Trasversales
Consejo editorial de Trasversales

Cara a cara con el PP

Revista Trasversales número 35, junio 2015



Las elecciones del 24 de mayo han sido test y acelerador para un nuevo y plural sujeto político derivado del sujeto social constituido en los procesos de lucha y de indignación frente a los recortes sociales y a la regresión autoritaria. Ese sujeto político incipiente ha obtenido una presencia institucional significativa, ganando importantes alcaldías como las de Barcelona, Madrid, Zaragoza, A Coruña, Cádiz, Valencia, Santiago y otras, y podría obtenerla también en las próximas elecciones generales. Emerge a través de herramientas como Podemos, Compromís, convergencias activistas tipo "Ganemos..." y candidaturas municipalistas de "unidad popular" que han surgido en cientos de municipios, y también candidaturas de IU en lugares como Zamora u otros municipios.

En sondeos post 24M la respuesta mayoritaria a la pregunta "¿Quién ha ganado?" fue Podemos, "etiqueta" que apunta a un espacio aún más incluyente, sobre todo en el ámbito municipal. En votos, concejalías o escaños en los parlamentos autonómicos PP y PSOE siguen en primer lugar, perdiendo entre ambos más de tres millones de votos municipales y trece puntos, pero políticamente es lógico que el magma marcado en esa encuesta como "Podemos" aparezca como primer ganador, ya que la confrontación que ha marcado el proceso electoral no ha tenido lugar entre el PP y un PSOE que no ha recuperado la credibilidad perdida desde mayo de 2010, sino entre PP y las formas políticas emergentes de la indignación social. En una situación en la que una parte muy amplia de la población, con razón y sentido común, sentía la urgencia vital de derrotar al PP y resquebrajar su asfixiante monopolio institucional, quienes han desafiado cara a cara al PP, a su política, a sus manejos y a su connivencia con las élites económicas privilegiadas, han sido Manuela Carmena, Ada Colau, Mónica Oltra, Pablo Echenique, Xulio Ferreiro y miles de personas que se han dejado la piel en este esfuerzo colectivo. Las polémicas del PP con el PSOE durante la campaña electoral fueron rutinarias, porque los "cañones" ideológicos, publicitarios y mediáticos del PP orientaron su fuego contra Podemos y las candidaturas municipalistas, mientras el PSOE retomó la manida imagen de "concentrador" de voto contra la derecha, pese a que los sondeos y el ambiente social le desdecían cada vez más.

Esa confrontación la perdió el PP, pues la campaña electoral y el "miedo a los soviets" sólo le ha servido para desacreditarse aún más. La mayor parte de las candidaturas municipalistas o las de Podemos o de Compromis han emitido cercanía y credibilidad, con proyectos centrados en las necesidades más urgentes de la población, en la limpieza de la gestión y en la participación ciudadada, trasmitidos por personas que, sin pretender ser "perfectas", por su manera de vivir, por su compromiso social y por sus propuestas no han aparecido como "políticos de oficio" sino como personas dispuestas a cumplir durante un tiempo funciones públicas en aras del bien común sin buscar su promoción personal.

Estamos en un momento caracterizado por una fuerte crisis del PP, un PSOE que recupera poder institucional pero condicionado y con el menor apoyo electoral de toda su historia (por debajo incluso de los resultados de 2011, que se consideraron catastróficos) y tironeado entre quienes querían un pacto implícito con el PP y quienes han optado, correctamente, por la búsqueda de acuerdos de investidura con las candidaturas emergentes, ya que la otra vía sería suicida, con elecciones generales a la vista y con un espacio político alternativo de configuración compleja que ha alcanzado significativa influencia social y fuerte presencia en las instituciones municipales y autonómicas. Es una situación mucho mejor que la que había antes del 24M, pero cuya evolución no está decidida; se han ganado posiciones, se ha ganado fuerza, pero no se ha ganado un conflicto político y social que es y será duro, largo y difícil. Las decisiones que tomemos cada persona y cada organización puede tener consecuencias decisivas.

En primer lugar, será decisiva la utilización que se haga de los espacios institucionales obtenidos, que se demuestre que esa presencia es útil para las personas y mejora su vida con una gestión limpia, a la vez que se generan herramientas para la participación efectiva de la población en la gestión municipal. Se entra a las instituciones para hacer de ese poder parcial, como gobierno o como oposición, una herramienta útil más al servicio de la mayoría de la sociedad y de sus luchas. Los pactos de investidura han sido totalmente necesarios para minar el poder agobiante del PP, sin embargo hay que ser muy prudentes en cuanto a las coaliciones de gobierno si no hay bases sólidas que den garantías contra el riesgo de un pronto estallido, aunque en algunos lugares se han alcanzado acuerdos programáticos con contenidos muy avanzados (por ejemplo, en torno a la Comununidad valenciana).

En segundo lugar, Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Marea Atlántica, Por Cádiz sí se puede y procesos similares tienen que mantener su identidad aglutinadora a la vez que plural, en las instituciones pero también sobre el territorio en que habitamos día a día. No podemos ignorar que las victorias más potentes se han obtenido precisamente a través de ese tipo de herramientas; incluso algunas de las candidaturas autonómicas de Podemos, como la de Madrid, también era integradora de personas de otros partidos o independientes. De alguna manera, hay que empezar a trabajar para que ese tipo de confluencias estén presentes y se extiendan más aún en las próximas elecciones generales, sin prejuzgar por el momento la forma más adecuada y sin precipitarse en cerrar conclusiones al respecto, pero sí manteniendo ese espíritu de convergencia, de colaboración y de que las grandes decisiones de las coaliciones y alianzas ciudadanas no se tomen en una mesa redonda sino por toda la población que quiera apoyar esos proyectos. Ese es el camino para encarar el desafío de las próximas elecciones generales.

Hay que entender que los gobiernos municipales y autonómicos que escapen de la órbita de lo hasta ahora "instituido" van a sufrir todo tipo de presiones, provocaciones y agresiones de la oligarquía económica, mediática y política, presiones que pueden llevarnos a la capitulación o al fracaso salvo que la acción institucional se apoye sobre (y apoye a) una participación y una movilización social autónoma, con su propio esqueleto de organización y de apoyo mutuo y cooperación, dispuesta a apoyar las políticas justas surgidas de las instituciones pero también a reinvindicar, presionar, vigilar y criticar cada vez que haga falta a la misma gente que hemos enviado con nuestro voto a las instituciones.

Pensar que la proximidad de las elecciones generales permitiría posponer esa tarea sería suicida. Suicida para quienes estamos fuera de las instituciones, que no podemos delegar en nadie la resolución de nuestros problemas, y suicida para nuestras aliadas y aliados en las instituciones, que no podrán vencer las resistencias y ataques de las élites si no cuentan con la gente. Confiamos en Manuela, Ada o Mónica, pero ante todo tenemos que confiar en nuestra propias fuerzas y usarlas en común, como ellas han hecho.