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Angel Rebollar López

¿Es prudente caminar hasta alcanzar el precipicio?

Revista Trasversales número 42, noviembre 2017 web

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Hace falta política, para evitar en Catalunya un gobierno españolista.

No soy nacionalista de ningún tipo, ni de estos ni de aquellos, ni de los de aquí ni de los de allá, Bueno creo que lo he dicho muchas veces, también lo de “sobran fronteras y faltan abrazos”. Pero con la misma racionalidad no veo otra salida que consultar a los ciudadanos catalanes, pero antes de preguntar por el sí o por el no del referéndum independentista, PODEMOS debía encabezar una salida más allá. Es necesario que llene de contenido ese “derecho a decidir” con una alternativa que parta del Estatut derribado por el PP y sus jueces del TC. A eso hay que añadir un control de la hacienda en línea con los vascos y navarros, así como el control de puertos y aeropuertos y en torno a esto buscar un consenso con la sociedad catalana lo suficientemente amplio.

Pero no creo que eso me dificulte entender los acontecimientos sucedidos en Catalunya, esa desesperada huida hacia el lugar imaginario de la República ideal, salvando las imposiciones de la fuerza del gobierno central y la racionalidad que la diversidad de esa nación catalana exige. Esas ansias desmedidas de lanzar a la mitad de los catalanes contra la otra mitad, más o menos, carece de toda visión de futuro. Las diferencias tan estrechas, no tienen garantías de futuro, lo que hoy es mayoría, mañana se puede tornar en minoría, es por tanto necesario alcanzat mayorías suficientes que den estabilidad a cualquier acuerdo de cambio tan trascendente.

Tanto Mas como su sucesor Puigdemont, por cierto no votado por la ciudadanía e impuesto por la tenacidad de la CUP, ambos son originarios, antes de travestirse en Partido Demócrata Catalán, de CiU, de pasado nada independentista y mucho corrupto, como diría el otro corrupto, Rajoy. El mismo Mas que tachaba de pacatas las medidas del PP ante la crisis, siendo el adalid de los recortes en sanidad y enseñanza, el mismo Mas que mandó a los mossos, que ayer aplaudía incluso la CUP, contra los ciudadanos del 15M que, en Barcelona, protestaban contra esos mismos recortes y la corrupción del 3% de CiU y los Pujol. Esos mossos que con furia inusitada rompieron cabezas y dejaron tuerta a una combativa ciudadana, esos mossos encausados y condenados por torturas, hasta causar alguna muerte, dentro y fuera de sus establecimientos, los mismos que fueron indultados por el otro partido corrupto estatal, el PP de Rajoy. Aquel Mas que tuvo que ir en helicóptero, para tomar posesión de la presidencia de la Generalitat, tras las elecciones autonómicas.

La verdad es que se me hace complicado llegar a entender ese proceso de reconversión tan radical. Se quitó la corbata y se puso a la cabeza de las Diadas independentistas. Esas conversiones tan sólo se encuentran en los hechos bíblicos, no son humanas y dan que pensar.

En ese camino se arrimó a una ERC que, sin la radicalidad que ahora esgrime, se le sumó con un discurso real, el de la humillación al pueblo catalán, por la suspensión del Estatut por el TC del PP. Desde mi punto de vista Junquera es un político con mucha visión y buen alumno de Maquiavelo, que viendo la debilidad y el declinar de CiU supo que forzando las contradicciones de Mas y los suyos los agotaría, quedando él y su partido como primera fuerza catalana, con claras posibilidades de hacerse con la presidencia de la Generalitat. A este ambiente propicio se sumó una CUP en alza desde las movilizaciones del 15M y que siempre fue independentista.

Subidos en esa ola los tres partidos, de intereses incluso antagónicos, como es el caso de CiU y la CUP, en lo que respecta a reivindicaciones sociales, caminaron sin freno hacía la búsqueda de un referéndum que les validara sus objetivos independentistas, pero ante la resistencia del PP, Cs y PsoE, que no el PSC que inicialmente participaba de la necesidad de esa consulta, hasta someterse a la marca nacional, decidieron ir a unas elecciones que les diera una mayoría amplia, que les permitiese llevar a cabo ese referéndum que validara sus objetivos secesionistas, para tal objetivo ERC y CiU decidieron unir sus fuerzas e ir coaligados a las elecciones.

Los resultados no fueron los deseados, si bien la coalición Junts Pel Si fueron los más votados, necesitaron de la CUP para conseguir una mayoría en el Parlament, que no en votos, juntos alcanzaron un exiguo 48%. Si antes los independentistas hablaban de mayorías suficientes, para generar el cambio deseado, en torno al 60%, después de los comicios cambiaron las previsiones y fue suficiente la mayoría parlamentaria, el mantener esta coherencia lógica le costó la dimisión de Antonio Baños, cabeza de lista de la CUP. Con estos porcentajes se llegó los días 6 y 7 de septiembre de 2017 a forzar el reglamento del Parlament, de tal manera que se alejaron de los porcentajes establecidos para generar los cambios deseados, rompiendo así la veracidad democrática de la que se habían dotado. Con este despropósito antidemocrático se convocó un referéndum, que si bien fue toda una demostración de organización y lucha por parte de la ciudadanía catalana, la violencia de la policía estatal ordenada por el PP impidió que se dieran las garantías necesarias para dar validos los resultados, con una participación del 43%, semejantes a los obtenidos en el referéndum del 9M de 2014.

