Trasversales
Toñi Ortega

#GllrdnSeFue, la lucha sigue

Revista Trasversales número 33 (segunda época) [110 serie histórica] (papel), octubre 2014-enero 2015

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El pasado 23 de septiembre de 2014 era retirado por el presidente del Gobierno el anteproyecto de Ley Orgánica de Protección del Concebido y los Derechos de la Embarazada. Posteriormente se producía la dimisión del ministro de Justicia Ruiz-Gallardón. Se cerraba así una etapa de más de dos años en la que el ministro había intentado restringir nuestro derecho a decidir sobre nuestra maternidad y reasignarnos un papel subalterno en esta sociedad en crisis, el de madres y cuidadoras por encima de todo. El propio Gallardón declaró en el Congreso que "La libertad de maternidad es lo que a las mujeres les hace auténticamente mujeres". Le hemos echado. Es el primer ministro de Rajoy que ha sido echado del Gobierno por la presión de la gente.

Se ha querido ver detrás de esta retirada y posterior dimisión del ministro la división en el seno del Gobierno y no se sabe qué presiones del líder del partido mayoritario de la oposición, pero la realidad es que sin la movilización del conjunto de la sociedad encabezada por el movimiento feminista no habrían sido posibles estas disensiones en el PP ni la retirada del anteproyecto. Han sido dos "maravillosos" años de movilización unitaria y continuada de las mujeres, con momentos de distinta intensidad pero sin pausa: las masivas movilizaciones del 28 de septiembre, del 8 de febrero, el tren de la libertad, el 8 de marzo, pero también las numerosas concentraciones ante el Ministerio de Justicia, las acciones de Femen y tantas y tantas acciones imaginativas de las nuevas generaciones de mujeres que han ido formando parte del movimiento, un movimiento que sale fortalecido, tanto en sí mismo como en su ligazón con el resto de la sociedad, y que sale renovado con la incorporación de muchísimas jóvenes.

Esto no ha acabado, tenemos que aprovecharlo para tomar impulso, pues nunca está todo dicho en cuanto a la consolidación de derechos y menos cuando son derechos de las mujeres.

Ahora tenemos pendiente el recurso del PP al Tribunal Constitucional, en el que el PP se aseguró una mayoría conservadora. Hay que movilizarse para que lo que no ha entrado por la puerta parlamentaria no nos lo metan por la ventana judicial.

Por otra parte, este impulso hay que aprovecharlo para reclamar que se desarrollen de la forma más avanzada posible algunas de las posibilidades positivas contenidas en la actual ley o compatibles con ella, ya que tanto los reglamentos que la desarrollaron desde el comienzo como su aplicación efectiva se han basado en interpretaciones muy regresivas; resulta escandaloso que en 2012 sólo un 6,5% de los abortos se hicieran en centros sanitarios públicos y que no se garantice la posibilidad de realizar interrupciones voluntarias del embarazo en la mayoría de nuestros hospitales, en muchos de los cuales sigue imperando una especie de "objeción colectiva" informal, que en ocasiones sólo refleja la postura del jefe del servicio o el temor al estigma.

De hecho, el PP llegó a presentar recurso al TC contra la ley foral navarra que regula la creación de registros de objetores de conciencia a la práctica de interrupciones voluntarias del embarazo, aunque afortunadamente en este caso el TC ha rechazado el recurso, lo que no debe hacernos bajar la guardia ante el recurso pendiente contra la ley actual porque se trata de algo de mucha más relevancia en lo que la presión conservadora sobre el TC será mucho mayor.

Un efecto colateral del intento del Gobierno de restringir los derechos de las mujeres es que, a la vez que nos hemos opuesto a cualquier retroceso en lo conseguido, también se han puesto de nuevo en primer plano reivindicaciones siempre mantenidas por el movimiento feminista y que la ley actual no satisface, en particular la de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo, pues ésta es una intervención sanitaria que no debe regularse ni contemplarse en el Código penal.

He dejado para el final lo más urgente. El Gobierno, pese a la retirada del anteproyecto, se propone quitar a las jóvenes de 16 y 17 años el derecho a decidir si interrumpen o llevan hasta el final un embarazo. Tras ello no hay preocupación por su bienestar sino un deseo de control de su sexualidad, de la sexualidad femenina desde el inicio. Sobre esto hay cierta confusión, posiblemente por falta de información.

Cuando desde el Gobierno nos dicen que estas jóvenes deben estar acompañadas en una situación así, están ocultando que bajo la legislación actual una abrumadora mayoría de las jóvenes que se acogen a la IVE acuden acompañadas por familiares, cerca del 90% de ellas; sólo no lo hacen aquellas para las que comunicarlo abriría un grave y peligroso conflicto, en marcos de malos tratos, abusos sexuales en el seno de la familia, intolerancia, etc. Las leyes no pueden pensar sólo en familias dialogantes y comprensivas, sino también en familias infernales.

También se insinúa a veces que se trata de proteger el bienestar de las jóvenes a la hora de afrontar una intervención sanitaria, pero eso no se sostiene. Las jóvenes de 16 y 17 años tienen ya derecho a decidir sobre si se someten o no se someten a cualquier otro tipo de operación quirúrgica, tanto en casos en los que la propia intervención es peligrosa como en los que es peligroso rechazar operarse. El verdadero peligro para la salud o la vida de estas jóvenes sería arrebatarles su derecho a decidir, porque eso puede empujarlas a abortos clandestinos, y eso sí que es un grave riesgo.

¿Es razonable que una persona se considere lo suficientemente "madura" y "sabia" como para imponer a una joven de 16 y 17 años una decisión importante que afectará la vida de la joven de hoy y de la mujer adulta que será mañana? ¿No hay mucha soberbia y poco cariño en empeñarse en imponer una supuesta "moral" particular a otra persona, negándole sus derechos reproductivos?

Por eso tenemos que impedirlo, y si llegan a hacerlo tendremos que echarlo abajo lo antes posible, el movimiento en su conjunto, porque queremos "derechos para todas, pero todas, todas, todas...." y porque "si nos tocan a una, nos tocan a todas", gritos que han formado parte de las señas de identidad de esta magnífica lucha que nos ha hecho más fuertes.

Por otra parte, al defender los derechos de las mujeres con empeño se ha hecho una aportación fundamental para recordar a toda la población que sí que se puede. Hemos provocado la primera “crisis de Gobierno” de Rajoy y eso ayuda a todo el movimiento social.

Viva la lucha de las mujeres y viva la lucha feminista.



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