

- Cipriano Játiva, Palabras en el tiempo. abecedario filosófico de Emilio Lledó, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2019.

Este “Abecedario filosófico”, editado con la colaboración del Centro de Estudios Andaluces, ofrece una selección de textos en torno a palabras, autores y conceptos clave de los escritos de Emilio Lledó, uno de los grandes pensadores contemporáneos en lengua española. Ofrece al tiempo una selección de términos que pone de manifiesto la continuidad, las raíces y la evolución de una obra ya clásica, siempre en diálogo con sus predecesores en esta disciplina. Cipriano Játiva (Albacete, 1959), filósofo y alumno de Emilio Lledó, licenciado en Filosofía por la Universidad de Murcia y Doctor con una tesis (“Historia y Razón poética en el pensamiento de María Zambrano”), dirigida por Emilio Lledó, ha realizado un trabajo marcado por el rigor y la reflexión, pero también por el cariño al maestro. De esta manera, esta antología revela los temas recurrentes de Lledó y las íntimas conexiones entre ellos, favoreciendo una inmersión diferente que invita a acudir o volver a sus libros. La relación personal del autor con Emilio Lledó, el buen conocimiento de su obra y el papel que ha jugado en su trayectoria profesional de Cipriano Játiva quedan así reflejados en este libro. Y nos remite a nociones significativas o a nombres propios de filósofos o literatos, a propósito de los cuales se despliega la escritura de su maestro. Al tiempo nos acerca al pálpito de la filosofía misma y de sus cuestiones cruciales, esas que la hacen volver a las fuentes como los humanos volvemos a nuestra memoria, para entender el presente y aquello que podemos alentar en el futuro.

Si bien Cipriano Játiva realizó su tesis sobre Maria Zambrano, dirigida por Lledó, luego su filosofía iría por otros derroteros y no seguiría el camino de la filósofa. Dedicado profesionalmente a la docencia, es autor de los libros “El bosque y el desierto” (1991), “La extrañeza que cerca” (2001) y Anhelo de los puentes” (2005), curiosamente con títulos muy zambranianos. También ha colaborado con poemas y artículos de crítica literaria y filosófica en las revistas “Barcarola” y “Seda”, en el periódico “Lanza” y en el cultural “Artes y Letras” de ABC en Castilla la Mancha. Su primer acercamiento a Lledó se produjo cuando era estudiante y luego realizó con él parte de sus cursos de doctorado. Quedó sorprendido al escucharlo analizar conceptos y textos de la filosofía griega o de Nietzsche. Descubrió a un auténtico maestro del lenguaje que le hizo ver la importancia crucial de las palabras, de la filología, en la reflexión filosófica. “¿Mi patria?: Mi lengua y el mundo real o literario que la cobija”, dice Lledó (página 282). Quizá se quedó tan sorprendido Játiva como deslumbrado había quedado su maestro en Alemania cuando conoció, en casa de Gadamer, al gran filósofo alemán del siglo XX, Martin Heidegger. Ensombrecido es cierto por su colaboración con el nazismo. Pero Heidegger, aclara, a pesar de su increíble dominio de los textos de la filosofía, de su rigor, y de la fuerza de su pensamiento analítico, no será para él un maestro primordial. Sus maestros fueron Gadamer y Löwith. La lengua como raíz de la filosofía. Por último, de todos los términos que selecciona Játiva para definir al maestro se queda con “Philia”, amistad. Y “Eros”: “es un gran amante Emilio. Amante de la belleza, de la justicia, del lenguaje que nos permite buscar estos grandes ideales”, dice.


RENOVACIÓN TEATRAL EN INSTITUCIONES PÚBLICAS

Este año de 2019 es un año de grandes cambios en el teatro español ya que en los próximos meses terminarán los contratos de los responsables del Centro Dramático Nacional (Ernesto Caballero), la Compañía Nacional de Teatro Clásico (Helena Pimenta), el Ballet nacional de España (Antonio Najarro) y la Compañía nacional de Danza (José Carlos Martínez). El Ministerio de Cultura, con José Guirao al frente, prepara los procesos de selección para designar a sus sustitutos. Hay que recordar que hace ocho años se estableció que el nombramiento de los directores de las unidades del INAEM se realizaría mediante concurso, con la pretensión de desligar la gestión cultural de los avatares y plazos de la política partidista. Esta próxima actuación va a cambiar el entramado de producción estatal que mantiene a decenas de creadores que, en buena medida, dependen de los objetivos (y los gustos todo sea dicho) que marquen los directores y gestores de estas instituciones. Esto va a ocurrir en paralelo con la reforma del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), que es el organismo del que dependen estos centros, y que quiere darle más agilidad a la estructura administrativa. También, en febrero, se espera el nuevo nombramiento del nuevo director del Teatro Lliure de Barcelona, que había quedado sin director tras la polémica decisión de Lluis Pascual en septiembre.

Confiamos desde luego en la gran capacidad gestora del ministro Guirao al frente del Ministerio de Cultura, quién, en sus anteriores trabajos, tanto al frente del Museo Reina Sofía como de la Casa Encendida por ejemplo, ya había mostrado sus virtudes y su talento. Ahora, sin hacer mucho ruido y lejos de los focos mediáticos, está llevando a cabo muchas acciones no siempre fáciles de resolver. Y la tarea de la que estamos hablando no es una tarea fácil ni grata por ser una maquinaría muy pesada no siempre fácil de mover. Una muestra de ello es, por ejemplo, el texto de lamento de Ernesto Caballero (<Un “imbécil” al frente del CDN>) por, además de citar muchas otras pegas con las que se encuentran los directores como el presupuesto del CDN que es inferior al que cualquier municipio francés dedica al teatro, la imposibilidad de girar y el exceso de burocracia. También en el suplemento “El Cultural” del periódico El Mundo, el conocido director de teatro Eduardo Vasco, quién fue director de la Compañía Nacional, a la pregunta de si teme por el relevo de Helena Pimenta, contesta: “Pues sí, me da pavor. Es que igual te pueden poner a Chikuiliquatre a dirigir la compañía. Suena a coña pero puede pasar, estamos en España”. Con su obra de Rojas Zorrilla, Entre bobos anda el juego, una sátira contra la tiranía del dinero y un retrato de la picaresca y del absurdo, quiere ir más allá de Lope y Calderón porque “se programa sólo lo que a la gente le suena, por eso cada vez le sonará menos. Así es difícil ir más allá de Lope y Calderón”. Aclara: “Hubo periodos en que Rojas Zorrilla, por ejemplo, se representaba más que Lope”.


