Trasversales
José Errejón

No perder la oportunidad

Revista Trasversales número 37 abril 2016 (web)




Hay tendencia en la izquierda española a enfrascarse en falsos debates cuando la situación exige posicionamientos claros para los sectores populares que pretenden representar. Es ya arquetípico el VIII Congreso del PCE en el que una dirección que acababa de cosechar un rotundo fracaso electoral “se inventó” el debate sobre el abandono del leninismo. En otras ocasiones es el vértigo ante una encrucijada política lo que empuja a las direcciones a abrir un pseudo debate que desvíe la atención de sus seguidores.

La crisis desatada en PODEMOS con ocasión de la dimisión de diez miembros del Consejo Ciudadano de la Comunidad de Madrid y el posterior cese del secretario estatal de organización parece corresponder a este último género. No es el propósito de estos comentarios juzgar ni la procedencia ni la calidad democrática con la que se ha resuelto esta crisis; me interesa, por el contrario, señalar lo que creo que es el problema fundamental de PODEMOS, su indefinición política.

Es verdad que la excesiva jerarquización y el caudillismo acompañan la vida de PODEMOS desde su nacimiento, asfixiando la vida de los círculos, por lo demás tampoco particularmente dispuestos a la iniciativa política. Esta hipercentralización, justificada por la necesidad de construir a toda prisa una “maquinaria electoral” -señalada como uno del déficit estructural de la izquierda radical-, tiene como corolario una igualmente excesiva (1) burocratización que acaba con el debate de ideas esencial para la vida de una comunidad política de vocación transformadora. Pero no es menos cierto y es mucho más relevante, que la crisis se produce con ocasión de un evento tan importante como el que concierne al apoyo a una propuesta de gobierno.


UNA DISYUNTIVA

Existen sectores dentro de PODEMOS que declaran terminada la fase de negociaciones con el PSOE y animan a preparar las elecciones y la labor de oposición y “acumulación de fuerzas”. Tal vez les anima la esperanza de “sorpassar” al PSOE en un período que se presenta especialmente difícil a la vista de la evolución de la economía global y el agotamiento delas políticas instrumentadas para estimular la actividad económica (2). Es legítimo defender estas posiciones pero es imprescindible evaluar los posibles efectos de las mismas.

Para ello sería preciso describir con el mayor grado de precisión posible los rasgos principales de las políticas que son de esperar de un gobierno Cs/PSOE hecho posible con la abstención del PP, para evaluar a continuación sus efectos. Con carácter sumario y vocación de ilustrar una posición política se relacionan ahora las que considero principales.

    Empezando por aquello que durante meses ha aparecido como el problema político fundamental, el mal llamado problema catalán, parece claro que la presencia de CS en el gobierno y la vigilancia del PP como principal partido de la oposición, facilitarán el enroque del PSOE respecto al mismo y convirtiendo en hegemónico en su interior el discurso que postula huir como el gato escaldado de experiencias como la del PSC con el tripartito a la que se culpa de su infortunio electoral y por extensión del PSOE. Si alguien todavía piensa que “cuanto peor mejor” y no ha tomado nota del lógico desinfle del movimiento soberanista en Catalunya, es posible que albergue esperanzas de resistencialismo para esta nueva legislatura; los demás seguro que preferiríamos los efectos favorables de ver a PODEMOS cogestionando una salida democrática del problema

    El segundo problema, en orden de importancia, que traigo a colación, se refiere al cumplimiento del Pacto de Estabilidad y sus consecuencias. El gobierno del PP ha incumplido el objetivo de déficit para 2015 y ello supondrá para el gobierno entrante una responsabilidad adicional que ya ha llevado a la Comisión a advertir con un ajuste adicional de entre 10 y 13000 millones de euros. Presionado por Cs, el POSE ha firmado en su acuerdo su fidelidad absoluta a las obligaciones derivadas del PACTO DE Estabilidad, lo que permite suponer la continuidad, incluso endurecida, de las políticas austeritarias, toda vez que el neoliberalismo de Cs no permitirá modificar las alegrías electorales de Montoro lo que obligará a realizar el ajuste esencialmente por vía del gasto. Es absolutamente imprescindible plantar cara desde el primer momento a la locura austeritaria, antes de que, unidas a la desfavorable evolución del entorno económico global, puedan precipitar otra recesión. Es preciso discutir estas fidelidades y atreverse a conectar con la ola de impugnaciones que se habrán de levantar contra esta suicida política que empuja a los pueblos europeos a la pobreza.

    No parece que haya dudas acerca de qué opinión prevalecerá- la de Sánchez o la de Rivera- en lo tocante a la derogación de la Reforma Laboral del PP. Todos los poderes fácticos del régimen con la intelligentzia neoliberal a la cabeza clamarían contra una modificación de la reforma que restableciera, siquiera parcialmente, la capacidad contractual de os trabajadores y redujera los márgenes de ganancias de las empresas en los que descansa su pretendida competitividad.

