Trasversales
Luis M. Sáenz

Salgamos del barullo: Investidura sin pactos... y seguir nuestro camino

Revista Trasversales número 36 diciembre  2015 web

Texto del autor en Trasversales



Las elecciones del 20D aportan datos a tomar en cuenta para un oportuno balance del periodo institucional 2008-2015 y del periodo de lucha social que va de mayo de 2011 hasta diciembre de 2015, en el contexto de los recortes en derechos aplicados a partir de mayo de 2010. Quizá escriba sobre ello. Pero el objetivo de esta nota sólo es una modesta proposición de cara al procedimiento de investidura para la jefatura del gobierno que se abrirá con la constitución de las Cortes generales. Todos, el PP, C's o PSOE tratan de justificar su comportamiento sobre la base de la "maldad" de Podemos. Creo que ha llegado la hora de decirles ¡que os zurzan! y salirse del barullo para dedicarse a nuestra gente.

Desde el espacio político en que me sitúo, voy a dar mi opinión sobre lo que convendría que hiciesen las y los 71 diputad@s de En Comú Podem (12), En Marea (6), Compromís-Podemos (9), Podemos-Ahora Alto Aragón en Común (1, de Equo), Podemos (41, 2 de Equo) y UP-IU (2). Cuando escriba Podemos, en cursiva, me referiré a todas las candidaturas antes citadas menos a las de UP-IU, aunque las organizaciones ligadas a IU en Cataluña y Galicia sí han sido parte de las candidaturas de confluencia.

Doy por hecho que esas 71 compañeras y compañeros van a votar en contra de la investidura de Rajoy. Lo que propongo es que anunciemos antes del 13 de enero que apoyaríamos la investidura de Pedro Sánchez, sin condiciones ni líneas rojas, pero también sin compromisos y sin renuncias. Dicho esto, decidir si Sánchez o quien quiera el PSOE se presenta en caso de fracaso de Rajoy y conseguir el resto de los votos positivos o de las abstenciones necesarias para que la investidura salga adelante sería tarea del propio PSOE.

Esa propuesta se sustenta en tres consideraciones:

a) Hay que hacer todo lo posible para que la legislatura que comienza no esté gobernada por el PP, para generar las mejores condiciones posibles para la movilización social y para la acción política tendente a un cambio social y democrático profundo, así como para respetar lo que parece la aspiración mayoritaria de nuestros votantes: menos de un tercio de votantes de Podemos quiere que se repitan las elecciones.

b) La opción muy mayoritaria en la nomenklatura del PSOE, que no en sus bases o votantes, es dejar que el PP gobierne. Algunos preferirían avalar la investidura de Rajoy con una abstención en segunda votación, otros provocar una repetición de las elecciones generales, aun sabiendo que probablemente el PP obtendría más escaños, a costa de C's.

c) No es posible ni conveniente un pacto de gobierno o de legislatura de Podemos o UP-IU con el actual PSOE.

Efectivamente hay "líneas rojas" que impiden cierto tipo de acuerdos con PSOE, pero no para un voto de investidura. Entre esas diferencias hoy por hoy irreconciliables está la "cuestión Cataluña", como han señalado ambas partes, ya que el actual PSOE no va a aceptar el "derecho a decidir" y Podemos (y Podemos menos aún) no va a renunciar a una propuesta política que ha arrojado diálogo y voluntad de solución allá donde todo parecía llevar a un choque frontal inevitable. Pero también hay antagonismo en lo que se refiere al desafío estratégico principal que se nos plantea hoy, la articulación de una alianza social y política en el entorno de la Unión Europea contra la política de empobrecimiento y desposesión de la mayoría de la población, pues el PSOE, como casi toda la socialdemocracia europea, está alineado con Merkel o Cameron; prueba de ello son sus ataques feroces a Syriza y su complicidad en el chantaje a Grecia.

En esas condiciones, un pacto de gobierno entre PSOE y Podemos tendría los meses contados. Un cogobierno no es posible por ahora.

