Trasversales
Mikel Isasi y Txemi Peñas

La izquierda y Gadafi

Revista Trasversales número 21 marzo 2011

Publicado originalmente en Gorripidea



Queremos hablar de las reacciones que la lucha del pueblo libio contra Gadafi están produciendo en el seno de esa izquierda que está más allá de la socialdemocracia y, para hacerlo, no hablaremos de la doble moral de los gobiernos que mantiene dictaduras tan crueles o más que la de Gadafi, ni de las ventas de armas, ni de la incongruencia de que algunos de los estados que piden que Gadafi sea juzgado internacionalmente no aceptan esa justicia para sí mismos… Tampoco hablaremos de las mil caras del neocolonialismo ¿Por mucho que nos repugne? Ni de sus secuelas de sufrimiento para la mayoría de la humanidad. No hablamos de la socialdemocracia. No por arrogarnos el derecho a repartir el titulo de izquierda que ellos también reclaman, sino porque su papel, como en Túnez y Egipto, es solo un cúmulo de intereses y propaganda donde la defensa de las personas no existe. La misma Internacional Socialista (IS) que daba cobijo a Ben Ali y Mubarak descubre que son unos tiranos días antes de ser derrocados. Y solo entonces los partidos que les sustentaban son expulsados. El realismo político de esta organización no conoce amigos, ni valores que defender, solo intereses geopolíticos y económicos. Los que antes eran aliados pasan en días a ser apestados. Gadafi no ha estado nunca en la IS, no han tenido que echarle. Sin embargo, las relaciones de hermandad de los gobiernos socialdemócratas con el tirano han sido similares. Queremos hablar de por qué la izquierda no se lanza a la calle en contra de este tirano, de por qué se le sigue mirando con cierta amistad, de por qué nos fijamos en la geopolítica y no en las personas que luchan y, en cambio, sí lo hacemos cuando se trata del Sahara o Palestina, mirando a sus pueblos, incluso asumiendo que sabemos poco de ellos.

En Libia se ha iniciado un proceso democrático que actualmente se encuentra en una fase de cruenta guerra. Un proceso revolucionario contra un dictador, un proceso democrático en sus demandas (no hay proclamas por Al Qaeda como delira Gadafi), y que ha derivado en una guerra. Estaríamos encantados si a los rebeldes libios les diesen todos los medios necesarios para derrocar a Gadafi, como lo estaríamos en el caso de cualquier otro tirano ¿Quién se las puede dar? El que quiera. El precio político que se pague lo tendrán que decidir los representantes revolucionarios del pueblo libio. Quienes les apoyamos, lo hacemos por su lucha (sin el acriticismo del mundo bipolar) y denunciando a los colaboradores de Gadafi. Cuando decimos proceso revolucionario no estamos prefigurando ningún final del proceso, es revolucionario porque están en guerra. Uno de los dos bandos ganará, y en este momento es impensable un compadreo donde la familia Gadafi salga sin problemas si pierde. Sabemos que si gana, las represalias contra los insurrectos serán terribles.

Desde la izquierda solemos denunciar a los colaboradores de los dictadores. Lo hacemos sin problemas cuando estos son EE.UU. o la UE y es algo justo, pero nos cuesta movernos cuando el colaborador o el agresor es otro. El genocidio de Rusia en Chechenia apenas tuvo impacto en nuestras calles; la represión tibetana del gobierno chino, tampoco. El papel de China con las dictaduras africanas apenas nos ocupa… ¿Alguien se imagina a EE.UU. jugando el papel de China en el conflicto de Darfur sin movilizaciones de denuncia? Y, sin embargo, no las ha habido. La guerra fría terminó hace 30 años, pero aún perdura en el corazón de miles de personas. No se nos ocurre otra explicación, ¿Es triste?, a que Cuba, Nicaragua, Venezuela y China apoyen (y/o legitimen) a Gadafi y no les llamemos lo que son "colaboradores de crímenes de guerra". El caso de Cuba y Venezuela es más grave, porque por su influencia en la izquierda embellecen al tirano y extienden el manto de la duda sobre las razones de la legítima revolución libia.

