Yasmina Elhamdi Silenciando el 17 de febrero Revista Trasversales número 23 verano 2011 Casa Libia web Casa Libia facebook Versión ampliada de la nota anterior Silenciando la Revolución La intervención de la OTAN en
Libia es hoy por hoy uno de los hechos más controvertidos del panorama
global. Cierto es que la controversia la generan sobre todo las opiniones
al respecto de la misma que se producen casi a diario en diversos medios
de comunicación que la intervención en sí. Sobra decir que tantas opiniones a
favor y en contra no son siempre ruido. Hay personas críticas con
la intervención capaces de sostener un debate serio pero que, en última
instancia, se ve motivado por su particular rechazo a la OTAN (algo legítimo
por otra parte) y que una vez más, no tiene en cuenta la aprobación
de la intervención por parte del único órgano que representa
de manera legítima a la sociedad libia en su conjunto, el Consejo
Nacional Transitorio. Dos de los escenarios propuestos, la
vuelta de la monarquía y la partición del país, cumplirían
los deseos de las potencias imperialistas que, en última instancia,
habrían negociado con alguno de los bandos para que se produjera
uno u otro escenario a cambio de dirigir la transición política
y obtener ingentes beneficios de los recursos energéticos del país.
La sociedad libia queda así
definida como una comunidad sin raciocinio, voluntad o voluntariedad. Que
no puede saber si ha sido oprimida y por quién y que por tanto no
se alzará contra la opresión. En caso de hacerlo, los levantamientos
populares habrán sido alentados desde el exterior o motivados por
sus más bajos instintos pues son manipulables, ignorantes y
sólo parecen guiarse por la codicia. Quienes contribuyen a fomentar la imagen
de esta sociedad como potencialmente víctima (de la OTAN, de la CIA,
de la opresión imperialista y hasta de sí misma) no sólo
se revelan como eminentemente paternalistas sino que también se autorreferencian
veladamente como únicos seres capaces de pensar críticamente
y de reflexionar sobre sí mism@s y su entorno. Tratan además
de convertir en mito la ficción del socialismo y anti imperialismo
de Gaddafi, a la sazón guardián del laicismo y pacificador
tribal, apoyándose en un sinfín de falacias siempre encuadradas
dentro de parámetros economicistas, con las que miden en términos
monetaristas el supuesto bienestar del que la población gozaba hasta
el pasado Febrero. No parecen ser conscientes de la inmensa contradicción en que incurren, pues es imposible luchar porque se oigan la voz de los pueblos del mundo mientras se silencia de manera poco inocente y con esfuerzos denodados a uno de ellos, que desde el primer momento ha ofrecido y ofrece pruebas irrefutables de su compromiso con la democracia, la libertad, la justicia y la dignidad. La Revolución del pueblo libio, con OTAN o sin ella, con armas o sin ellas, es imparable. Y lo es porque ha producido una ruptura con los supuestos de estatismo, sumisión y pasividad que se le presuponen a esta población norteafricana frente a la dominación interna (apoyada en una estructura de dominación global) y que además está siendo capaz de crear un tejido social nuevo sobre la base de la conquista de los derechos y las libertades, que acabará por articular un sistema político propio y genuino que descansará sobre los principios de la Revolución del 17 de Febrero. |