Trasversales
Luis M. Sáenz

Tras la derrota, erguirse

Revista Trasversales número 38 julio 2016 (web)

Textos del autor en Trasversales



Resumen: dado lo extenso de este texto, presento un breve resumen inicial de lo que en él se dice. Intencionadamente, dada la extensión del artículo, el texto no aborda el contexto internacional en el que tiene lugar la victoria del PP, ni siquiera asuntos como lo de Grecia, Brexit y Venezuela que han estado presentes en la campaña, y sobre los que quiero hablar en otro momento ya que creo que las respuestas -o silencios- de los dirigentes de Podemos han sido insuficientes. Su objetivo es más cortoplacista: entre las causas de la pérdida de votos por Unid@s Podemos, ¿cuáles se deben a errores propios cometidos en esta fase? Señalaré ante todo dos, aunque hay otros. Creo que es un error no dar prioridad al análisis de los errores sobre las autofelicitaciones por los aciertos.

a) Los resultados del 26J son una victoria del PP y una derrota de Podemos y PSOE, pero también una potencial derrota social. Respecto a la relación de fuerzas parlamentarias surgida en 2011 se ha avanzado mucho, pero se corre el riesgo, si no se responde correctamente, de que la fuerte pérdida de apoyo social sufrida en sólo seis meses por Podemos y el desaliento social que la precece no sea una "oscilación" sino que se haga tendencia. Para evitarlo hay que entender lo que ha pasado y actuar.

b) La causa principal de esta derrota reside en el desastroso manejo que PSOE y Podemos, aunque con diferentes responsabilidades, hicieron de los resultados del 20D. Si había repetición electoral nada podía impedir una fuerte subida del PP como se ha producido; no se puede dar una segunda oportunidad al enemigo. Además, amplios sectores de la población, que no quieren que se produzcan unas terceras elecciones dentro de unos meses, llegaron antes del 26J a la conclusión de que un acuerdo entre PSOE y Podemos era imposible, lo que incitó a la abstención.

c) Es necesario que Podemos dé por terminado su primer ciclo electoral, más allá de que se preparen cuidadosamente las importantes elecciones que tendrán lugar en Galicia y País Vasco. Podemos tiene que girar hacia la intervención social, dejar de ser una "máquina de guerra electoral" hipercentralizada para ser un organismo vivo inserto en la sociedad.

d) Unid@s Podemos y PSOE deben votar contra la investidura de Rajoy. Convendría que Unid@s Podemos anunciase que, si Rajoy fracasa y Sánchez decide presentar su candidatura sobre la base del programa presentado por el PSOE, se votará a favor de la investidura Sánchez desde la oposición. Rajoy es la peor de las opciones, pero la perspectiva de un "gobierno de cambio" es en estos momentos irreal: en ningún caso la aceptarán los actuales gobernantes del PSOE, más comprometidos en la defensa del régimen vigente, mutación reaccionaria y autoritaria del de 1978, que en la defensa de la gente.

e) Podemos debe resituarse en la estrategia "arriba / abajo". Las oscilantes referencias de sus dirigentes a las experiencias bolivarianas, al eurocomunismo a la italiana, a la socialdemocracia y, por último, al PCE como la verdadera histórica izquierda, sólo siembran la confusión y la división. Podemos debe situarse en la tradición de las luchas sociales y emancipatorias de la humanidad, pero no en el marco de tales o cuales corrientes de esa amalgama que se ha denominado "izquierda". Volvamos a donde empezamos.

f) La lucha sigue, aunque no "cueste lo que cueste". Tenemos que cuidarnos para poder seguir luchando. Frente al imprudente "ahora o nunca", pensemos en términos de "ahora y siempre" y eduquémonos en la persistente paciencia de la lucha social. Ningún gobierno puede garantizar mejoras consolidadas y perdurables sin la existencia de una potencia social cooperativa y de apoyo mutuo autónoma y no supeditada a tal o cual corriente política.


1. Los resultados del bis electoral del pasado 26 de junio han creado decepción y desconcierto en muchas de las personas que aspiraban a un cambio político. A su vez, esos resultados son consecuencia de una decepción previa por el manejo de los resultados del 20D. Urge salir de ese estado, pensar colectivamente lo que ha pasado, corregir lo que haya que corregir y reanudar el esfuerzo de construcción de espacios de cooperación social y apoyo mutuo. La parálisis política y social es el mejor regalo que puede hacerse a Rajoy, a sus huestes y a sus élites corruptas. Por cierto, la policía ha registrado la casa de la inspectora jefa de la Oficina Nacional de Investigación del Fraude, al parecer por actividades de su marido, gestor de fondos.