Teatro - Obras

En el Teatro de La Abadía se ha podido ver, desde el 17 de enero hasta el 24 de febrero, una de las obras más destacadas de esta temporada invernal madrileña. Estoy hablando del texto de Jean-Paul Sartre, Nekrassov, una comedia escrita por el conocido filósofo francés que se estrenó en París en 1955, en plena Guerra Fría. Es la única comedia escrita por Sartre y su única obra dramática cuya trama son temas y acontecimientos que estaban de actualidad en esa época. Una obra que trata de la manipulación informativa de algunos medios de derechas que intentaban demonizar al comunismo para preservar así los privilegios de las clases acomodadas. Una obra casi inédita en las tablas hasta hoy en que la ha recogido, con enorme complicidad, el director británico Dan Jemmett, quién le da juego a todas las virtudes políticas del texto sartriano y sobre todo lo pone de actualidad para reírse de las manipulaciones mediáticas y políticas, del timo de la prensa a la que solo le interesa aumentar las ventas de ejemplares. “Nadie lo hubiera pensado en Sartre; pero el texto es muy divertido”, señala Jemmett. Por ello, ha asumido su dirección con ritmo enérgico de vodevil. Pero desde luego hay que entender esta farsa en su contexto histórico de anticomunismo fanático y entender el humor de Sartre marcado por el activismo y la militancia política Este texto, casi una “comedia de enredo”, en la que el filósofo presenta sus ideas con humor, ironía y sarcasmo, que, por cierto, rompe con su imagen existencialista y seria, ya lo había traducido al castellano, años más tarde, el también Premio Nobel de Literatura, Miguel Ángel Asturias.

Ahora esta obra la adapta Brenda Escobedo, quién, en el Programa de mano del teatro nos aclara sus presupuestos. “Mas allá de la histeria anticomunista que planteaba Jean-Paul Sartre, Nekrassov se convierte, bajo la dirección de Dan Jemmet, en una comedia clásica de nuestro tiempo que representa la trascendencia de sus temas principales. En la dinámica política del comunismo contra el capitalismo que marcó la segunda mitad del siglo XX”. El texto ha sido, pues, depurado y reducido a sus líneas argumentales más significativas. Sirviéndose del vodevil la obra refleja muy bien hasta qué punto el miedo puede llegar a ser un arma política. Para mostrar todo esto, el magnífico espacio de representación, el espacio escénico de Jemmett y Vanessa Actif, trata de destacar la decadencia de la burguesía que Sartre quiere denunciar, con un piso destartalado, al tiempo que trata de manipular los medios de información para sus propios intereses o sus odios personales. Estupenda escenografía y buenísima dirección de actores la de Jemmett de esta sátira política. Claro que para ello cuenta con un elenco de actores de primera de la gran escuela actoral de La Abadía que representan a distintos personajes. La interpretación general es excelente destacando las de Ernesto Arias (Georges de Valera, Nekrassov) y José Luis Alcobendas (Sibilot, Demidoff) pero sin preterir a los demás. Estamos, pues, ante un espléndido montaje que trasciende su época y que pone la obra muy al día en lo que se refiera a las preocupaciones actuales.

El público, que llena el teatro todos los días, se lo pasa muy bien y aplaude a rabiar. Por mi parte, pienso que si se acortase un poco la obra quedaría un poco más redonda.

En los Teatros del Canal se ha presentado hasta el 17 de febrero la obra de la joven autora Lucía Carballal (1984), La resistencia, de la que ya habíamos visto magníficas obras (lleva ocho obras de teatro) de las que recordamos la más reciente, Una vida americana (2017). Luego El Pavón Teatro Kamikaze le concedió su primera beca de dramaturgia Contemporánea, fruto de la cual es la obra que vimos en la Sala Verde de Teatros del Canal. “Al plantear un proyecto nuevo siempre me pregunto cuál es mi vinculación con lo que estoy contando, desde dónde lo estoy contando, por qué debo ser yo quién lo cuente. Es ahí donde encuentro el impulso: lo que ya no se puede parar”, señala la autora en el Programa de mano. Estamos ante una obra muy distinta a las anteriores de la autora, un verdadero cambio de tercio, que, incluso, la ha sorprendido a ella misma: “A mí también me ha sorprendido lo diferente que resulta respecto a mis otras funciones”, aclara. En ella se ha preocupado mucho por el lenguaje en un ejercicio técnico para mostrar la resistencia necesaria que hay que tener para enfrentarse al oficio de escribir. La obra que ocurre en tiempo real es una comedia amarga (o un drama cargado de ironía) sobre el oficio de escribir ya que los dos personajes (Mónica y David) son novelistas y también sobre la dificultad de distinguir la esfera profesional de la personal (son pareja). “Lo digo con tristeza pero cada vez es más difícil separar la posición que uno tiene en el mundo de la posición que uno tiene en el interior de su casa. Cada vez importa más la faceta profesional en todos los ámbitos, también en el afectivo”, explica Carballal. Se plantea, pues, en la obra, además de los sacrificios que supone la escritura, el problema entre querer y admirar en esa relación competitiva que pone a prueba su relación. “No me admiras”, dice ella.

Por momentos, este importante texto de Lucía Carballal más que a una autora del barrio de Tetuán, nos recuerda a dramaturgos británicos como David Hare o Tom Stoppard. Ella misma confiesa que mientras escribía pensó bastante en A cielo abierto de Hare: “Al ser escritores, ambos son muy estratégicos con la palabra. Eso, para mí, ha sido muy divertido porque me permitía ser muy creativa con la manera de expresarse, con cómo se pinchan, cómo se ponen contra las cuerdas… Es una obra en la que me he preocupado mucho por el lenguaje”, señala Carballal. La autora ha desarrollado un ejercicio técnico muy complejo en esta obra que pertenece al género escénico de parejas: una pareja que no para de hablar sin que haya nada por medio que corte su conversación. Los diálogos son intensísimos y pueden llegar a algunos espectadores pero para los que aguanten el reto es un verdadero disfrute de inteligencia y sensibilidad. Esta ácida pieza de esta dramaturga, una de las voces más personales y destacada de su generación que ha estudiado con grandes maestros de la escritura, está muy bien dirigida por el actor Israel Elejalde y bien interpretada por Francesc Garrido y Mar Sodupe. Se nota la buena química de autora y director: Tengo un respeto y una gran admiración por el trabajo de Lucía. Siento que ella me devuelve lo mismo. En ese espacio de confianza somos muy críticos el uno con el otro. Ella cuestiona mi trabajo y yo el suyo pero hemos trabajado con una sola voz. La veo como una auténtica compañera de viaje. Repetiremos”, precisa Elejalde. El director les saca el mejor partido a los actores que se entregan a este texto muy dialéctico y nada de fácil de llevar a puerto. Lo consiguen con creces. La funcional y elegante escenografía ayuda a ello aunque el vestuario de la protagonista no sea el más apropiado para esta función.

