Trasversales
Asamblea Popular Lucero

Tal como éramos, tal como somos: reflexiones sobre el 15M

Revista Trasversales número 25 abril 2012

Texto tomado del blog de la Asamblea Popular Lucero



Nos acercamos al primer aniversario del 15 de mayo de 2011.Un bello día al que han seguido otras muchas acciones y transformaciones, incluida la nuestra: muchas nos hicimos conscientes de que debíamos hacerla por nosotras mismas. A veces nos preguntan, incluso nos preguntamos: ¿qué ha pasado con el 15M? Pero el 15M no es una sigla ni una organización, sino un espíritu social que está ahí cada día y que sale a la superficie, impregnando distintas formas de rebeldía y resistencia.

Nos acercamos también al 28 de mayo, primer aniversario del nacimiento de las asambleas populares, que han sostenido muchas luchas y diálogos, coordinando activismos, amplificando la indignación, a través de esta bella experiencia relacional, activista y comunicativa a mantener y desarrollar. Nuestro propósito es rendir homenaje a aquel comienzo, repasando nuestro hoy bajo su luz; lo ocurrido este año nos ha hecho mejores, pero quizá recuperar parte de lo que éramos puede ayudarnos a mejorar aún más, sin olvidar nunca que las asambleas populares son 15M, pero no son “el 15M”, no son un ombligo, vanguardia o representación, son sólo una pequeña parte del magma 15M, ni más ni menos importante que el resto del magma, no olvidemos que todo concepto jerárquico o elitista es ajeno al espíritu del 15M.

Recordemos aquellas asambleas masivas, de encuentro entre quienes habíamos vivido a escasa distancia sin conocernos. El espíritu con el que nacieron no era de “organización de miembros”, de la asamblea no se “es”: se “está”, y en ellas está cualquiera que pase por allí y se sume a ellas. Pero hay factores que contribuyen a que pensemos cada vez más como organización que se reúne y no como asamblea popular: el invierno que sacó de la calle a muchas, el ritmo frecuentemente semanal que a veces nos instala en la “rareza” y el “militantismo” frente a una multitud activista en múltiples maneras, que en su mayoría no está dispuesta a perturbar su vida cotidiana hasta ese punto, y así demasiadas veces decimos “soy del 15M”, como si éste tuviese fronteras. Cada una ha tratado de buscar las soluciones más adecuadas a su situación, y debemos ser conscientes de los pros y contras, para buscar antídotos ante todo aquello que nos aísla o separa, para eludir la amenaza de que se produzca la exclusión de quienes tienen menos tiempo o menor acceso a los recursos informáticos.

Recordemos aquellos principios sobre nuestras maneras de decidir, buscando el consenso, aparcando aquello en lo que no lo encontrábamos, sin paralizarnos; casi siempre con acuerdo, pero si no lo había o no daba tiempo a buscarlo, las propuestas corrían y quienes querían se sumaban y las llevaban a cabo, como la cabalgata indignada o el 23F de los mercados. En paralelo a esa realidad, se crea un debate sobre la forma de tomar acuerdos entre todas las asambleas de Madrid, que, a decir verdad, nos ha dado más dolores de cabeza y divisiones que resultados, nos hemos agotado en un debate organizativo que cada vez se hace más complejo y difícil de entender. No se trata ahora de pronunciarse sobre si tal o cual propuesta es peor o mejor, eso lleva otros cauces. Se trata de salir en común de aparentes callejones sin salida, de no dar demasiada importancia a lo secundario, y de entender que, si alguna vez una minoría se dedica a boicotear o una mayoría a aplastar la diversidad, tendremos un problema mucho más grave que el de “cómo decidir formal”, al que tendremos que buscar solución con dialogo, no con “reglas”, no busquemos normas para “protegernos” unas de otras, sino vías para CONTAMINARNOS.