2. De nada servirá criminalizar a once millones de personas que han votado PP o C's. Muchas de esas once millones de personas pertenecen al "abajo" social y no podemos arrojarlas a un simbólico "basurero" con Rato, Matas y similares. Otras son fascistas o gente que no quiere perder sus privilegios, nos odian y nos temen, pero insultar a once millones de personas sólo agravará las consecuencias de la derrota electoral.

Hay que denunciar las manipulaciones de las fuerzas reaccionarias y de los medios de comunicación que controla. Pero presentarlas como causa de nuestros fracasos es ingenuo: las élites siempre están dispuestas a utilizar todos los medios a su alcance para bloquear cualquier proceso que cuestione sus privilegios; si no contábamos con ello, nos equivocamos. Lo que debemos preguntarnos es si nuestra manera de responder a sus manejos ha sido adecuada o si hemos cometido errores que los han facilitado.

3. El Partido Popular, aunque lejos de la mayoría absoluta, ha obtenido una victoria importante y se ha fortalecido, no sólo con más escaños y porcentaje, sino también con más votos, parte de ellos procedentes de Ciudadanos, pero no todos. ¿Recuperó una abstención de derechas y/o le quitó votos al PSOE? En todo caso, la investidura de Rajoy es bastante probable, aunque todavía no la tiene asegurada, pues dependerá de lo que hagan grupos como el PSOE o el PNV. Queda cierto estrecho margen para una investidura de Pedro Sánchez, si las tensiones entre PP y Ciudadanos se agudizan y si el PSOE se decide a intentarlo, pero creo que ya no hay ninguna posibilidad para un "gobierno de cambio" que se enfrente a los abusos de las élites y se desmarque de la política imperante en los gobiernos de la UE, aunque sí la hay de mediatizar las políticas que se apliquen. Si surge una oportunidad de impedir un gobierno del PP, aprovéchese, sin muchas exigencias y con nada de confianza, como "mal menor", pero las fuerzas que constituyeron Unid@s Podemos no pueden seguir dando vueltas en el tiovivo electoral mientras que las personas siguen afrontando sus problemas cotidianos, para muchas muy graves. Para Podemos, en particular, se ha llegado a un fin de ciclo, tras el que urge un "giro a lo social".

4. Electoralmente, el 26 de junio se ha producido un repliegue hacia la derecha y hacia lo "malo conocido". Si en diciembre PSOE y Podemos sumaron un 5% de votos más que PP y Ciudadanos, en junio han sumado un 8% menos. Si en diciembre PP y PSOE sumaron un 33% más que Podemos y Ciudadanos, en junio han sumado un 63% más.

El PSOE ha perdido en torno a un 2% de votos y cinco escaños, ha obtenido el peor resultado de su historia y no ha ganado en ninguna comunidad autónoma. Unid@s Podemos ha mantenido los escaños obtenidos el 20D por las fuerzas que han confluido en la coalición, ha ganado en dos comunidades autónomas... pero ha perdido un millón de votos, más de uno de cada seis, de los que muchos pueden haberse ido a la abstención, que ha crecido en más de un millón de personas. Perder el apoyo de un millón de personas es muchísimo peor que perder algunos escaños. La pregunta clave hoy para quienes formamos parte del proyecto Unid@s Podemos es por qué se han perdido; mucho más importante que la de "a dónde han ido". Y la base del PSOE debería preguntarse también por la prolongada decadencia que ha llevado a sus dirigentes a abordar las elecciones con el único objetivo de "ganar" a Podemos, sin ser nunca rival para el PP.

5. El mapa parlamentario surgido de estas elecciones sigue siendo cualitativamente diferente del que había en la legislatura en 2011-2015; si dejamos de lado las ilusiones exageradas que se han alimentado desde la conferencia de Vistalegre, es asombroso que en tan poco tiempo Podemos, IU y las confluencias tengan más del 20% de los escaños del Congreso y sean las candidaturas más votadas y con más escaños en el País Vasco y Cataluña. Pero, a la vez, hay que preocuparse por lo ocurrido en los seis meses que van del 20D2015 al 26J2016. ¿Seguirá a un ascenso vertiginoso un descenso tanto o más veloz? ¿Se trata sólo de una oscilación coyuntural en un camino ascendente? La respuesta a esas preguntas no creo que sean síes y noes, sino respuestas prácticas para influir en que sea de una u otra manera.

