Trasversales
Blockupy goes Athens

#ThisIsAMovement - #EstoEsUnMovimiento

Revista Trasversales número 36 octubre 2015

http://athens.blockupy.org


De repente, nuestro mundo está nuevamente patas arriba. De nuevo quienes se sublevan son precisamente las personas cuyas vidas no importan nada a las élites europeas. Aquellas destinadas a ser una mera estadística o, como mucho, objetos de una paternalista administración de la miseria.

El golpe de Schäuble contra el OXI griego no ha sido la última palabra en la lucha por otra Europa. No. Pues quienes alzan vallas, memorandos y ejércitos por encima de las personas no pueden evitar que esas vidas retomen su derecho a romper con el orden. Hemos discutido durante los últimos meses sobre los pros y contras de la soberanía nacional europea. Nuestras amigas y amigos sirios y otros muchos procedentes de Iraq, Afganistán, Eritrea o los Balcanes han demolido las fronteras encontradas a lo largo del camino que han recorrido para llegar hasta nosotros. Van a seguir viniendo y no se van a detener.

Nos transmiten así, una vez más, un claro mensaje sobre los horrores cotidianos que tienen lugar en serie sin que se les vea un final cercano, pero también un mensaje sobre la fuerza de lo común que se manifiesta por medio del cruce colectivo de las fronteras. ¡Qué señal de esperanza, de coraje y de desesperación emiten las y los sirios que echan abajo el alambre de púas europeo lanzando el lema característico de su revolución: ¡democracia, libertad, dignidad!, presente ahora por doquier. Y la Europa de las luchas está más viva que nunca.

El triunfo sobre el OXI griego no ha resuelto la crisis, por el contrario ésta se ha difundido por toda Europa. La esperanza “griega” ha perdido intensidad y las luchas en torno a ella o contra ella están en punto muerto. Pero ahora, desde “las afueras”, ha llegado una nueva aportación. Por el momento, el enorme número de personas decididas a sobrevivir y a obtener protección y ayuda está colapsando los sistemas de control y seguridad.

El estado de emergencia en la periferia de nuestra sociedad centro-europea ya no se limita a amenazar el corazón de esta sociedad en esporádicos y recurrentes episodios, sino que ahora está radicalmente presente, porque las vidas de las otras y los otros ya no se negocian en los márgenes, pues, tras su entrada aquí, se autonegocian con una fuerza que nadie había previsto.

Cómo comportase con la Unión Europea

Los movimientos migratorios siempre han existido. Sin embargo, los acontecimientos actuales tienen rasgos inéditos. Estas fugas masivas están devolviendo a Alemania y Europa occidental al mundo real. Así se vuelve a plantear la cuestión la democracia europea y, con ella, la de nuestro futuro.

De nuevo ha sido planteada por las luchas desde abajo, como en Grecia, pero ahora con la participación de “los otros”, que traen consigo la demanda de igualdad y libertad, en muchos lugares en muchos movimientos que no pueden ser contenidos, presionando y asediando la misma fortaleza. Las personas se sublevan, abaten barreras y van hacia donde quieren ir. Y ese es el modo de comportarse con la UE. Así se maneja con la UE. Quizá las personas de izquierda no modeladas por la ideología o por graníticas autocertezas podrán encontrar aquí una respuesta a sus dudas sobre la “Grexit” [salida de Grecia del euro] o quizá incluso encontrar su “tercera vía”: contra el orden normativo, el control y las fronteras del orden dominante. A pesar de nuestras visiones y de nuestras tradicionales, prácticas “de izquierda”.

Cuando el demos toma la decisión correcta

En cierta medida eso mismo está sucediendo con la sociedad civil europea, que durante años ha sido el objetivo inalcanzable de programas educativos y subsidios estatales. Esa sociedad civil existe, por un lado, como invocación ritualizada y como movimiento institucionalizado. Pero, por otro lado, puede también actuar como un demos europeo en un gesto radical de las y los muchos. Y eso es precisamente lo que está sucediendo.

