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Consejo editorial de Trasversales

¿Hay reformas en el horizonte?


Revista Trasversales número 45, octubre 2018



El Gobierno de Pedro Sánchez ha cumplido sus primeros cuatro meses. Es el primero surgido en España de una moción de censura, porque un partido judicialmente sentenciado por corrupción y desgastado socialmente se negó a asumir las responsabilidades derivadas de su pertinaz conducta. Así se puso fin al Gobierno del PP, nefasto para las clases subalternas y los derechos democráticos, con lo cual aparecía la posibilidad, si hay voluntad de ello, de revertir algunos de los peores efectos de la época Rajoy y reorientar la política general, a pesar de la dificultad de gobernar dependiendo de tan distintos y condicionales apoyos y teniendo asegurada la oposición frontal y sucia del PP y de Cs.

Sánchez llegó a La Moncloa formando un gobierno con destacada y necesaria mayoría de mujeres y más o menos cualificado, anunciando la intención de normalizar las instituciones y la actividad política mediante la negociación y el consenso. Desde entonces, él o sus ministras y ministros han anunciado diversas reformas, a veces de forma apresurada y poco meditada, lo que ha dado lugar a rectificaciones, retrasos y matizaciones, generando justas críticas sociales y dando gratuita munición al PP, que, como ya es habitual, se considera despojado ilegalmente de un poder que cree le pertenece por naturaleza. También ha tenido resbalones con el historial fiscal o académico de miembros del Go­bierno, lo que ha dado lugar a la pronta dimisión de Maxim Huerta y Carmen Montón, lo que merece una reflexión respecto a la fácil adaptación a ciertos privilegios entre las élites políticas pero también contrasta positivamente con la actitud que mantuvo el PP pese a sus 29 condenados por corrupción, sus 5 ministros reprobados por el Congreso y su actual presidente de dudosa cualificación académica.

Aunque no es esperable un cambio profundo, dada la situación de que se parte, las dificultades para conformar mayoría parlamentaria en el Congreso y la imposibilidad de hacerlo en el Senado, el pulso aún lento de la movilización social y el apego que los dirigentes del PSOE sienten hacia una monarquía y unos aparatos de Estado ya muy desgastados y anacrónicos, como el de “Justicia”, podría llevarse a cabo en lo queda de legislatura un programa de reformas que mejorase la vida y los derechos de gran parte de la población.Portada Trasversales 45

Algo ya se ha hecho, aunque casi siempre con manifiestas insuficiencias, como en el caso de la recuperación de la “Sanidad universal”, ya que ni siquiera se ha vuelto del todo a la situación anterior al decretazo sanitario de Rajoy. En todo caso, casi todo está por hacer.

Desde el Gobierno se han anunciado reformas, en la ley de estabilidad presupuestaria para poder elevar el techo de gasto (bloqueada por la mayoría PP-Cs en la mesa del Congreso), en inversión en educación y financiación autonómica, supresión del peaje en tramos de autovías, paliar la subida de la luz, apoyar las energías renovables, personarse en el caso de las viviendas públicas malvendidas a fondos “buitre”, subir los impuestos a las rentas altas y grandes empresas y bajarlos a las pequeñas empresas, y algunas otras más referentes al aforamiento de senadores y diputados, a una ley sobre la eutanasia o la revisión de las inmatriculaciones de edificios públicos realizadas por la Conferencia Episcopal al amparo de un cambio en la ley hipotecaria efectuado por el gobierno de Aznar, o las dirigidas a exhumar los restos de Franco, apoyar la localización de fosas de la etapa franquista y retirar la medalla y correspondiente pluspensión económica al ex policía torturador González Pacheco, “Billy el Niño”.

A esos anuncios que ha ido haciendo el Gobierno se han venido a unir, de forma más reflexionada y precisa, los derivados del acuerdo alcanzado entre el PSOE y Unid@s Podemos. Siendo cierto que resultan insuficientes respecto a lo necesario, especialmente en lo que se refiere a la cuestión vivienda, y que quedan por debajo de las mejores propuestas presentes en los programas de ambos grupos, también es cierto que ese acuerdo dibuja un escenario posible y que su realización efectiva daría aliento a las clases populares y las gentes trabajadoras en una situación social que sigue siendo muy mala y dolorosa: 1 de cada 4 personas está en riesgo de pobreza y/o exclusión y 1 de cada 14 padece pobreza severa (informe EAPN 2008-2017, El Estado de la pobreza).