En el teatro Fernando Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa pudimos ver, hasta el 3 de febrero, Mestiza, una pieza teatral que se enmarca, con la otra pieza Todos hieren y una mata (del 7/02 al 24/02) en el proyecto “Miradas al Siglo de Oro. El Siglo de Oro y el Siglo XXI, frente a frente”. Son dos miradas distintas y renovadoras sobre el teatro clásico del Siglo de Oro. Dos dramaturgias originales que se acercan al teatro áureo desde perspectivas que aportan nuevos matices y que ahondan en problemas contemporáneos a partir del diálogo con la tradición. Dos propuestas que tienen como punto de partida la historia, formas, autores y personajes del siglo XVII, y que abren un debate sobre los temas fundamentales en que coinciden: la emancipación física e intelectual de la mujer, la libertad, el paso del tiempo, la cultura española en una y otra orilla, el amor y el deseo…” (Programa de mano). Estas dos nuevas obras, dirigidas por Yayo Cáceres, y acompañadas por diversos encuentros y actividades formativas, marcan el nacimiento de la compañía Ay Teatro. Como se sabe Yayo Cáceres, y el asesor de dramaturgia de esta obra Álvaro Tato y autor de la segunda, una comedia de capa y espada, han contribuido, ya fuese desde su ya famosa compañía Ron Lalá o con sus trabajos para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, a dinamizar el repertorio de nuestro Siglo de Oro. El estilo de Yayo Cáceres es bien conocido desde hace tiempo si uno ha seguido su interesante trayectoria que nos ha dejado unos buenos aromas y ritmos del gran siglo de la dramaturgia española. Además, con su compañía Ron Lalá crearon un público fiel y sobre todo acercaron al teatro a muchos jóvenes antes apáticos ante el teatro.

La primera, Mestiza, es el bonito debut de la dramaturga Julieta Soria que nos sitúa en un Madrid de finales del siglo XVI, en el que vive Francisca Pizarro Yupanqui, hija del conquistador Francisco Pizarro y de la princesa inca Quispe Sisa. Allí recibe la visita del joven autor de comedias Tirso de Molina aún en los comienzos de su carrera que desea indagar en su pasado para escribir una obra sobre ella. Una mujer, la primera mestiza del Perú, ahora ya anciana, una mujer de talante liberal con difícil encaje en su época de cuya vida tenemos noticia a partir de las conversaciones que mantienen ella y el joven Tirso. El diálogo entre ambos supone la confrontación de dos visiones muy diferentes del mundo (hombre y mujer, joven y anciana, español y mestiza), y, sobre todo, el origen de algo inesperado para Doña Francisca: un viaje personal y crítico por la historia española que desemboca en un reencuentro con su pasado. Estamos ante un lenguaje fresco y liviano con música en directo. Silvia Tabbush es una buena cantante y la música de Manuel Lavandera excelente. El humor también es protagonista. Sobre todo destaca el trabajo de la enorme actriz Gloria Muñoz, sin olvidarnos de Julián ortega. Una función muy deliciosa, aunque quizá le sobren datos, fechas y sucesos y le falte trama.

La segunda, Todos hieran y una mata, es un estreno absoluto, creada en verso a la manera de los grandes autores del Siglo de Oro, según las formas teatrales y poéticas que fundó la “comedia nueva”. Una obra que viaja en el tiempo del siglo XVII al XXI para reflexionar en clave de comedia barroca sobre el paso del tiempo, las cimas y abismos del amor y el del deseo y el precio de la conquista de la libertad de la mujer. En busca de un nuevo teatro como juego de la imaginación y apostando por el “teatro pobre” basado en recursos elementales. En esta obra hay que destacar sobre todo el gran texto, como si de otro “Fénix de los ingenios” se tratase, del poeta y dramaturgo Álvaro Tato. Me he quedado deslumbrado ante la capacidad versificadora del autor de esta entera comedia en verso, una comedia de enredo en el siglo XXI que bebe de las fuentes áureas. Un manifiesto homenaje, además de a la mujer culta e independiente, al mundo del Barroco es el que han creado Yayo y Tato. Con una compañía de actores muy bien conjuntados, en la que destaca la interpretación de Alba Benegas (Alba/Aurora, dama) y de Diego Morales (Pico, criado gracioso), y en la que el humor ocupa un lugar preponderante. A este gran despliegue ayuda mucho la música original de Yayo Cáceres, la coreografía de Rocío Arce, el vestuario de Tatiana de Sarabia y la iluminación de Miguel A. Camacho.

En el Teatro Español hemos podido ver, hasta el 24 de febrero, una obra de Alberto Conejero, El sueño de la vida, que sería el final de la “Comedia sin título”, una obra inacabada de Federico García Lorca, que ha dirigido Lluís Pascual, con un elenco de 16 actores. Hay que señalar que este trabajo que el escritor Federico García Lorca dejara sin acabar (faltan el segundo y el tercer acto) al ver truncada su vida al ser asesinado a comienzos de la Guerra Civil fue un encargo de la Comunidad de Madrid. Luego, superando diferencias ideológicas de partida y con la “cultura como motor fundamental”, el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad de Madrid se han unido para celebrar un “Año Lorca” pletórico de actividades que homenajean al poeta granadino. Para Alberto Conejero y Lluís Pascual este trabajo, a pesar de que el primero ya ha trabajado con obras de Lorca, y el segundo, además de lorquiano apasionado y con un bagaje enorme y después de treinta años de montar el original, ha sido sin duda un gran reto del que han salido más o menos airosos, tanto en lo que se refiere al texto (en el que ha tenido que podar mucho para lograr integrarlo en el texto lorquiano sin que se le viesen las costuras) como al montaje de gran dificultad escénica también en lo que a costuras se refiere. Esta nueva versión ampliada, de gran fuerza poética y con una puesta en escena aparentemente sencilla y desnuda, quizá no ha resultado al final la gran función que esperábamos porque hay límites que no se pueden superar como es por, ejemplo, cómo hacer llegar este “teatro imposible” del poeta al público de hoy. Pero sin duda ha sido un gran trabajo del extenso elenco actores y actrices sin querer destacar a ninguno ni a ninguna porque ha habido, además del trabajo individual, un trabajo coral.

En el Teatro Valle-Inclán del CDN pudimos ver, también hasta el 24 de febrero, otra obra de Alberto Conejero, La geometría del trigo (bello título tomado de un verso del poeta Antonio Lucas), en la que es, además de autor, director. Conejero, en su primera obra como director, señala que fue “en un primer momento, un recuerdo de juventud que mi madre compartió conmigo… Con el paso de los años ese recuerdo de mi madre fue transformándose hasta convertirse en uno tan propio y extraño como lo es toda obra de ficción” (Programa de mano). Esta obra sobre un tema viejo pero con una estupenda puesta en escena moderna se nos presenta así como un viaje a un enigma que se llama identidad, una identidad cambiante con el paso del tiempo. Una vuelta a los paisajes y las gentes de Vilches (Jaén) en busca de “raíces y alas”. Una indagación en la memoria a través de los enigmas del autor que nos habla de destierro y emigración. Un auténtico poema de amor el que el autor-director ha montado muy sensible y visual que llega a emocionarnos por su gran carga afectiva. Un montaje decididamente visual, pues, en el que se superponen los tiempos yendo del pasado al presente y del presente al pasado. Un espacio y un tiempo de presencias y ausencias en el que late un pasado borrado de una historia familiar a la que hay que volver de nuevo. Una geometría de un amor homosexual que se lleva la otra relación heterosexual por delante y provoca sufrimiento y dolor. En este montaje es, sin duda, muy importante la escenografía muy simbólica de Alessio Meloni porque nos sitúa ante un muro agrietado, ante una rueda de carro hundida en el tiempo y ante unos bancos públicos en los que se escuchan aún los ecos de las confidencias susurradas de las sucesivas generaciones.