    En las condiciones de dureza de las políticas antipopulares que el gobierno Cs/PSOE se vería “obligado” a aplicar, múltiples resistencias se levantarán en diversos sectores y nacionalidades pero a todos ellas se opondrán los mecanismos represivos contenidos en la ley mordaza y en el arsenal represivo que el actual clima guerrerista en Europa puede propiciar. Es imprescindible evitar una regresión en las conquistas ciudadanas impulsadas desde el 15M del 2011 y consolidar un ordenamiento jurídico garantista; nos va en ello la posibilidad misma de defender las conquistas democráticas e impulsar otras nuevas y más ambiciosas.

Con los rasgos descritos creo que basta para hacerse una idea de la importancia y el alcance que presenta la legislatura non nata para los sectores populares, que tienen derecho a poder contar con el apoyo de las instituciones para lidiar en las mejores condiciones posibles por la defensa de sus derechos y condiciones de vida.

Con frecuencia desde la izquierda se imagina un pueblo en permanente trance de ser movilizado cuando las imposiciones delos sectores oligárquicos parecen empujarle a ello como única salida. Pero los pueblos, sus sectores más dinámicos y decididos, hacen sus experiencias, se comprometen con determinados actores políticos y esperan ver recompensado este compromiso. Es inútil demandar una actitud de movilización permanente, es preciso hacer posible verificaciones de parte de los sectores populares acerca de la retribución del compromiso la movilización.

En la actual fase del ciclo histórico estos sectores esperan ver retribuido su compromiso explicitado el pasado 20D. Claro que son posibles nuevas movilizaciones, el horizonte histórico viene cargado de amenazas que solo podrán despejarse con el protagonismo decidido de las mayorías sociales. Pero estas mayorías esperan y confían que las instituciones que sostiene con sus esfuerzos les sirvan para algo, han creído a PODEMOS cuando les propuso rescatarlas para el ejercicio de la soberanía y no entenderían que tal rescate se aplazara indefinidamente.

No son tiempos para el diseño y no parece que el electorado de PODEMOS le vaya a permitir una legislatura de “preparación para el asalto a los cielos”. Las encrucijadas a las que nos somete la crisis del capitalismo imponen respuestas en tiempo real, poco compatibles con las lentas maduraciones de los procesos de preparación y acumulación de fuerzas. Hoy hay que marchar con las fuerzas existentes, conscientes de la volatilidad de los agregados electorales y de las amenazas que penden sobre las sociedades de nuestro tiempo.

La gente de abajo tiene el derecho de esperar algunas prestaciones que mejoren su adversa situación, como fruto de la acción política de PODEMOS. Y esta acción política tiene hoy, como espacio prioritario, el de las negociaciones para la formación del Gobierno

¿En virtud de que bien supremo se podría obligar a estos sectores a aplazar la satisfacción de sus necesidades, renunciando a estas posibles mejoras?

Dicho de otra forma, ¿están obligados los que han apoyado el cambio el 20D a esperar a que este apoyo alcance la mayoría suficiente para llevar a PODEMOS al Gobierno, sea cual fuere el plazo de espera?

¿Sería posible conseguir ya alguna de estas mejoras en un gobierno de coalición con el PSOE condicionando y comprometiendo sus políticas (rompiendo el corsé de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, derogando la Reforma Laboral, subiendo el salario mínimo interprofesional, recuperando la indexación de los salarios y las ayudas a la dependencia, etc)? Si ese condicionamiento pudiera ser claramente visualizado, ¿acaso no sería ese un factor educativo y un estímulo para el compromiso, para los sectores populares, sobre las ventajas que pueden esperar del apoyo electoral a PODEMOS?

¿No es acaso preferible esta opción a la que el Gobierno Cs/PSOE fuera posible con la abstención del PP continuando las políticas austeritarias y los efectos de adversidad para los sectores populares?

Un error pensar que PODEMOS será la oposición a un gobierno Cs/PSOE hecho posible con la abstención del PP. En ese caso el PSOE sería el rehén del PP a través de Cs obligado a ejecutar las políticas más impopulares.

La “removilización” que diversos sectores invocan y que necesitamos podría hacerse desde el Gobierno o desde una mirada vigilante después de haber hecho posible el Gobierno del PSOE.

Movilizar los sectores más castigados en defensa de políticas que les sean favorables y en esa defensa ir configurando subjetividades colectivas e ir asentando esquemas de valores alternativos, un sentido común basado en la justicia y la equidad en el reparto de las cargas y los beneficios.

Una movilización basada, por primera vez, en la defensa de políticas y derechos consagrantes de una distribución de las posiciones más justa y equitativa.

