Trasversales
Alexis Tsipras

La agenda neoliberal y la socialdemocracia europea

Revista Trasversales número 33 noviembre 2014 (web)

Intervención de Alexis Tsipras en el seminario Transform Europe!


 

Os agradezco haberme invitado a vuestro seminario de dos días, muy interesante y muy útil políticamente.

La crisis actual de la socialdemocracia es equivalente a la crisis de Europa. Cuanto más aquella siga siendo una espectadora de su propio callejón sin salida estratégico -y yo diría que también histórico- tanto más sus respuestas a los desafíos actuales seguirán basándose en los reflejos conservadores de los años 90. Y tanto más perderá el ritmo de la historia, porque los desafíos de la actual coyuntura han cambiado de signo.

Las consecuencias de la profunda crisis, que tiene muchos aspectos y que se retroalimenta a sí misma, influyen en la superstructura y ya han modificado las actitudes sociales y las estrategias políticas.

En este nuevo contexto, la socialdemocracia europea tendría que cambiar para poder existir. Si no lo hace, se transformará en una pequeña fuerza complementaria de la derecha neoliberal, tal y como ha ocurrido en Grecia con el PASOK de Venizelos, cuyo arrogancia histórica y política sólo debería servir a los socialdemócratas europeos como ejemplo a evitar.

Hoy, adaptarse a la realidad es radicalizarse. Y la radicalización consiste en convertir en programa político las resistencias y reivindicaciones de la mayoría social progresista contra la barbarie neoliberal. Desde los indignados que en España engendraron Podemos y que en Grecia hicieron caer al gobierno Papandréou e hicieron más fuerte a Syriza, tanto que hoy sólo está a un paso de gobernar el país, hasta la transición del Sinn Fein en Irlanda, que ha pasado de ser una organización nacionalista a ser una fuerza política de izquierda fuerte y fiable, con opciones directas de acceso al gobierno. Y en Italia, donde las protestas masivas prosiguen y, junto a la huelga general programada por la CGIL contra la austeridad y el desempleo, por la protección de los derechos de los trabajadores, dan forma conjuntamente a las transformaciones políticas y prueban que la sociedad tiene fuerza y dinamismo. Sus resistencias resaltan los verdaderos retos actuales y producen resultados políticos, de claro signo progresista. Así, la sociedad pone de relieve la única solución gubernamental alternativa a la barbarie neoliberal, alumbrando en toda Europa, y comenzando por los países de la crisis y de los memorandos, una nueva izquierda, con programa renovado, radical pero también realista.

Contrariamente a lo ocurrido en el período posterior a la II Guerra Mundial de la posguerra, la nueva izquierda radical, cuyo punto de partida es la Europa del Sur, se transforma en "fórceps" del cambio social y político, esperando que esto incite a la socialdemocracia a liberarse del consenso neoliberal enraizado en los años 90, que condujo Europa a numerosos callejones sin salida económicos y sociales y a nuevas divisiones.

La socialdemocracia actual no sólo no responde a su papel histórico, sino que sostiene al neoliberalismo, es decir, a la ideología de la austeridad y del estancamiento que asfixia Europa.

Las perspectivas para Europa se expresan en un dilema de dimensiones existenciales: Europa será democrática y social o dejará de existir. Ese mismo dilema plantea a su vez un dilema vital para la socialdemocracia europea misma: o cambia o se integra en el centroderecha neoliberal, en el marco de una bipolarización estéril y mutuamente complementaria, análoga al modelo estadounidense de Demócratas y Republicanos, aunque sin sin representación respectiva de los intereses sociales de la clase media y de la clase obrera. Y cuando una fuerza política histórica deja de representar los intereses sociales que representaba históricamente, entonces tarde o temprano es reemplazada por las fuerzas que verdaderamente pueden representarlos. Porque la política como la naturaleza tiene horror al vacío.

La quizá inminente formación de un gobierno de Syriza en Grecia será una motivación para la reorientación política global de las fuerzas progresistas y socialdemócratas en Europa del Sur. La Europa estática de la troica y de los memorandos avanzará pronto en una dirección más progresista.

Desde la periferia de Europa puede iniciarse el derrumbe de la hegemonía neoliberal en Europa. En Grecia con Syriza, en Irlanda con Sinn Fein, en España con Podemos e Izquierda Unida. Aquí, en Italia, como escojáis.

En este esfuerzo, el encuentro para la "Otra Europa" puede desempeñar un papel determinante, porque la nueva zzquierda europea es la única fuerza que puede ser contrapeso al merkelisme y la única con capacidad disuasiva frente a la sombría Europa de la austeridad y sus fantasmas: la derecha extrema y populista, el neonazismo, la violencia, la intolerancia y el racismo.

Podemos cambiar Europa y vamos a cambiarla. Podemos desplazar, y desplazaremos, en una dirección más progresista a la Europa estática de la troica y de los memorandos. Deseamos que en esa misma dirección, recuperando los elementos más progresistas y radicales de la posguerra, tenga lugar la adaptación radical de la socialdemocracia europea a la nueva realidad social forjada por la gestión neoliberal de la crisis. No sabemos, por supuesto, si la socialdemocracia europea puede cambiar, abandonando el neoliberalismo. No venimos de esa tradición, pero deseamos que cambie. Porque el cambio en Europa necesita alianzas muy amplias.

El neoliberalismo y la austeridad han dejado exhausta Europa, llevándola a un punto límite en el que hacemos frente a decisiones críticas.

