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José M. Roca

Good morning, Spain, que es different. El mensaje de Ana Botella

Revista Trasversales número 32, septiembre 2014 web

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Ana Botella dice que se va. Pues, adiós y buen “relaxing”, porque en eso estamos de acuerdo. Pero dice que se va con el deber cumplido. Depende. ¿Cumplido con quién? ¿Con Rajoy, con Aznar, con el programa neoliberal de FAES? ¿Con la alta burocracia de su partido, lleno de gestores competitivos pero incompetentes? ¿Con los grupos empresariales que han tomado Madrid como campo de sus actividades, con el voraz capital privado, con la CEIM, con la CEOE? ¿Con la Conferencia Episcopal y los grupos católicos más intransigentes?

No ha cumplido con los madrileños, especialmente con los que no viven en el barrio de Salamanca, de Argüelles o en esas zonas residenciales que podrían calificarse de reservas para ricos, donde ella habita. No ha cumplido con los madrileños, ni con las madrileñas de a pie, con los que trabajan, tienen hijos en edad escolar y laboral; con los que están parados, con los que viven en los barrios de la periferia y, especialmente, con aquellos que han sido peor tratados por la vida, por la suerte o por la crisis, con quienes se ha ensañado. Botella, como otros dirigentes de su partido y de su ralea, ha sido indiferente al sufrimiento humano, al que ella ha contribuido al aplicar de modo inmisericorde la ración de recortes de gasto público que le ha correspondido. Y no sólo eso, sino que ha adaptado las ordenanzas municipales al nivel de represión que ha sufrido la legislación general en materia de “orden público”, a instancias de los ministerios de Interior y de Justicia para castigar la disidencia y la protesta de los ciudadanos..

No se puede decir que, tras el paso de Botella por la alcaldía, los madrileños vivan mejor, pues esa tendría que haber sido su principal preocupación, sino peor, mucho peor. Claro que, en estas circunstancias y con el legado recibido, esperar algo distinto era creer en milagros, pues Botella llegó a la alcaldía precedida por los desmanes de dos alcaldes nefastos: Álvarez del Manzano, el piadoso mandatario que hizo de Madrid la tierra de las mil zanjas, y Ruíz Gallardón, el presuntuoso rey de la tuneladora, que ha dejado la ciudad hipotecada con una deuda de décadas.

Es larga la lista de ejemplos de la mala gestión de Botella, pero basta recordar su escasa preocupación por el medio ambiente, cuando era concejala del ramo, al suprimir y desplazar las estaciones medidoras de la contaminación, la oscuridad de las cuentas de la alcaldía como revela el caso del Madrid Arena, ejemplo de mala gestión, igual que la huelga de la limpieza; el desalojo de vecinos de las viviendas municipales y su venta a fondos-buitre, que sólo buscan especular con ellas, o el nombramiento de altos cargos y de dudosos consejeros de distrito, los “carromeros”, generosamente remunerados.

Madrid, que carece de proyectos que no exacerben el centralismo y la mejora de los grupos privilegiados, no es sólo una ciudad abandonada y sucia, tarea en la que colaboran sus ciudadanos, sino una ciudad perseguida por sus regidores, que, desde hace años, la han convertido en lo que, con su lenguaje bárbaro, llaman un nicho de oportunidades de negocio.

Como concejala y como alcaldesa, Botella ha servido a esas expectativas del capital, pero la ciudadanía de Madrid no merece semejante castigo. Botella se va. Good luck and no turning back! Buen viaje y que no vuelva, ni ella ni otro de los suyos.



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