Trasversales
Equipo editorial Solidarity

Brexit. 23 junio: una victoria para la reacción y la regresión


Revista Trasversales número 38, julio 2016 web

Texto publicado originalmente en inglés en el número 410 de la revista Solidarity, editada por la organización Workers' Liberty

La victoria del Leave (salida de Reino Unido de la UE) en el referéndum del 23 de junio de 2016 fue una victoria de las fuerzas de la reacción y de la regresión histórica. Ha alimentado en otros países de la UE las llamas del nacionalismo reaccionario y del chovinismo que aspiran a retroceder hacia una Europa de Estados-nación competidores y quizá en guerra. Aún está por ver en qué grado y con qué consecuencias. En Reino Unido se ha desencadenado una oleada de ataques contra los inmigrantes.

El movimiento hacia la la unidad de Europa, primero económicamente y luego, más lentamente, políticamente, se inició con la Comunidad del Carbón y del Acero entre los seis países fundadores en 1951 y, en 1958, con la creación de un Mercado Común. Pese a hacerse bajo la dominación burguesa fue un enorme paso hacia adelante desde la Europa que había provocado dos guerras mundiales en la primera mitad del siglo XX. Fue bueno para la clase obrera y para sus movimientos sindicales porque creaba un marco extra-nacional para la unidad de la clase obrera europea.

La retirada de Reino Unido de la UE marcha en la otra dirección, incentivando a aquellos que en otras partes de Europa quieren provocar la ruptura. Incentiva a los racistas y fascistas europeos, como el Frente Nacional en Francia. De hecho, por supuesto, el referéndum que ha dado golpe semejante a la unidad europea no se ha centrado en la unidad europea, sino en la inmigración y la libre circulación de trabajadores en la UE.

El resultado de la votación fue producto de la larga campaña de políticos y de gran parte de la prensa, de la que el Sun de Murdoch y el Express de Desmond son los peores ejemplos, para atizar el miedo y el resentimiento contra los inmigrantes. Fue una respuesta a la huida en masa hacia Europa impulsada por la guerra civil de Siria, desencadenada tras la "primavera árabe" de 2011.

El resultado de la votación ha creado hasta ahora una caída en los mercados financieros y caos político. Probablemente, los que defendían la salida de la UE no esperaban ganar y no habían hecho planes para el caso de ganarlo.

Ni siquiera es seguro que Reino Unido abandone efectivamente la UE. Legalmente el resultado del referéndum es una "recomendación" al gobierno, no una decisión vinculante. El Parlamento podría, en teoría, no llevarla a cabo o negarse a alcanzar un acuerdo para implementarla. El 27 de junio tres millones y medio de personas han firmado una petición en línea para un segundo referéndum. La mayoría del Leave fue clara, pero sólo con el 52% de los votos. Una cuarta parte de los que tienen derecho a hacerlo no votaron; los registros electorales fueron desbordados por las nuevas inscripciones y los conservadores rechazaron las propuestas de dar voto a los jóvenes de 16 y 17 años.

Se está diciendo que una decisión de tan inmensas consecuencias no debería tomarse por una mayoría tan pequeña y que al menos se debería exigir un apoyo del 60%. Boris Johnson, el líder de la campaña por el Leave, ha declarado que ahora planea "intensificar la cooperación europea y la asociación en un gran número de campos... los británicos todavía podrán trabajar y vivir en la UE, estudiar en ella, comprar casas y establecerse en ellas... para sentar la cabeza ... Seguirá habiendo... acceso al mercado único".

Esto es una burla porque si Reino Unido se mantiene en el mercado único, tendrá que permitir la libre circulación de trabajadores de la UE, cuando la oposición a ello fue lo que alimentó la victoria del Leave. Si quienes se oponen a la salida de la UE tienen voluntad y determinación aún son posibles todo tipo de bloqueos o limitaciones. Hay precedentes.

Dinamarca hizo una segunda votación sobre el Tratado de Maastricht. Irlanda también voto dos veces sobre el Tratado de Niza y sobre el Tratado de Lisboa. Una vez que Noruega votó contra la entrada en la UE en 1994, su gobierno negoció la incorporación, mantenida hasta ahora, en el Espacio Económico Europeo, lo que viene a ser como tener tres cuartas parte del cuerpo dentro de la UE.

En Escocia una gran mayoría votó a favor de permanecer en la UE. Escocia tiene su propio gobierno, que puede negarse a acatar una decisión del Reino Unido para salir de la UE. Los nacionalistas escoceses ven la posibilidad de un segundo referéndum sobre la independencia de Escocia; el resultado del referéndum sobre la UE podría celerar el proceso de separación entre Inglaterra y Escocia.

Tanto en los seis condados de Irlanda del Norte como en los 26 condados de la República de Irlanda hay claras mayorías partidarias de permanecer en la Unión Europea. El Sinn Fein ha propuesto un referéndum sobre la unidad de Irlanda. Es improbable que el deseo de la mayoría de la población de Irlanda del Norte de permanecer en la UE sea más intenso que la aversión de los unionistas de Irlanda del Norte a la unidad con los 26 condados de la República de Irlanda. Los efectos de una Irlanda del Norte votando mayoritariamente de forma contraria a la mayoría inglesa añaden una nueva inestabilidad a una situación ya tensa.