El IVA en el cine

Parece que la bajada del IVA no logra levantar la taquilla española estancada en los 100 millones de euros a no ser con la exitosa “Campeones” de Javier Fesser que se queda con una de cada cinco entradas vendidas para ver una película nacional. De esta forma esta película maquilla los resultados de un año en el que vuelven a dominar las comedias en el cine. Un año en el que el tope de recaudación de 100.000 millones de euros, unas cifras muy similares a los de 2017, no logra superar e incluso está por debajo de las de 2016, 2015 y 2014. Faltaba ver la recaudación de “Superlópez” que se espera que pueda aportar cerca de medio millón de euros más (ya es la segunda más vista del año) y persiste la incógnita de que hará “Tiempo después” de José Luis Cuerda estrenada hace poco. La entrada en vigor del IVA el 5 de julio no ha sido, pues, solución para una industria que, con los datos del primer semestre, auguraba un año de buenas cifras. Sin embargo, los estrenos del segundo semestre no han funcionado como se esperaba pese a que ya disfrutaban de un IVA de un 10%. Según una de las “majors” más importantes que operan en España porque los estrenos nacionales coincidieron con las apuestas de los estudios extranjeros y esto les ha perjudicado. Tan sólo ha salido vencedor el superhéroe cañí de “Superlópez”. Lo que sí se mantiene en España es el poder de la televisión ya que siete de las cintas más vistas son comedias familiares producidas por las cadenas de TV.


Películas

Una de las películas más importantes de la cartelera invernal madrileña ha sido sin duda la última película del gran director japonés Hirozaku Kore Eda, Un asunto de familia, una heterodoxa relectura de las relaciones familiares, de la institución familiar en sí y de la misma mirada del director. Fue Palma de oro en el Festival de Cannnes 2018 y Premio Donostia en el Festival de San Sebastián 2018. Además de seleccionada por Japón para los Oscar 2019 (Mejor Película de habla no inglesa) y los Globos de Oro 2019 (Mejor Película extranjera). Es su mejor película de los últimos años. Da gusto ver como Eda es capaz de cuestionar la familia a fondo sin aires reivindicativos ni críticos sino de una forma muy sutil y totalmente renovadora de las imágenes. Presenta un modelo familiar que no está basado en los lazos de sangre y que encuentra la armonía al borde de la exclusión en el que el amor y la protección mutua son la base de la relación y no el parentesco. Estamos ante una película de una madurez total que logra una claridad inusitada a la hora de mostrarnos los entresijos de las relaciones familiares sin aspavientos ni retóricas vacías. Y al tiempo nos hace, como decía el maestro Ozu, sentir la vida sin utilizar los elementos del drama en esta película que como todas las suyas trata de padres e hijos y de relaciones familiares. Esta, concretamente nos devuelve a Nadie sabe (2004), una de sus mejores películas, a diferencia de películas suyas posteriores que se repetían bastante. En esta última película se aleja del melodrama y de la autocomplacencia y pone la cámara al servicio del riesgo de mostrar otra forma familiar de relacionarse en el mundo de la pobreza y fuera de la institución oficial. Aunque nos duela pero también nos alegre ver como puede haber una familia distinta como alternativa a la establecida en la que conviven distintas personas que van construyendo una relación en la que el dinero y la hipocresía no son los elementos a valorar sino la afectividad, la compasión y la ternura. El director pone el dedo en la llaga de una sociedad infeliz que se perpetúa mientras en sus márgenes hay la posibilidad de sonreír y ser felices manteniendo unas relaciones más abiertas y más sinceras. Al final, la imagen triste de la niña es todo un símbolo de esa incapacidad de ser felices de verdad en lo normativo y burocrático.

Una de las películas más estimulantes, además de divertida, de la cartelera invernal madrileña ha sido THE OLD MAN & THE GUN, dirigida por David Lowery (recordar A ghost store) e interpretada por el gran Robert Redford, muy bien acompañado por la estupenda Sissy Spacek, sin olvidar a Casey Affleck, por desgracia un poco opacado policía. Esta película ilustra las dieciséis fugas carcelarias de Forrest Tucker, un atracador de bancos muy diferente a lo que suele verse. Se convierte así en un tierno homenaje (breve aparición de Redford en La jauría humana entre otras imágenes de la filmografía del propio Redford) al magnífico actor, una de las últimas estrellas vivas de Hollywood aunque independiente (Sundance por ejemplo). Funciona casi como una despedida, como una especie de testamento, aunque veamos a Redford lleno de cirugía estética. Pero nos compensa su idilio invernal con Sissy Spacek, en una de las escenas inolvidables de esta película. Estamos ante una película que fluye bien y de una forma muy calculada y precisa. Alabamos su delicadeza y ternura que no es incompatible con su inteligencia para enfrentarse al tiempo que pasa y que pasa, por desgracia, muy rápido. También para el icónico actor, entre los más grandes del cine. Una buena despedida sin duda con esta película cuya historia está basada en la realidad. Una historia real la de este asaltador de bancos desde su adolescencia hasta su vejez que no quiere dejar de hacer su trabajo con profesionalidad por nada del mundo aunque tenga que entrar y salir de la cárcel un montón de veces ya que sus asaltos son incruentos y muy caballerosos. Una película modesta pero al tiempo ambiciosa que nos hará reír más de una vez y sonreír otras tantas con este tipo.

Una película documental que no nos podemos perder y hay que verla como sea es Trinta Lumes (2017), sobre todo porque supongo que pasará como un respiro por las salas y habrá que recuperarla en un museo o en una sala especial. La ópera prima de la joven guionista y directora gallega Diana Toucedo (Redondela, Pontevedra, 1982), aunque reside en Barcelona, sobre la región gallega de O Courel, en la provincia de Lugo, es una auténtica joya que posiblemente quede oculta entre la multitud de títulos que inunda la cartelera madrileña. Para entender esto solo hay que decir que esta película llega a las pantallas un año después de su estreno en el Festival de Berlín. La montadora y realizadora gallega ya es autora de cortos como Imágenes secretas (2013) y Ser de luz (2009). Este debut suyo en el largometraje se puede situar en la estela de El cielo gira (2004) de Mercedes Álvarez sobre el mundo rural de la aldea de la provincia de Soria dónde nació. En el documental de Diana Toucedo una niña de doce años desea descubrir lo desconocido, lo misterioso y lo fascinante de la muerte. Junto con Samuel, su mejor amigo y acompañante de la escuela, entran en casas abandonadas, recorren pueblos destruidos y se adentran en el interior de unas montañas que esconden otro mundo paralelo. Un viaje por la tradición y la cultura popular de Galicia, que parte de la inocencia para descubrir el misterio de la lucha entre la vida y la muerte. Pero lo curioso es que, en esta historia de fantasmas aunque no es una película de terror, se pasa de lo documental a lo sobrenatural de una forma tan natural y simple que nos deja con la boca abierta. Se pasa de lo real a lo sobrenatural de una forma tan delicada que nos admira y sorprende hasta decir basta.