En consecuencia, ni castatrófismo, porque los resultados obtenidos en este ciclo que va desde la fundación a Podemos a estas segundas elecciones generales son muy estimables y abren muchas posibilidades de acción política al servicio de las luchas y las aspiraciones sociales, ni triunfalismo, porque la magnitud del retroceso electoral fraguado en sólo seis meses es muy inquietante: precisamente por ser Podemos una fuerza emergente, con menos "suelo" consolidado que PSOE o PP, la velocidad de descenso podría ser igual o superior a la de ascenso. Hay que tomarse muy en serio el aviso. Y no creo que se esté tomando en serio cuando se lanzan advertencias del tipo "haberlo dicho antes" o "extirpar malas hierbas", o se da como explicación principal la campaña del enemigo. No hay otro camino que una reflexión colectiva abierta, sincera y no plebiscitaria, con un giro a lo social para el que no sirve la "máquina de guerra electoral" que tanta gente ha dejado por el camino.

6. Todo esto tiene aspectos mucho más importantes y decisivos que los electorales o que los relacionados con tal o cual fuerza política. Las batallas "electorales" siempre tienen un transfondo de batalla social, en la que no chocan partidos sino franjas de la sociedad con intereses y aspiraciones diferentes. Pero eso ocurre en grados muy diversos, a veces casi como mero trámite tras el que no cambiarán mucho las cosas, en otras con mucha intensidad. Las elecciones del 20D y las del 26J, como las del 14 de marzo de 2004, han sido de "alta tensión". Pero si en las de 2004 y en la del 20D2015 la movilización contra las élites y la tendencia hacia el cambio tuvo el protagonismo, en las del 26J se ha impuesto la decepción de nuestra gente y el empuje reaccionario. En seis meses, el protagonismo y la iniciativa ha pasado a un flujo conservador que converge en el apoyo a Rajoy aunque socialmente está muy diferenciado: las élites económicas, que pueden ser un 1% o 2% de la sociedad; la derecha ideológica reaccionaria y extremista, tipo ministro del Interior, que puede incluir a un 15% de la población y que está presente en todos los grupos sociales; sectores acomodados de la sociedad que sin compartir todo el ideario cavernícola del PP se han dicho "ande yo caliente" (pueden verse reflejados en Cifuentes o Maroto); personas con escasos recursos, pero con ingresos regulares (sobre todo pensiones), que han sido atemorizadas, que temen el desgobierno y las "aventuras" y que han optado por "que se quede Rajoy, a ver si me quedo como estoy". Tratar a esas once millones de personas como si fueran la misma cosa serían un suicidio político. Una parte importante de ella es nuestra gente, la gente de "abajo". Es necesario superar la ilusión del 99% contra el 1%, cosa absolutamente imposible y que nos presenta la tarea como algo mucho más fácil de lo que en realidad es, pero la alternativa a esa ilusión no es dividir a la sociedad entre quienes votan derecha y quienes votan izquierda sin tomar en cuenta las condiciones sociales.

7. El PP ha logrado una removilización, basada en el odio o en el miedo, en torno a la idea "que no gobierne el coletas", ayudado por nuestros errores, mientras se producía un apagón progresista, ocultado por el fervor de los fieles del PSOE o de Podemos pero visible ya desde al menos febrero en amplias franjas de quienes votaron a esos partidos.

Era previsible y había sido anunciado por mucha gente: si había repetición electoral, ascendería el PP y bajarían Podemos y PSOE. Yo mismo, común ciudadano sin perfil de politólogo o sociólogo, escribí Creo que tras unas nuevas elecciones en primavera el PP tendría más fácil conseguir la investidura que ahora (Salgamos del barullo: Investidura sin pactos, 28/12/2015, Trasversales). Muy poco antes de que acabase el plazo para un acuerdo, doce personas dijimos que no queremos dar a Rajoy y al PP una nueva oportunidad, la oportunidad que la población le negó eligiendo un Congreso en el que Rajoy no puede aglutinar una mayoría de investidura (...) la hipótesis optimista de que tras nuevas elecciones la composición de las Cortes será más favorable a un cambio social y político positivo está muy lejos de ser evidente ("Propuesta para un acuerdo in extremis entre PSOE y Podemos", Público, 26/4/2016).

