Trasversales
Miquel Monserrat

Hermosa juventud (en torno a la película de Jaime Rosales)

Revista Trasversales número 32,  junio septiembre 2014

Textos del autor
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El cine español que más me ha interesado en los últimos años es el de Mar Coll (Tres días con la familia, Todos queremos lo mejor para ella) y Jaime Rosales (Las horas del día, La soledad, Sueño y silencio, Tiro en la cabeza, Hermosa juventud), aunque hay muchas otras autoras y autores con obras de gran valía.

Ahora, se ha estrenado Hermosa juventud, de Rosales. No es un drama, sino una tragedia, pues en todo momento está presente que "esto no puede acabar bien", que Natalia (Ingrid García) y Carlos (Carlos Rodríguez) cargan con una condena ineludible, un sino socialmente marcado. Especialmente Natalia, a partir de que decide ser madre, sobre lo que sería ridículo emitir juicio moral, como, sorprendentemente, han hecho algunos "piadosos" críticos, complacidos de que no aborte, aunque un poco molestos por ¡cierto sesgo pornográfico de la película!, según su mirada, claro, pues Hermosa juventud no tiene nada que ver con el porno, aunque el porno esté presente en el relato.

El contexto es el de este tiempo de crisis y de guerra social, una guerra que se muestra a través de los cadáveres que deja. En particular, habla, como su título indica, de la juventud, pero no sólo de ella, pues el personaje interpretado por una magnífica Inma Nieto tiene un lugar muy importante en la película y en el mundo que nos muestra.

Rosales recurre otra vez, como en La Soledad, al experimento formal. En esta ocasión, utilizando el lenguaje de las redes sociales y la fotografía, pero no de una manera caricaturesca (las y los jóvenes no hablan como escriben los sms o los "guasap" o los chateos) sino incorporando esas mismas redes y su uso a la construcción de partes del relato en las que, de una manera rápida y barata, se cuenta alguna parte de la historia que habría requerido bastante más tiempo y medios contar en forma tradicional.

Otra faceta muy presente en la película tiene que ver con las desigualdades socialmente construidas entre mujeres y hombres. A través de los contrastes entre los personajes de Ingrid y Carlos, y entre los de Inma y Miguel Guardiola (cuya esporádica presencia es más bien la presencia de una ausencia), se observan actitudes muy diferentes al enfrentar responsabilidades y también se observan consecuencias diferentes en sus vidas, mucho más duras para ellas pese a ser quienes más empeño ponen en salir del pozo.

A rescatar también el que Rosales no se haya referido a esa juventud, también marginada y precarizada, que, teniendo altos niveles de preparación y capacitación, no encuentra empleos dignos y sobrevive como puede, con curres ocasionales que les dan unos cientos de euros, con ayuda familiar, yéndose a trabajar a otro país. No, estamos ante una juventud de origen más o menos obrero o popular, cuyo proceso formativo se ha frustrado por motivos no explicados, para la que la vieja "perspectiva de clase" de integración laboral parece aún más imposible que, por ejemplo, para las y los jóvenes investigadores cuyas justas denuncias vemos con frecuencia en prensa, tele o redes sociales. Estamos "abajo", entre personas que no son estúpidas ni incapaces, en muchas cosas se parecen a cualquier otra u otro joven, por ejemplo a estudiantes de la Universidad, pero tienen muchos más caminos cerrados.

Rosales ha optado por mostrar las vidas de unas personas sin señalar causas. No hay un análisis político explícito, no hay una denuncia de los privilegiados y los políticos culpables, no hay un "Sí se puede", no hay rebeliones. Hay el tratar de salir para delante de Natalia o el dejarse ir de Carlos, están los esfuerzos de Natalia para lograrlo, el intento, el fracaso. Y está también la explotación sexual, en España y en Alemania.

Sin embargo, ser conscientes de que para demasiadas personas el "no se puede" marca su vida puede ser un incentivo para contribuir a que "Sí se pueda". Pero esa no es la responsabilidad de una película sin concesiones en la que se cuenta una historia que termina mal, aunque, a decir verdad, tampoco cerrando todo futuro.

Termino diciendo lo que creo que sobra en la película: el lío en que se mete Carlos tras sufrir un navajazo. Me parece poco consistente el tópico "barriobajero" en que cae. Pero eso no anula el valor de una gran película.