Trasversales
Luis M. Sáenz

27S: impresiones dos semanas después

Revista Trasversales número 36 octubre  2015 web

Texto del autor en Trasversales



He seguido con mucho interés la campaña electoral catalana, en los medios de comunicación y redes, he estado presente en pueblos de la comarca del Maresme durante más o menos media campaña y he hablado con algunos de sus habitantes, etc. No obstante, mi ventana de observación es pequeñísima y mi mirada está sesgada por pre-juicios. No afirmo que las cosas sean como las voy a describir, sólo que, por ahora, las veo así.

Mi intención no es discutir si Cataluña debe o no independizarse. Me gustaría seguir en la misma comunidad política que mis amigas y amigos de Cataluña, sin la que España sería menos abierta y solidaria, pero la opinión de la población catalana debe ser decisiva para esta cuestión y no puede cerrarse la opción independentista en base al disparate esencialista y nacionalista excluyente introducido en el artículo 2 de la Constitución española: "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española", fuente segura de conflictos porque fundamenta una ordenación jurídica política estatal sobre una abstracción sentimental (nación) en un Estado en el que conviven diferentes sentimientos nacional-identitarios, además de personas que no nos sentimos parte de ninguna "nación". En esta situación, defiendo el derecho político a la secesión de Cataluña si así lo quieren sus habitantes pero en estos momentos no quiero participar en el debate sobre si es conveniente ejercerlo o no.

El objetivo de este texto es más bien plantearse qué podemos aprender de lo ocurrido antes y durante las elecciones catalanas de cara a las elecciones generales. A lo largo del texto voy a utilizar datos procedentes de sondeos del Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública, del CIS, de Sigma Dos y del Centre d'Estudis d'Opinió; son estimaciones, aproximaciones a la realidad.

1. Cuando la gente tiene la impresión de que en unas elecciones se decide algo importante en lo que influirá el voto que emita, la participación electoral sube significativamente. En estas elecciones catalanas ha alcanzado un 77,5%, lo que es positivo. Las habituales quejas sobre el abstencionismo popular deberían dejar paso a una reflexión sobre los motivos por los que se produce. En este caso, el motor principal de esa participación ha sido la cuestión territorial. Antes del 27S más del 60% de la población decía que las relaciones España / Cataluña era lo que más influiría en su voto, con el eje izquierda / derecha por debajo del 25%, aunque el 64% de la población se consideraba de izquierda o de centro-izquierda.

Por mi manera de pensar preferiría que las preocupaciones principales para el 27S hubieran sido las de contenido social, configurando un eje "abajo" frente a "arriba" a escala transnacional, pero la acción política se hace en los escenarios existentes y tampoco cabe juzgar cada punto de vista diferente del nuestro como un "error". No obstante, el que muchas personas hayan entendido que en estas elecciones lo que se jugaba sobre todo era la relación entre España y Cataluña, en parte con razón, no quiere decir, ni mucho menos, que den a ese tema más importancia absoluta que a los temas sociales, sino que han entendido que estas elecciones incidirán más en el primero que en los segundos. De hecho, pocos días antes de las elecciones el número de catalanes que creían que el paro era uno de los dos principales de Cataluña multiplicaba casi por cuatro al que decía lo mismo respecto a las relaciones entre Cataluña y España. Pero desde luego está claro que es un asunto que interesa y ha movilizado a la población catalana.

En realidad, en media, la población catalana se sitúa con más intensidad como izquierda que como "nacionalista catalana", entendiendo que en su uso habitual son conceptos diferentes pero no alternativos entre sí. Si consideramos dos escalas 1-10 (valor medio = 5,5), una para un eje derecha-izquierda (10 = máximo de izquierda) y otra para medir el grado de "nacionalismo catalán" (10 = máximo de catalanismo), en las semanas anteriores a la votación la población catalana se colocaba en un 7,04 (sobre 10) de izquierda y en un 5,67 (sobre 10) nacionalista catalana. Ahora bien, en estas elecciones la población ha entendido que sobre lo que había que opinar era sobre el asunto territorial, y eso ha hecho, lo que no quiere decir que sea su primera preocupación.

2. El Partido Popular (PP) ha fracasado rotundamente el 27S, quedando en quinto lugar, perdiendo respecto a 2012 ocho escaños y un 26% de los votos obtenidos (4,5 puntos porcentuales), pese a que habrá captado votos de la plataforma de ultraderecha PxC, que en 2012 sacó unos 60 mil votos pero que ahora no se ha presentado y que tiene posiciones similares a la de Albiol. Más del 30% de los votantes PP de 2012 -unos 140.000- se han ido a C's, unos 13.000 se han pasado a JxSí, unos 6000 al PSC y prácticamente ninguno a Catalunya Sí que es Pot y CUP. Sin embargo, a la hora de extrapolar resultados para el 20D hay que tener mucha prudencia, porque el PP siempre ha estado bajo en Cataluña y porque con una pérdida similar en toda España no estaría excluido que el PP siguiese siendo el más votado, aunque con fuerte desgaste. Derrotar al PP es posible si se asume como tarea, no como profecía de líderes fanfarrones. Una tarea, eso sí, asequible, aunque en peores condiciones que las que habría si no se hubiesen cometido graves errores por parte del espacio considerado habitualmente como de "izquierda" o "progresista" o como se quiera etiquetar.

El PSC se ha estancado en votos (-0,9%) y ha retrocedido 1,7 puntos porcentuales, resultados mejores que los esperados aunque sean los peores nunca conseguidos por el PSC. Sin embargo, hay un dato relevante: el PSC es el partido para el que es mayor el porcentaje de sus votos 2015 que proceden de abstencionistas 2012, con un 27,3%, seguido de la CUP, con un 25%, según estimaciones de Sigma Dos para El Mundo.