Con abundancia de eventos y entusiasmos, aunque con consecuencias totalmente abiertas, ha surgido y se ha hecho ver en las estaciones ferroviarias y en las rutas de la gran rebelión migratoria. Se encuentra en Hungría (sí, también en Hungría), Italia, Grecia, Polonia, Dinamarca… con diferentes amplitudes y formas. Este demos ya surgió en el periodo de las protestas contra la austeridad y ahora resurge, contra la homogeneidad patriotera de la democracia mayoritaria, contra la mordaza de las políticas estatales.

Este demos puede actuar correctamente, sobre todo cuando el estado de emergencia se muestra sin soberanía, sin un Estado, sin control institucional. Pero, evidentemente, también existen otras opciones, otra parte que toma decisiones: las casas incendiadas bajo el aplauso de parte del vecindario, los ataques racistas. No bajemos la guardia contra el fascismo, no olvidemos que la nueva solidaridad, para ser eficaz, requerirá batallas y la difusión social de muchas otras batallas grandes o pequeñas, desde la apropiación laica del “derecho de asilo en los lugares de culto” como espacios de estancia y acogimiento hasta las luchas en favor de iniciativas por la protección y la libertad de movimientos de los refugiados, o la construcción de redes transnacionales de solidaridad desde las islas griegas hasta el puerto de Calais.

La autonomía de las migraciones y de quienes forman parte de ellas siempre ha existido. Pero ahora pueden hacerse sociales en un grado mucho mayor. Esto nos coloca ante el problema de la democracia y, a través de la radicalidad de su efectiva realidad, se presenta ante nuestros ojos como una pregunta social, que afronta directamente a sus interlocutores, la gente, no al Estado o a sus representantes. Ese es nuestro desafío, nuestra oportunidad.

Prácticos, solidarios y desobedientes

El reciente #refugeeswelcome #refugiadosbienvenida es un plan alternativo ante el egoísmo nacional y el proteccionismo nacional-patriotero. Su espíritu no se hace preguntas sobre el empleo o la utilidad económica, sino sobre la solidaridad y la humanidad.

Aquí se inicia el disenso frente al vigente “pacto” con los poderes estatales. Se trata de una actitud práctica y solidaria, de un rechazo tajante de las condiciones tenebrosas impuestas habitualmente bajo el impacto de la crisis, se trata de escupir al rostro de todas las afirmaciones del tipo “aquí ya no cabemos más”, la “oleada de refugiados“, los “obstáculos concretos” y las “disciplinas presupuestarias”.

Así se inicia la acción política y la ruptura potencial con el poder constituido. ¿Qué hacer? Esta pregunta se dirige en este momento a toda la izquierda. También lo sabe el poder soberano, que en algunos momentos ha titubeado, y que está empezando a reajustar su control y su mando sobre la sociedad. Pretenden expulsar de nuevo este estado de emergencia hacia la periferia.

¿En qué punto nos encontraremos cuando empiece el invierno?

Si seguimos siendo iguales a como éramos antes, seremos parte de la vieja sociedad, por muy de izquierda que nos sintamos. Si cambiamos, contribuiremos a que haya una oportunidad para un potencial despertar social. Entre nosotros reina la inseguridad y la confusión: quienes saben que es necesario cambiar, aún no saben cómo.

Los “otros”, sin embargo, se nos han unido y nos lanzan un reto. Si han demostrado que son capaces de hacer lo impensable, ¿cuándo empezamos nosotros, al menos, a pensar lo impensable?

Quienes están luchando por una Europa diferente, por la libertad y la igualdad, contra la guerra y la austeridad, hoy están menos solos. El #refugeeswelcome que se está propagando deja claro que la democracia real es una cuestión de correlación de fuerzas.

15 septiembre 2015