Tanto Unid@s Podemos como PSOE han cometido en la última campaña "errores", involuntarios o intencionados, pero creo que para entender lo ocurrido hay que volver la vista atrás, hacia la manera en que Podemos y el PSOE manejaron los resultados del 20D. Decepcionaron a muchos de sus votantes, y creo que decepcionó más Podemos, pese a que el PSOE tuvo más responsabilidad: la manera en que Podemos manejó su propuesta de gobierno de coalición, sin poner en primer plano un conjunto de emergencias sociales sino asuntos de composición gubernamental, dificultó el acuerdo y facilitó que los líderes del PSOE lo hicieran imposible cuando renunciaron a su propio programa y asumieron la visión estratégica de Ciudadanos. Sin embargo, el gusto por el espectáculo y los modos de algunos dirigentes de Podemos hizo que sus errores fueran más visibles que la ruptura provocada por la dirección del PSOE al embarcarse en un acuerdo que no sólo le dejaba muy lejos de la investidura sino que la hacía imposible. La firma por Sánchez de su acuerdo con Rivera sellaba su renuncia a la presidencia del Gobierno de España, como querían sus barones que hiciera, pero eso no se supo explicar desde Podemos, que renunció a hacer una crítica del acuerdo PSOE-Ciudadanos desde el propio programa del PSOE, que sin duda hubiera sido lo más efectivo (El pacto PSOE-Ciudadanos, pasarela hacia el PP, Trasversales, marzo 2016).

8. La ausencia de un acuerdo para echar a Rajoy creó un profundo malestar y alejó a mucha gente del partido al que habían votado, más en el caso de Podemos que en el del PSOE, ya que el PSOE lleva mucho tiempo desgastándose y su suelo de "incondicionales hasta que la muerte nos separe" es mayor que el de Podemos.

Pero no se trató sólo de un desacuerdo con la manera de manejar sus votos, sino que se produjo también un cambio de perspectiva. Mucha gente salió con la idea, bastante razonable, de que un acuerdo entre los actuales equipos dirigentes de PSOE y Podemos iba a ser imposible. Una vez convocadas las elecciones bis, la violencia verbal desatada por los dirigentes del PSOE contra Podemos durante la nueva campaña electoral se lo ratificó. Y no era insensato verlo así: dirigentes del PSOE dijeron con toda claridad que no pensaban pactar con Podemos.

El miedo a un cambio profundo movilizó a la ultraderecha contra “el coletas”  y devolvió al PP parte de los votos que el 20D fueron a Ciudadanos; posiblemente también atrajo a un sector de la franja más a la derecha de votantes del PSOE, para evitar unas terceras elecciones y eludir el “riesgo” de un acuerdo de Sánchez con Podemos. El enfado por la gestión del 20D desplazó algunos votos de Podemos hacia el PSOE y el convencimiento de que el pacto ente Podemos y PSOE ya era imposible llevó a mucha gente hacia la abstención. El miedo a unas terceras elecciones y la pérdida de credibilidad de la fórmula "gobierno de cambio" tras el desencuentro entre Podemos y PSOE desencadenó el "apagón progresista".

9. Esta derrota electoral de PSOE y Unid@s Podemos ante el PP no era deseable, pero lo más peligroso es su prolongación como derrota social. Lo ocurrido no lo pagarán los dirigentes de PSOE y Unid@s Podemos, sino la población desfavorecida y desprotegida. Cualquier frivolidad justificativa que eluda una reflexión sobre los errores propios sería una ofensa a esa población. Estamos en una derrota por ahora coyuntural, pero no nos pongamos en fuga, ni hacia delante ni hacia atrás, porque la lucha sigue.