Todo esto no llevó a la reflexión que parece lógica, sino que se continuó hacia adelante sin ninguna medida de freno, a lo que el PP, con su intransigencia y la inmovilidad que caracteriza a Rajoy, del arte de dejar pudrirse los asuntos, los secesionistas caminando hacia el abismo, con los de Cs enfebrecidos con la aplicación del artículo 155 de la Constitución y un PsoE gobernado por las tesis de los que perdieron las primarias. Pedro Sánchez, olvidado de la radicalidad de su campaña, la cual le hizo ganarse a los afiliados por una holgada mayoría, prefirió someterse a las presiones y dictados de Felipe González, Susana Díaz y los barones territoriales, abrazándose a un PP que se tambaleaba, con varios ministros recusados por el Parlamento Español y necesitado de sus votos, para imponer la mano dura que deseaba el ala más reaccionaria de su formación (los Casado, Hernando, etc..) y le exigían sus socios parlamentarios de Cs. Y así fuimos caminando hacia el desastre y las incongruencias que vivimos en la actualidad, con una Generalitat intervenida y gobernada por la fuerza minoritaria de ese Parlament. Los fiscales del PP y la jueza Lamela, persiguiendo e imputando al Govert en pleno y a la mesa del Parlament.

Todo esto pudo ser evitado, si la inteligencia supliese a la cerrazón irracional y el entonces President Puegdemont hubiese convocado elecciones, pero cuando quiso dar el paso Junqueras, que quería abrasarlo, para quedarse como única alternativa ante lo inevitable, se lo impidió junto a la CUP, y se pasaron con la barbacoa, acabando todos quemados, convocando una efímera y ridícula República Catalana, con un despertar del sueño catastrófico. De haberlas convocado el President, en lugar de jugar a esconder la bolita, la aplicación del 155 hubiese sido muy complicada, porque el PsoE hubiese entrado en contradicción y el PP no se hubiese atrevido sin su apoyo. Las elecciones se hubiesen celebrado en el marco que los catalanes hubiesen deseado. Al no hacerlo, se impuso la dictadura del 155 y las convocó Rajoy y lo que decía el PsoE y PSC, que sería una aplicación comedida y mesurada, se convirtió en todo lo contrario, exagerada, exhaustiva y vengativa.

Situados en el peor de los escenarios, los independentistas se encontraron en un callejón sin salida, si no se presentaban a esos comicios perdían todo y si lo hacían implícitamente reconocían el sometimiento al Estado español y al aplastamiento de una república que no llegó a nacer. Por lo que se ve, optarán por ésta segunda opción, como la mejor de las peores.

Ante esta situación, siguen con la huída hacia ninguna parte. Algunos independentistas se mantienen empecinados en la contradicción, reconociendo la inexistente república mientras se presentarán a unas elecciones que impone un estado ajeno, a la vez que pasan por los tribunales que les son ajenos, obligados por los mismos mossos que anteayer vitoreaban. Algún otro, como Santi Vila de PDdeC que dimitió del Govern antes de la proclamación, parece que utilizan la inteligencia, con el fin de reordenar sus fuerzas y darle un contenido coherente, ERC siguen divagando en la incoherencia dubitativa, mientras la CUP, que se presentará, lo hará manteniendo el espejismo, aunque saben que es eso, un espejismo.

De todas las incongruencias la más alarmante es la opción del President extinto, Puigdemont ha optado por el surrealismo político, se ha ido a Bruselas, para mantener la presidencia huérfana, como un titán, eludiendo las llamadas de los tribunales españoles y sin definir si quiere pedir asilo o simplemente se declara prófugo en rebeldía y la pregunta es ¿para qué, con qué intención?

Es difícil de entender el beneficio de tamaña charlotada, que corona toda una serie de despropósitos, que ha llevado a estrellar el independentismo contra la nada. Uno tiende a cuidar y valorar lo que le es importante, no ha malgastar el capital en fogueos, sino se pretende ayudar al enemigo. Pensar que es idiota, me cuesta trabajo, sigo esperando el rédito de Puigdemont de todo esto... o quizás le sobrevaloro. Lo cierto es que es quién más daño está haciendo a los secesionistas, que en la situación actual y ante el desconcierto que sufren, porqué lo peor de los buenos sueños es el despertar y si es brusco el daño es mayor, lo que hay que hacer es reconducir el desanimo en esperanzas, pero posibles, para que no falten a las urnas el 21 de diciembre, porque su ausencia sería fatal para su opción y beneficioso para los españolistas.

Las encuestas hablan de que los bloques se mantendrán, con cambios dentro de ellos, es decir mayoría parlamentaria, pero no en votos. La desconfianza creada entre PDeCat y ERC no creo que facilite una nueva coalición y la CUP se presentará recogiendo la parte más radical del proceso vivido, ERC todo apunta de que será la primera fuerza, lo que le pone en la mejor disposición para alcanzar la presidencia, pero tendrá que ir poco a poco desmarcándose y serenando la propuesta independentista, lo que dificultará acogerse a las imposiciones de la CUP. Podría formar un gobierno de progreso, manteniendo la esperanza del referéndum, con EN COMU-PODEM y si modera más su discurso podría unirse PSC, aunque hay que cauterizar rápido las heridas y esto no será fácil, claro, por supuesto abandonando las veleidades secesionistas.

PODEM debe solucionar rápido el problema de los despropósitos creados por su Secretario General Fachin, habrá que esperar el resultado de la consulta sobre si pactar con EN COMU, que espero sea la opción mayoritaria. De ser así, como ya dije al inicio del artículo, deben llenar de contenido la alternativa del “derecho a decidir” y esto supone dar alternativas de encaje, mayoritariamente aceptado, para Catalunya en el marco del Estado Español, para llevarlo a ese referéndum y dejar en un plano más secundario, la elección de irse o quedarse, en el caso de fracasar la alternativa de la reforma del Estatut, y eso pasará por acordar con ERC y el PSC.

El objetivo principal debe ser el evitar, por encima de todo, que Cs, que encabeza Arrimadas, consigan unidos al PP arrastrar al PSC.