No quiero que voten en secreto. Ni sobre la guerra, ni sobre las reformas laborales, ni sobre el 135 de la Constitución, ni sobre el aborto. No quiero ignorar.

Quiero que voten a la intemperie, quiero saber qué votan, quiero saber quiénes traicionan, quiénes nos venden, quiénes atacan, quiénes a nuestro lado están. Quiero saber.

No quiero maniobras cortesanas, no quiero trucos palaciegos, "hoy toca secreto en tu casa, pero ayer castigamos en la nuestra a quien disiente". No quiero que se ofrezca clandestina impunidad a quien pudiera osar, no quiero, ni lo querrá quien pudiera osar.

Quiero que, quien conciencia tenga, disienta si ésta se lo dicta. Quiero que quien pidió el voto escuche a la gente y no a los jefes.

No quiero el voto de la disciplina, el grupo monolítico, la conciencia forzada, no quiero mandato imperativo, no quiero la impunidad del rebaño.

Quiero voces libres y que tomar partido valga más que tener partido.

No quiero secretos, sí caras que se dan. No quiero capillas, sí voces en las plazas. No quiero obediencias, sí rebeliones.

A los cuatro vientos, ¡aborto libre y seguro!

Voten lo que voten, lo tendremos. Porque podremos.