A la decepción creada por la gestión de los resultados del 20D, que se ha reflejado el 26J, podría sumarse ahora la decepción producida por los resultados del 26J. Multiplica ese riesgo el que se hayan venido difundiendo ilusiones desmesuradas sobre la falsa idea de que el "asalto institucional" no era un complemento sino un relevo del "asalto social". Era necesario y correcto salirse del testimonialismo propagandista de la izquierda tradicional y entender la urgencia de echar al PP del gobierno y abrir la puerta a políticas para abordar las más importantes urgencias sociales, pero una cosa era plantear ese necesario objetivo y trabajar para alcanzarlo y otra el tono profético y apocalíptico que a veces se le ha dado: del "vamos a intentar ganar" se pasó al "vamos a ganar", del "es urgente ganar" se pasó al peligroso "ahora o nunca" (lo que deja en mala posición una vez comprobado que ahora no ha sido); incluso ese "ganar" se convirtió en argumento de cualquier debate, en el que las posiciones minoritarias eran clasificadas de inmediato como las de quienes "no querían ganar", a veces de manera brutal y nada fraterna.

Por tanto, para combatir la decepción hay que salir del mundo de las ilusiones, plantearse objetivos ambiciosos, pero sabiendo que ninguna lucha está ganada de antemano, que los objetivos planteados son difíciles porque se oponen a poderes inmensos y, a la vez, que cuando se pierde habrá que seguir luchando y que incluso cuando se gane la lucha seguirá. "Ahora o nunca" es un dilema pernicioso. Y también lo fue el "un único secretario general o la derrota" propuesto por Iglesias en Vistalegre, y aceptado por una enorme mayoría, ya que, entre otras cosas, ha dejado al Iglesias candidato sobre-expuesto a todas las tormentas que agitaban al partido Podemos y ha multiplicado los efectos de sus errores. Errores cometemos todos, pero no todos somos secretarios generales y candidatos de Podemos.

10. La consecuencia obvia de que saliera un gobierno hegemonizado de nuevo por el PP es que seguirán aplicándose políticas muy reaccionarias y se seguirán usando las instituciones del Estado para encubrir la corrupción y para perseguir la desidencia. El éxito del PP es muy mala cosa.

Pero, además, al menos a corto plazo, la perspectiva de cuatro años más bajo un gobierno del PP no va a tener el efecto de animar nuevas luchas sociales; durante un tiempo puede dominar el sentimiento de impotencia y fracaso. No podemos ignorar la posibilidad de que la resistencia a las agresiones que lleve a cabo un probable gobierno del PP, con o sin Ciudadanos en él, se vea mermada por esa decepción y por la política crecientemente represiva de un gobierno del PP más seguro de sí mismo.

Estamos ante un paso atrás o "desinfle" muy inoportuno, con una nueva recesión mundial en el horizonte. Si llega a ocurrir, nos encontraremos con un recrudecimiento de la guerra social de las élites contra las gentes, cuando aún padecemos los estragos de los recortes anteriores y de los que sistemáticamente se siguen aplicando. La aceleración de lo que los ricos y poderosos llaman "austeridad", es decir, de la desposesión social en su propio beneficio, nos puede llevar a una situación de emergencia social extraordinaria, expandiéndose aún más la que ya viven millones de personas en España.

La lectura de todo esto no es que haya que tirar la toalla, pues se han hecho muchas cosas bien, como el abrir una nueva perspectiva de diálogo en torno a la cuestión territorial, sino que no podemos seguir esperando a que ningún lider nos resuelva la papeleta por vía electoral, aunque es imprescindible utilizar bien la poderosa herramienta que son 71 escaños en el Congreso y otros muchos en asambleas regionales o nacionales y en plenos municipales.

Toca esforzarse en reanimar el espíritu 15M, de promover la cooperación entre las gentes para la organización de la autodefensa social, ante lo que ya padecemos y ante lo que se nos viene encima. La pedagogía política que urge realizar no puede estar autocentrada en los supuestos méritos propios, sino en los problemas sociales, y no podemos esperar que nos dejen hacerla en las televisiones, donde hay que estar, si no la hacemos en el seno mismo de la sociedad, de sus calles, de sus espacios, y si no entendemos que debe ser un autoaprendizaje colectivo y no la prédica de la buena nueva por unos pastores a sus supuestos rebaños.

No siempre hay condiciones para la movilización, pero siempre hay la posibilidad y la necesidad de construir espacios de cooperación y de participar en una tarea de pedagogía social colectiva.