En cuanto a Catalunya Sí que es Pot (Podem, ICV, EUiA y Equo, abreviaré como CatPot), no se presentó en 2012, pero sólo ha sacado un 1,4% de votos más que los obtenidos en 2012 por dos de sus integrantes (ICV-EUiA), perdiendo un punto porcentual y dos escaños. Ha perdido el voto de más de la mitad de quienes en 2012 votaron a ICV y su atracción sobre el electorado abtencionista de 2012 sólo ha superado a la del PP, cuando se suponía que esa franja podía ser uno de sus yacimientos de voto.

Hay dos candidaturas con un progreso espectacular, pues cada una de ellas ha obtenido 8 votos por cada 3 obtenidos en 2012: Ciutadans (C's) y CUP, es decir, las opciones "unionista-centralista" e independentista, respectivamente, no vinculadas a los partidos gobernantes en España y Cataluña. Es la forma en la que el malestar social y la desconfianza hacia quienes han venido gobernando han irrumpido en la polarización producida sobre el tema "territorial".

En cuanto a los resultados de C's no puede ignorarse su gran ascenso en barrios como Nou Barris y pueblos como Hospitalet, con fuerte presencia popular y trabajadora. Se trata de una fuerza política derechista pero bastante de su voto en Cataluña procede de sectores populares, aunque eso no debe entenderse como que "el pueblo trabajador" ha votado a C's, ya que ese voto se ha dividido entre candidaturas diferentes. Por ejemplo, en Nou Barris, donde C's ha obtenido casi un 23% seguida de cerca por JxSí (22%), entre PSC, CatPot y CUP han llegado casi a un 40%. Una parte significativa del ascenso de C's en Nou Barris procede del derrumbe del PP y de la no presentación de la ultraderechista PxC, pero C's + PP en 2015 han obtenido 5.100 votos más que PP + C's + PxC en 2012, por lo que puede decirse que gran parte del ascenso del voto C's procede de ex votantes del PP pero que hay una parte significativa que tiene otros orígenes. Por su parte, PSC + CatPot + CUP han obtenido en ese distrito de Barcelona 4.300 votos más que PSC + ICV-EUiA + CUP en 2012, mientras que el voto independentista 2015 (JxSí + CUP) ha subido 3700 votos frente a los votos del nacionalismo catán en 2012. Por tanto, hay que ser conscientes y preocuparse por el ascenso del voto "de abajo" a C's, pero poniéndolo en su justo término. Además, hay que cuidarse mucho de atribuir el peso del voto derechista a una peculiaridad catalana: recordemos que en Madrid, hasta la llegada de Ahora Madrid, el PP venía ganando las elecciones municipales en los distritos más de "abajo" y que C's ha sacado en Cataluña un 18% mientras que el último sondeo de metroscopia les da un 21,5% para las elecciones generales en toda España.

3. La compleja constitución de la candidatura Junts pel Sí (JxSí) impide evaluar la evolución del apoyo a partidos como CDC (que quizá se habría derrumbado electoralmente de ir como partido separado, a causa de los recortes y de la corrupción) y ERC (que habría subido), pero apenas ha obtenido 2500 votos más que los que sumaron en 2012 CiU y ERC, lo que representa unos cinco puntos porcentuales menos. Entre los votantes de CiU siempre ha habido una franja catalanista no independentista, pero quienes pretendían representar a ese sector (UDC) apenas han obtenido un 2,5% de los votos. Una parte del voto 2012 a ERC / CiU se ha desviado hacia la CUP (en torno al 30% de sus votos en 2015 tienen ese origen). En JxSí han participado algunos sectores procedentes de PSC e ICV, atrayendo a unos 100.000 votantes de ICV en 2012 y a unos 30.000 ex votantes del PSC.

Artur Mas y los escándalos de corrupción en CDC han sido un fuerte lastre para el proyecto de JxSí, mientras que la CUP, que hizo una muy buena campaña, muy desde la base social, se ha beneficiado de su oposición política al gobierno de Mas y a su continuidad como presidente, sin prejuzgar lo que pueda hacer finalmente en cuanto a la investidura, pues a estas alturas no está claro si cumplirá el compromiso de no apoyar a Mas.

Catalogar el voto a JxSí como derechista es una simplificación ajena a la realidad, aunque JxSí como tal ha actuado así al tratar de bloquear el debate sobre lo social y los recortes para proteger a uno los socios (CDC). El voto a esa coalición no ha sido simplemente un voto a Mas, cuarto en la lista, y muchos de sus votantes se consideran de izquierda o de centro-izquierda. Entre quienes se autoclasificaron en el rango 1-3 de una escala 1-10 (1 lo más a la izquierda, 10 lo más a la derecha), más del 30% ha votado JxSí.

También es un error pensar que el independentismo es un fenómeno etno-identitario reducido a la población de "ocho apellidos catalanes" o una especie de "corralito social" del que están excluidas las clases populares.

El presidente de la Assemblea Nacional Catalana se llama Sànchez, el candidato de la CUP el 27S en estas elecciones se llama Baños, de abuelos murcianos, y el de las elecciones anteriores era Fernàndez, de padre y madre zamoranos; los empresarios Rosell y Bonet han hecho feroz campaña contra la independencia, la candidata del PP por Lleida era nada menos que una Xandri (el 94% de las personas con ese primer apellido han nacido en Cataluña)...