Ahora bien, el que anuncios y acuerdos se conviertan en hechos va a depender de muchas cosas, incluyendo complejas negociaciones, la voluntad política efectiva del propio Gobierno y la capacidad que para presionar en contra o a favor de las reformas necesarias tengan la oposición derechista, por un lado, y la movilización social de las mujeres, las y los pensionistas, las y los trabajadores, etc., por otro. Entendiendo que los límites del Gobierno no son asumidos como límites propios de los movimientos sociales, que luchan por objetivos más ambiciosos sin despreciar las reformas posibles a corto plazo.

Las reformas insinuadas dependen en parte, aunque no totalmente, de la aprobación de los Presupuestos Generales, hoy por hoy en el aire, dificultada por la estancia en prisión preventiva de dirigentes de ERC y PDeCat. No obstante, en el Gobierno hay un cambio de talante respecto al independentismo catalán, lejos de la cerril postura mantenida durante años por el PP, que califica los encuentros del Gobierno con la Generalitat de amenazas a la unidad territorial y exige que se aplique el artículo 155 de la Constitución con cualquier pretexto. La situación es complicada pero se atisban cambios, tímidos todavía, tanto en el Gobierno como en PDeCat y, más aún, en ERC.

Se percibe en el Gobierno la intención de tener un papel más activo en el exterior y en el seno de la UE, en un momento en que se está revisando la estrategia comunitaria en varios campos y la posibilidad de dotarse de más políticas comunes, o de todo lo contrario, pues ha emergido una corriente poderosa centrífuga o incluso hacia la desintegración, promovida por partidos y movimientos populistas de derecha, que gobiernan o han cogido fuerza como oposición, y que propugnan el cierre de fronteras, el nacionalismo y la xenofobia. Tendencias reforzadas por Trump y Putin, a quienes interesa que la UE sea un actor político irrelevante en el foro mundial.

El Gobierno español, que junto al de Portugal podría ir a la contra de esa preocupante corriente, podría jugar un papel positivo para neutralizar tales intentos, aunque también es preciso cuestionar la orientación que lleva manteniendo la Unión Europea y cada uno de sus Estados en cuanto a política social, económica o de acogida y refugio, que es lo que ha dado alas a ese ascenso de la ultraderecha.

En este escenario tan poliédrico, con batallas simultáneas en muchos frentes, no conviene perder de vista el cercano horizonte electoral, que explica muchos de los movimientos de los partidos para llegar a mayo de 2019 en las mejores condiciones para ampliar su poder local y autonómico y como plataforma para enfrentarse a las elecciones generales de 2020.

El Gobierno Sánchez tiene por delante una carrera de obstáculos, dificultada por ajenas zancadillas y vacilaciones propias, siendo uno muy cercano el de los Presupuestos; PP y Cs, mostrando un claro sentido de clase, se esfuerzan en boicotear el tímido propósito de lograr un mayor techo de gasto y las reformas pactadas entre PSOE y Unid@s Podemos. Conseguir que Pedro Sánchez tire la toalla y llegue a las elecciones habiendo fracasado es la gran baza del Partido Popular, que no va escatimar esfuerzos ni juego sucio para conseguirlo.

El Gobierno debería meditar bien sus anuncios, no dejarse amilanar por las maniobras de sus adversarios derechistas y escuchar las demandas que surgen de las necesidades más urgentes de la población. Ahora bien, eso ya depende de él. A las ciudadanas y ciudadanos nos toca seguir nuestro camino de organización, apoyo mutuo, construcción social y movilización, sin demasiadas ilusiones en los gobiernos, este u otro cualquiera, pero entendiendo que el horizonte es más favorable que con Rajoy y que no debemos desperdiciar las oportunidades que se abren para el logro de reformas que mejoren nuestras vidas. Sin esperar a su realización, luchando por ellas.