La primera opción es seguir por el mismo camino sin salida. En la oscilación constante entre recesión y estancamiento. En altas tasas de desempleo, en el trabajo precario y mal remunerado. En la deflación y la realimentación de la deuda pública. En la neutralización de la política financiera como instrumento de reactivación y reforzamiento de la demanda interna. En la limitación de la política monetaria a un papel monetarista, es decir, al control de la masa monetaria para mantener baja la inflación, sin posibilidad que ese política pueda hacer de prestamista de último recurso. En la competencia fiscal y la tolerancia frente a los agujeros negros fiscales en el corazón de Europa, como Luxemburgo. En la división de Europa por un "muro de dinero" entre el Norte de los países prestamistas con excedentes y el Sur de los países sobreendeudados prestatarios. En la falta de voluntad política para un equilibrio macroeconómico a nivel europeo, de modo que la economía más fuerte haga el papel de "locomotora". En la ausencia de un plan europeo de desarrollo para el rescate real de las economías sobreendeudadas, para una salida colectiva y permanente de la crisis y para la recuperación viable y el crecimiento.


La Grecia actual, con la estrepitosa debacle del programa del memorando, resume el fracaso absoluto de la estrategia neoliberal de "devaluación interna". Una estrategia que supuestamente fue puesta en marcha pra reducir el sobreendeudamiento del país, pero que lo agravó: la deuda pública ha pasado de un 127,1% PIB en 2009 a un 175,5 % en 2013. Una estrategia puesta en marcha para facilitar el acceso del país a los mercados financieros, pero nos ha llevado hacia un nuevo préstamo con un nuevo memorando de austeridad, sea cual sea su denominación final, que es lo único que el gobierno Samaras quiere negociar, intentando engañar tanto como pueda a tantas personas como pueda; y esto es así porque en tanto la deuda no se reduzaca de una manera fiable, viable y definitiva, se pospondrá cualquier acceso viable a los mercados. Una estrategia puesta en marcha para impulsar el crecimiento por medio de las exportaciones, a pesar de que la zona euro se mueve entre la recesión y el estancamiento, por lo que ese objetivo tampoco ha sido alcanzado.

Paralelamente, la política de los memorandos dio origen a un singular tercer mundo de desigualdades, pobreza y exclusión. Ha fracasado ante la crisis económica y ha provocado una crisis social sin precedentes. En 2014, el 10% más rico de los ciudadanos griegos poseen el 56,1% de la riqueza, frente al 54,8% en 2000 y al 48,6% en 2007. El porcentaje de hombres y mujeres bajo el umbral de pobreza y exclusión social ha pasado del 28,1% en 2008 al 35,7% en 2013; son 3,9 millones de personas, casi 900.000 más que en 2008. Grecia es el tercer país, entre los 28 de la UE, con porcentaje más elevado de población en condición de pobreza, después de Bulgaria y Rumanía. A la vez, el paro oficialmente registrado es el más elevado en la UE, un 26,4%, y el paro juvenil 50,7%, sólo superado por España. Una generación perdida es uno de los efectos más dolorosos de la austeridad permanente.

Por tanto, lo que hoy amenaza a Europa no es el ascenso de nuevas fuerzas de izquierda que desean detener los fracasados programas de austeridad. Europa está amenazada por la continuidad de la política de austeridad. Amenazada, por ejemplo, por el peso de la deuda pública de Italia, del orden de 2,2 billones de dólares. Una deuda que hace más pesada la carga de la recesión en conjunción con los primeros signos de deflación. Y cuando la deuda pública de un Estado miembro de la zona euro se acerca a 3 billones de euros es un dogmatismo suicida intentar mantener, con restricciones e impuestos, el límite del 3% de déficit presupuestario, obstaculizando el crecimiento. Es absurdo alimentar así la deuda que, por otro lado, se dice querer reducir.

En este contexto se inscribe el tríptico de proposiciones progresistas, realistas e inmediatamente aplicables que sostiene Syriza para que Europa cambie de camino, para que avance con un crecimiento equilibrado y viable, con justicia social, con nuevos empleos de calidad, con vigilancia ecológica.

- Finalización inmediata de la austeridad, con el objetivo de desactivar el mecanismo de réalimentación de la recesión y del sobreendeudamiento. Porque, incluso aunque se redujese el valor nominativo de la deuda al mínimo, si se mantiene la austeridad reaparecerá un elevado porcentaje de deuda pública sobre el PIB.

- Une "Conferencia europea sobre la deuda" para la reestructuración organizada de las deudas de la zona euro, según el modelo de la precedente Conferencia de Londres sobre la deuda. Alemania no tiene derecho, ni moral ni histórico, a negar hoy a Europa lo que Europa le ofreció con generosidad e intuición en 1953.

- Un "New Deal europeo", con un financiamiento europeo independiente y fuerte, con el compromiso del Banco Central europeo y el Banco europeo de Inversión. Por inversiones públicas inmediatas en infraestructuras sociales. La salud y la educación. Las redes de transporte y las nuevas tecnologías. La inverstigación y el desarrollo.

Como sabéis, Grecia ya está en vísperas de un cambio político histórico. Pronto Syriza será llamada a hacerse cargo del gobierno del país. En este contexto, desde ahora, buscamos la colaboración de los gobiernos y también la de las fuerzas políticas y sociales, empezando por Europa del Sur. Tal colaboración añadirá valor a la dinámica positiva que se desarrollará con la victoria de Syriza.

Ese corte histórica en Europa, con un gobierno de izquierda en Grecia, levantará un viento de esperanza y de transformación en toda la Europa del Sur. Mobilizará a las fuerzas de progreso y de cohesión social en toda Europa. Por otra parte el cambio de orientación es una necesidad histórica para Europa. La metástasis de la crisis, que se desarrolla desde la periferia de la zona euro hasta su centro, necesita soluciones colectivas y radicales. Si trabajamos juntos podemos modificar em Europa la relaciones de fuerza políticas en una dirección progresista, por el bien de sus pueblos.