José M. Roca La guerra ha terminado Revista Trasversales número 33, diciembre 2014 web Textos del autor en Trasversales La guerra de clases, si es que alguna
vez la hubo, ha terminado. Tres días después de que
Mariano Rajoy afirmara ante un selecto grupo de
empresarios que la crisis ya era historia (supongo que
aludía a la crisis económica, porque la otra, la
política, institucional y moral, sigue ahí, pujante como
nunca), el Gobierno ha firmado con los sindicatos CCOO y
UGT y las patronales CEOE y Cepyme, un pacto para
conceder una ayuda a los parados, que exige tantos
requisitos, que desmiente su intención. Bienvenida sea
la limosna o el aguinaldo navideño para quienes lo
puedan cobrar, que merecido lo tienen, pero su cuantía y
temporalidad -seis meses- delatan una intención
electoral más que el sincero deseo de atender a una
parte de la población muy golpeada por la crisis y por
las medidas de austeridad. Medidas, hay que decirlo una
vez más, aplicadas en teoría para salir de la crisis,
pero que en realidad no tienen otro objetivo que
profundizarla, pues buscan abaratar los salarios para
colocar a la población asalariada en una situación de
precariedad económica e indefensión política y jurídica,
que la obligue a aceptar las leoninas condiciones
laborales que los empresarios quieran imponer, en aras
de aumentar la competitividad respecto a otros países.
Pues en este país, la competitividad y la productividad
sólo contemplan un componente, que son los salarios, y
cuanto más bajos sean, mejor, porque los beneficios
serán más altos. Esta es la elemental teoría económica
del Gobierno y las patronales.
La osada declaración de Rajoy de que la crisis ha terminado –“ya es historia”-, habría merecido la inmediata convocatoria de una huelga general como respuesta a lo que es una provocación hacia los millones de personas que sobreviven sin poder atisbar ni una leve mejoría en sus vidas, pero los sindicatos, que parecen salidos del reino de las sombras, han preferido llegar a un pacto limosnero y abandonar a los trabajadores en manos de la derecha, mientras las fuerzas políticas de la izquierda siguen a los suyo. El PSOE, con líder joven pero con actitudes viejas, sin programa y sin claridad de ideas, confuso y rendido; Izquierda Unida hundida en una lucha de clases interna que ya dura treinta años; “Podemos” sigue su guerra mediática concediendo entrevistas, mientras perfila su programa y su estructura organizativa; las izquierdas catalanas siguen el camino hacia el abismo que les va marcando un gobierno semejante, incluyendo la corrupción, en todo al gobierno de Rajoy, con otro orden de colores en la bandera pero con los mismos objetivos de clase, y en el oasis vasco, unos y otros están entretenidos en ver como reescriben una historia local, perdón, nacional, que no moleste a los sacristanes de ETA. Y punto final. Yo, al revés que el multimillonario Warren Buffet, creo en la lucha de clases porque la mía va perdiendo. |