¿Quién gana con la caída de Gadafi? Sin lugar a dudas, quien se ha jugado la vida para hacer que eso sea posible, es decir, el pueblo libio. A partir de ahora, si triunfan, podrán construir con más libertad su futuro. Para quienes hemos sufrido una dictadura, eso debería ser un elemento tan determinante que algunas dudas y descalificaciones de este proceso deberían sonrojarnos.

También ganará esa parte del ejército afín a los Warfallah, los que apoyaron el golpe de Estado en 1993 y fracasaron. Seguramente, muchos de los oficiales rebeldes defienden también sus intereses. No están de acuerdo con que la camarilla familiar y los miembros de la tribu de Gadafi ocupen los puestos principales en el Estado y las empresas. Pero, el principal beneficiario del proceso es el pueblo libio y todos los pueblos del mundo que tiene aquí y ahora un relato revolucionario real, del siglo XXI, un relato que dice que se puede derribar a un tirano con la movilización popular y hacer frente a su violencia con la violencia.

¿Hay otros beneficiarios? Seguro que los hay, como en todo proceso de cambio. Algunos de esos beneficiarios secundarios también son sospechosos: desde los internos (los Hermanos Musulmanes o el FSNL) hasta los externos. Pero, desde luego, la teoría conspirativa de que detrás de esta revolución están los intereses económicos de la UE-EE.UU. es tan poco fundada como débil. Las grandes multinacionales hace tiempo que trabajan con toda normalidad en Libia, a las petroleras Repsol, British Petroleum, Total, ENI... no les ha creado ni les crea problemas trabajar con Gadafi. Repsol, sin ir más lejos, tiene al Gobierno libio en su consejo de administración. A Libia se le ha vendido todo lo que querían, armas incluidas hasta ayer. 

¿Salen beneficiados EE.UU. o la UE? ¿En qué? Hace años que Gadafi es amigo de los dirigentes yanquis y europeos, amigo de Aznar, de Berlusconi… Hace años que es el gendarme de hierro de la UE contra la inmigración (con métodos tan brutales como impunes).
La teoría conspirativa extiende su manto de sospecha cuando los pueblos deciden rebelarse y son aplaudidos por los EE.UU. o la UE señalando que es el interés del imperialismo el verdadero motor de esos procesos. Esto ocurrió con los tibetanos (¿alguien piensa que China tiene algo de izquierda?) y ahora con los libios. No se presentan pruebas para apoyar la conspiración, eso es secundario. Si los yanquis amenazan con intervenir en Libia, si le llaman dictador a Gadafi, esa es la prueba. Efectivamente, Libia tiene el Índice de Desarrollo Humano más alto de África, pero todos sabemos que pese a ser un indicador mejor que la renta per cápita deja mucho que desear. Como ocurre con muchos países árabes exportadores de petróleo, esconde grandes desequilibrios sociales, con elevadas tasas de desempleo entre la juventud, discriminación de las mujeres y de los inmigrantes, corrupción y clientelismo tribal además de una brutal represión contra toda disidencia.
Esa misma teoría afirma que los pueblos oprimidos son soberanos cuando inician procesos que nos gustan (Venezuela, Bolivia, Sahara…). En el fondo anida una gran desconfianza hacia la gente real (incluso desprecio si son las masas occidentales adocenadas por el consumismo) y una extrema idealización de los sujetos revolucionarios: clase obrera, mujeres, pueblos oprimidos, indígenas… 

Es verdad: No hay en estas revueltas árabes proyectos socialistas, solo reivindicaciones contra la corrupción, las desigualdades económicas y a favor de reformas democráticas. Solo eso, ni más ni menos que eso.
Tampoco tenemos ninguna seguridad de que los regímenes que resulten de estos procesos sean más respetuosos con los derechos de las mujeres o de las minorías… Desgraciadamente a veces el pueblo decide cosas que no nos gustan nada. Pero ese es otro debate.

15 de marzo 2011



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