11. Rajoy no ha sido aún investido y no es seguro, aunque sí probable, que pueda obtener una mayoría para ello. Aún con el apoyo de Ciudadanos y Coalición Canaria bastaría el rechazo de PSOE, Unid@s Podemos, ERC y PNV para que no obtenga mayoría de investidura. Por descontado, tanto PSOE como Unid@s Podemos deben votar contra la investidura de Rajoy, aunque muchos dirigentes del PSOE quieren la abstención. Pero la acción por la democracia y los derechos sociales no puede seguir empantanada en torno a lo electoral ni podemos ponernos a trabajar para unas terceras elecciones, en las que las cosas irían aún peor ante el hartazgo ciudadano. Tampoco es ya realista la perspectiva de un gobierno PSOE-Unid@s Podemos, no sólo por los nuevos resultados sino porque es ya evidente que el actual PSOE con sus actuales dirigentes considera que Podemos es el enemigo principal: pura y simplemente, un gobierno de ese tipo se ha hecho imposible.

Podemos antes, aunque de forma muy desafortunada, y Unid@s Podemos ahora, con más acierto, tendieron la mano para un acuerdo de cambio, pero esa puerta se cerró con el pacto Sánchez-Rivera en la anterior legislatura, con la campaña electoral del PSOE para la legislatura que ahora comienza y con el sentimiento de derrota que sigue a las elecciones del 26J. Así que ahora mismo el papel institucional que espera a Unid@s Podemos es claramente de oposición, aunque de una oposición que se apoye sobre las luchas sociales (y las apoye) para buscar mayorías parlamentarias que permitan aprobar leyes que aborden problemas urgentes, como la derogación de la Ley Mordaza y un Plan de emergencia social. A las Cortes no se va a hacer propaganda, se va a pelear por y con la gente, aunque no "en vez" de la gente.

Eso no quita que sería útil que desde Unid@s Podemos se anuncie que si Rajoy no logra la investidura se votaría a favor de la investidura de Sánchez si vuelve a intentarlo con una propuesta basada en su propio programa, sin recortes esenciales como los que había en el pacto Rivera-Sánchez. Así de simple, para no perderse en quimeras ni caer en el sectarismo: rechazo en cualquier caso a la investidura de Rajoy o de cualquier candidato del PP, voto a favor de la investidura de Sánchez si se presenta con el programa con el que se comprometió en la campaña electoral, colocación institucional de Unid@s Podemos en la oposición al nuevo gobierno, aunque buscando acuerdos para sacar adelante tales o cuales leyes positivas para la población. En principio, no veo otra opción realista y que nos saque de un atolladero.

12. En definitiva, con esa hoja de ruta sobre cómo actuar en el nuevo proceso de investidura, toca ya que Podemos dé por terminado este ciclo electoral y gire hacia la intervención social y en torno a los problemas políticos más acuciantes, como el de las pensiones, cuya quiebra está preparando el gobierno de Rajoy. De hecho, creo que la construcción de una "máquina electoral" hipercentralizada y disciplinada que se "ha comido" -o ha alejado- casi todas las fuerzas vivas de Podemos ha sido un error, pero, en todo caso, hay un cambio de condiciones en las que podría haber consenso en dar ese giro hacia lo social, que afecta tanto a lo interno de Podemos como a lo externo, entornos entre los que en realidad no debería haber frontera alguna.

Para abrir ese camino lo antes posible hay que abrir una inmediata reflexión colectiva pública y no justificativa sobre los errores cometidos, sin que eso obligue a llegar a unas conclusiones "oficiales" (votar balances y teorías, en vez de votar prácticas, es una herencia del estalinismo); poner la mucha representación institucional de que se dispone al servicio de la sociedad, de sus luchas y de sus necesidades; dar mayor prioridad a la actividad sobre el escenario europeo y global buscando una alianza política y social transnacional que lidere un europeismo democrático y de calado social como única alternativa realista a la descomposición reaccionaria que vive la UE (de la que el Brexit ha sido una muestra más, bastante grave); intentar reavivar lo que queda de los círculos para que se vayan convirtiendo en organismos autónomos capaces de reflexión política propia, incitadores de un diálogo sistemático y totalmente abierto con el entorno territorial o sectorial que les corresponda, e insertados naturalmente -no como paracaidistas- en los espacios cooperativos y luchas de ese entorno.