Siendo cierto que el independentismo crece según crece el nivel de ingresos, también lo es que entre quienes ingresan menos de 1200 euros al mes se estima un 38% de independentistas. Además, una parte de quienes han votado las opciones independentistas lo hsn hecho porque han llegado a la conclusión, no "irracional", de que sólo desde la presión por la independencia se puede lograr un reajuste de la situación de Cataluña en o respecto a España, a la vista de lo que ha pasado con el Estatut, la Ley Wert, las amenazas recibidas, etc. Y otra parte importante entiende la independencia como una República catalana federada con España.

No estoy diciendo que la decisión de votar a JxSí fuese la adecuada, ni mucho menos. La legítima acción común en torno a un objetivo compartido -independencia- no justifica una coalición política de sectores de "izquierda" con Mas y CDC. Digo que no debe hacerse lectura social y política equivocada de ese voto, porque eso además llevaría a ignorar sus contradicciones, que tarde o temprano estallarán salvo que su "ala izquierda" se adapte de manera definitiva al modelo "liberista" y privatizador de CDC, lo que también puede pasar, pero no es una peculiaridad "nacionalista", es lo que ha hecho, por ejemplo, toda la socialdemocracia, incluyendo al PSC, claro.

4. Se tiende a pensar que la causa principal del aumento de la participación ha sido una movilización importante de voto abstencionista, capitalizada por C's, para parar el proceso independentista. Parece confirmar eso el que, pese a la debacle del PP, la suma de votos de PP y C's en 2015 ha sido un 30% superior a la suma de los votos de C's, PP y PxC en 2012, mientras que la suma de votos JxSí y CUP es sólo un 9% superior a los obtenidos en 2012 por CDC, ERC, CUP y SI.

Sin embargo, hay que tener cuidado con esa lectura, porque en realidad el aumento de la participación no procede de un sólo polo. JxSí es en realidad quien más votos ex abstencionistas parece haber captado, 178 mil, C's 168 mil, PSC 143 mil y CUP 84 mil. De hecho, el bloque JxSí-CUP ha captado de la abstención 262 mil votos (un 13% del total de sus propios votos), el bloque unionista C's-PP 178 mil (16%) y entre PSC y CatPot 196.000 (22%). Las candidaturas que han obtenido un peso entre votantes ex-abstencionistas mayor a su peso global en el electorado han sido PSC, CUP y C's. El PP sólo ha captado en torno al 1,5% de estos abstencionistas de 2012 pero votantes en 2015.

Son bastantes conocidas algunas de las causas del avance de C's:

- La fidelidad de su electorado de 2012 (por encima del 82% han repetido su voto, mientras que la de los votantes de ERC y CiU debe rondar un 75%, las de PP, CUP y PSC han rondado el 60% y la de ICV un 45%).

- Ha quitado muchos votos al PP, unos 142.000 votos.

- Ha captado bastante voto antes abstencionista, del que procede el 23% de sus votos.

Eso explica un 73% de los votos que ha recibido. Pero lo que no suele tenerse en cuenta es que otro 8% procede de votantes PSC y, sobre todo, que un 11,7% proceden de ex votantes de CiU. En total, unos 156.000 votos de C's proceden de votantes de CiU y, en muy poca medida, de ERC, mientras que el flujo de C's a JxSí, ha sido prácticamente nulo. Ignorar esta capacidad de atracción de C's sobre una parte de ex votantes CiU que no han querido apoyar un proceso independentista (a lo que habría que sumar el 2,5% de votantes de UDC) sería un grave error político. Además, unos 20 mil ex votantes del CiU han pasado a votar PP, frente a unos 13.000 votantes del PP en 2012 que ahora han votado a JxSí. Eso indica que un sector significativo de la derecha más conservadora hasta ahora catalanista pero no independentista ha optado por pasar su voto directamente a C's o PP, pese a que PSC y CatPot presentaban proyectos catalanistas... pero de "izquierda". Los sectores más reaccionarios del nacionalismo catalan no independentista tienden a aproximarse a la derecha españolista. En el distrito rico de Barcelona, Sarrià - Sant Gervasi, C's + PP han sacado un 33% de los votos, frente a un 30% en 2012, y si en 2012 CiU sacó sola un 45% ahora JxSí no ha llegado al 44%.

Esto dicho sin olvidar que el peso de C's + PP en el distrito más pobre, Nou Barris, ha pasado de un 30% a un 35%. Es decir, los matices anteriores no pretenden ignorar que ha habido un fuerte incremento del voto a la derecha españolista, aunque desplazándose hacía su sector aparentemente más moderado y teniendo en cuenta que es muy posible que una parte significativa de votantes de C's en Cataluña se sitúen en el resto de los asuntos políticos en posiciones similares a las de quienes votan PSOE en otros lugares.

Todo apunta a que, salvo los votantes de CatPot y una parte de los del PSC, el electorado ha dado prioridad al asunto territorial, aunque hay que tener en cuenta que el voto CUP es tan anticapitalista como independentista y que una franja significativa del voto a JxSí procede de personas que se han inclinado hacia el independentismo porque ven más fácil forzar un giro social y una dinámica constituyente en el marco de una república catalana que en el de la monarquía bipartidista de 1978, en cuya "reforma" ya no creen. Volveré sobre esto.

