Trasversales
Enrique del Olmo

La tarjentópolis madrileña: la caída de un régimen

Revista Trasversales número 32 octubre 2014 web

Otros artículos del autor


En septiembre de 2009 publique un artículo en Nueva Tribuna que titulaba ¿Por qué no hay un candidato de la izquierda a la Presidencia de Cajamadrid? (1) Más allá de otras consideraciones sobre el papel de las Cajas y su obra social que me siguen pareciendo de una enorme actualidad, concluía:

Cajamadrid ha sido junto a los negocios inmobiliarios uno de los factores de adormecimiento de la izquierda madrileña y ahí está una de las claves de su pertinaz fracaso, nadie es capaz de formular una alternativa pues se sienten cómodos en el status quo. El abandono de la batalla por Cajamadrid es expresión de la falta de voluntad clara y decidida para generar una alternativa social, política y económica a la derecha madrileña”

Ahora salta el escándalo de las tarjetas black haciendo aflorar a la luz pública lo que era una práctica evidente en la mitad de la década de los 90 y el 2000. Los privilegios, las retribuciones y regalos eran la adormidera a la que hacia referencia en aquel articulo de hace 5 años cuando la Presidencia de Caja Madrid se disputaba en la tensión entre Esperanza, Gallardón, Rajoy, Rato, Pizarro, De Guindos...y la izquierda con su representantes, todos hoy implicados , entraban en todos los juegos internos de la derecha siendo bastones de apoyo de unos u otros a cambio de nuevas prebendas, recordemos como Esperanza se vanagloriaba de que gracias a promocionar a un consejero de IU le había fastidiado al “cabrón” de Gallardón. Pero es que este juego se venía desarrollando desde hace muchos años y en todas las esferas de la política madrileña, podíamos observar como consejeros de IU como Moral Santín apoyaba a la derecha para hacerse con el Rectorado de la Complutense en contra de Carlos Berzosa. Una práctica que a la vez dividía a los sindicatos en diversos sectores, recordar la confrontación entre la Federación de Banca de CCOO y la Unión Regional de Madrid o los mismos problemas en UGT.

Más allá del escándalo de las tarjetas, es necesario pedir responsabilidades políticas y penales. Se ha permitido desde todos los ámbitos que una vieja aspiración del sector bancario, la bancarización de las cajas se produjese; envueltas en el lodo de la burbuja y la corrupción de una parte de sus cúpulas, la crisis una vez mas fue la justificación para cambiar de modelo, un modelo que se mostró eficaz durante 180 años ha sido arrumbado en menos de dos años y la izquierda tanto desde los gobiernos como desde la oposición ha estado muda y complaciente.

Habría que haber defendiendo el carácter social y político de la entidad frente a las presiones para su bancarización o “profesionalización”, en segundo lugar haber orientado la Caja como un instrumento de lucha contra la crisis, por ejemplo ante la sequía de crédito ofrecer al Gobierno y al Instituto de Crédito Oficial su magnífica red de sucursales con instrumento de fluidez del crédito hacia PYMES y particulares, apoyar las medidas impulsadas por el gobierno respecto a las garantías de las hipotecas, implicarse activamente en el desarrollo de iniciativas empresariales de creación de empleo y atracción de tecnología, combinar esto con medidas como el apartamiento de la Asamblea General y de los Consejos de Administración e cualquier representante que tengan intereses inmobiliarios o endeudados personal o empresarialmente con la entidad, la elevación del dividendo social y la dedicación de recursos de la Obra Social y Cultural hacia actividades de claro impacto social como la vivienda social, la formación profesional, la aplicación de la Ley de Dependencia, la promoción de nuevos emprendedores o la promoción cultural. Hacer de Cajamadrid un instrumento acorde con su significado, nació con una clara vocación social y debería haberse adecuado pero sin perder su fuerza originaria, este es el lugar y no el crédito a los amigos políticos y empresariales. Y los representantes de la izquierda política y sindical han aplaudido con tarjeta en mano.

Y después del episodio de las tarjetas (del que Hacienda sólo ha investigado el 17%), vendrá el de los créditos blandos para consejeros, amigos, empresas, partidos y sindicatos. Todo un entramado.

Hoy han sido expulsados (con mayor lentitud de la esperada) o han dimitido la gran mayoría de los que fueron “factotum” de la política madrileña durante décadas, pero el fango no les alcanza sólo a ellos. Sería un gravísimo error pensar que esto es cosa de dos docenas de “aprovechados”, era una determinada forma de hacer política por parte de unos y de otros, el “lubricante” de Cajamadrid siempre estaba a disposición y como hoy se ha mostrado era usado con gracia por Miguel Blesa y su corte. Las direcciones del Partido Socialista de Madrid, de IU, de los sindicatos estaban perfectamente al tanto de todo, no se si de los abusos escandalosos con las tarjetas pormenorizadamente pero si por las prácticas de privilegio con las que Cajamadrid “cooptaba” a la oposición. Y tienen responsabilidad en ello y no sirve pedir disculpas como vestales pilladas en adulterio. Por eso se negaban a dar la batalla contra los gestores del PP, dejando caer un modelo de Caja y de actividad con impacto social y económico positivo a cambio de su continuidad. Más allá de las responsabilidades personales hay responsabilidades políticas, o no recordamos las peleas por ser miembros del Consejo, de la Asamblea o de las entidades vinculadas al emporio de Cajamadrid.