Ahora bien, ¿un voto de investidura debe estar supeditado a un pacto de gobierno o a un pacto de legislatura? No, son dos cosas muy diferentes. Un pacto de gobierno requiere un programa común que, aunque no signifique identidad política, sí sea un proyecto global coherente a aplicar en el marco temporal de una legislatura; hoy por hoy, no puede haber tal "programa común de gobierno" entre PSOE, que está aferrado al régimen vigente y que mantiene claros compromisos con la oligarquía económica, y un proyecto que no pierda la perspectiva constituyente, aunque no sea inmediata, y que se asiente sobre un eje de conflicto social "arriba / abajo" y de rechazo a la política de "austeridad" que promueven las élites españolas y europeas de forma acorde a las exigencias de reproducción del capital en una fase determinada.

Sin embargo, ante la investidura sería suicida aferrarse a un retorcimiento sectario de la fórmula PPSOE, con la que el movimiento social expresó su rechazo a los recortes aplicados en las dos últimas legislaturas y a los comportamientos de las élites de ambos partidos, pero que toma otro sentido si se la interpreta como un mero PP = PSOE al servicio de la competición entre partidos.

PP y PSOE son partidos vinculados al sistema y al régimen; pero no son idénticos: sus bases y votantes son bastante diferentes, sin que con ello quiera decir que haya que arrojar a los infiernos a la gente común que sigue votando PP, con quienes es preciso dialogar y a quienes debemos intentar convencer. Esa diferencia social tiene consecuencias políticas. Por ejemplo, un gobierno del PP no habría hecho las cosas positivas que hizo el gobierno de Zapatero en su primera legislatura.

Ahora mismo, tampoco podemos ser indiferentes a que gobierne Rajoy (o Sáenz de Santamaría o un "técnico" en la órbita del PP) o a que lo haga un PSOE que necesitará buscar apoyos para cada ley que quiera promover. La continuidad del PP al frente del gobierno tendría un efecto "desmoralizador" entre la población, dificultará el repunte de la movilización social y extenderá la (falsa) idea de que ni las luchas del ciclo 15M/mareas ni la construcción de nuevas herramientas políticas han dado fruto. Pero, sobre todo, alejará la posibilidad, hoy cercana, de cambios políticos a los que se han comprometido casi todas las fuerzas políticas excepto el PP y parcialmente C's, como la derogación de la Ley Mordaza, de la LOMCE, de al menos partes de la reforma laboral del PP, de la Ley Orgánica 11/2015 que recortó el derecho al aborto, etc. Minusvalorar la utilidad de cambios parciales es una insensatez: por ejemplo, la derogación de la Ley Mordaza no es un asunto de quinto orden para las y los activistas que ponen en riesgo su propio cuerpo y su libertad para evitar los desahucios. Para entendernos: si un gobierno PSOE deroga la Ley Mordaza, eso será útil para luchar contra los desahucios que ese gobierno permita y para exigir leyes que den alternativas habitacionales.

Anunciar que se apoyaría la investidura de un candidato del PSOE no es una renuncia a la movilización y a la oposición frente al gobierno que pudiera salir de ahí; por el contrario, es apostar por la salida institucional, entre las posibles, en que mejores serán las condiciones para la movilización y la organización social y para la acción de oposición. Es atender el ánimo social de echar a Rajoy que llevó a tantas y tantas personas a votar Podemos, PSOE o UP-IU; no olvidemos que entre PP y C's tienen 927 mil votos menos que los que suman las candidaturas del PSOE, las de Podemos y las de UP-IU, por no hablar ya de las de ERC, NOS, Mes y otras sesgadas hacia "la izquierda", que todas juntas sumarían en torno a un 52% de votos.

Hay que quitar de la boca del PP la proclamación de que la población ha ratificado los recortes de 2011-2015. Hay que darnos una oportunidad de llevar al fracaso el proyecto reaccionario que quiere condenar definitivamente al tercio más pobre de la población y lograr la complicidad para ello de una franja social intermedia a la que quieren domesticar con promesas de expoliarla un poco menos. Y hay que poner trabas en el camino de una "gran coalición" entre un PP hegemónico y un PSOE subordinado, cada vez más reclamada por las élites del capitalismo y con la que sintonizan muchos de los dinosaurios y de los barones del PSOE.