5. Pese al crecimiento del voto "unionista" (PP+C's), no puede negarse la hegemonía del nacionalismo catalán, sobre posiciones cada vez más independentistas. En esta ocasión es difícil diferenciar el flujo de votos que corresponde a la derecha catalanista y el que corresponde al nacionalismo de izquierda, salvo, claro está, en el caso de la CUP. En las 42 comarcas catalanas la candidatura más votada ha sido la de JxSí, siendo la segunda fuerza la CUP en 14 comarcas, el PSC en 5, el PP en una y C's en el resto. Aunque la diferencia entre la primera y la segunda fuerza ha sido bastante grande en casi todos los casos, a veces abrumadora, en comarcas como Arán y Baix Llobregat la ventaja de JxSí sobre C's ha sido muy pequeña. Pero JxSí ha sacado más del doble de votos que C's y la CUP los mismos que el PP, ocupando PSC y CatPot un espacio del 22%.

La dependencia respecto a la CUP para la investidura es un obstáculo muy grande para los planes personales de Artur Mas, y el que las dos candidaturas independentistas sumen un 48% de los votos, sin alcanzar el 50%, dificulta un proceso que necesita un apoyo social muy amplio. No obstante, todos aquellos que sobre esa base hacen bandera de un supuesto 52% no independentista están ignorando que mezclar en este tema los votos del PP con los votos de CatPot no es operativo, ya que sus posturas sobre la cuestión territorial son muy diferentes. CatPot tiene una definición clara en torno al derecho a decidir de la población catalana, manteniendo la exigencia de un referéndum al respecto. El discurso del "52%" mantenido ahora por PP y C's es demagógico, porque si el independentismo hubiese sacado ese 52% o un 70% la postura de PP y C's habría seguido siendo que España es indivisible opine lo que opine la población de Cataluña, que es lo que siempre han dicho. La postura de PP y C's de no mover ficha en un diálogo sobre la cuestión España / Cataluña sólo ha obtenido un 26,5%, frente a un 70% partidario de sí hacerlo: 48% independentista, 9% por el derecho a decidir y un referéndum (CatPot) y 13% por una reforma constitucional que facilite un nuevo encaje (PSC). En ese sentido, la cerrazón del gobierno Rajoy con sus continuadas provocaciones (Ley Wert, por ejemplo) y amenazas ha sufrido un fuerte rapapolvo en las elecciones catalanas.

Para el PSC, Podem o ICV dejarse meter en la trampa del "bloque del no" unionista sería suicida, además de nada democrático, ya que ese bloque del "no" estaría hegemonizado por C's desde posturas de mantenimiento de la situación actual o, más bien, de recentralización, rechazadas al menos por el 70% de la población catalana. Por otra parte, un sondeo no muy lejano pero que hay que relativizar por ser anterior a la configuración de las candidaturas y las alianzas electorales indicaba que cerca del 40% de quienes simpatizaban con ICV eran independentistas, lo que explica su muy baja fidelidad de voto en 2015, y también lo eran un 25% de quienes simpatizaban con Podem. Es cierto que una parte de ese voto ya se ha fugado hacia la CUP o JxSí, pero las elecciones del 27S eran muy singulares y muchos de esos votos podrían volver hacia "las izquierdas" más adelante, incluso en las propias elecciones generales.

Todos o casi todos los estudios de opinión realizados en Cataluña coinciden en varias cosas:

- Más del 60% de la población quiere un Estado propio, aunque, entre esa franja, dos de cada cinco querrían que fuese dentro de un Estado federal.

- Tres de cada cuatro personas consideran que los gobiernos españoles dan un trato injusto a Cataluña y consideran insuficiente el nivel de autonomía actual, mientras que no lleva al 5% las que consideran que hay demasiada autonomía de Cataluña.

- PP y C's fueron los dos partidos a los que consideraba imposible votar un mayor porcentaje de personas.

- El 50% de la población se considera más (o únicamente) catalana que española, mientras que la situación inversa no llega a alcanzar un 8%.

En esta situación, tanto la idea de un "pueblo catalán" unido uniformemente en torno al independentismo como la idea de un "proletariado español-catalán" unionista enfrentado a una burguesía catalanista que le explota por su origen y no por su clase son ideas mitológicas que ocultan una realidad compleja que requiere una solución democrática hasta ahora bloqueada.

6. Indudablemente el PP va a tratar de sacar oro del barro de su fracaso electoral. Para ello, convertirá a Cataluña en el "coco" a temer, para sacar votos del miedo y de la cerrazón patriotera en el resto de España. Con el mismo descaro con el que ahora usa los votos de CatPot y PSC para afirmar que ha ganado el "no" a la independencia, mañana mismo empezarán a decir que Podemos y el PSOE hacen el juego a los separatistas. Sin embargo, cada vez es más evidente que la postura del PP lleva a un conflicto muy grave entre España y Cataluña. No se puede volver la espalda a la realidad y decir al 60%, por lo menos, de la población catalana que su deseo del derecho a decidir sobre su permanencia o separación de España no tiene cabida en el actual marco político ni la tendría aunque fueran un 80%, que, no lo olvidemos, es lo que dicen PP y C's, que rechazaron toda legalidad a cualquier plebiscito... hasta que decidieron a posteriori que el 27S había sido un plebiscito sumándose, con toda desvergüenza, los votos de CatPot y PSC, ante lo que ambas formaciones reaccionaron con bastante ambigüedad, por cierto.

Perdida la oportunidad de encaje estable, aunque no definitivo, que era el segundo Estatuto de Autonomía si no hubiese sido cercenado a través de la sentencia del Tribunal Constitucional, y tras sucesivas provocaciones del gobierno Rajoy contra el autogobierno de Cataluña y contra la enseñanza en catalán, no parece que la tensión en torno a la cuestión territorial pueda relajarse sin una vía de diálogo en la que se reconozcan canales efectivos para que la vía independentista pueda llevarse a cabo si lo desea la mayor parte de la población de Cataluña. Si para ello basta el actual 48% (sin que eso signifique que haya un 52% en contra), un 51% o un 60%, es discutible, pero no hay diálogo posible desde la postura que afirma que aunque lo quisiera el 90% eso no sería ni discutible, que en definitiva es lo que dicen PP, C's y también PSOE, aunque éste se muestre abierto a un mayor reconocimiento constitucional de la singularidad de Cataluña.