Ese mundo lleno de montañas, valles y bosques, en el que la niebla es una presencia constante tras la que se ocultan seres invisibles, está presidido por el espíritu del poeta Uxío Novaneyra, quién sirve de inspiración a la realizadora. Un mundo con una atmósfera muy particular, dónde sus habitantes están “en constante comunicación con sus antepasados. Tienen una concepción del tiempo no lineal, como si pasado y futuro acontecieran ahora mismo”. En ese mundo, dónde domina lo sonámbulo como estado intermedio entre el sueño y la vigilia se mueven esas treinta luces (la correcta traducción sería treinta fuegos), las tres decenas de niños que habitan ese lugar presidido por leyendas, fábulas y mitos. Memoria y niebla coinciden en ese territorio que tiende a la despoblación absoluta. La directora ha creado así una película que, además de una gran belleza, está llena de misterio. Presidida por la fascinación de lo invisible de esos muertos que hablan a Alba (esa adolescente de doce años cuyo nombre es tan simbólico), la protagonista y narradora. Aquí se habla más de lo que se esconde que de lo que vemos de esos crudos inviernos y de ese paisaje de una belleza desoladora. La autora que es de otra zona de Galicia ha vuelto sin embargo a sus verdaderas raíces para mostrarnos desde lo material, con sus penosos trabajos y sus fiestas que también son muchas, hasta lo inmaterial que se esconde en esas frondosidades tras las rutinas y rituales de la vida diaria. Estamos, pues, ante una auténtica curiosidad antropológica que registra y levanta acta de una forma de vida en peligro de extinción- la de los habitantes de ese espacio olvidado de la mano de Dios. Un cine que ensancha nuestros límites de percepción para llevarnos a otro mundo.

Otra muy recomendable película es La mujer de la montaña, la comedia revelación del año en Europa dirigida por Benedikt Erlingsson y que ha llegado precedida de muchos premios. Como dice su director “esta película está destinada a ser un cuento heroico en nuestro mundo en inminente amenaza. Un cuento heroico contado como una aventura. Un cuento de hadas contado con una sonrisa”. La heroína, según él, es una especie de Artemisa, protectora de los intactos y los salvajes, que asume el papel de salvar a la Madre Tierra y sus generaciones futuras. El director además es muy filosófico y se remonta a los antiguos griegos que creían que los individuos creativos estaban poseídos por un demonio, o más bien que eran perseguidos por un demonio que los inspiraba con buenas ideas. De acuerdo con Platón, la genialidad de Sócrates se debía a un buen demonio que, como una musa, susurraba buenos consejos al oído del héroe. En Roma esta idea se refería a la genialidad, una especie de ángel guardián, siguiendo a los individuos desde la cuna a la tumba. Aquí se encuentra la explicación esos músicos y ese coro ucraniano de la película que, en un principio, puede llegar a desconcertar a los espectadores no avisados. Serían esos demonios que intentan impregnar a nuestra heroína de coraje, poder y buenas ideas. Al igual que un coro griego, pueden dirigirse al héroe y al público, y enfatizar decisiones importantes con un poderoso canto y baile. Pero el director también recurre, y se la dedica a Bertolt Brecht, a la idea de “Verfremdung” que se remonta a la historia del teatro. Nos quiere recordar que estamos ante una ficción y que detrás de toda esta pretensión hay un mensaje o una conclusión a la que el público debe llegar. Con este mecanismo intenta acordar con el público sobre el tipo de película que es y las leyes que cumple.

Esta comedia dramática islandesa, francesa y ucraniana está magníficamente protagonizada por Halldora Geirharosdottir en los papeles de las hermanas, Halla y Asa. Esta profesora de canto, a sus cincuenta años, declara la guerra a la industria local (es un decir ya que esa industria ya es muy internacional con los chinos como siempre al frente de la invasión, además de Río Tinto), que está contaminando su país. La heroína se arriesga valientemente para proteger el medio ambiente en Islandia. Los espectadores se mantienen en vilo durante toda la película siguiendo su arriesgada aventura. Su valiente actuación, enérgica e imaginativa, nos magnetiza tanto como persona que como actriz y nos divierte al mismo tiempo que nos conmueve. Estamos ante una película tan inteligente como visualmente exquisita que nos pone delante del rostro el cambio climático que algunos locos poderosos como el presidente de Estados Unidos Donald Trump niegan. No es extraño, pues, que haya triunfado en distintos festivales de cine como LIUBLIANA IFF 2018 (Mejor Película), en OUFF 2018 (Premio Carlos Velo a la Mejor Dirección), en PRIX SACD (Semaine de la Critique Cannes 2018), en LUX FILM PRIZE (Parlamento europeo. Selección Oficial Certamen 2018), en la Seminci 2018 (Sección Oficial y Mejor Actriz) o en el Festival de Sevilla 2018 (Selección y Gran Premio del Público). Y que sea la Candidata al OSCAR 2019 por Islandia. Espero que nadie se pierda esta importante, tanto en el sentido cinematográfico como humano y ecológico, película, que nos presenta, de una forma divertida y aventurera, a esta Robin Hood actual enfrentada al sinsentido y a la locura de las empresas depredadoras, que, con el discurso del Progreso/Trabajo que nos traen, se están cargando ya el presente y no digamos el futuro de las generaciones venideras. Parece que si es Candidata les ha gustado el Tecno-Represor Estado Islandés que muestra.


Música: intervención de la SGAE (Sociedad de autores y editores)

La Sociedad de Autores y Editores viene sufriendo ya desde hace tiempo altibajos, casi siempre en sentido descendente, que han puesto en juego, con episodios oscuros y prácticas como mínimo dudosas, el prestigio de la veterana Institución. La más conocida fue la que provocó la acusación por apropiación indebida de Teddy Bautista en el marco de la “operación Saga”, un delito que aún está pendiente de resolución judicial. El mismo Bautista se presentó el año pasado para renovar el cargo de presidente, que abandonó en el 2011, pero no entró en la lista de los nuevos componentes de la junta directiva. Los componentes de la Junta Directiva han ido cambiando desde hace tiempo y continuamente sus componentes sin llegar a poner remedio a los males que corroían el entramado de la Institución. Finalmente, habían elegido como presidente al músico José Ángel Hevia como último intento de remediar la caótica situación de la Entidad. Pero Hevia es sospechoso a su vez de ser uno de los beneficiarios de la llamada “rueda de la música nocturna”, también bajo investigación judicial y epicentro del terremoto que afecta a la entidad de gestión de derechos de autor. Para hacernos una idea del problema, un solo dato: entre el 2006 y el 2011, el 70% de la recaudación generada en televisión se concentraba en músicas emitidas de madrugada, con el 1% de audiencia; en la actualidad, representa el 40%, con cuantiosos beneficios para determinados socios de la SGAE, en una trama urdida con la aquiescencia de editoras de televisión y empleados de cadenas estatales y autonómicas. Finalmente, Hevia ha caído y ha sido sustituido por Pilar Jurado que se declara fuera de sospecha y víctima a su vez de la “rueda”.