Un empresariado “chupóptero” (Arturo Fernandez, Díaz Ferrán, Fernandez Tapias, Fernando Martin, Florentino,.....) del presupuesto público y de las recalificaciones del PGOU de 1997, una clase política beneficiada por el privilegio, unas direcciones políticas y sindicales que cuando menos dejaban hacer pero que tienen responsabilidades evidentes, unos gobiernos del PP en Comunidad y Ayuntamientos que orquestaban el saqueo de lo público y de los pequeños depositantes. Ese es el auténtico escenario de la política madrileña desde hace más de dos décadas

No sabemos como será el futuro inmediato, dentro de poco, elecciones autonómicas y municipales vendrán a renovar las instituciones, y un gran reto será terminar con los vestigios de ese régimen que se ha llevado por delante no sólo Cajamadrid como entidad de los madrileños sino a las organizaciones y responsables políticos y sindicales. Nueva política, nuevas normas, nuevos principios y valores deben instalarse en todas las instituciones.


Notas

(1) Este es el texto completro del texto de 2009 al q ue se refiere el autor

Que si Rodrigo Rato, que si Ignacio Gonzalez, que si Luis de Guindos, que si Manuel Pizarro. Que si un experto financiero, que si un político que sepa de números, que si un independiente, que si un político puro que guarde el jardín de dña Espe. Toda la discusión sin excepción, se ha dado en el campo de las cuitas del poder de la derecha política. Y mientras la izquierda dividida; IU por aquí, el PSOE por allá, un sector de CCOO por acullá, la UGT por su lado…, Todo con un tufo a opacidad, conchabeo y connivencia que tira para atrás. Consejeros que no siguen las instrucciones de su partido, sectores sindicales atados por acuerdos diversos, apoyo a modificaciones legales de la Ley de Cajas impugnada ante los tribunales por otras instancias partidarias o por alcaldes del mismo partido…

Pero nadie ha planteado algo que hubiese roto el protagonismo de Esperanza, Rajoy y compañía, y ese algo es tan sencillo como un candidato unitario de la izquierda madrileña a la Presidencia de Cajamadrid. Alguien capaz de hacer un planteamiento alternativo. Sin embargo seguro que la respuesta inmediata de todos los que han buscado (una vicepresidencia, un puesto en el comité ejecutivo…) un lugar al calor de la crisis por la Presidencia es clara ¡¡¡Es que no podemos ganar con la actual composición de los órganos de la caja!!!. Por supuesto que no podrían ganar, pero es que ¿han ganado políticamente algo?.Quizá una distribución de puestos a afines o desafines, quizá algún acuerdo de financiación, o una mayor blandura de los créditos. Pero no es esto de los que estamos hablando. Un candidato de la izquierda hubiese ganado políticamente ante la sociedad y mucho más ahora con la situación de la crisis, hubiese permitido visualizar a la gente una opción diferente a la repartija de poder económico en la que estaba implicada la derecha, esto es algo que les resulta imposible de entender a nuestros representantes en las entidades financieras.

Un candidato de la izquierda hubiese llevado un programa diferente, en primer lugar defendiendo el carácter social y político de la entidad frente a las presiones para su bancarización o “profesionalización”, en segundo lugar hubiese orientado la Caja como un instrumento de lucha contra la crisis, por ejemplo ante la sequia de crédito ofrecer al Gobierno y al Instituto de Crédito Oficial su magnífica red de sucursales con instrumento de fluidez del crédito hacia PYMES y particulares, apoyar las medidas impulsadas por el gobierno respecto a las garantías de las hipotecas, implicarse activamente en el desarrollo de iniciativas empresariales de creación de empleo y atracción de tecnología como Carpetania en Getafe, combinar esto con medidas como el apartamiento de la Asamblea General y de los Consejos de Administración de cualquier representante que tengan intereses inmobiliarios o endeudados personal o empresarialmente con la entidad, la elevación del dividendo social y la dedicación de recursos de la Obra Social y Cultural hacia actividades de claro impacto social como la vivienda social, la formación profesional, la aplicación de la Ley de Dependencia, la promoción de nuevos emprendedores o la promoción cultural. Este u otro programa en el mismo sentido que convirtiese Cajamadrid no sólo en una entidad solvente financieramente sino de profundo calado social hubiese abierto los ojos a miles de madrileños sobre el sentido de la intestina batalla de la derecha, sin embargo el miedo escénico de la izquierda ha impedido hacer de esta pelea de dimensión política nacional un escenario para adquirir peso y protagonismo social. Hacer de Cajamadrid un instrumento acorde con su significado, nació con una clara vocación social y que hoy debe de adecuarse pero sin perder su fuerza originaria, este es el lugar y no el crédito a los amigos políticos y empresariales como Fernandez Tapias (constructor naviero en secano), Diaz Ferran (presidente aguirrista de la patronal y desastroso gestor de sus propias empresas) o la entrega a operadores inmobiliarios como Martinsa y Florentino.

Cajamadrid ha sido junto a los negocios inmobiliarios uno de los factores de adormecimiento de la izquierda madrileña y ahí está una de las claves de su pertinaz fracaso, nadie es capaz de formular una alternativa pues se sienten cómodos en el status quo. El abandono de la batalla por Cajamadrid es expresión de la falta de voluntad clara y decidida para generar una alternativa social, política y económica a la derecha madrileña.



Trasversales