Por eso, estoy de acuerdo en la decisión de CatPot de dar prioridad al eje social pero a la vez defender el derecho de la población catalana a tomar una decisión sobre sus vínculos con el Estado español a través de un referéndum, aunque creo que habría sido conveniente reconocer explícitamente que sobre el voto a dar en él conviven posturas diferentes en la coalición y que cada cual votaría en conciencia sobre ello en el Parlament o en una hipotética consulta. Con esto no quiero decir que CatPot lo haya hecho bien, ni mucho menos.

7. Analizar los resultados del 27S desde el punto de vista tradicional "izquierda / derecha" o "arriba / abajo" es muy difícil, ya que JxSí es una especie de "frente popular" independentista en el que conviven una derecha muy reaccionaria en cuanto a política socioeconómica (CDC) –y que habría obtenido resultados desastrosos de haber ido sola a las elecciones-, una "izquierda nacionalista" arraigada históricamente en la "pequeña burguesía" o clases medias, tipo ERC ,y gentes procedentes de PSC o ICV, desde el punto de vista de sus votantes se repite esa diversidad con más fuerza, contando entre ellos a bastantes personas votantes del PSC en tiempos de Raventós o Maragall. Además, una parte de las figuras públicas de JxSí han manejado con mucha habilidad la potente idea de "república catalana" y de cambio de régimen político en un momento en que, dado el desinfle de Podemos y las desastrosas conversaciones sobre "confluencias", las ilusiones en que las elecciones de diciembre de 2015 pudieran crear una relación de fuerzas "constituyente" en las Cortes españolas también se han desinflado. La idea de que JxSí es una herramienta provisional para constituir una República catalana en la que cada mochuelo volvería a su olivo político se extendió bastante durante la campaña. En realidad, JxSí ha logrado esa transversalidad a la que aspiraba Podemos y que podía conseguir hasta que la confundió con "centralidad" y confundió un organismo político vivo con una máquina gestionada desde un centro de control.

8. Mis simpatías, sin identificación plena, respecto a las candidaturas presentadas en Cataluña van por CatPot y CUP. De hecho, creo que ambas fuerzas deberían establecer un pacto urgente en torno a un plan de emergencia social a llevar al Parlament de Catalunya, proponiendo un diálogo en torno a esa propuesta a PSC y a las franjas "progresistas" presentes en JxSí para un esfuerzo común para sacarlo adelante en el Parlament catalán, al margen de que CUP también hace bien en exigir a JxSí en su conjunto que lo haga; si va a ser socia de Mas, lo que no me parece una buena idea, no está de más que les apriete las tuercas. Sin embargo, querría hacer una reflexión en particular sobre los resultados de CatPot, yendo más allá del ámbito catalán, ya que sin duda alguna la intervención de los dirigentes de Podemos ha influido en la campaña y lo ocurrido en Cataluña influirá en las generales.

Los resultados de Catalunya Sí que es Pot son malos, ya que quedan en escaños y en porcentaje por debajo de los obtenidos en 2012 por ICV-EUiA, pese a la entrada de Podem y Equo en el acuerdo. Cierto es que no ha sido un derrumbe, de hecho se han obtenido casi siete mil votos más (pero con dos escaños menos), pero no era ese el tipo de "avance" para el que se creó Podemos y para el que había condiciones, como indicaba Pablo Iglesias cuando, en una entrevista con La Hiedra en mayo de 2014, declaró que:

"Lo que decimos, que quizá implique matices con respecto a lo que dicen los compañeros de IU, es que de alguna manera hay una gente que se queda fuera de los discursos tradicionales de la izquierda, que la izquierda, mientras asuma que las etiquetas ideológicas, que nuestras señas de identidad, son lo que nos definen para hacer política, tenemos un techo. Un techo que puede ser el 10, el 12, el 15, o el 17%, y es necesario manejar un lenguaje político que de alguna manera se vincule con una mayoría social que existe. Eso implica ser generoso, adaptar el lenguaje a las circunstancias, no asumir la izquierda como una religión sino, en última instancia, como un instrumento que tiene que servir a los de abajo".

Eso era muy acertado, pero no lo fue ni convertir esa tarea en una promesa segura de victoria si se dejaba a su equipo llevar el timón, ni asumir Podemos como una religión ni mantener lenguajes apocalípticos como el de "tomar los cielos por asalto" o tomados de proyectos de ingeniería política academicista.

Parte de las "autocríticas" por los resultados realizadas han insinuado algo sobre la poca idoneidad del candidato Rabell. No lo comparto, creo que CatPot elaboró un programa bastante bueno, aunque demasiado largo y con vacíos clamorosos respecto a temas como la Unión Europea, abordado casi exclusivamente desde el punto de vista de compertencias de la Generalitat, pero sin tratar una estrategia para la UE, pese a que ICV tenía bastante avanzado en ese sentido y Podemos inició en el Parlamento europeo su viaje institucional. Lluís Rabell, en lo que ví y escuché, estuvo muy bien, fue un muy buen candidato, venido de la lucha social y no de un casting de imagen o de fidelidad a tal o cual líder. Por tomar la referencia más conocida en España, en el debaje que hubo en La Sexta Noche no cabe duda de que fue el mejor de los candidatos.