Al tiempo hay que recordar que en septiembre de 2018, el Ministerio de Cultura y Deporte intentó aclarar las normas de reparto de los derechos y la reversión de los efectuados en el 2018, llevados a cabo sin ratificación de la asamblea general, reformar los estatutos para adaptarlos a la ley de propiedad intelectual y a la normativa europea, e implantar el voto electrónico entre los asociados. Estas fueron las demandas reiteradas por parte del Ministerio con una petición de apercibimiento judicial, desoída por los actuales gestores. Después de dudar entre retirar la licencia a la SGAE o intervenir en ella a través de los juzgados el ministerio ha optado por esta última medida, solicitada a la Audiencia nacional “para subsanar o corregir los incumplimientos graves detectados” y para regularizar el funcionamiento institucional con la remoción de los actuales órganos de gobierno y a través de la figura de un “gestor interino” que clarifique la gestión llevada a cabo hasta ahora. Es una intervención drástica, motivada por “razones de urgencia” que puede topar con la lentitud judicial y con la inminente cita electoral, pero que era imprescindible si tenemos en cuenta el caos de una entidad con múltiples intereses encontrados y que gestiona unos 300 millones de euros anuales. El ministro de Cultura y Deporte, José Guirao, ha solicitado, pues, finalmente, a la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional, a través de la Abogacía General del Estado, autorización para intervenir la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y de forma cautelar la remoción de los órganos de gobierno de la entidad. La SGAE tiene diez días para alegar


Ciclo de Ibermúsica

Tras la parada navideña, este Ciclo ha arrancado muy fuerte en el comienzo de 2019 trayendo nada menos que dos orquestas como la de Hamburgo y la de la Filarmónica della Scala de Milán (dos días), ésta bajo la gran batuta de Ricardo Chailly, que llevaban mucho tiempo sin verse en Ibermúsica. Concretamente, desde el 29/05/2002 la primera y desde el 04/01/1998 la segunda, lo cual da cuenta de la maravillosa diversidad de orquestas que vienen a Madrid gracias a Ibermúsica. La Fhilarmoniches Staatsorchester Hamburg, dirigida por el reconocido director Kent Nagano, nos trajo un programa, muy finamente hilado, que giraba alrededor de dos magníficas composiciones de Brahms, y un estreno mundial de Jesús Rueda (1961), Staircapes-escaleras, basado a su vez en una obra del compositor de Hamburgo. J. Brahms (1833-1897), que ocupa un puesto central en el canon del Romanticismo, fue, pues, el gran protagonista de la velada. Los orígenes de la orquesta se remontan a 1828, y su trayectoria incluye en sus programas al compositor nacido en Hamburgo, aunque luego viviese en Viena. En la primera parte del concierto, después de la pieza de Rueda, sugerencia del propio Nagano al compositor (residente de Ibermúsica), y que dota al lenguaje brahmsiano de un carácter contemporáneo, tocaron el Concierto para violín y orquesta en Re Mayor, Op. 77, una sólida pieza en la que late su vinculación con las melodías tradicionales y lo popular. Además, tuvimos la fortuna de escuchar a la excelente violinista alemana Veronika Eberle, a quién ya habíamos escuchado en 2017 en este ciclo. En su interpretación, con un Stradivarius “Dragonetti” (1700), se aúnan técnica y virtuosismo. Nos regaló una bella propina.

En la segunda parte del concierto, tocaron la Sinfonía núm. 4 en Mi Menor, Op. 98 del mismo compositor y compuesta algunos años después de la anterior. Muy bien dirigida por el prestigioso Kent Nagano, su director titular actual y uno de los directores más respetados de su generación, gran organizador que controla los tempi en todo momento, alcanzaron momentos sublimes en su interpretación, por ejemplo en la construcción de la “passacaglia” del cuarto movimiento. El californiano, analítico y muy minucioso, nos ofreció una hermosa interpretación con esta equilibrada orquesta de muy buen nivel. Las maderas estuvieron especialmente a la altura destacando el óboe de Thomas Rohde, pero sin olvidar los refulgentes metales y las afinadas cuerdas. Una noche, pues, estupenda con el elegante e inteligente Nagano, siempre preciso y limpio, la talentosa Eberle y la veterana Filarmónica de Hamburgo, y tocando esta fantástica sinfonía. El público agradeció con muchos aplausos durante todo el concierto una notable Esta cita del Jurado del Premio sintetiza muy bien esta novela interpretación en la que la ejecución orquestal, con la complicidad del director, integraba a la solista. La estupenda propina final de la “Danza húngara número 5” de Brahms, muy rítmica, fue también muy aplaudida. Brahms es mucho Brahms, y aunque parece que algunos se quejaban de tener que escuchar de nuevo este concierto para violín y orquesta (05/11/2017), y su cuarta sinfonía (05/05/2018), nos parece también que lo más normal del mundo es que una orquesta, ya sea española o en este caso la de Hamburgo, toque la música de su músico más ilustre y representativo. Pensemos en la ONE en el extranjero y en Falla, por ejemplo

En este Ciclo, en sus series Arriaga y Barbieri, también nos visitó la Filarmónica de Oslo, que no venía con Ibermúsica desde 2003 por lo que se convertía en una esperada visita para el público madrileño la de esta orquesta que celebra precisamente el centenario de su creación. Estuvo en los dos conciertos dirigida por el reconocido director ruso Vasily Petrenko (1976), quién ya estuvo en el ciclo con la Orquesta de Cadaqués en 2016. El solista, también en los dos conciertos, fue el músico macedonio Simon Trpceski (1979) ya conocido en Ibermúsica (18/04/2018- L. Bringuier/Tonhalle Zúrich; 29/03/2016-G. Noseda/Orquesta de Cadaqués) El primer día tocaron, en la primera parte, el Concierto para piano y orquesta núm. 2 en Si Bemol Mayor, Op.83.de J. Brahms (1833-1897), que no parece ser un compositor afín a esta orquesta y también que el pianista, quizá superado por el reto de los dos conciertos, no estuvo a la altura del compositor hamburgués. Además, en Vasily Petrenko puede la técnica y la claridad expositiva más que la pasión y la imaginación. Tocaron la pieza correctamente pero les faltó potencia y fuerza dramática. En la segunda parte tocaron la Sinfonía Núm 5 en Mi Bemol Mayor, Op.82 de J. Sibelius (1865-1957). En esta pieza desplegaron mayor altura y el director demostró su técnica logrando que la orquesta rindiese al máximo. Petrenko y su orquesta nos ofrecieron como propina la Danza húngara número 5 de Brahms (lo mismo que habían hecho Nagano y la Filarmónica de Hamburgo una semana antes).

El segundo día, con la presencia y amplio despliegue de las cámaras de RTVE, interpretaron, como he dicho antes con el mismo director y con el mismo solista, en la primera parte, el Concierto para piano y Orquesta Núm. 1 en Re Menor, Op.15 de J. Brahms. Una obra que iba para sinfonía y se quedó en concierto, su primer concierto pianístico. Una composición muy exigente y compleja, que tiene mucho que ver en su composición con el intento de suicidio de Robert Schumann y su posterior internamiento en un sanatorio mental, en la que de nuevo el pianista no podía alcanzar, ni por sonido ni por técnica, su profundidad, y a pesar de la complicidad del director que en todo momento lo mimaba y lo protegía con un sonido claro de la orquesta. Solo en algunos momentos la orquesta y el pianista. En la segunda parte, tocaron la Suite orquestal o poema sinfónico Scheherezade Op. 35 de N. Rimski-Kórsakov (1844-1908) con la estupenda solista Elise Batnes, primer violín de la orquesta. Una fascinante sucesión de melodías llenas de misterio y exotismo que incluye un planteamiento claramente programático en sus cuatro movimientos. Las propinas de este segundo día fue La mañana de Peer Gynt de Grieg y la Danza de los titiriteros de La doncella de la nieve de Rimsky-korsakov. Los móviles y las toses siguen poniendo los pelos de punta y tensando las cuerdas y los conciertos en el Auditorio madrileño.

