Trasversales
Miquel Monserrat

Un extraño viaje: nostalgia, ausencia, presencia

Revista Trasversales número 24,  diciembre 2011

Textos del autor
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Un extraño viaje, José Enrique Martínez Lapuente, 2009, Ediciones Carena
... del poder del deseo, de su oscuro designio, brota la energía que nos devuelve el pulso de nuestra vida”

Data de 2009, pero cayó en mi manos en mayo de 2011. Me atrapó, de entrada, una Barcelona que conocí como recién llegado, una Barcelona en transición, en la que resplandecía, en su estertor, la Barcelona semiclandestina y algo noctámbula que había subsistido bajo la sequedaz mortuoria del franquismo, esa Barcelona en la que lo lumpen, lo proletario y lo intelectual se combinaban de una forma totalmente diferente a otras ciudades. Barcelona en transición, personas en transición, como Rodrigo, habitado por el escepticismo, la autoburla y también por una nostalgia enfermiza y dignificante, estúpida y lúcida, honesta y tortuosa, codeándose por aburrimiento con una troupe de oportunistas a los que sin embargo desprecia.

Pero lo que más me perturbaba era una ausencia, la de Renée. Un ausencia que domina toda la narración y organiza en torno a ella a los personajes. Para mí, Renée es la vida, con sus miserías y concesiones a la muerte, sin duda. Una vida que se nos resiste a penetrar en ella, porque no podíamos hacerlo desde la mirada de Rodrigo, anacrónica y obsesiva, ni desde la profesionalidad de la analista, obligadamente distante, lo que Renée sabe (¿e ironiza?) en su despedida: “No se preocupe... Al salir no me olvidaré de apagar la luz que ilumina el pasillo que conduce hasta aquí”.

Sólo en cinco páginas (168-173) toma propia presencia, no mediada, la ausente. Y es una presencia que abre brecha en la niebla de nostalgia que impregna todo lo anterior: “nada me obliga a repitir mi pasado”. Presencia tenue, más bien promesa de presencia en tanto que potencia de creación de sí misma. En cierta forma, esas seis páginas vienen a confirmar la intución que durante el resto de la novela nos hacía sentir que en la ausente  se encontraba, contenida, la fuerza de la rebelión y el impulso de vivir. Alguien a quien merece la pena conocer, pero a quien no se puede conocer sin riesgo. Alguien a quien terminamos la novela sin conocer, pero con ganas de conocerla.


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