Trasversales
Jesús Jaén

Aprendamos de los errores: el conflicto con el gobierno de Ahora Madrid

Revista Trasversales número 41 julio 2017 web

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Jesús Jaén es miembro del Movimiento Asambleario de Trabajadoras y Trabajadores de la Sanidad.

En los últimos días se ha visualizado el enfrentamiento público entre el gobierno municipal de Ahora Madrid y distintos actores sociales. Entre ellos el MATS. También las secciones sindicales de UGT, CCOO y CSIF, colectivos ciudadanos como la Plataforma en defensa del Hospital Ramón y Cajal, sectores de Ganemos Madrid e incluso la diputada de Podemos por Madrid, Carmen San José.

El motivo de este conflicto fue la puesta en marcha de un proyecto de externalización de los servicios de Madrid Salud. Un proyecto en teoría social pero abriendo un concurso público para empresas (externalización) y sin previo consenso ni consulta con sindicatos y movimientos sociales. El fondo y las formas de esta operación fueron duramente criticados (entre otros por el MATS).

En un primer momento se dieron argumentos un tanto variopintos e inconsistentes: no se puede hacer nada más; la ley Montoro (techo de gasto público para todo tipo de gobiernos) nos impide contratar empleo público; este concurso en realidad no es una privatización sino una hibridación entre lo público y lo social; la cuantía de estos contratos (alrededor de seis millones de euros) no son comparables con las privatizaciones del PP; las plantillas municipales no están preparadas para asumir estos nuevos proyectos, etc.

No merece la pena ya entrar a contestar tales argumentos. Ellos mismos (Ahora Madrid) se han contestado a sí mismos con el acuerdo firmado con el PSOE en el pleno del Ayuntamiento el 20 de julio. Un acuerdo que contempla fomentar el empleo público, la participación ciudadana y de los sindicatos e, incluso, impulsar la contestación político-social a la Ley Montoro. Veremos si todo esto se lleva a cabo o cae en saco roto.

Pero también es necesario sacar algunas conclusiones de fondo. En primer lugar, el gobierno de Ahora Madrid, que contó con un gran respaldo popular, no puede seguir actuando de manera autista al margen de los sectores sociales que le auparon a la victoria.

En segundo lugar, sería importante que Ahora Madrid, como otros ayuntamientos del cambio, no se limite a administrar o gestionar (agregaría “eficazmente”) los presupuestos, sino que actúe políticamente intentando romper barreras legales, desobedeciendo si fuera necesario y tratando –sobre todo- de socializar los problemas para impulsar un proceso de movilizaciones que devuelva la esperanza a la gente que la está perdiendo.

Por último, nos gustaría responder a ciertas críticas que hemos recibido de sectores próximos a Podemos o Ahora Madrid. Se nos dice que criticar públicamente a Manuela Carmena debilita las posiciones de izquierda. Nada más falso. Como se ha visto, la crítica constructiva ayuda a corregir y también a llenar espacios políticos que de otra manera serán ocupados por la derecha (siempre hay una ultra-reacción a una medida reaccionaria).

El PSOE busca capitalizar la crisis de las externalizaciones arrogándose un protagonismo con un pequeño movimiento institucional. Pues bien, nosotros no podemos evitar que eso ocurra. El error no fue nuestro, sino de los dirigentes de Ahora Madrid. Pero aún más. ¿Acaso el PSOE no intentó capitalizar en 2013-2014 los triunfos de la Marea Blanca cuando los jueces decidieron paralizar el proceso de privatizaciones? ¿Qué es lo que ha quedado en la memoria colectiva, la Marea Blanca o la actuación del PSOE? La duda ofende.

Y lo más importante de todo es que los militantes de los partidos políticos y activistas deberían diferenciar el papel que juega un Gobierno (aunque sea de izquierdas) del de un movimiento social o sindical. No se le puede pedir a los movimientos que asumamos los postulados de los gobiernos o instituciones y, mucho menos, que hagamos nuestras sus políticas limitativas. No se nos puede pedir complicidad con ellas y muchísimo menos silencio.

Nuestra función no es actuar como complemento del poder, sino como contrapoder. Nosotros no hablamos ni actuamos en función de “los intereses generales del Estado ni de toda la sociedad”, sino en nombre de las clases trabajadoras, de los que más sufren los recortes, la austeridad o el desempleo.




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