Por último, este Ciclo nos ha traído, una vez más, a la London Philarmonic Orchestra, una orquesta bien conocida del público madrileño y una de las más renombradas orquestas internacionales, destacada por su distinguida y extensa trayectoria y por su espíritu de vanguardia. Pero ahora, el gran acontecimiento era que la orquesta, en sus dos conciertos, estaba dirigida por Juanjo Mena, director titular de la BBC Philarmonic desde 2010, Premio Nacional 2016 y uno de los directores españoles más reconocidos del circuito internacional. Y el solista era el ya muy reconocido pianista español Javier Perianes, Premio Nacional 2012. El programa: la Integral de los conciertos para piano y orquesta (entre 1784 y 1809) del gran compositor L. van Beethoven (1770-1827). ¡Todo un lujazo! Cinco conciertos de enorme madurez los de Beethoven, quién, por otra parte, era, como se sabe, un magnífico pianista y un gran improvisador lleno de fantasía que abrió nuevas relaciones entre piano y orquesta con su “piano contrastante”. Perianes es ya un pianista maduro y ya se enfrentó antes a este reto hace cinco años en Sevilla por lo que era el más indicado para repetirlo con Mena y esta orquesta de primer rango. Hay que recordar, además, cómo hace pocos años el pianista onubense sacó a Ibermúsica de un buen apuro sustituyendo, en el último momento, al artista anunciado para interpretar el difícil “Concierto Emperador”. Con el gran Zubin Mehta en la dirección todo salió bien. Con esta conjunción de figuras las expectativas creadas por la visita de la estupenda orquesta londinense eran muy altas, a no ser que fuesen estropeadas por las incontenibles e irritantes toses o por algún móvil maleducado.

El primer día, en la serie Arriaga, tocaron, en la primera parte, el Concierto para piano y orquesta núm. 2 en sí bemol mayor, op. 19, y, a continuación, el Concierto para piano y orquesta núm. 3 en do menor, op. 37. En la segunda parte tocaron el Concierto para piano y orquesta núm. 4 en sol mayor, op. 56. Un enorme reto, pues, para el solista sobre todo pero también para la orquesta y su director, mostrar la evolución de las estructuras beethovianas a lo largo del tiempo mostrando lo que se repite y lo que cambia a partir de la primera impronta mozartiana. En ese sentido, el 4º y el 5º ya son de una plenitud formal y expresiva que los anteriores solo sugieren. Perianes compuso un acompañamiento justo y sin estridencias, siempre tutelado por Mena. Mantuvo la solvencia en el segundo concierto e incluso no se descompuso ante el impertinente móvil en el lento movimiento mágico del tercero. En la segunda parte, en el cuarto, se alcanzó ya la culminación. El segundo día, en la serie Barbieri, tocaron, en la primera parte, el Concierto para piano y orquesta núm.1, op. 15. En la segunda parte, tocaron el Concierto para piano y orquesta núm. 5, op. 73 “Emperador”, el plato fuerte. Entre el Concierto núm.1, que, como se sabe fue publicado después del núm. 2, y el núm. 5, se plasma la completa evolución de la obra del compositor de Bonn, sobre todo en lo que se refiere a las referencias mozartianas y al papel preponderante del piano, aunque siempre se confronte el solista y la orquesta. En este caso, la confrontación del brillante y elegante pianista con esta gran orquesta y su batuta, fue exquisita. Perianes irradia calma y quiere dar sentido a cada nota. Las dos noches el público se mostró entregado, y llenó el Auditorio de aplausos. Porque la LPO, Mena y Perianes ya habían cumplido las expectativas con creces a la hora de enfrentarse a estos conciertos tan complejos.


Ciclo de la Filarmónica

El comienzo de año no ha podido ser más gratificante para este importante ciclo musical ya que nos visitó la veterana Orquesta Sinfónica de Dusseldorf, y fue premiado el ciclo y premiada la orquesta con un público entregado que llenó el Auditorio hasta la bandera. Sobre todo porque la monumental Sinfonía núm 9, en re mayor (1909-10) del gran Gustav Mahler (1860-1911) no es una Concierto para piano obra nada fácil ni para los intérpretes ni para los oyentes. Ni lo fue para el mismo Mahler porque es una obra llena de dramatismo con la que el compositor anticipa y acepta su muerte, que se produce poco antes del estreno de la partitura (“la muerte en persona” la llamó Alban Berg). Forma parte, junto con “El canto de la despedida” y la “núm. 10” de “La Trilogía de la despedida”. Una obra, pues, de una época muy triste por su enfermedad de corazón, por la muerte de su hija, por los problemas con su esposa y por la terrible campaña de prensa que sufrió contra su persona. Por todo ello, la novena (la “Décima” quedó inacabada) expresa o debe expresar un gran sufrimiento acorde con ese trágico momento. Pero, a pesar de que Adám Fisher es un gran director (nacido en Budapest) que está inmerso en la música de Mahler y se ha fijado, incluso, como objetivo dedicarse a la integral de sus sinfonías, hace falta una gran orquesta, una buenísima orquesta, para enfrentarse a esta complicada composición. O sea que hace falta algo más que una orquesta discreta como la que nos ocupa, que, además de tocarla, nos la haga revivir en sus cuatro movimientos, sobre todo en el primero y el cuarto, ese “Adagio” final tan conseguido en su obra.

En su siguiente concierto, el ciclo nos trajo a la Orquesta de Cámara de Munich, que, con 65 años a sus espaldas, y como primera característica especial es que intenta conjugar en sus creativas programaciones distintas tradiciones y lenguajes. La otra segunda característica de esta formación es que, en sus conciertos, las obras son dirigidas por uno de los dos concertinos de la orquesta. Su concierto se abrió, hubo cambio en lo escrito en el programa de mano, con el Concierto para violín y cuerda, en la menor, BWV 1041 (1730) de J. S. Bach (1685-1750). El solista, el violinista Eric Silberger, estuvo bastante irregular en su actuación. Su técnica la mostró en la propina del primer “Capriccio” de Paganini. A continuación tocaron la pieza más esperada de la tarde, Las cuatro estaciones porteñas de Astor Piazzolla (1921-1992), una de las obras fundamentales a la hora de adentrarse en el mundo musical del compositor. A caballo entre los tangos de Carlos Gardel, la armonía clásica de Nadia Boulanger y con “Las cuatro estaciones” de Vivaldi como referencia que dan un papel prominente al violín. El virtuoso solista parecía estas más a gusto que en la pieza anterior pero no es fácil transmitir los colores estacionales de las calles porteñas. En la segunda parte, con la dirección de Daniel Silberger, tocaron el Adagio para cuerdas (1938) de Samuel Barber (1910-1981) que empezó muy bien pero que estropearon los aplausos precipitados en el momento clave, otro enemigo, además de los móviles y las toses, en el Auditorio. Por último, tocaron la Serenata para cuerdas, en do mayor, op. 48 (1880) de Chaikovsky (1840-1893), que fue, sin duda, lo mejor de la noche, ya que, en su ejecución, la formación germana mostró sus mejores artes.