Si el aparato del PSOE quiere dejar paso a una nueva legislatura controlada por el PP, que lo haga bajo su responsabilidad. Si rechaza una investidura con los votos de Podemos o UP-IU o exige que para aceptar esos votos renunciemos a las propuestas hechas en nuestros programas electorales, que lo haga bajo su responsabilidad. Pero no le demos excusas. No tiene ningún sentido condicionar el voto en la investidura a un acuerdo político imposible con un partido que no quiere gobernar, quizá con la excepción de Sánchez, que sabe que es su única salida para evitar su destitución, pero que cada vez pinta menos en su partido.

Poner esta legislatura bajo la tutela del PP o de alguna forma encubierta de gran coalición no es bueno para nuestra sociedad. En la medida que podamos impedirlo o dificultarlo, debemos intentarlo. La lógica de "cuanto peor, mejor" no corresponde a la realidad, a veces nos dejamos llevar por ella, pero es una lógica ultraizquierdista, burocrática y sectaria. Es la lógica de los líderes del estalinismo alemán festejando pequeñas subidas de votos mientras el nazismo avanzaba hacia el poder y preparaba la masacre de comunistas y socialdemócratas y el Holocausto judío. No comparo las situaciones, sino las "lógicas" mezquinas que no piensan desde la sociedad sino desde un aparato.

Sí, creo que deberíamos decir hoy a Pedro Sánchez, para que lo escuche su base socialista y sus votantes, lo siguiente: "Si presentas tu investidura, vamos a votar a favor de ella sin condiciones, aunque no quieras nuestros votos. No nos exijas que renunciemos a aquello para lo que nos han votado, no renunciamos a nada ni nos comprometemos ciegamente a apoyar tus actos como presidente. No estamos de acuerdo en muchas cosas ni vamos a renunciar a nuestra política, pero uniríamos nuestros votos con los del PSOE en la investidura para evitar lo peor. Decidid y explicaros ante vuestros propios votantes, por nuestra parte damos este tema por cerrado".

Algunos compañeros de Podemos me dicen algo así como: "Es mejor que haya nuevas elecciones ya. El PSOE va a bajar y Podemos puede superarle, incluso ganar al PP, lo que permitirá ir mucho más rápido hacia un cambio profundo sin esperar otros cuatro años". No soy profeta y no descarto que tengan razón, pero no apostaría todo a esa baza, por varias razones:

- En este momento el PSOE está en baja y Podemos en alza. Si se llega a nuevas elecciones y cunde la idea de que el PSOE ha renunciado a la investidura, Podemos obtendrá más votos aún. Pero podría no ser así si Podemos aparece como responsable o corresponsable de haber perdido una oportunidad.

- Es muy posible que el PP obtenga en unas nuevas elecciones más votos y más escaños, a costa de C's. Compensar ese crecimiento partiendo de una desventaja de más de dos millones de votos respecto al PP me parece algo muy improbable. Creo que tras unas nuevas elecciones en primavera el PP tendría más fácil conseguir la investidura que ahora.

- Podemos ha intentado ganar las elecciones, ha hecho una gran remontada y ha obtenido, junto a las confluencias, un excelente resultado, con hechos de gran alcance como la victoria en Cataluña, País vasco y en muchísimas de las "zonas obreras" de toda España (por cierto, la victoria en Cataluña y País Vasco también se ha labrado en esos núcleos "proletarios"). Pero esos resultados, al igual que no son suficientes para que se inicie a corto plazo un proceso institucional constituyente, tampoco lo son para que un gobierno liderado por Podemos pueda llevar a cabo su tarea. Se necesita una reanimación del movimiento social y de sus luchas, mayor apoyo en las urnas y una experiencia práctica de condicionamiento de la acción de gobierno a partir de lo ya conseguido. Esto no quiere decir que si el PSOE renuncia a optar a la investidura no pueda pensarse en la posibilidad de proponer la investidura de Iglesias, como oportunidad para comunicar con toda la población, pero hay que saber que con las actuales Cortes no habrá gobierno de Podemos.

