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Democracia. Se puede y se debe


Revista Trasversales número 32 junio 2014 (web)



Las élites económicas y políticas imponen el desmantelamiento social de la Unión Europea, en la que su Parlamento sigue relegado a la subalternidad y en la que el protagonismo principal recae en un órgano intergubernamental, el Consejo europeo, que designa al consejo directivo del Banco Central Europeo, tiene monopolio de propuesta sobre la composición de la Comisión, define las orientaciones y prioridades políticas generales de la UE, puede bloquear cualquier propuesta de reforma de los tratados, etc.
Ante esa ofensiva reaccionaria, la respuesta social en la UE no ha sido homogénea, lo que se reflejó en las elecciones del 25 de Mayo, con éxitos ultraderechistas y antieuropeístas donde ha sido escasa y no ha habido propuestas políticas a la altura de las circunstancias, en contraste con lo ocurrido donde mayor ha sido la resistencia, Grecia y España. Syriza, la candidatura más votada en Grecia, es una izquierda radical que afronta el reto de transformar Europa y no se ha refugiado en lamentos contra la "Europa alemana" sino que ha dado prioridad al conflicto social, a la lucha por una democracia europea y por soluciones europeas ante la deuda y las políticas antisociales.
En España las candidaturas más votadas han sido las de "siempre", pero con fuerte castigo y con un importante vuelco político (subida de Izquierda Plural, entrada explosiva de Podemos, aparición de Primavera Europea), derivado del impulso social espontáneo que en los tres últimos años ha transportando de aquí para allá una idea, Sí se puede, hecha fuerza material al arraigar en nuestras mentes. Esta confirmación de lo que sentía la calle ha agitado el escenario político, inquietado a las desprestigiadas élites y acelerado la abdicación de Juan Carlos de Borbón para organizar en torno a su hijo Felipe -a riesgo de "quemarle" demasiado pronto- el maquillaje de un régimen oligárquico. La "sucesión" pretende bloquear las luchas sociales, proteger al actual gobierno y hacer imposible un proceso constituyente en el que la sociedad decida sobre su cuerpo político, no sólo en términos de Monarquía o República sino también y sobre todo en términos de derechos sociales y civiles, gestión de lo público y de lo común, etc. ¿Democracia o continuidad de un Régimen basado en un pacto entre élites económicas, políticas y dinásticas?, ese es el dilema.
La operación sucesoria es ilegítima y tiene lugar cuando la desconfianza social hacia quienes "manejan el cotarro" está en su punto más alto. Ilegítima aunque se haga bajo la excusa de una Constitución que ellos se saltan o modifican en una semana cuando les da la gana, una Constitución hecha a la salida de una dictadura y sobre la que no pudo opinar ni votar nadie que ahora tenga menos de ¡54 años!
Toda la razón está del lado de las protestas contra la "sucesión".
En esas protestas ha vuelto a manifestarse la considerable fuerza social acumulada. Ahora bien, hay que hacer crecer más esa fuerza, darle densidad y tejido social, desarrollando el proceso constituyente social que se ha manifestado desde el 15M2011 hasta la dignidad del 22 de marzo, pasando por huelgas generales, mareas, combates feministas, stopdesahucios, espacios autogestionados de solidaridad y apoyo mutuo, etc.
Sería suicida que el activismo político y social se estancase en un monotema "Monarquía o República", relegando los demás contenidos sociales y democráticos de nuestras luchas y permitiendo que las élites económicas y partitocráticas se refugien tras un jugador de refresco, alias "Felipe VI", cuyo papel es ocultar el contenido social del régimen y proteger a quienes mueven los hilos; si cometiésemos tal error, podría abrirse una brecha entre el activismo sociopolítico "republicanista" y gran parte de la población indignada. República, sí, pero porque queremos decidir sobre todo lo que nos afecta y proteger y ampliar los derechos sociales. Democracia en suma.
Los movimientos sociales se han politizado en un sentido no partidista, porque crece la conciencia de que para poner fin a la política de recortes de los derechos sociales y civiles hay que echar a quienes las aplican, empezando por el actual gobierno. Sin embargo, los movimientos sociales deben mantener su unión y su autonomía respecto a cualquier proyecto político particular, sin supeditarse a ninguno de ellos. Eso no entra en contradicción con la conveniencia y necesidad de crear herramientas políticas amplias, democráticas y útiles, nuevas o suficientemente recicladas, entendidas como medios, no fines, comprometidas con la realidad social, no jerárquicas, sin privilegios ni aspiración a "dirigir", herramientas útiles al esfuerzo colectivo, eludiendo las pulsiones autodestructivas o egoístas en las que, por sectarismo o intereses particulares, hemos caído con frecuencia y en las que podemos volver a caer si no cuidamos lo que construimos.
Las alianzas sociales en defensa de nuestro derechos deben tener reflejo en alianzas políticas que vayan más allá de los acuerdos entre partidos. En el ámbito municipal podrían nacer candidaturas en las que miles y miles de ciudadanas y ciudadanos se reconozcan. Una alianza entre organizaciones que se reparten puestos en una mesa no estaría a la altura de lo necesario. Esa suma quizá sumase menos que listas separadas. La democracia hoy exigida requiere el encuentro entre las herramientas políticas que existan y miles y miles de personas indignadas, sobre la base de un gran esfuerzo de consenso, de decisiones colectivas en las que la opinión de cada persona tenga igual peso, con elecciones primarias abiertas precedidas de una deliberación social no apresurada, con métodos de decisión que no marginen a nadie, etc.
En definitiva, hay que poner los mimbres para la articulación del proceso constituyente social, el proceso destituyente de este gobierno y la perspectiva de un proceso constituyente político.
Y hay que hacerlo en Europa y contra las políticas imperantes en ella. Un "repliegue nacional" no nos llevaría a ninguna parte. El reto es la construcción de alianzas transnacionales que sitúen a escala europea el conflicto social y la confrontación política. La representación en el Parlamento europeo de Syriza y las de las candidaturas que en España recogieron el clamor social contra los recortes han adquirido una gran responsabilidad, pues el uso inteligente de las herramientas institucionales puede contribuir mucho a la creación del "pueblo político" europeo. Y nosotras y nosotros tenemos la responsabilidad de colaborar en ello, solidariamente y sin perder la capacidad crítica ante nadie.
Se puede y se debe. Democracia.