Trasversales
Vicent Àlvarez

Choque de identidades

Revista Trasversales, número 45, noviembre 2018 (web)

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Antes de que la cuestión catalana se agudizara, coincidíamos en la relevancia del problema que iba creciendo. Yo mismo en estas mismas páginas hablaba de problema histórico sin resolver. Ahora, la envergadura de la cuestión se ha hecho evidente, y lo malo es que se ven pocas salidas en términos de racionalidad y convivencia. La torpeza de la derecha, guiada por aquello de “toma palo y ponte tieso”, sigue en pie; así, vemos como la señora Arrimadas llega a decir, tomando una referencia histórica, que Lluís Companys no fue fusilado en nombre del estado, cuando en la propia sentencia los que hicieron de jueces hacían constar que la dictaban al haber sido asumido el estado por los autoridades militares.

No estaría de más que unos y otros, quienes se aferran a la soberanía de la nación española, y, por otro lado, quienes lo hacen a la catalana, no utilizaran la historia según les conviene. Los precedentes más próximos de un choque entre las identidades española y catalana serian el protagonizado por Macià en 1931, al proclamar la República Catalana en el seno de la República Española, o el de Companys al proclamar l’Estat Català en la República Federal Española, coincidiendo este último con la revolución iniciada en Asturias en 1934. Por cierto, en el primer caso la proclamación se quedó en un pacto y un estatuto de autonomía, y en él segundo caso citado el Ejército Español intervino con enfrentamientos que dejaron cerca de 50 muertos, con el encarcelamientos de Companys y su gobierno, condenados por el Tribunal de Garantías Constitucionales, y rehabilitados con el triunfo del Frente Popular en 1936.

Estos hechos históricos guardan cierta similitud con la situación actual y sirven para poder concluir en la necesidad de evitar un final con vencidos o derrotados. Hay muchas lecciones de aquello y también de lo que venimos viviendo hoy: la imposición, la represión, no resolvieron el problema; por otro lado, y esa lectura la tienen que hacer quienes han optado por la unilateralidad, abrir una brecha en la convivencia es el resultado de su decisión, veamos sino cómo en la misma Cataluña se ha movilizado y aglutinando un fuerte nacionalismo españolista.

Leyendo estos días “Política para perplejos”, su autor, el filosofo Daniel Innerarity, nos ofrece unas consideraciones sobre el tema que estamos comentando. Bajo el titulo ¿Qué hacemos con las naciones? nos transmite una serie de reflexiones, que a mi juicio deberían ser objeto como mínimo de atención por parte de la ciudadanía y sus representantes públicos. Parte el citado autor de que lo de las naciones “es un verdadero dilema y no tiene solución lógica, sino pragmática, es decir una síntesis pactada para favorecer la convivencia…” y, sigue argumentando: “la única solución es el pacto…Al insistir en el acuerdo frente a la victoria modificamos radicalmente el campo de batalla. Porque entonces el eje de confrontación no es el de unos nacionalistas contra otros, sino el de quienes quieren soluciones pactadas frente a quienes quieren la imposición. Cambiemos la orientación y modifiquemos los términos del problema: ahora se trataría de elegir no entre una nación u otra, sino entre el encuentro y la confrontación que de ambas cosas hay partidarios en uno u otro bando”.

Podemos coincidir con el planteamiento, es más, constatamos su racionalidad, no obstante, habría que añadir alguna cosa más. En esta confrontación de identidades, existe una gran desproporción entre la fuerza y el poder de una parte y la de la otra, cosa que como he apuntado al comienzo ya ocurrió en otras ocasiones. Una parte dispone del poder del estado y sus fuerzas militares y policíales, y las ha utilizado el 1 de Octubre de 2017.

Se ha producido también una intervención de los tribunales, generando presos y, por tanto, como ocurre en estas situaciones, el tema de los presos aumenta la tensión y como reacción surgen nuevos agravios. Hay muchas realidades fuera de nuestras fronteras que ponen de manifiesto como la judicialización y las cárceles no ayudaron a resolver conflictos entre identidades nacionales.

Que la situación es compleja lo sabemos, pero quienes ostentan el poder, caso del gobierno del estado, no están abordando el terreno para una hipotética negociación, pues juran que ni han pactado ni lo van a hacer con los independentistas. ¿Entonces con quién se va a dialogar y pactar? ¿Con quien negoció Cameron por no ir más lejos? En fin, hay que ser coherente, coincidiendo con Innerarity cabe afirmar que hay una identidad plural tanto en España como en Cataluña, y que ninguna imposición es capaz de lograr una convivencia normalizada.



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