- Un gobierno surgido de la actual composición parlamentaria generaría una situación mucho máa abierta en la que no hay que descartar recomposiciones gubernamentales o nuevas elecciones antes de los cuatro años; por el contrario, tengo la impresión de que unas nuevas elecciones inmediatas, con nuevos candidatos del PP y del PSOE, darían más estabilidad y tiempo a un gobierno del PP o a alguna variante de "gran coalición" que cierre las filas del régimen con el objetivo de derrotar definitivamente "el tiempo de las cerezas", es decir, el tiempo del 15M, de las mareas, de la irrupción de nuevas herramientas políticas con una influencia electoral significativa, etc.

La propuesta de ofrecer apoyo de investidura sin condiciones pero también sin compromisos ni programa común, no excluye ni mucho menos un diálogo con el PSOE sobre iniciativas legislativas. Lo creo necesario y conveniente, pero para que sea fructífero no debe tener como propósito un pacto de investidura ni un programa de gobierno. Se trataría de dialogar sobre proyectos legislativos a proponer y defender, tanto si el PSOE gobierna como si lo hace el PP. De hecho, avanzar sosegadamente en ese terreno crea mejores condiciones de colaboración que cualquier ultimátum que vincule la convergencia de voto en una investidura a la aceptación o renuncia a algunas de las propuestas en las que no hay acuerdo.

Como punto de partida de ese diálogo tomaría, por un lado, la Ley de Emergencia Social propuesta por Podemos, y, por otro lado, varias de las medidas a las que el PSOE se ha comprometido en su programa, como la derogación de la Ley Mordaza, un plan contra la violencia de género, etc. En cuanto a los temas en lo que no es posible el acuerdo, no merece la pena escenificar un falso diálogo que no puede llevar a ningún sitio, no son tiempo de "emplazar para desenmascarar", sino tiempos de alternativas y de compartir con la población aquello en lo que creemos, para convencer, por ejemplo, de que quienes no quieran la secesión de Cataluña deben empezar por aceptar dar la palabra a la población de Cataluña y reconocer sus sentimientos nacionales, y que la Ley de Emergencia Social es la tarea más urgente e inmediata, tanto si el PSOE está de acuerdo en ella como si está en contra.

No obstante, incluso en el entorno de esas diferencias podrían alcanzarse acuerdos parciales. Por ejemplo, sobre el referéndum en Cataluña no parece posible un acuerdo por ahora con el PSOE, pero sí podrían alcanzarse acuerdos en torno a medidas que faciliten un diálogo sensato, por ejemplo diluyendo el falso "problema lingüístico", que no responde a una realidad cotidiana catalana sino que ha sido creado políticamente por la derecha española y, muy en particular, por el ex ministro Wert.

Todo ello sin olvidar que este PSOE sigue apegado a un régimen político creado hace más de 40 años y hoy bastante agotado, un régimen que en los últimos años ha extremado sus peores aspectos, en particular su carácter oligárquico y dependiente de las élites capitalistas, y que está dejando en nada el "pacto social" subyacente que permitió algunos logros significativos en ámbitos como las pensiones, la sanidad, la educación, los derechos civiles, etc. Así que investidura sí, pero sin pacto de gobierno. El nuevo espacio político que está surgiendo no puede jugar de bisagra ni de apéndice, su papel es de alternativa y de herramienta al servicio del poder constituyente de las gentes. Con acuerdos que favorezcan a la gente, sí, sin sectarismo, pero sin olvidar que hay que construir un camino de igualdad, de libertad y de solidaridad, y que los viejos caminos ya sabemos a donde llevan. El 15 de mayo de 2011 se empezó a crear otro camino. Hay que continuar esa tarea. Que el barullo de la investidura no nos haga perder un tiempo precioso.