Ciclo de Scherzo

La nueva temporada de “Grandes Intérpretes” de la Fundación Scherzo, en su 24ª edición, reunirá, en este año 2019, a algunos de los pianistas más celebrados del momento. Su director artístico, Patrick Alfaya, ha presumido de que, si bien el objetivo es acercar al público los mejores intérpretes, esta vez se ha superado al hacer coincidir después de “muchísimo tiempo” a maestros como Arkadi Volodos, Maurizio Pollini, Gregory Sokolov y Marta Argerich. “Igual que los pianistas, que van desde los más maduros a gente muy joven, destaca también la presencia de cuatro mujeres en el ciclo. Hemos logrado casi la paridad”, señala el director. De este modo, el Ciclo de SCHERZO tuvo, pues, un buen comienzo de año con la actuación del gran pianista ruso Arkadi Volodos (San Petersburgo, 1972), “la fuerza de la escuela rusa” de la que un inmejorable traductor sobre todo de Rachmaninov, que interpretó, en la primera parte de su concierto, partituras breves como la muy juvenil Sonata en Mi Mayor D 157 y la ya tardía 6 Moments musicaux op. 94 D 780 del poético y misterioso F. Schubert (1797-1828). Por este músico, el pianista siente una especial predilección lo que, por un lado, es bueno a la hora de investigar su música pero, por otro lado, no es tan bueno ya que intenta profundizar demasiado y la música pierde fuerza lo que se notó en las dos piezas. Quizá por ello, la reacción del público asistente no fue muy excitante que digamos. Pese a lo cual nos dio un brillante recital en el que nos mostró su enorme variedad de registros. Hay que decir que Volados compone, es un rasgo que le caracteriza, con gran inteligencia los programas de sus conciertos, eligiendo muy bien piezas y autores para aunar periodos, para, al final elaborar un discurso propio fuera de las modas imperantes.

En la segunda parte del magnífico programa del concierto madrileño, en el que conviven “estéticas diversas, técnicas diferentes y planteamientos disímiles” (texto de Arturo Reverter del Programa de mano), interpretó obras breves, pero sin duda difíciles, como tres Preludios, Serenada y Etudes tableaux op. 33/3 y la canción “Zdes Khorosho” Romanza op. 21 nº 7 (arr. Volados) de S. Rachmaninov (1873-1943). En esta segunda parte, el público ya reaccionó más entusiasta y todos disfrutamos de la poesía de esta música y hasta de los aires españoles de la Serenade. Al músico le gusta tocar a autores irreconciliables en los que nos hace apreciar las resonancias de cada nota entre el sonido y el silencia cuyo continuo el domina muy bien. Por ello, a continuación, tocó la hermosa y melancólica Mazurca op. 25 nº 3, Caresse dansée, Enigma, dos danzas op. 73 y para terminar el buen recital el impresionante poema Vers la flamme del místico panteísta A Scriabin (1871-1915). Entonces el público ya alcanzó su grado máximo de entusiasmo sobre todo en la última, la más larga y complicada. Como siempre Volados fue generoso en las propinas. Dos horas de música muy intensa de un pianista que más que buscar la perfección lo fía todo a su instinto y a su capacidad natural (“En nuestro mundo cada vez tendemos más a tocar como si fuésemos máquinas”). Despliega así una técnica de primer nivel de enorme poder de concentración que no siempre puede con las siempre repetidas toses del Auditorio, que, por cierto y, por desgracia, el gran pianista, y a pesar de su reputación e imponente sonido, no logró llenar.


La feria de FITUR y la sostenibilidad

En la Feria Internacional de Turismo, FITUR 2019, en su 39ª edición, han participado, desde el 23 al 27 de enero, 165 países y regiones, siendo la mayor edición de los últimos años con más espacio expositivo y un incremento del 8% en el número de empresas (más de 10.480). La ocupación de los pabellones, hay que señalar que se ha incorporado el Pabellón 2 donde se situó la oferta de Destinos de Oriente Próximo, ha sido, pues, la mayor de las últimas ediciones. Así el Pabellón 4 se ha dedicado completamente a Europa. Además, ha crecido en un 11% la presencia internacional que ya representa el 55% del total. Todo un récord de participantes en su edición más internacional en la que el país invitado ha sido la República Dominicana. Fitur ha sido de nuevo el escaparate ideal para presentar todas las novedades turísticas de los destinos nacionales e internacionales. Esta nueva edición de Fitur “volverá a ser un ejemplo de la capacidad de España como referente de turismo internacional y un lugar de encuentro decisivo para que todos trabajemos por el turismo de calidad que convierta a esta industria en una herramienta de cohesión social que distribuya riqueza por todo el país”, aseguró Isabel Oliver, secretaria de Estado de Turismo. Para ello, la Feria Internacional de Turismo 2019 ha estrenado nuevas secciones entre las que destacan “Fitur Festivales”, además de un festival de música alternativa y una sección de rutas de cine. Fitur Gay (LGBT+) ha contado por primera vez con representaciones de Portugal, Tailandia y Nueva York. Hay que destacar también una nueva sección monográfica dedicada al turismo cinematográfico.

En el sentido no sólo de cine sino también de SOSTENIBILIDAD, una de las novedades más importantes de Fitur, para mí importantísima, es que la Agencia Tierras Polares, creada por el explorador polar Ramón Larramendi, pionera en la apertura de nuevas rutas en los territorios árticos y una de las dos finalistas en la Feria del “II Premio Turismo responsable”, ha presentado, en “Fitur 2019”, viajes “de cine” en Islandia y Noruega. También se ha presentado su pionero “Trineo de Viento”, el único eco-vehículo polar, emisiones cero, que existe en el mundo y que en este momento realiza la expedición Antártida inexplorada 2018-2019, con un equipo dirigido por el propio Larramendi. Se trata de un recorrido cuyo fin es explorar y también desarrollar una decena de proyectos científicos de impacto internacional relacionados con el cambio climático, la contaminación y la tecnología espacial. Asimismo, la agencia promueve el proyecto “Inuit Climate Patrol”, cuyo objetivo es proteger la forma de vida tradicional de los inuit, iniciativa también de Ramón Larramendi que aún está en desarrollo. Por otra parte, turismo responsable, inteligencia artificial y las personas han sido las claves de los foros de debate celebrados esos días en el marco de FiturtechY, donde se ha demostrado el papel clave que juega la tecnología y la innovación en el contexto de la industria turística, pero sin perder la esencia de la cercanía con el cliente que demanda independencia y buen trato. Por último, hay que señalar que este año 2019 la Feria Internacional de Turismo, ha tenido, a pesar de la huelga de taxis que en principio anunciaba un enorme fiasco, un auténtico récord de participación y de visitantes.