Trasversales
Juan Manuel Vera

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Revista Trasversales número 21, invierno 2010-2011

Textos del autor en Trasversales

Un libro sobre la guerra civil europea



La lectura de A sangre y fuego (De la guerra civil europea, 1914-1945) [Prometeo libros, Buenos Aires, 2009], el libro del historiador italiano Enzo Traverso, facilita una reflexión que afecta no sólo al periodo histórico al que se refiere la obra sino al mejor entendimiento y caracterización de las tendencias históricas posteriores. Puede ayudarnos a entender mejor la posguerra antifascista y también a situar históricamente el ciclo posterior a 1989, marcado por las consecuencias del hundimiento del estalinismo en Europa Oriental pero, también, por el cuestionamiento en Europa Occidental de los pactos sociales que facilitaron el nacimiento de la Unión Europea.
Como señala el autor “si cambiar el mundo sigue siendo una necesidad -aún antes de ser un proyecto-, las vías para lograrlo deben ser repensadas radicalmente”. El conocimiento y la interpretación de la era de violencia desencadenada en la primera mitad del siglo veinte es una necesidad fundamental para poder situar la lucha por la autonomía y la emancipación en un contexto orientado a evitar los horrores del pasado europeo.

Traverso presenta una ambiciosa interpretación macro-histórica de las tragedias de la primera mitad del siglo pasado sobre la base de una relectura de algunos de los autores que han abordado el significado de esa etapa. Se trata de un trabajo de historia intelectual. Su opción metodológica se centra en las interpretación cultural de los acontecimientos. Los hechos históricos se relacionan con los discursos en formas diversas, no siempre directas pues hechos y discursos representan dimensiones distintas de una misma realidad. La selección de los discursos implica la atribución a los mismos de un sentido explicativo de la realidad a la que se refieren. El desfile selectivo de referencias (Schmitt. Benjamin, Arendt, Camus y tantos otros) adquiere pleno sentido desde esa perspectiva.
El concepto de “guerra civil europea”, sobre el cual construye Traverso su obra, tiene una genealogía extensa, que va más allá de la más reconocida, la del historiador conservador Ernst Nolte. El autor se esfuerza en mostrar que la conciencia de la catástrofe europea de 1914-1945 está intrínsecamente unida a ese concepto latente de guerra civil. De forma bastante convincente, Traverso analiza la brutalidad del periodo como algo indisociable al terror desmedido, ilimitado y generalizado que implica una guerra civil. La crueldad de la época, abierta con la Primera Guerra Mundial, insiste Traverso, es la propia de una guerra civil que tiende a la aniquilación del bando contrario y no meramente a obtener una victoria.

Traverso sitúa la “gran guerra” como el acontecimiento decisivo, el cataclismo que engendra todos los demás, cuya fuerza destructiva genera el vacío de significaciones que va ser el caldo de cultivo de los totalitarismos europeos. Esa etapa tiene para Traverso un paralelismo histórico en la “guerra de los treinta años”. Todo el ciclo de convulsiones que se inició con la “gran guerra”, y culmina con el nazismo, y su derrota, tiene unas consecuencias enormes sobre las poblaciones centroeuropeas. Su significado resulta inequívoco, se trata del final de una civilización europea que fue incapaz de resistir al desmembramiento de los últimos imperios y que articuló los nacionalismos emergentes como la tabla de salvación a la cual se agarraron los grupos dominantes de muchos de los territorios en  ese final de época.
Traverso es completamente consciente de que los conflictos del periodo que analiza exceden del ámbito europeo y que sus efectos en otros continentes, especialmente Asia y África, son enormemente importantes en el marco de la consolidación temporal de la hegemonía norteamericana en el sistema-mundo. Sin embargo, en mi opinión, acierta plenamente al situar el epicentro de la gran crisis mundial del siglo veinte en los conflictos europeos como sustrato básico de la guerra civil, una veces latente y otras abierta, que asoló el continente durante tres décadas.

El punto más débil del fascinante relato de Traverso es su silencio sobre las bases sociales y económicas de la onda larga de descomposición de la civilización europea. Así, sorprendentemente, la crisis europea no es situada en el contexto de la crisis del capitalismo liberal del siglo XIX, tan brillantemente desvelada y analizada por Karl Polanyi en “La gran transformación”. A diferencia de otros historiadores, como Eric Hobsbawn, Traverso  ha preferido situar su punto de vista en la genealogía intelectual y cultural de las catástrofes del la primera mitad del corto siglo veinte. Ello resulta hasta cierto punto decepcionante porque incorpora una renuncia tácita a situar más allá del campo de las ideas (y, singularmente, del “miedo a la revolución”) las razones del deslizamiento hacia el autoritarismo de la élites gobernantes y, más ampliamente, de las clases poseedoras.

Un notable acierto de Traverso, siguiendo la estela  de Hanna Arendt, es hacer énfasis en los crímenes del colonialismo como el gran antecedente de los horrores de la guerra civil europea y modelo para las guerras totales del siglo XX. Los métodos de exterminio aplicados en África en el siglo XIX fueron trasladados al corazón de Europa. Ese aspecto resulta especialmente pertinente al pensar en la guerra española como un episodio de esa guerra civil continental, ya que es precisamente el ejército africanista el que va a desencadenar el ataque contra la República y establecer desde el primer momento del golpe militar métodos exterministas propios de la guerra colonial. Es precisamente el colonialismo, ese enorme pecado de la vieja Europa, el que aporta los procedimientos de sangre, muerte y destrucción que habían sido empleados masivamente contra las poblaciones colonizadas, tratadas como carentes de dignidad y derecho alguno.
Otro atractivo del concepto de “guerra civil europea” es ayudarnos a una reconsideración de la relación de los europeos con nuestro propio pasado. Percibir el exterminio judío como parte de esa “guerra civil” facilita comprender la dificultad con que la memoria de la Shoah se ha instalado en la conciencia europea. En toda guerra civil los verdugos y asesinos están entre nosotros y no es posible construir una exterioridad completa como ocurría con los tradicionales conflictos internacionales.

La interpretación histórica propuesta por Traverso nos permite concebir la etapa 1945-1989 como un largo periodo de posguerra civil, una onda larga determinada en su conformación por las consecuencias de los conflictos europeos precedentes. Se trataría de una época construida políticamente como una reacción al pasado y a las consecuencias de los años 1914-1945. Así, la división de Europa  fue una de las claves de esa posguerra ya que la consolidación del totalitarismo soviético impidió acortar el proceso de posguerra, dilatando los efectos de la “medianoche en el siglo”, de la que hablara Víctor Serge.
Finalmente, su trabajo aporta un marco en el que se manifiesta la herencia contradictoria del antifascismo europeo, cuya consecuencia histórica más importante en la etapa de posguerra fue expresar la correlación de fuerzas sociales que hizo posible la afloración del Estado de Bienestar europeo como un compromiso transitorio entre la dinámica del capital y la resurgida ciudadanía que luchaba por nuevos derechos sociales y políticos. 

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