Trasversales
Enrique del Olmo

Miguel Romero "El Moro": recuerdos estrictamente personales

Revista Trasversales número 30 febreo 2013 web

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La lucha revolucionaría y la clandestinidad tiene un halo mágico, uno va conociendo lugares y personas que están rodeadas de un aura épica, así me sentí yo la primera vez que conocí al Moro (creo que su nombre de clandestinidad era Jaime), fue en un chalet desvencijado de Pozuelo, al que llamabamos el Smolny I (en recuerdo del colegio de señoritas desde donde Trostky dirigió la toma del Palacio de Invierno). Había también un Smolny II igual de desordenado y desvencijado donde vivían otros compañeros. El objeto de la reunión es que se nos iba a impartir un Circulo Rojo a los neófitos que queríamos pasar a ser militantes de la recién fundada LCR. Antes durante más de un año nos habíamos puesto a prueba con acciones en las facultades, barrios y empresas, así como en una importante lectura de muchos textos clásicos del marxismo y de la IV Internacional. Era casi como presentarse ante un tribunal de oposición. Los docentes creo recordar eran varios: Sebas, Paco el Grande, El peque y Popea (un compañero de económicas al que se le gripaba la voz en los mitines clandestinos y que sabia bastante de economía). No tengo claro quienes era mis compañeros de promoción, mas allá de mi alter ego en pintadas, carteles y piquetes Javier “El Gacela”. Quizá estuviesen nuestro mejor orador universitario Michel (que era tartaja), el vasco Mendiluce y quiza Mariano Fernandez Enguita (el marinerito). El moro eso si lo recuerdo era una persona meticulosa, profunda y convincente en sus exposiciones. Cuanto sabe ¡¡¡ me decia a mi mismo. Vivíamos todavía, sería el año 70, con el impacto cercano del Mayo del 68 y con la eclosión política de la LCR francesa, de los Krivine, Bensaid, Weber, Habel y la autoridad intelectual de Ernest Mandel, y el conocía como pocos ese proceso que les había hecho transitar a todos ellos desde el FLP hasta la LCR pasando por el Grupo Comunismo.

Pasaron algunos años (en esos tiempos todo era muy rápido) cuando estando en Carabanchel mi compañero de celda el Poeta (Paco Lobatón) me comenta que se ha producido una ruptura en el CC de la LCR por la mitad y que en un lado estaban el Moro, Marti Caussa, Joan Font, Jaime Pastor L los mas cercanos a Mandel y que configurarían la Liga en marcha y por el otro encabezados por Salva, Hugo, Melan, Trude la Liga en la Encrucijada, yo me sitúe con esta ultima que dio lugar a la Liga Comunista cuando se materializo la escisión en aquel debate tendencial entre que yo estaba fuera de circulación y que la discusión se hizo sobre todo en Barcelona., no recuerdo ningun choque especial con el sector que lideraba Miguel.

A partir de ahí fueron bastantes los años en los que no nos encontramos directamente hasta que ya en plena apertura democrática en 1978 volvimos a hablar y vernos para iniciar un proceso de unidad entre la corriente que estaba siendo expulsada del PSOE denominada La Razón y la LCR. Ahí me encontré con un Miguel absolutamente abierto a experiencias diferentes a la suya pero que veia que podía ser una buena oportunidad de fortalecimiento de la organización y de la vinculación con sectores como el socialista donde la LCR había trabajado poco excepto en la UGT. Se abrió ahí el periodo mas directo de trabajo entre el Moro y yo, estábamos en el Comité Ejecutivo juntos y yo llevaba junto a otros compañeros los temas sindicales. Recuerdo todavía una oficina por los carabancheles donde se preparaba Combate .Aunque los tiempos de concordia duraron poco, nunca sentí ni la menor prevención con los que veníamos de otro lugar y se implico decidida y honestamente por la unidad, cuestión que no puedo decir con la misma claridad de nosotros demasiados pendientes de las tensiones entre las diversas corrientes internacionales a las que perteneciamos (TLT y Mayoria de SU). Vino después una época bastante sinuosa y en algunos aspectos bastante delirante marcada por la revolución nicaraguense, que tensionó la internacional hasta la ruptura. No quiero ahora reflejar todos esos pormenores sino señalar el comportamiento de Miguel en el proceso, ya que lo retrata con bastante claridad su calidad humana y como dirigente revolucionario. Recuerdo perfectamente, cuando “los morenistas” ya habíamos impulsado la Brigada Simón Bolivar una reunión del Secretariado Unificado donde el contemplo con mucha simpatía la iniciativa sin dejarse llevar por el run, run tendencial que ya anidaba en el SU, y como el facilito el debate en la LCR y como nosotros pudimos dar la discusión, aunque nuestra tendencia ya ponía rumbo a una ruptura bastante demencial. En aquello no tengo ninguna duda que la carga de la culpa estaba en nuestro lado. Ello marco nuestras relaciones en un largo periodo de tiempo, y el tenía toda la razón del mundo, el nuestro había sido un comportamiento fraccional sin ningún sentido, mas allá del sectarismo entre corrientes de la cuarta. A mí siempre me quedó un regusto muy amargo de ello y fue más de veinte años después cuando en el Cementerio Civil de Madrid, después de un acto ante la tumba de Quique, Enrique Rodriguez Arroyo, el madrileño dirigente del POUM fuimos paseando por el cementerio donde además de compartir la reflexión sobre el error de no haber visto mucho antes el transcendente papel del POUM en la revolución española (muy influenciados por la confrontación de Nin con Trostky) y no habernos situado mas claramente en la herencia del POUM y sus militantes, aunque en esto Jaime y el lo habían reencontrado mucho antes; al final paseando entre los cipreses repasamos aquella ruptura y logramos recuperar una magnifica comunicación en todos los terrenos, pienso que este pequeño episodio pinta también al Moro como alguien dispuesto a recuperar las relaciones y buscar siempre lugares de encuentro para seguir trabajando juntos.

Posteriormente seguimos viéndonos y comiendo juntos de vez en cuando, hablando de cada una de nuestras experiencias politicas, de la situación y también se había añadido en nuestra cartera común la cooperación internacional y las ONGDs , además de explicarme algunos proyectos muy innovadores en la comunicación en Bolivia y otros países, yo le consulte todo el nuevo modelo de cooperación con las ONGDs que quería impulsar desde la AECID y sus anotaciones me fueron de una enorme utilidad en todo el trabajo que yo estaba desarrollando.

Cuando el Moro recayó me mantuve informado a través de los compañeros de IA y fue una gran alegría cuando de nuevo le vi en la calle delante del Ministerio de Educación en las reivindicaciones contra los recortes y en defensa de la educación pública, le encontré recuperado y era evidente que la lucha le daba nuevas energías. Hablamos, nos pusimos al día y nos despedimos. Fue la última vez que nos encontramos. ¡¡

Ahora cuando con todos los compañeros, familiares y amigos nos hemos vuelto a reencontrar en su despedida, me he ratificado en la enorme altura humana y politica de Miguel y en todo lo que nos había aportado a aquellos que andamos algún tramo de nuestra vida junto a el.



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