Trasversales
José Luis Redondo

¿Qué hacer?

Revista Trasversales número 37  marzo 2016 web

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Estamos ante unas vacaciones que han supuesto un aumento del consumo y del turismo interior, lo que parece indicar una mejora de la economía de amplios sectores de las capas medias. Al tiempo que quedan en la sombra cerca de un 30% de la población en la pobreza o en el paro, al tiempo que parece olvidarse el deterioro que ha sufrido la sanidad, la educación, la ayuda a las personas en situación de dependencia o los servicios sociales. Al tiempo que la crisis del sistema no solo se mantiene sino que aumenta, crisis nacional por el gobierno independentista en Cataluña, crisis relacionada con el afloramiento de casos de corrupción sobre todo del PP pero también del PSOE, crisis de desconfianza en las fuerzas políticas incapaces de encontrar un acuerdo de gobierno y nueva crisis ante un gobierno en funciones que ignora al Parlamento y actúa como si tuviera la mayoría absoluta de las elecciones pasadas, de forma cuasi dictatorial.

Ante una situación de reflujo de las luchas sociales, las fuerzas de izquierda no son capaces de afrontar los desafíos presentes y las posibilidades de mejorar la situación de los sectores de la población mas desfavorecidos.


¿Cuál es la alternativa que puede plantearse desde las fuerzas progresistas?

En primer lugar desalojar al PP del gobierno y no permitir que pudiera volver a él en unas nuevas elecciones. Es más, cada día que pasa gobernando en funciones, sin control, es un peligro para la democracia.

En segundo lugar evitar unas nuevas elecciones, que podrían mejorar el peso de la derecha, posiblemente por el aumento del voto a Ciudadanos. Aumento relacionado con la mejora económica de sectores de la “clase” media y la actuación de Ciudadanos en las negociaciones de gobierno. Al tiempo que un aumento de la abstención entre una población harta de los partidos podría afectar más al voto de izquierdas.

Es entre estos límites entre los que tienen que actuar Podemos, las Convergencias, Compromís e IU. La oferta de Pablo Iglesias de un gobierno compartido antes de comunicárselo al PSOE no solo ha sido un error de bulto sino que ha se ha visto como un intento de forzar nuevas elecciones. La insistencia en esa propuesta parece sin sentido, es imposible porque el PSOE no la quiere y en caso de conseguirse sería un gobierno boicoteado por la Unión Europea, como ya le pasó a Syryza. Un gobierno que falto de recursos económicos no podría conseguir sus compromisos y su fracaso dejaría vacío el espacio político de las fuerzas del cambio. No parece que esto sea la mejor opción.

Es verdad que la maniobra del PSOE de pactar un acuerdo con Ciudadanos, mientras se estaba negociando con las fuerzas de izquierda, demuestra cuál es su propósito. Ante la pretensión de apoyar por activa o por pasiva un gobierno de centro derecha o intentar un gobierno de conjunto, Podemos tiene que encontrar una salida. Es Podemos quien tiene la llave en la línea que ha intentado IU. Buscando negociar sobre contenidos programáticos progresistas y dejando para después las propuestas de poder. Propuestas que según se han presentado aparecen como de búsqueda de sillones. En realidad, como señalaba antes, no es deseable entrar en el gobierno, pero también interesa impedir un gobierno PSOE- C's y las propuestas más lesivas del acuerdo suscrito, sobre todo en política laboral y fiscal.

En resumidas cuentas, apoyar un gobierno en minoría del PSOE sería la mejor opción, que además puede ser posible para Pedro Sánchez ante el riesgo de su destitución por los barones de su partido. Permitiría compensar la presión de Ciudadanos y del PP, al tiempo que se tiene las manos libres para iniciativas parlamentarias que remedien las condiciones de vida de muchos y restituyan algunas de las pérdidas sociales. También permitiría cambiar el sistema electoral favoreciendo la proporcionalidad, tomar medidas de regeneración ante la corrupción y de democratización de los partidos, medidas en las que parece posible el acuerdo con Ciudadanos. Desde un apoyo crítico pueden plantearse soluciones constitucionales a las crisis, que no es posible conseguir en la situación actual.

Hay que construir una izquierda plural que no sea centralista y que sea menos dependiente de un liderazgo personal. Una izquierda que trabaje en el Parlamento, en las Comunidades Autónomas y en los ayuntamientos del cambio, que se inserte e impulse los movimientos sociales, de los que está bastante ausente.

Se necesita mucha más presión social para cambiar la Constitución en un sentido deseable y. al tiempo. las estructuras del sistema que regula.