También se ha señalado que los malos resultados son consecuencia de la polarización entre independentistas y no-independentistas, aplastando a quienes estaban en posturas de consulta para decidir (CatPot) o reforma constitucional (PSC). Eso es verdad y muchos votantes de ICV en 2012, más de la mitad, han optado ahora por candidaturas independentistas, pero no es suficiente explicación. El PSC, aunque perdió unos pocos miles de votos respecto a 2012, recuperó bastante terreno durante la campaña electoral, mientras que CatPot retrocedió a lo largo de la campaña. Tiene que haber algo más. Voy a sugerir algunos de esos posibles "algo más".

El primer de ellos es el retroceso sostenido que desde hace bastantes meses muestran las expectativas de voto de Podemos en toda España; es muy posible que desde el momento más boyante se haya perdido entre un 40% y un 50% de potenciales votantes. No tengo ninguna duda de que eso también se ha expresado en Cataluña. Las consideraciones sobre las causas de ese reflujo no caben en este artículo, aunque quiero decir que son causas propias, ligadas a los clamorosos errores del liderazgo de Podemos, ya que atribuirlo a los ataques del enemigo carece de sentido, ya que eso forma parte de los "fenómenos de la naturaleza", con los que hay que contar inevitablemente. Algunos dirigentes de Podemos repitieron demasiadas veces que lo único útil sería que Podemos ganase las elecciones como para que cuanto más parezca alejarse ese horizonte más desmoralización o desconfianza entre quienes les creyeron y no han asumido aún que el cambio social es un proceso largo de luchas en el que se requiere persitencia y construcción de un poder social desde abajo.

En segundo lugar, creo que si bien el programa de CatPot era bastante interesante y novedoso en lo que se refiere al tema España / Cataluña, en la campaña electoral, al menos en la parte que yo he visto o aquella a la que los medios han dado más difusión, ese programa se ha convertido en una postura simplista y mutiliada, que giraba en torno a dos ideas: la de que había que realizar una consulta pactada con el Estado y, al menos en las intervenciones de los líderes no catalanes de Podemos, la de que ellos no querían la separación aunque reconociesen el derecho a decidir.

Sin embargo, eso está muy lejos del proyecto incluido en el programa de CatPot, el de una Una hoja de ruta constituyente para refundar el país. En el capítulo así denominado del manifiesto Declaració per al canvi social i polític a Catalunya, se explicaba así:

Un proceso constituyente es la respuesta estratégica al agotamiento del actual modelo institucional y social y a la necesidad de iniciar una nueva fase. Permite articular el malestar social, nacional y democrático, sintetizándolo en un proceso de recuperación de la soberanía en todos los aspectos y de extensión de la democracia de nuestro país; por eso, las elecciones del 27S deben ser constituyentes: se ha acabado una etapa y hay que empezar otra.

Catalunya necesita iniciar un proceso constituyente propio –fundamentado en la plena soberanía del pueblo catalán como sujeto colectivo que puede decidir su futuro– que no esté subordinado ni sea subalterno a ningún otro marco. La apertura de un proceso constituyente catalán propio y no subordinado es la contribución que desde Catalunya podemos hacer a la ruptura del Régimen de 1978 en todo el Estado, desde una voluntad de colaboración fraterna entre los pueblos y desde el impulso de procesos constituyentes que puedan interinfluirse y favorecerse mutuamente desde la propia identidad de cada uno.

Iniciar un proceso constituyente no prefigura el resultado final de la relación que Catalunya deba tener con el resto del Estado: una república catalana es tan compatible con un horizonte independentista como con uno federalista o confederalista.

Además, en el documento-programa completo, la propuesta de proceso constituyente catalán iba acompañada de consideraciones sobre que la etapa autonómica se había agotado en Cataluña, que ésta debía pasar a ser un sujeto político soberano, que Cataluña es una nación, que hay que garantizar la continuidad de la inmersión lingüística y consolidar el catalán como lengua vehícular en la educación...

Pues bien, esta propuesta fuerte, diferente tanto de una "declaración unilateral de independencia" hecha en el Parlamento sin una dinámica social constituyente previa como del inmovilismo recentralizador de PP y C's se ha esfumado a lo largo de la campaña, o, al menos, eso es lo que me ha parecido. No excluyo, desde luego, que en los actos que no he seguido, casi todos, se haya dado relieve a la idea del proceso constituyente catalán, pero mi impresión es que en lo que ha llegado al "gran público" todo esto ha desaparecido, quedando sólo la idea de que CatPot era no-independentista (lo que no es cierto, pues no era independentista ni no-independentista) pero defendía que se pudiese tomar una decisión al respecto en el marco de una consulta pactada con el Estado.

Pero esa versión débil del proyecto programático de CatPot no era capaz de soportar la tensión de la polarización, mientras que la propuesta de proceso constituyente catalán no sometido a ningún otro marco, unida al proyecto social, quizá hubiese podido generar un polo de atración sobre el amplio sector de la población que quiere más competencias para Cataluña o que quiere un Estado catalán pero como república catalana federada con España, o incluso sobre independentistas con prioridad social como muchos de los que votan CUP.

Así como la idea de mayor autogobierno vía autonomía perdió toda credibilidad con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el segundo Estatuto, la idea de la consulta como solución perdió casi toda su credibilidad el 9N2014. Proponer como salida una mera consulta o la reforma constitucional ha perdido toda credibilidad en Cataluña; al hablar sobre eso, muchas personas te dicen "el 9N ya intentamos hacer la consulta y fue boicoteada, convenced vosotros al PP y al PSOE de que acepten un reférendum en condiciones y hablamos, pero mientras tanto es una vía sin salida" o "si se cargaron el Estatut no me cuentes que van a aceptar reformar la Constitución, no podemos esperar a que se produza esa reforma". Y tienen razón.

