Trasversales
José Luis Redondo

Continuemos con el cambio

Revista Trasversales número 35 julio 2015

Textos del autor en Trasversales



Los dirigentes del PP se han preguntado por su debacle electoral. No hace falta mucha indagación demoscópica para poder contestar, basta ver la situación a la que han llevado a la gente.

Parece que el PIB puede crecer este año alrededor del 3%, pero uno de cada cuatro trabajadores está en paro, alcanzando a uno de cada dos entre los menores de 25 años. Uno de cada tres parados no cobra prestaciones. El 29,2% de la población, 13 millones de personas, están en riesgo de pobreza o exclusión, el 35,4% entre menores de 16 años. Ésta es la mas escandalosa pobreza infantil en un país de la UE, sólo superada por Rumanía. En este periodo de crisis ha aumentado la desigualdad; el 10% de la población tiene el 55,6% de la riqueza mientras el 50% se tiene que conformar con el 9,7%; el 1% tiene el 27% mientras el 30% sólo tiene el 2,3%.

La pobreza no es sólo social, relacionada con un menor nivel educativo, sino que también tiene una distribución espacial. Las comunidades autónomas de Andalucía, Extremadura, Murcia y Ceuta tienen un índice Arope entre 40 y 50, Castilla la Mancha entre 30 y 40, mientras Navarra, País Vasco y Madrid le tienen entre el 15 y el 20 ( la tasa Arope combina los ingresos menores del 60% de la mediana, el empleo menor del 20% y la carencia material severa). Vemos aquí un grave problema de desigualdad según la situación geográfica, que también va ligada a un paro mayor.

Últimamente se está creando trabajo pero es temporal y precario, imposibilitando un futuro de los jóvenes e impulsando a la emigración a los más formados.

A esta situación verdaderamente insoportable, que afecta al 30% de la población, se añade el hartazgo por los casos de corrupción. Un goteo que va desde las tramas Gürtel o Púnica a los múltiples casos que involucran a alcaldes o concejales. Una corrupción que envuelve al PP en su propia financiación con todos sus tesoreros imputados y a Madrid y Valencia con el partido impregnado en su mayor parte. Hay que añadir el caso de los Eres que afecta al PSOE en Andalucía o los casos de CiU en Cataluña y de la familia Pujol. Mientras tanto, hemos contemplado con estupefacción cómo el dinero del Estado o de la UE se iba en rescate de las Cajas de Ahorros, como en Bankia, mientras tenía que reducirse el necesario para educación o sanidad.

Las elecciones del 24M han sido la ocasión para que la ciudadanía diga basta, en su resultado se expresa el rechazo a las políticas austericidas. Caída rotunda del PP al que se le ve como el principal responsable, pero también del PSOE que las comenzó durante la última etapa de Zapatero. Los votantes del PP se han abstenido o han pasado a Ciudadanos, los del PSOE junto a los de IU han engrosado Podemos en la autonómicas o a las candidaturas de unidad popular en las municipales.

Puede constatarse que el deterioro del bipartidismo ha comenzado, pero todavía entre el PP y el PSOE recogen la mitad de los votos y están distantes de los de las nuevas formaciones. Este proceso puede acentuarse o reducirse dependiendo de lo que pase en los nuevos ayuntamientos y gobiernos autonómicos. Los pactos entre el PSOE y Podemos han configurado muchos ayuntamientos gobernados por el PSOE, así que éste con peores resultados ganará poder que perderá el PP. Ciudadanos ha apoyado al PP con voto a favor o con abstención, mientras sólo lo ha hecho al PSOE para la Junta de Andalucía. Con esto se ha significado como una fuerza de derecha que, sin embargo, tendrá que intentar ser alternativa al PP en las elecciones generales.

Sin embargo, la situación más nueva en España es la de los municipios gobernados por candidaturas unitarias, entre ellas nada menos que Madrid y Barcelona. Su actuación puede abrir nuevas esperanzas de cambio. No se trata de éxitos parciales sino de un signo y una bandera que influye en todo el discurso político.

Desde los ayuntamientos puede aliviarse el drama de la pobreza y exclusión, también pueden frenarse los desahucios y crear nuevas estructuras de participación y decisión para los ciudadanos. Este cambio debe de verse inmediatamente con gestos públicos. Comienza un tiempo decisivo hasta las elecciones generales. Un proceso donde elementos de poder real y de decisión aparezcan en manos de las gentes y no de los "políticos", al tiempo que irán surgiendo las fuerzas políticas, económicas y mediáticas que se oponen al cambio. Un periodo para aliarse, de construcción de poder constituyente, que sacará a la luz a los enemigos de este proceso.