Ningún partido, aunque alcance el gobierno, podrá avanzar en políticas duraderas que choquen con los intereses de los privilegiados del capitalismo global si no existe una dinámica social, un proceso autónomo de "construcción popular" (como dice un amigo, aunque a mí el términto "pueblo" me gusta casi tan poco como el de "patria"), multifacético y en el que se produzca autocapacitación social para tomar en nuestras comunes manos nuestro común futuro. Y no bastará que esto ocurra en un solo país.

La primera forma de organización en torno a la que gira nuestra acción sociopolítica no puede ser aquella en la que están quienes tienen el mismo proyecto político, sino formas más amplias, espacios sociales con más diversidad. Los partidos, en el mejor de los casos, son una herramienta, pero nunca pueden ser la expresión de un "poder popular". En tanto que "parte" es necesario evitar pensarse como el "todo" o como su representación.

Por ahí se podría empezar una nueva fase. Por descontado, en algún momento, más cerca que tarde, habrá que revisar en una nueva conferencia la estructura organizativa de Podemos, en mi opinión demasiado jerárquica, monolítica y poco flexible. Pero empezar por lo interno sería demasiado autocentrado y posiblemente apenas daría para un reequilibro entre los núcleos de poder en el seno de Podemos. Mejor empecemos por una reorientación práctica que nos acerque más a la vida cotidiana.

13. Ya he resaltado que, a mi entender, la causa principal de la victoria del PP, de la pérdida de escaños por el PSOE y de la pérdida de un millón de votos por Podemos fue la gestión por PSOE y Podemos de los resultados del 20D, que llevó a proyectar la idea de que un acuerdo entre ambas fuerzas se había hecho imposible. Estoy totalmente convencido de ello.

Ahora bien, durante la campaña electoral ha habido comportamientos que podrían haber incidido también. En el caso del PSOE es evidente que al centrar su campaña en la competencia con Podemos, y con argumentos muy reaccionarios, especialmente cuando se ha manejado el ejemplo de Grecia, el PSOE desapareció como rival del PP. Pese a que el PSOE haya sacado algunos votos más que Unid@s Podemos, lo cierto es que sólo esta coalición asumió un choque frente a frente con el PP.

En el caso de Podemos, los primeros gestos en la cumbre se han centrado en la valoración de la confluencia con IU, que es una manera de escenificar las diferencias "supuestas", pero no manifestadas, entre Pablo e Íñigo sin cuestionar la raíz de los problemas ni, en concreto, la gestión de los resultados del 20D. Mi opinión al respecto es bastante matizada.

Creo que de cara a las elecciones del 20D sobraron malos modos hacia Garzón y que se debería haber hecho un esfuerzo mayor por llegar a un acuerdo, aunque no a cualquier precio; creo que fue correcto buscar la confluencia para el 26J y que Garzón no es una persona que asuste más que Iglesias. Buscar culpabilidades mutuas entre Podemos e IU carece de sentido; dejando de lado los tres territorios en que ya hubo confluencias el 20D -en uno, sin IU-, y dejando de lado País vasco, Navarra y Baleares, donde tengo la impresión de que el electorado de Podemos ha mantenido su voto en un grado altísimo, estimo, de una forma un tanto grosera, que han mantenido su voto de diciembre cerca del 80% de los votantes de Podemos y cerca del 70% de los votantes de IU, pero esto no marca gran diferencia ni descalifica el acuerdo.

Ahora bien, creo que se han cometido errores importantes en el manejo de las identidades, empezando por el de diluir la imagen de la confluencia en las imágenes separadas de sus partes, lo que por ejemplo dio lugar en las papeletas a un logo "sopa de siglas" malísimo, no identificable y sólo legible desde muy cerca, mientras que los de PP, PSOE y Ciudadanos se veían a metros de distancia. Ese aspecto de la campaña me parece un desastre. Pasar de la imagen de Iglesias con la que empezó Podemos su recorrido electoral a un logo en que se lee mejor IU que Podemos fue un desatino; basar la campaña en la imagen del corazón multicolor para luego usar otro icono en la papeleta fue muy desacertado.