Este error fue agravado por unas frases de Pablo Iglesias en un acto de la campaña, en las que saco a relucir la cuestión de los orígenes, algo que en Cataluña no es oportuno ni refleja los sentimientos de sus habitantes. Llamar a los barrios populares a sublevarse contra las élites económicas, a "sacar los dientes para echar a Mas y a Rajoy", "abajo" contra "arriba", está muy bien si realmente se construyese un proyecto desde ese abajo y no una "máquina electoral", y no estaría mal hacerlo en Madrid dejando claro que la casta no son sólo ni principalmente unos cuantos políticos o algunos banqueros ya en caída, sino una fuerte oligarquía económica capitalista y las élites políticas y dinásticas, pero identificar a esos barrios populares con “aquellos que no se avergüenzan de tener abuelos extremeños o andaluces" fue un error nefasto, en dos sentidos: irritó a muchas personas que tienen esos orígenes familiares, o incluso personales, que no se avergüenzan de ello, pero quieren ser tratados como catalanes que son y no como eternos "inmigrantes" e irritó a muchas personas que viven en esos barrios y que son de origen catalán, pues se vieron excluidas de ese llamamiento pese a que ellas también vienen desde hace tiempo rechazando a Mas y Rajoy y luchando contra ellos.

Pero volviendo al proyecto político, la cuestión del proceso constituyente sigue planteada de cara al nuevo Parlamento catalán y la nueva fase política. "Hagamos una consulta" (¿otro 9N?) o "Esperemos a que cambien el gobierno de España y pactemos con el nuevo una consulta legal" son frases vacías, no son alternativas ante la "declaración unilateral de independencia" ni ante lo que significan C's y PP. Es un "no proyecto", un salir del paso. Y, sin embargo, hay una alternativa significativa y está escrita en el programa de CatPot, el proceso constituyente catalán. Un proceso que no tiene que esperar a un cambio de posturas del PP o de PSOE ni a un cambio de gobierno en La Moncloa. Un proceso que no delega en la mayoría parlamentaria en el Parlament decidir las relaciones Cataluña / España y que tampoco espera ningún permiso del Estado para iniciarse. Un proceso que debe incluir un referéndum, tras muchos debates parlamentarios y muchos debates sociales, y quizá tras la convocatoria de una Asamblea Constituyente de Cataluña, pero no puede empezar con la idea de un referéndum, que o sería otro 9N más débil o sería un fantasma, un compás de espera hasta ver qué aires corren por el nuevo gobierno de España después del 20D. Y sobre eso voy a ser claro: creo que el nuevo gobierno de Españs en 2016 podrá llegar a ser -o no- más abierto en cuanto a márgenes de autogobierno y de reconocimiento de la identidad nacional catalana, pero no creo que logremos resultados lo suficientemente buenos como para que reconozca el derecho a decidir de la población catalana, incluyendo el derecho a la secesión si así lo decidiera. Por descontado que desde el resto de España debemos trabajar para que se reconozca el derecho a consulta y el derecho a secesión, sin tener que estar de acuerdo con ella, pero la situación en Cataluña va ya más allá de la demanda de reconocimientos, sino que implica pasos prácticos, desobediencias específicas, caminos a recorrer... JxSí y CUP han dicho, con menos o más sinceridad, algo que sonaba a "por ahí, hagamos camino", C's ha dicho "retrocedamos", pero CatPot y PSC han terminado emitiendo un mensaje del tipo "estamos hablando con unos ingenieros de caminos a ver si hacen una carretera, llevan años diciendo que no pero igual convencemos a unos nuevos que quizá lleguen".

Catalunya Sí que es Pot no ha logrado transmitir un proyecto de ruptura con el régimen de la monarquía, el bipartidismo y las oligarquías económicas, y sin embargo avanzaba mucho en su programa hacia ello. Por el contrario, JxSí, pese a tener dentro a una parte de la peor derecha catalana, sostenedora y parte del régimen desde 1978, y más aún la CUP sí han transmitido esa imagen de potencia constituyente, de oportunidad de empezar de nuevo, aunque ésa sólo sea la voluntad real de la CUP. Toda lectura de los votos independentistas que no comprenda eso sería, según mi interpretación, una falsa lectura, una lectura "tópica", anticuada, que se ha queda en la espuma sin pasar a las siguientes páginas, a las corrientes submarinas. Personalmente, creo que la oportunidad constituyente que en un momento se abrió a escala de toda España se ha diluido mucho, que el momento del cuestionamiento social del conjunto del régimen que hubo por algunos meses ha pasado -por el momento-, que la idea de "ruptura" a corto plazo ha perdido fuerza, pero también creo que en Cataluña esa tensión sigue presente y una parte de la sociedad, sin ser especialmente "nacionalista", ha girado hacia la independencia precisamente porque en ella ven la oportunidad de un inicio constituyente bloqueado en España. En parte, es una ilusión, porque una república catalana no tendría rey pero posiblemente seguiría dominada por un pacto entre élites económicas y élites políticas, pero sería un error colosal ignorar la componente positiva, de ansia de cambio, presente en esa tensión, que bien podría reciclarse como tensión social frente a sus propias élites. Así como ahora la idea de República no tiene demasiado impacto social en España, la idea de república catalana es una idea fuerte en Cataluña.