Recordemos la insistencia en las primeras asambleas para usar el lenguaje inclusivo, no excluyente, nos costaba por la falta de costumbre pero nos esforzábamos. A estas alturas, a veces, ese esfuerzo voluntario está en decadencia, por lo que impera un lenguaje masculinizado, como si fuéramos capaces de cuestionar todas las instituciones menos la R.A.E. ¿Por qué pudimos hacerlo en asambleas que multiplicaban por cinco o diez las actuales y ahora ya no lo hacemos? A reflexionar.

Y por último recordemos una seña de identidad importantísima: la autonomía. Ni el 15M ni las asambleas populares eran antipartidistas, antisindicatos, antielecciones… tampoco pro, pro, pro… sobre esos temas convivían y conviven opciones diversas. No es eso lo que nos une, nos une la autonomía, la no dependencia hacia ningún tipo de organización o institución, hablamos de un movimiento que ama la libertad, desvinculado de “enseñas” identitarias, que no eran excluidas pero sí anecdóticas: en las asambleas decíamos: “se del partido o asociación que quieras, pero no hables como tal, nos interesa lo que tú tengas que decir”.

Y nos hemos manejado sin complejos, impulsando iniciativas propias y participando en las ajenas cuyo sentido social compartíamos sin preocuparnos demasiado por quienes eran sus promotores y sin entrar en las competiciones que pudieran existir entre organizaciones de distintos tipos. Sin embargo, quizá por el “adelgazamiento” de las asambleas y el alejamiento de las calles están surgiendo tensiones y dificultades. La reflexión sobre “a qué y cómo vamos, y cómo convergemos desde los barrios y pueblos” se ha sustituido en parte por “con quién vamos”, lo que nos fractura.

Un ejemplo claro de esto ha sido lo ocurrido el 29 de marzo, hemos hecho un trabajo excelente y novedoso en la preparación de la huelga social y en la misma mañana del 29M. Sin embargo, la existencia de diferentes manifestaciones alternativas convocadas por organizaciones sindicales para esa tarde se convirtió en un problema de las asambleas populares, enfrentadas al dilema de ir a una u otra, creando dificultades en las propias asambleas y en coordinarse entre sí para organizar de nuevo marchas hacia el centro confluyendo en el recorrido. Un problema entre las organizaciones sindicales se convirtió en uno nuestro. Algunas asambleas nos sumamos a la iniciativa “Toma la huelga”, por entender que converger a las 16,30 h. en Cibeles, mucho antes de cualquiera de las manifestaciones, nos permitía tener un papel autónomo compatible con las opciones personales posteriores. Las decisiones tomadas en otras son tan legítimas y razonables como ésta, no se trata de cual tuviese razón sino de proteger nuestra autonomía y nuestra unidad (que no unanimidad) y buscar soluciones creativas a dilemas como el que se nos planteó el 29M.

Los tiempos que corren están y estarán llenos de movilizaciones sociales, algunas originadas en el “espacio 15M”, otras convocadas por sindicatos u otras plataformas. Nada más ajeno a nuestro espíritu pensar que tenemos el monopolio de la movilización ni que conocemos todo sobre todos los ámbitos sociales. Venga de donde venga, toda acción social por objetivos justos debe ser bienvenida y hecha nuestra, porque necesitamos una alianza social muy extensa para hacer frente a los planes de las élites. Pero no queremos ser una sigla más que dé caché a tal o cual movilización, ni que se repitan situaciones como la que afrontamos el 29 de marzo. Puede que el próximo 1 de mayo se den varias convocatorias sindicales, lo importante es que evitemos elegir ir con tal o con cual, porque no es nuestra función y porque eso, necesariamente, nos dividiría. Sí, debemos recuperar la radical autonomía de los orígenes del 15M.

¿Volver atrás? No, de ninguna manera. El trayecto que hemos hecho es muy positivo. ¿Repetir mayo de 2011? No, eso es imposible, estamos casi en mayo de 2012 y toda repetición sería imitación. Lo que proponemos es, simplemente, repensar algunos de los valores más positivos de nuestros comienzos para que nos revitalicen en esta nueva fase. Tal como somos, pero recuperando y adaptando lo mejor de aquel “tal como éramos” de hace un año.

Hacia la próxima estación: 12 de mayo, cambio global, 15 de mayo, justicia global y libertad.



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