En el ámbito de lo político creo que el mayor error de Podemos en toda la última campaña electoral, bastante cuidada hasta ese momento, aunque poco centrada en las urgencias sociales más importantes, tuvo lugar en el cierre de la campaña por Iglesias. Siendo justo que se diera reconocimiento a la aportación de Garzón e IU, fue un grave error el exceso de caracterizar a IU y PCE como la izquierda histórica y la izquierda de toda la vida, desconociendo la enorme pluralidad que siempre ha marcado a las izquierdas españolas y recolocando a Podemos sobre un eje ideológico "izquierda / derecha" poco efectivo, justo cuando PP, Ciudadanos y PSOE, así como sus medios afines, tratan de colocarte como el demonio "comunista". Cuando lo escuche me imaginé de inmediato la manera de resumir el acto en la prensa y en las televiones al día siguiente. Así ocurrió. Todo lo demás que se dijo fue ignorado por ellas. Ignoro si le salió a Iglesias del corazón -respeto que cada cual mantenga las referencias que quiera, pero hay que tener cuidado con ellas cuando tu voz no es sólo tuya- o si trataba de compensar un error previo, el empeño en ubicar al proyecto en el espacio socialdemócrata, lo que irritó a muchos votantes de IU, pero un error no se arregla con un error peor.

No quiero precipitarme, pero tengo la sensación de que el discurso de Podemos se está desplazando poco a poco del eje "abajo / arriba", para mí el principal acierto del proyecto Podemos, al eje "izquierda / derecha". Pero quizá esté exagerando unos hechos puntuales. En todo caso, me inquietan las tendencias a situar a Podemos en la línea de sucesión de proyectos bolivarianos (ahora más arrinconada), eurocomunistas berlinguerianos, socialdemócratas o comunistas. Eso confunde y divide. Donde debemos situarnos es en la tradición de las luchas sociales y emancipadoras, pero no en los etiquetajes de parte.

14. Nuestro futuro, el de la gente común, está relacionado con el reto de la revitalización del impulso 15M, no en sus formas, a veces ya envejecidas, sino en su alcance y contenido. Ha pinchado la ilusión institucionalista, no por los resultados alcanzados, que implican una presencia crítica importantísima en ayuntamientos, asambleas regionales o nacionales y en las Cortes, sino porque las ilusiones eran excesivas, ajenas a las dificultades reales de una confrontación con las élites, y porque el proyecto de asalto institucional fue visto como un sucesor, un relevo, de los procesos de construcción y lucha social que se venían desarrollando, no como un complemento a ellos. Posiblemente, éstos necesitaban un respiro, no es posible mantener una línea creciente permanente, pero el paréntesis se hizo demasiado largo.

La experiencia de los ayuntamientos del cambio es ilustrativa. Han hechos cosas buenas y son mucho mejores que los anteriores. Pero las necesidades sociales van más deprisa, urgen, la espera se puede convertir en decepción. En ausencia de presión desde abajo los gobiernos municipales pueden sentir que la presión de los poderosos y de las leyes es insoportable, cediendo y aumentando la decepción. Las experiencias de gobierno realmente transformadoras sólo pueden progresar, llevar a cabo todo lo posible y ampliar el ámbito de lo posible, si se vinculan al conflicto social y si hay protagonismo y dinamismo desde abajo, de las gentes. Con políticas que chocan con las élites sólo es posible mantener hegemonía en instituciones de gobierno si se construye una hegemonía social, pero no una hegemonía de nuestros nuevos "representantes" sobre la gente, sino una hegemonía cultural, ética y cooperativa construida por las propias gentes, que somos (casi) todas y (casi) todos.Y para eso hay que ponerse manos a la obra, cada cual en las condiciones que pueda, con los tiempos que pueda, en los espacios que pueda, con las herramientas que tenga.

No por ello la acción institucional pierde importancia, porque en las instituciones hay ahora personas que sienten las aspiraciones sociales, porque desde ellas se pueden y deben adoptar decisiones que mejoren la vida de las personas y porque desde ellas se pueden favorecer las condiciones para el desarrollo de la cooperación social, aunque sin pretender liderarla o convertirla en apéndice de partidos o gobiernos.

Lo que pase en los próximos años se va a jugar en estos dos territorios. Y nos involucra a todas y todos: se trata de incluir en nuestra vida un sentido de la cooperación con nuestras vecinas y vecinos, a partir de ciertos valores y convicciones que no se conviertan en dogma o en carga insoportable sino en una guía que puede aplicarse en lo profesional, en lo asociativo y sindical, en lo político, en lo cultural, incluso en lo deportivo o lúdico, adaptada siempre a la realidad. Apoyo mutuo sin autodestrucción.