¿Cómo afrontar las elecciones generales?

Es difícil prever la evolución de los acontecimientos, pero sin duda van a influir las gestiones municipales y autonómicas así como las elecciones catalanas. En éstas va a participar por primera vez Podemos o una candidatura que le englobe con un mensaje social y no nacionalista y un Ciudadanos con un mensaje españolista pero con una voz más potente que la del PP catalán.

Aunque la esperanza del PP es la recuperación de los votos que se le han ido a la abstención o a Ciudadanos, hay que conseguir que suceda lo contrario. El PP es el principal enemigo a batir, es decir, a desalojar del gobierno del país. Absorbe, como figura política la representación de las elites dominantes, del 1%. La pérdida de poder como consecuencia del 24M aumentará sus contradicciones internas, la sensación de hundimiento del barco. No parece que la me­jora macroeconómica pueda modificar es­te panorama de derrota que se abre ante sus votantes, pero de éstos no cabe esperar que rompan radicalmente con su influencia ideológica: irán a la abstención o pasarán a Ciudadanos. En cualquier caso, no parece probable un derrumbe mucho mayor del PP.

El PSOE puede ganar votos al estar en más poderes locales o autonómicos, pero no va a olvidarse su participación anterior en el expolio, ni desaparecer la desconfianza ante futuras gestiones del Estado, dada la diferencia entre sus promesas y sus hechos. La posibilidad de que juegue un papel de cambio va a depender de la presión que reciba desde fuera.

Por lo tanto, tendría que conseguirse la disminución del bipartidismo, dejando una situación más inestable y abierta a las presiones.

Aunque pueda ser deseable, no parece posible un escenario de ruptura constitucional sino más bien un proceso de cambio, donde pueda romperse con la legislación y las medidas económicas y sociales que ha implantado el PP. Para que se puedan hacer reformas profundas, como la ley electoral o desmontar la ocupación de los órganos del Estado por los partidos políticos, sobre todo en el ámbito judicial.

Para poder impulsar este cambio hasta donde sea posible hay que seguir con movilizaciones sociales y contribuir a crear una opinión pública que lo demande. Sobre todo hay que tener un instrumento político que pueda recogerlo electoralmente. El 24M ha revelado que a pesar del salto adelante Podemos no ha recogido más del 14% de los votos. En las candidaturas de unidad popular se ha podido llegar hasta el 30% en algunos casos, como en Madrid y Cádiz. Las fuerzas del cambio deben pretender recoger más que el 30% de esa población en graves problemas de exclusión, debe recoger jóvenes y parados, perjudicados en sus condiciones de vida e indignados morales.

Hay poco tiempo para construir un instrumento político potente que no parta de lo que ya está. Sin duda Podemos es marca de prestigio, pero también hay que contar con Compromís, Equo, los restos de IU, las organizaciones sociales, los sectores en lucha y los propios ayuntamientos del cambio. Hay que intentar agrupar todas aquellas fuerzas que pretenden acabar con pobreza y desigualdad, crear una nueva transición hacia estructuras que den más poder a los de abajo, más democracia, un Estado para la mayoría de la sociedad. De momento quien más reticencias pone es Podemos, que quiere servir de paraguas y madre de todas las alternativas. Desgra­ciadamente la totalidad no se recoge por proponérselo, ni por estar abierto a todos; es imposible si los demás nos perciben como una parte. En los próximos meses habrá que buscar nuevas fórmulas, sea bajo una nueva matriz sea como agrupación de fuerzas. Necesitamos un instrumento de cambio donde todos los que buscan otra sociedad se reconozcan independientemente de su ideología, no encontrarlo sería irreversible. Una fuerza política que pueda ganar las elecciones o por lo menos pueda desalojar al PP y condicionar la política del PSOE.

Unas condiciones tan brutales como las sufrida por la población, un deterioro de la confianza en todas las instituciones del Estado, sólo puede expresarse superando la alternativa de políticos de izquierda o derecha. Exige la participación de la mayor parte de la población de la manera más directa posible, esto es, un proyecto constituyente para otro Estado al servicio de la mayor parte de la ciudadanía.

Junio 2015


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