El partido conservador está más dividido y consulvo por un corrosivo rencor interno que en cualquier otro momento desde la caída de Margaret Thacher en 1990, y posiblemente más que desde la crisis de Suez de 1956. Boris Johnson, el conservador derechista con pose de adorable bufón que se unió a la campaña por el Leave en aras de su propia carrera, se encuentra ahora inesperadamente victorioso cargando con promesas en las que ni siquiera puede creer. Grandes franjas del partido conservador están decididas a impedir que se convierta en su líder.

El campo anti-Corbyn en el grupo parlamentario laborista y en el gabinete en la sombra han visto su oportunidad de descabalgar a Jeremy Corbyn, culpándolo del hecho de que el 30% de los votantes laboristas votaron por el Leave e ignoraron la llamada del partido a apoyar la permanencia en la UE. Lo acusan de que no ha tenido la convicción suficiente a la hora de defender el Remain, esto es, la permanencia en la UE.

El ataque a Corbyn por estos fracasados huérfanos políticos de Tony Blair y Gordon Brown es preconcebido y la derrota en el referéndum ha sido sólo una mera "buena excusa". Han estado planeando cómo actuar contra Corbyn desde que fue elegido. Por descontado, Corbyn no brilló durante la campaña del referéndum. El laborismo debería haber hecho campaña con ardor y convicción por la unidad de la clase trabajadora europea en una Europa unida, por una Europa unida y socialista, y por una reforma democrática radical del chirriante sistema burocrático que gobierna Europa a espaldas de un Parlamento europeo democrático pero débil.

En vez de eso, prominentes figuras del laborismo murmuraron entre dientes "nosotros también" una vez que Cameron recomendó votar por la permanencia. En este contexto sombrío, el propio Corbyn libró una campaña decente, políticamente valiente y con principios. Insistió en distanciarse de los conservadores. Fue la única figura laborista que defendió abiertamente la libre circulación de los trabajadores. Dió razones específicas para que la clase trabajadora votase por la permanencia, para construir una Europa social, no una Europa neoliberal. Lo hizo muchísimo mejor que cualquiera de quienes le critican tras el referéndum.

Ninguno de sus críticos se atrevió a imitar a Corbyn en su enfrentamiento con la demagogia anti-inmigrante; ninguno de ellos se atrevió a defender la libre circulación de las y los trabajadores. El bando por la salida de la UE hizo una campaña escandalosamente deshonesta, manipulando a muchos trabajadores con una demagógica agitación contra los inmigrantes. La campaña laborista debería haber defendido la libre circulación de los trabajadores, como hizo Corbyn, y debería haberse opuesto positivamente a la demagogia anti-inmigrante señalando que la disponibilidad de viviendas, de escuelas, de atención médica o puestos de trabajo no es algo ya fijado en hierro y hormigón, sino que puede ser modificada por las políticas gubernamentales.

El laborismo debería hacer contrapuesto a la demogogia del Leave un programa que explicase lo que un gobierno laborista haría en esos ámbitos. Debería haber hecho una campaña positiva por la unidad de los trabajadores de todos los orígenes y por la unidad de los trabajadores británicos y europeos. Debería haber utilizado el hecho de que los principales demagogos defensores del Leave, como Johnson y Gove, son derechistas y antiobreros, con una fuerte convicción ideológica.

Fue en ese campo de batalla en el que lo que de progresivo tiene una Europa unida pero burguesa sucumbió ante la incapacidad de las burguesías europeas para satisfacer las necesidades de "sus propios" trabajadores. Había un elemento de "clase" en la campaña del Leave. Son los trabajadores quienes más agudamente sufren las presiones sociales sobre los recursos. La campaña por la permanencia en la UE no dio un papel central al hecho de que esos recursos pueden tomarse de los ricos, ni a que los trabajadores, nativos o inmigrantes, deben unirse para luchar por eso. Cameron y sus semejantes no podían plantear eso, pero para el partido laborista debería haber sido un eje central... pero no lo hizo, pese a algunas buenas declaraciones individuales de Corbyn y McDonnell.

La horrible verdad es que la mayoría de la izquierda "a la izquierda" del partido de Corbyn no hizo lo que había que hacer o, cuando lo hacía, murmuraba incoherencias. El Socialist Party se ha manifestado contra la libre circulación de los trabajadores en la Unión Europea, esto es, ha respaldado la demonología anti-inmigrante, con el argumento de que "los trabajadores no lo entenderían" si hicieran otra cosa. Hubo excepciones, como Momentum, Left Unity, Socialist Appeal, Socialist Action, Red Flag, Socialist Network y, claro está, nosotros mismos, pero grupos como el Socialist Party, Counterfire y SWP continuaron con la política anti-UE que la izquierda kitsch-revolucionaria ha pregonado desde hace décadas, y que en realidad les llevó a formar tándem con la agitación derechista contra la inmigración y contra los inmigrantes, aunque se maquillase como una protesta contra la élite de la UE.

Durante décadas para muchos grupos de izquierda, desde Morning Star hasta Socialist Worker y otros, ha sido un artículo de fe que los socialistas deberían estar en contra de la UE y favorecer la salida de la "Europa unida de los patrones", en situaciones en las que, como ahora, la alternativa a la UE era una regresión hacia enmurallados Estados-nación burgueses. Algunos de los grupos de izquierda se pronunciaban por unos Estados Unidos Socialistas de Europa. Pero era algo parecido al "agua bendita" que un sacerdote rocía sobre el ataúd en los funerales católicos: nada que ver con nada real. Una mera apostilla.

Si Corbyn y McDonnell hacen frente a la revuelta de los recalcitrantes blairistas y brownianos, pueden vencerlos. Para ese esfuerzo merecen el apoyo de todos los socialistas serios.