¿No es posible pensar en una removilización de los sectores más desvalidos de las capas populares en defensa de una recuperación de las ayudas a la dependencia suprimidas por el PP, del mundo del trabajo en defensa de las mejoras derivadas de la derogación de la Reforma Laboral, de la comunidad educativa en defensa de un pacto educativo progresista, del conjunto de la ciudadanía, en fin, en defensa de lo público y la remunicipalización de los servicios públicos esenciales?

¿No es posible una removilización democrática en defensa de os derechos sociales y ciudadanos gravemente afectados por la regresión austeritaria iniciada en mayo del 2010?

La sola existencia de un gobierno de estas características infundiría entre las capas populares un caudal de ilusiones y energía con los cuales es posible pensar en trabajar por nuevos y más ambiciosos objetivos.

No se acierta a comprender, de parte de los sectores que invocan la movilización de forma permanente, cuál es el mecanismo que permitiría movilizar a una población que ya lo hizo en 2011-2013 y cuyo apoyo ha producido una modificación tan sustancial en la relación política de fuerzas y en la composición parlamentaria. No podemos esperar una permanente disposición de los sectores populares a la movilización en la calle, especialmente de aquellos que más duramente han sufrido los efectos de las políticas austeritarias. Si estos sectores “bajan a la calle” tiene que ser por algo sustancial, las dinámicas movilización permanente solo satisfacen a las “vanguardias”.

Cuando se habla de “acumulación de fuerzas” para intentar ampliar el “bloque del cambio”, ¿se puede desconocer la fuerza real acumulable por la satisfacción de algunas necesidades populares y los efectos “pedagógicos” a ella asociados?

Creo que estamos ante un episodio reiteradamente vivido por la izquierda, el vértigo ante las responsabilidades de gobierno. Una cautela indispensable si refleja el conocimiento de los límites de la intervención desde el Estado para acometer transformaciones profundas. Pero estéril si se esconde detrás de una hegemonía concebida como tener detrás a la mayoría de la población para acometer, sin oposición digna de tal nombre, tales transformaciones.

La complejidad de las relaciones sociales contemporáneas no permite pensar en procesos tan simples. En la convulsa situación de la sociedad española actual, sectores populares enteros siguen apoyando al partido de la oligarquía que les ha sumido en un abismo de adversidad e incertidumbre. Y otra parte no despreciable de estos sectores apoya al partido que, falta de honestidad y coraje político inauguro este periodo fatal para la mayoría del pueblo. Solo con ocasión de una ruptura de la hegemonía del bloque dominante y la visualización de una hegemonía alternativa pueden estos sectores incorporarse al bloque del cambio.

Pero este proceso puede ser acelerado si estos sectores pueden comprobar por la acción gubernamental, como retribuyen las luchas y la movilización social. Esta es la oportunidad que se nos presenta y es difícil vaticinar cuándo volverá a presentarse otra. Los pronósticos sobre el futuro próximo están lejos de ser halagüeños, los escenarios más posibles indican una agudización de las crisis capitalistas que cursaran con un claro empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Es preciso, pues, aprovechar esta ocasión para mejorar las posibilidades de una ruptura con el régimen político vigente.

No hay, en verdad, garantía de que esta mejora vaya a producirse pero es seguro que las fuerzas políticas del régimen están en una situación de debilidad y desconcierto sin precedente y que sería un error imperdonable no aprovechar esta ocasión.

Una ocasión que afecta también al entorno de la UE de la que vienen las restricciones y las políticas austeritarias que asfixian a los pueblos del sur de Europa. La entrada de PODEMOS en el gobierno –o su condicionamiento desde fuera- podría ser un impulso a las fuerzas que en diversos países impugnan la pax germánica.

La existencia de este gobierno sería un impulso decisivo para el llamamiento al Plan B hecho por Varoufakis en la perspectiva de un auténtico proceso constituyente para la refundación democrática de la Unión Europea. Las señales son inequívocas, la respuesta de los trabajadores y los jóvenes a la Reforma laboral en Francia demuestra que ni la amenaza del terrorismo ni la política del miedo de los gobiernos van a conseguir que se acepten de forma resignada los designios de las oligarquías de asentar un orden de neoservidumbre en Europa.

La Península ibérica puede ser un foco de irradiación de democracia y recuperación de soberanía popular.

NO PODEMOS PERDER ESTA OPORTUNIDAD


NOTAS

1. Porque algún grado de burocracia parece indispensable para gestionar una organización implantada en 17 CCAA y miles de municipios

2. A estas alturas el fracaso de la Quantitave Easing es ya un clamor y las especulaciones sobre el “dinero helicóptero ”(transferir dinero directamente a las empresas y hogares para que inviertan y consuman)


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