No todo lo ocurrido el 27S tiene lectura negativa, hay propensiones positivas pero hay que saber aprovecharlas. Así, desde lejos, y con altas probabilidades de que me equivoque, creo que la propuesta de lanzar ya un proceso constituyente catalán es muy potente, tanto si se consigue que se inicie ya, con las limitaciones inherentes a lo que es JxSí, como, en todo caso, para iluminar las contradicciones de la coalición independentista, abrir brecha entre los sectores populares que han votado a C's y abrir una ventana de posibilidad hacia unas nuevas alianzas políticas y sociales.

El segundo gran problema que veo en lo hecho por Catalunya Sí que es Pot (candidatura a la que hubiera votado si viviese en Cataluña) tiene que ver con las candidaturas y el proceso de formación. Mi impresión es que todo se ha hecho por arriba, fruto de un pacto entre la cúpula de ICV y la cúpula de Podemos. Digo Podemos, no Podem, todo apunta a que Podem, su consejo ciudadana, su secretaria general, no han pintado casi nada, y eso, en Cataluña, tiene un alto precio. Después, se ha invitado a sumarse a EUiA y Equo, dando algunos pequeños retoques más. Desde arriba, entre los cuatro partidos, se ha definido las candidaturas y el programa. Esas candidaturas no se han sometido a elecciones primarias, sino a una inútil "validación" en la que sólo se podía votar Sí o abstenerse, con la consecuencia de que finalmente esas candidaturas sólo han sido ratificadas por unas 2500 personas en toda Cataluña.

La verdad es que, pese a dotarse de nombre propio y de un buen candidato a la presidencia con cierta autonomía respecto a los partidos y procedente de la la lucha social, lo que se ha hecho ha sido una sopa de cuatro siglas. La presencia de los dirigentes de Podemos en la campaña ha sido excesiva, su discurso ha sido poco modesto y prudente, saliéndose del segundo plano en el que habrían sido más eficaces, y han tapado a las personas candidatas y sobre todo han tapado a las personas vinculadas a Podem, que aparece con un perfil sucursalista muy dañino para su propio proyecto. Tampoco emite credibilidad una candidatura en la que, en el colmo del sectarismo y de la manipulación partidista, dos de quienes la apoyaban, Iglesias y Garzón, no podían coincidir en el mismo acto, supeditando los intereses de CatPot a estrategias particulares -desastrosas por otra parte- de cara a las elecciones generales.

CatPot no ha aprovechado nada del impulso social que supuso Barcelona en Comù (BeC), lo que creo que podría haberse hecho aunque BeC no se implicase como tal en la campaña, lo que me parece un acierto a la vista de cómo se han llevado las cosas. En la ciudad de Barcelona CatPot ha sacado la mitad de lo que sacó BeC; una parte de la otra mitad puede haber ido hacia la CUP, pero más de 50.000 votos deben haber ido en otras direcciones (¿PSC, JxSí, C's?). Y esto no parece un problema exclusivo de Cataluña. Hay una enorme distancia entre la imagen positiva que están dando las candidaturas municipalistas que hoy gobiernan muchos municipios de España y la imagen de las fuerzas políticas organizadas, especialmente Podemos e IU.

A estas alturas parece muy difícil encontrar una solución buena al tema de las candidaturas de cara a las elecciones generales en toda España. En ningún momento el verdadero debate ha sido si había candidaturas "de la gente", hechas desde abajo, o una coalición estatal entre Podemos e IU, postura está última que no planteado nadie o casi nadie. Algunos núcleos del activismo social han intentando promover la línea de "candidaturas de la gente", de forma que la propia gente interesada, "una persona, un voto", hiciera el programa, eligiese las candidaturas con criterios a la vez abiertos y proporcionales (como hizo Ahora Madrid), decidiese incluso el nombre de la candidatura si había polémica en ello, y estoy seguro de que no habría habido problema en que "Podemos" fuera parte de ese nombre. En vez de empeñarse en que Iglesias y Garzón se pusieran en (des)acuerdo, habría que haber buscado acuerdos en un espacio abierto a todas las gentes que quieren en el cambio.

Hecho así, la mayor parte de los problemas se hubierán resuelto de una forma razonable. Pero no ha sido posible. Posiblemente iremos a las elecciones con varias "maquinas electorales", no siendo lo peor que sean varias sino que todas han mermado sus fuerzas en un camino muy mal hecho, en el que los aparatos de los partidos han pensado más en sí mismos que en la urgencia social y política.

Y, sin embargo, eso será lo que tendremos para el 20D, posiblemente. Y eso es lo que tendremos que usar, sin ilusiones pero sí con inteligencia, para avanzar lo más que se pueda en dos objetivos: a) derrotar al PP, echarle del gobierno; b) llevar al Congreso y, en la medida de lo posible, al Senado al mayor número posible de personas que se muevan en ese espacio crítico que en las elecciones municipales se ha expresado a través de muchas candidaturas municipalistas y que en éstas posiblemente lo haga, con menos arraigo social, por medio de candidaduras de partido o de coaliciones entre partidos o de partidos cubiertos bajo un paraguas de supuesta unidad popular.

Podíamos haber aspirado a más, sí, pero los errores se pagan. Pero tampoco sería poco conseguirlo. Con menos ilusiones que hace unos meses, pero quizá eso no sea malo porque las ilusiones suelen llevarnos a movernos muy deprisa por sendas que no llevan a ningún sitio en vez que impulsarnos, más pausada y tenazmente, hacia donde queremos ir sabiendo que no será fácil. Y sabiendo siempre que los momentos electorales son eso, "momentos", importantes, pero que mejorar nuestras vidas requiere un esfuerzo social continuado, cotidiano, en todos los ámbitos de relación social.